ENTRE YNGERMINA Y ANACAONA, ENTRE LA HISTORIA Y LA FICCIÓN
Por Consuelo Triviño Anzola*
El papel mediador de las mujeres indígenas en la Conquista se recoge en crónicas y relaciones, como el Diario de Colón, la Historia general y natural de las Indias, del detractor de los nativos, Gonzalo Fernández de Oviedo, o De Orbe novo, de Pedro Martir de Anglería, quien da cuenta de la legendaria princesa Anacaona de Jaraguá, en lo que hoy es la República Dominicana. Recordemos también a la Malinche, doña Marina, la joven náhuatl nacida en la actual Veracruz, intérprete de Hernán Cortés, con quien tuvo un hijo, Martín. Por su parte, Bernal Díaz del Castillo, como muchos cronistas, destaca la belleza, desenvoltura y el don de lenguas atribuido a las mujeres indígenas.
En 1844, a los veinte años de la independencia, Juan José Nieto Gil publica en Jamaica Yngermina o la hija de Calamar (ver tomo 1 y tomo 2), considerada la primera novela colombiana. Yngermina, su protagonista, es hija del pueblo de Calamar que se enfrentó a los conquistadores con flechas envenenadas, en lo que hoy es Cartagena de Indias. En venganza, los conquistadores destruyeron su población y asesinaron a su gente. En esta narración Nieto Gil construye en la ficción una mujer indiana que seduce por su belleza y virtudes a Alonso, hermano de Pedro de Heredia, el fundador de Cartagena.
Símbolo del mestizaje, Ygermina, sirve de puente entre dos culturas, asumiendo los valores de la impuesta y adoptando la religión católica para casarse con Alonso. Nieto Gil informa en su relato sobre los rituales indígenas, sus dioses, héroes y costumbres, como el culto que rinden los muertos en los bosques. Pero, en realidad, como irá desvelando el desarrollo de la trama, el padre de la protagonista es el español Hernán Velásques (sic), un personaje peculiar, entre dos religiones, que había adoptado la fe musulmana para casarse. Posteriormente conseguirá que su esposa y suegro se conviertan al catolicismo tras la expulsión de los moros. Al desembarcar en América, gracias a esta ampliación de miras, respeta las costumbres de los indígenas y se une a una nativa, resultado de cuya unión es Yngermina.
No faltan en esta novela de Nieto Gil las intrigas entre las distintas familias indígenas, los enfrentamientos entre los conquistadores, ni los abusos de poder sobre la población nativa, perseguida y sometida. Pero también tenemos ejemplos de valor entre los líderes indígenas que parecen formados dentro del humanismo erasmista, cuando se expresan con fórmulas caballerescas. Si bien la conversión de Yngermina la prepara para el sacrificio, también le permite enfrentarse a malvados como el tirano Juan de Badillo.
Es esta una novela en clave romántica en la que el amor debe pasar por difíciles pruebas: torturas, hambre, muestras de lealtad y resistencia antes de alcanzar su feliz realización. Así, Yngermina aparecerá como la primera mujer mestiza de su pueblo, hija de una indígena de Calamar y de un español que supo convivir en armonía con los aborígenes.
Años después en la República Dominicana y dentro del proyecto de consolidación de la nacionalidad, la célebre Salomé Ureña sorprenderá con su largo poema Anacaona, en homenaje a una figura fundante, que inspira una iconografía en la que se exaltan sus cualidades. Por su belleza y talento, Anacaona conquistó a quienes la conocieron, empezando por Bartolomé Colón, cuyas impresiones se recogen en crónicas, como la de Pedro Mártir de Anglería, quien la describe «graciosa, prudente y de gran ingenio».
Salomé Ureña, en el momento más alto de su trayectoria como educadora y poeta, compone, en 1880, la elegía Anacaona. La más clara inteligencia del país exaltaba el progreso y el patriotismo, cuyos orígenes fijaba en los añorados parajes de la historia, en Quisqueya, tierra de los taínos, acogedores y amables.
Reina y poeta, Anacaona rindió homenaje a sus dioses y a sus héroes con areitos, al tiempo que daba lecciones de juicio y buen gobierno, así se integra la historia trágica de los comienzos, al ser ejecutada por Nicolás de Obando en 1504. Como una Venus, emerge de aquel paraíso en estos versos de Salomé Ureña: «De regia estirpe, sencilla y tierna, / como las flores, hermosa y pura, cruzaba ufana por la llanura / cantando alegre su juventud». Es una elegía en las que se combinan versos de arte mayor con versos de arte menor, propios de la tradición española, para traer al presente las gestas de la cantora del pueblo quisqueyano. De este modo, el concepto de patria se asocia a la figura femenina que encarna el valor y la dignidad frente al opresor, además de las virtudes que despliega.
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Sobre la columna Cronopio en femenino.
Esta serie de novelas tituladas con nombre de mujer tienen rasgos comunes que han llamado mi atención. En su mayoría, fijan el papel que se les asigna a las mujeres en la sociedad. Si esta se desvía del camino señalado, que en condiciones ideales la conduce al matrimonio, es juzgada, perseguida y castigada. Dependiendo del lugar desde donde se escribe, y del público a quien se dirige, el esquema puede variar.
Empezamos esta serie con novelas hispanoamericanas que plantean conflictos sociales, políticos y étnicos. Aunque es un largo poema, empiezo por Anacaona, la princesa taína ejecutada por el conquistador Nicolás de Obando, mito fundacional de la nación dominicana, y primera mujer americana a la que se hace referencia en el Diario de Colón.
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* Consuelo Triviño Anzola (Bogotá, 1956), narradora y ensayista colombiana, reside en Madrid desde 1983. Doctora en Filología Románica por la Universidad Complutense. Ha colaborado con las revistas españolas como Nueva Estafeta Literaria, Quimera y Cuadernos Hispanoamericanos, en suplementos literarios como «Babelia» de El País y el «ABCD las Artes y de las Letras» del diario ABC, con reseñas de libros. Radicada en España, ha ejercido la docencia universitaria y publicado libros y cientos de artículos sobre autores y temas hispanoamericanos. Está vinculada al Instituto Cervantes desde 1997. Como narradora ha publicado, Siete relatos, Prohibido salir a la calle (novela), El ojo en la aguja (cuentos), José Martí, amor de libertad (biografía), La casa imposible (cuentos), La semilla de la ira (novela), Una isla en la luna (novela), Letra herida y Extravíos y desvaríos (relatos) Cervantes (biografía), Transterrados (novela) y Ventana o pasillo (novela). Sus cuentos han sido traducidos al inglés, al francés y al alemán e incluidos en numerosas antologías y en revistas de reconocido prestigio internacional como Puro cuento, Caravelle, L´Ordinaire Latinoamericaine, Barcarola y Torre de Papel, entre muchas otras más. Ha sido invitada a hablar de su obra a las universidades de Bérgamo, Colonia, Amiens, Sorbona, Alicante, Granada, Salamanca, Autónoma de Madrid, Nacional de Colombia, Universidad del Norte (Colombia), Lausana y Torino, entre otras. En reconocimiento a su obra, tiene una entrada en el Dictionnaire universel des femmes créatrices, de la prestigiosa editorial francesa Des femmes. La crítica más exigente ha valorado la profundidad de su prosa y su tersa escritura, lo que la sitúa entre las voces narrativas de mayor proyección en el contexto de la literatura en lengua española.