GERMÁN CASTRO CAYCEDO: EL PESO DE HACERSE ENTENDER
Por Diego Leonardo González Rodríguez*
Diego Leonardo: ¿Qué se debe hacer para que un cronista no se vuelva protagonista en su escrito?
Germán Castro Caycedo: Primero no escribir en primera persona, en ningún género del periodismo. Lo aconsejable es escribir en tercera persona, porque el periodista no es el protagonista de ninguna noticia, de ninguna historia. A menos, por ejemplo, que sea sobreviviente de un naufragio; entonces en ese caso sí se acepta el testimonio personal. Es en tercera persona como se escribe. Siempre ha sido así.
D.L.: ¿En los comienzos de su carrera como cronista qué elementos utilizaba?
G.C.C.: La técnica para narrar que es la misma para contar ficción parte de una estructura. Manejo del tiempo dramático, un manejo del factor sorpresa, manejo de climas para buscar el ritmo, la cadencia, saber cuándo hay monologo, cuándo dialogo y el factor sorpresa para buscar, por ejemplo, suspenso.
D.L.: ¿Cómo aborda a los protagonistas de sus artículos en temas complejos, dramáticos o muy íntimos?
G.C.C.: Se deben hacer varias entrevistas. En un libro llamado «Más allá de la noche» hice con la protagonista treinta y seis entrevistas de tres horas cada una, eso va brotando a medida que hay una relación cronista–personaje; pero además hay recursos como el de grabar una historia tras escucharla, llevar al personaje a donde ocurrieron los hechos. Eso permite que la persona no esté recordando, sino que esté viviendo intensamente. En ese caso el testimonio tiene mucha fuerza.
D.L.: Antonio Cándido dice sobre la crónica que es «literatura al ras de suelo», pero García Márquez dice que para ser periodista hay que estar «al lado de la vaca» ¿En qué punto queda la crónica?
G.C.C.: No, lo que entiendo es que para hacer crónica hay que ir al sitio donde ocurrieron las cosas, en primer lugar. En segundo lugar llenarse de tanta información que no haya que inventar ni una sola coma.
A la crónica o al relato periodístico hoy se le dice «narrativa de no ficción» y la característica es no inventar una sola coma. Desde luego sí utilizar algunos recursos literarios para subir la estética.
D.L.: ¿Qué vendría siendo la literatura periodística?
G.C.C.: No, se llama «Narrativa de no ficción». Periodismo literario no hay, por lo menos en nuestro país no hay. A «periodismo literario» se refieren los estadounidenses allá en los Estados Unidos. Lo nuestro es la crónica, la crónica nació con los cronistas de indias que vinieron con los conquistadores y ha ido evolucionando. Colombia es uno de los países de América que mejor a hecho la crónica.
D.L.: ¿Cuáles son los mayores problemas para publicar crónica en nuestro país?
G.C.C.: Las presiones, por ejemplo: Las que puede haber de lado de la guerrilla, de los paramilitares, pero especialmente la injerencia del gobierno a los medios de comunicación y de los gobernantes de todo tipo. Por ejemplo: El primero de enero de 2008, una periodista le hizo una pregunta sobre paramilitares al actual gobernador de Antioquia y cuando subió a la gobernación la hizo despedir, la hizo excluir de Teleantioquia por haber formulado esa pregunta.
D.L.: ¿Cómo desentrañar lo novedoso de lo cotidiano?
G.C.C.: Cuando el reportero va al sitio donde ocurrieron los incidentes, ahí van a surgir una serie de elementos, historias, anécdotas de primera mano. Quiero decir, se entrevista a quienes han vivido la historia, no a quien la ha escuchado. Ahí aparecen más ángulos novedosos.
D.L.: ¿Qué tipo de talentos se exigen en un cronista?
G.C.C.: Primero estar muy bien informado, ser estudioso. Desgraciadamente en las facultades no prestan atención a dos materias básicas para el periodismo que son: «Técnica para narrar». Como digo, sólo hay una técnica para narrar ficción o realidad, hay que aprenderla. Y la otra es la «metodología de trabajo de campo», la cual es la etapa de investigación. No hay talleres enseñando esos elementos. El problema de los estudiantes es ese; y en las facultades de comunicación, que comunicación no es periodismo, es una ciencia seria, pero no es periodismo.
D.L.: ¿Cómo se puede medir un buen cronista?
G.C.C.: Un buen cronista es el que usa más elementos, el que se refiere no solamente al hecho sino al medio que rodea al hecho: la cultura, las costumbres. En Colombia somos cinco naciones culturales diferentes por costumbres y usos que se les dan a las cosas. El medio debe estar presente en la crónica, debe ser muy directo, manejar contraste y una serie de exigencias.
D.L.: ¿Hay temas universales? ¿Cuáles son?
