EDGAR BORGES. FICCIÓN PATAFÍSICA, ¿NINGÚN HECHO ES ABSOLUTO?
Por Vanessa Torres*
[x_blockquote cite=»Edgar Borges» type=»left»]El hombre no mediático no sufre de angustia ni de ataques imprevistos de prisa. Su lentitud visual le permite ver detalles inexistentes para la mayoría. Sin embargo, él tiene serios problemas para relacionarse con el resto. Su particularidad lo aleja de los otros. Y esto, a pesar de que aún no le representa desequilibrio, opera como una bomba alojada en su existencia…[/x_blockquote]
Desde el año 2007, cuando decide radicarse en España, en la vida de Edgar Borges ocurren distintos acontecimientos que tiempo más tarde permitirían que diversos críticos lo reconocieran como uno de los autores latinoamericanos que marcan la pauta en la narrativa actual. Su residencia en España, de la que tiene parte su estancia en Barcelona donde fue becado en el 2012 por su novela El hombre no mediático que leía a Peter Handke -novela traducida al Italiano-, trasciende la frontera de los géneros literarios y nos compromete a acercarnos a su manera transgresora de pensar nuestro acontecer en la sociedad contemporánea.
Desde una propuesta permanente, el autor acerca al lector a una ficción sublevante, y es justamente en su última novela, El olvido de Bruno, publicada por Ediciones Carena en 2016, donde un hombre que sufre una enfermedad que lo hace dudar de todo, encarna un hito en la comprensión de la realidad, que justamente es una metáfora que trata de romper ese sentido absoluto de la realidad. Su posición de pensar la literatura como contrapeso de la realidad le confiere la admiración del público en varios puntos de América Latina, España e Italia, así como de reconocidos autores, es el caso de Enrique Vila-Matas, Vicente Luis Mora, Antonio Gómez Rufo y Vicente Huici. Y es éste último, escritor y filósofo, quien plantea que El olvido de Bruno es una obra en la estela de El extranjero de Albert Camus.
Desde la distancia hemos podido comprobar que la literatura de Edgar Borges cuenta con numerosos lectores en Colombia. Si bien sus libros aún no se publican a nivel nacional, Internet ha servido como el boca a boca que ha expandido el conocimiento de sus libros. Es por esta razón que se hace imprescindible esta conversación, desde un encuentro totalmente patafisico que hemos tenido y que nos colocó misteriosamente estos días en el mismo hemisferio, después de muchos años de comunicación y colaboraciones de un continente al otro, y que hoy me permite muy felizmente este dialogo con un gran fabulador o confabulador, si queremos iniciar esta entrevista dándole este carácter de juego que creo, a los dos nos maravilla…
V.T: Quiero comenzar, si me lo permites, parafraseando una de tus últimas novelas, que es La ciclista de las soluciones imaginarias, a propósito de esa enfermedad a la que llamas el mal de la mirada trastocada frente a la realidad absoluta, que en tu obra está presente de una manera continua. Podrías ampliarnos un poco esta idea de hacer una ruptura de la realidad… ¿No estamos acaso ya inundados de ficción?
E.B: Estamos inundados de una ficción mediocre convertida en realidad. No estaría nada mal que cada mañana nos preguntáramos qué cosa es esa realidad que habitamos, quiénes, cómo y por qué nos contaron y nos siguen contando esta versión de la realidad. Existen dos grandes vías para narrar la realidad. Una surge de los poderes y la otra de la ficción artística. La realidad que narran los poderes es una sola, encasillada, conducida. Esta es la realidad para la que nos educan y es una realidad parcial, cuadrada. En el relato de esta realidad hoy juega un papel determinante la industria informativa. En el presente pareciera que un hecho sólo existe desde la voz que lo cuenta. La mirada periodística, en su mayoría, ya no presenta las diversas perspectivas de un suceso. Ya hasta se nos dice directamente en qué debemos creer y en qué tenemos que desconfiar. Las preguntas, en sí mismas, contienen la respuesta que acredita a una determinada realidad. En contrapeso está la ficción artística, al respecto habría que hablar de ficciones, de realidades, puesto que la literatura, como el arte en general, nos enfrenta a nuestras certezas, nos convoca a pensar en las múltiples realidades que se desprenden de un mismo punto. En la narración literaria no hay pretensión de entregarle al lector la mirada sesgada de quien relata. Al contrario, el escritor espera que el lector vaya más allá de su imaginario de creador. Se hace literatura cuando cada lector descubre posibilidades distintas en una misma obra. Estamos inundados de una versión sesgada de la realidad, por ello la ficción artística es y seguirá siendo rupturista.
V.T: Me gustaría que nos hablaras un poco sobre el papel de la poesía en el mundo de la ficción, justamente tomando una imagen que nos propone Peter Handke cuando nos habla de “Una barca de sueños para que la humanidad se suba en ella”, la palabra poética y su reto sobre la realidad…
E.B: La poesía es vital para la ficción, es su punto de partida. No puede haber una ficción poderosa sin imágenes poéticas. La poética sigue siendo la mirada noble que pretende sepultar el pantano. Por ello cuando se asoma al afuera su luz incomoda al cinismo, y es normal, el cínico ve reflejado en la poesía la belleza que una vez echó a un lado. La poesía es un llamado a humanizar esa ficción que llamamos realidad. Me citas a Handke y me viene a la mente una de esas frases que más que frases son imágenes. Esta sola imagen hace que se me derriben todos los paradigmas del mundo: “Tocar la nuca calentita de un bebé, eso no tiene receta, es un paraíso no programado por nadie”.
V.T: Desde un punto de vista patafisico ¿A donde cree Edgar Borges que se fue la creatividad? Que es justo esa pregunta que se hace el señor Silva en tu novela La ciclista de las soluciones imaginarias…
E.B: La creatividad sigue muy presente en las preguntas que nos hacemos día a día, más allá de las respuestas simplistas con las que nos educan. No se ha ido, nunca se podrá ir aunque la escondamos en las reuniones de familia o de trabajo. Nos entregaron un modelo de realidad con todas las instrucciones de uso. La inventiva se considera algo arriesgado que siempre conduce a la nada, como si la nada no fuera la primera posibilidad para llenar un espacio. La patafísica, la ciencia de las soluciones imaginarias, continúa siendo un juego muy divertido que reta la lógica utilitaria que se le pretende dar a la vida. Es cierto que las humanidades siempre han estado en riesgo, pero resulta patético que en el siglo XXI, cuando nos venden la democracia como una máxima absoluta, el pensar siga siendo considerado algo sospechoso.
V.T: Cuando Ítalo Calvino habla sobre el mundo de lo maravilloso que para él tiene un papel fundamental en el terreno de lo político, dice que los personajes en la novela están en una puesta en escena diferente a la realidad, que de allí es donde surge justamente su papel sublevado de ella, porque abre un universo a las posibilidades, que esta es una puesta en escena de un destino fundamental entre el hombre y la vida. ¿Cómo es esta puesta en escena en tu última obra El olvido de Bruno?
E.B: ¿En qué cosa se convierte el afuera cuando dejamos de interpretarlo? ¿Acaso en una realidad inanimada? ¿Una pared invisible que nos determina la vida? ¿Qué cosa es el mundo para un hombre sin memoria? “El olvido de Bruno” es algo más que el delirio de un viejo librero con alzheimer. Una de las narraciones que sacuden la rutina del personaje, se pregunta “¿De qué valdría una casa sin la memoria de quien la habita?” Italo Calvino dice que “la memoria es redundante: repite los signos para que la ciudad empiece a existir”. También el ser humano actual pudiera ser el resultado de un argumento condicionado, una memoria diseñada para el olvido y la indiferencia. En la novela acontece una batalla de narraciones por el control de la realidad de Bruno. ¿De dónde vienen esas narraciones? ¿Quién narra lo que no inventamos? ¿Qué voz ocupa el lugar de nuestro silencio? ¿Qué ocurre cuando perdemos la confianza en la narración privada que habita en nuestro cerebro? ¿Dónde comienza la derrota o la sublevación del individuo, en la ficción que habita en su mente o en la realidad externa que no interrogamos?
V.T: ¿Cuál crees que es la relación de lo fantástico con América Latina desde el momento actual, más allá del Boom, en plena globalización? ¿Qué podría desencadenar una conexión con lo maravilloso en una época que hace un uso desmedido de la ficción justamente como lo planteaba en la primera pregunta?
E.B: Hoy lo fantástico se nos hizo terriblemente real. Muchos de los vaticinios de la ciencia ficción ya se viven, o se padecen, en el orden social. En el sentido literario ya no tiene sentido hablar de los latinoamericanos como los “maravillosos y los fantásticos del mundo”. Eso, además de ridículo, es peligroso. Nos caricaturiza, nos presenta ante el mundo como los eternos exóticos que sólo sabemos dar las gracias. La ficción, incluso desde la comprensión científica que pudiera aportar la física cuántica, no debe ser asumida como la abstracción de un ser extraño que escribe novelas. La ficción es un asunto muy serio que nos permite aprender que la realidad es una construcción. La ficción es un paso determinante para demoler y crear realidades. Y esto hay que verlo en el sentido social, incluso ante aquellos que pretenden contabilizarlo todo. Ahí, en todo dogma o ley, incluso en “el sagrado valor de la economía”, hay un punto de ficción que se abre para replantearlo todo. A mí no me interesa una novela que cuente una historia lineal. Para abrir ese libro prefiero ver una serie policial televisiva. Me interesan las novelas cuyos entramados conmocionen mi comprensión de la realidad. Quiero leer novelas que pongan en entredicho los valores de la realidad que me contaron. La ficción literaria es el contrapeso a la narrativa del poder. No es una distracción para pasar bien el domingo, es la única narrativa comunicacional que nos invita a pensar eso que llamamos realidad.