G.C.C.: Todos los temas son universales. «Escribe de tu pueblo y serás universal» decía Antonio Chejov. Es universal en cuanto uno lo haga fácil de entender y desde luego, en cuanto tenga que ver con el ser humano.
D.L.: ¿Cómo hacer para que las nuevas generaciones de periodistas sientan en sus hombros el peso de su profesión?
G.C.C.: El peso llevado en los hombros por el periodista es el de hacerse entender, el de llegar a la gente con estética, ahora se utiliza mucho escribir en términos de: «Gonorrea–hijueputa». Hace siete siglos y medio nació la narrativa, pero nació con base en la estética, yo no creo que se hayan equivocado los escritores durante todo ese tiempo.
D.L.: ¿Cómo estructurar una crónica?
G.C.C.: Es como construir un carro, se parte del chasis: eso se llama estructura. Puede ser lineal, puede ser secuencia rota, etc.
Dentro de la estructura tiene que manejar los climas del relato. Si comienza fuerte, termina fuerte e ir distribuyendo los clímax. Los clímax son los momentos intensos. Manejar los tiempos dramáticos para que la gente sepa cuánto ha ido trascurriendo en la historia, si un minuto, un año o un siglo. Cuándo usar monólogo, cómo usar dialogo. El dialogo sirve para varias cosas, una de ellas, para resumir lo justo; otra, para desarrollar los caracteres sicológicos de los personajes. El monólogo es más intenso, más intimo, más directo.
El factor sorpresa es guardarse la clave para resolver un problema, no ponerla al principio sino al final, así se va manejando el suspenso. Son esos mismos elementos los que se utilizan para estructurar una novela.
D.L.: ¿A qué se debe que muchos de los estudiantes de periodismo no sepan el pasado, presente y hacia dónde está encaminada la profesión?
G.C.C.: No hay historia del periodismo. No hay una historia analítica de la evolución del periodismo en Colombia, que es de los países más destacados de América. No hay historia del país aunque sea de los últimos cien años. No se enseña castellano, se escucha en los noticieros, por ejemplo, «veintiún por ciento»; si se refiere a algo en especial se debe decir «veintiuno por ciento». No hay una formación mínima de castellano, de historia.
D.L.: ¿Cómo hacer periodismo intenso?
G.C.C.: Vivirlo intensamente, investigarlo mucho de manera que haya considerable material para que se puedan desechar los subtemas. No inventar una palabra y vivirlo en el lugar donde ocurrió de modo que el periodista pueda trasmitir vivencias a través de lo que relata, desde luego en tercera persona.
D.L.: ¿Un episodio irrepetible?
G.C.C.: Muchos. Por ejemplo la falta de conocimiento de las regiones. Cultura no es educación, cultura son costumbres. Para medir una cultura el lenguaje de las regiones es un parámetro, la comida, el culto a la muerte, etc.
En el Llano, cuando fui la primera vez, me dijeron «ese tipo mató una madrina de veintiocho». Supuse que había matado a la madrina de veintiocho años, no, él lo que había sacrificado era una madrina de veintiocho novillos. Eso me pasó por no conocer bien, por no haberme compenetrado y por no haber preguntado todo lo que no entendía.
D.L.: ¿Cómo dificulta el editor la salida de un artículo?
G.C.C.: La dificultad de los editores es que muchas veces no comprenden o no leen bien lo que se está escribiendo o lo que se quiere decir, le cambian palabras, le quitan frases y además cortan por el final para que abarque en el espacio establecido.
No conozco el primer editor que devuelva la nota y diga «resúmala a tantos espacios y tantos caracteres», no. Ellos cortan y una de las condiciones de la crónica es que empiece fuerte y remate fuerte, entonces le quitan el remate; ese es un ejemplo de los muchos que suceden.
Ahora no conocen palabras, cuando el escritor utiliza la jerga popular destruyen totalmente el relato. En mi caso no me encontraba en Colombia cuando entregue «Colombia X» que es un libro que tiene mucho lenguaje de los jóvenes de hoy. Pues destruyeron el libro quitándole las palabras que se le habían puesto sobre cómo habla la gente.
D.L.: Un consejo para los nuevos cronistas.
G.C.C.: Que lean. Pero en Google no está la crónica, en Google hay algunos elementos, muchos de ellos no son confiables, Google no reemplaza el trabajo de campo. Hay que ir a los sitios, en Google no está por ejemplo las sensaciones, frente a una inspección, de miedo, de emoción. Que se olviden de Google para hacer crónica.
Vea una vieja entrevista de Gloria Valencia de Castaño a Germán Castro Caycedo:
[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=V47e_7VcZg0[/youtube]
________________________
* Diego Leonardo González Rodríguez es periodista bogotano, egresado de la Universidad Los Libertadores. Los géneros que mas le interesan son la crónica y el reportaje. Actualmente es Responsable de Comunicaciones de la Organización Pacifistas Sin Fronteras, quienes realizaron en 2009 la Cumbre Mundial de Paz.
Gran profesional.