V.T: En una situación como la actual, donde asistimos a un mundo mediatizado infinitamente, y con un agujero enorme en el territorio de las sensibilidades y el sueño. ¿Cuál crees que es el papel de un personaje como el que creaste, “un hombre –no- mediático”?
E.B: “El hombre no mediático que leía a Peter Handke” es un hombre que perdió el vínculo informativo con la sociedad. Su único aprendizaje fueron los libros de Handke. Esta condición, sobre todo en un mundo saturado de sistemas informativos, lo convierte en un autista. Un negado por los otros. Su sentido de la comprensión es lento; su calma lo ha desvinculado de su entorno. Estamos ante un sujeto que interpreta otro sentido de la rutina. El sentido de la duración y de las situaciones que acontecen ante su existencia. En el plano social la repetición informativa nos está demoliendo la sensibilidad humana. Toda la industria informativa cuenta una sola versión de la realidad. Intentemos ubicarnos por un momento en el afuera, en calidad de un observador que contempla el mundo durante veinticuatro horas. ¿Qué vemos en común? Todos los grandes medios de información del planeta cuentan y repiten la misma historia. Una historia basada en el suceso más violento del día. Pero, más allá de las consideraciones sobre la violencia, el relato de ese suceso es el mismo, por mucho que se cuente en distintos medios. El argumento de la gran industria cuenta una misma versión de la realidad. No hay espacio para otro lenguaje, no hay espacio para otra matemática. La lógica de la información que conocemos no quiere saber nada de la belleza. La industria informativa no quiere saber sobre nada humano de la sociedad. Lo siguiente será repetir en las redes sociales el hecho sangriento del día hasta el cansancio. ¿Qué sociedad seríamos si con la cuarta parte de esa frecuencia se nos informara sobre el lado sensible de las personas?
V.T: Cuando leí las palabras que sobre tu obra expresó un autor como Enrique Vila-Matas: “Edgar Borges tiene un complot contra la realidad”, me suscitó también la idea de un complot contra el poder que está dentro de esa realidad y que parece que lo acapara todo… ¿Podrías hablarnos de ese complot? (que además es una palabra que me parece fascinante al referirse a tu obra)
E.B: Leer, caminar, sentir. Esas pudieran ser tres claves para andar por la realidad ejecutando un complot lentamente silencioso.
V.T: De nuevo en relación a tu ciclista de las soluciones imaginarias… ¿Qué metáfora envuelve a este personaje de mujer, y por qué una mujer?
E.B: Una ciclista llega a un barrio con detalles sospechosos para una realidad administrada por burócratas. Ella, la bicicleta, sus acrobacias, una cámara fotográfica. La sonrisa serena, la calma, el movimiento. Las figuras que hace sobre la bicicleta. La inventiva, ese hormigueo que incomoda tanto a los burócratas pero que nos despeja la mirada ante la vida. Una mujer en bicicleta se convierte en la insubordinación de un funcionario. ¿Por qué una mujer como personaje? Creo que la mujer, por su enorme complejidad, es el mejor personaje para contar que la realidad no es tan simplista como nos informan.
V.T: Y parafraseando este libro otra vez, Edgar… ¿Es posible escapar de la trampa?
E.B: Vivimos para escapar de la trampa. Otra cosa es que logremos descubrir que andamos corriendo dentro de un decorado.
V.T: ¿Cómo ves la literatura que se está produciendo en América Latina en este momento y en especial en Colombia? ¿Cómo es ese contacto tuyo con la literatura de nuestro país?
E.B: En América crecemos con una perspectiva muy diversa de la realidad. Eso, que la mayoría de las personas vive con espontaneidad en nuestros países, es un instrumento literario que fortalece nuestras narrativas. Nosotros hace tiempo aprendimos que la ficción es un asunto perteneciente a la vida. Mi comunicación con la literatura colombiana es vital; la narrativa escrita por colombianos ha sabido interpretar el valor de la ficción para desnudar la tragedia maquillada de destino.
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*Vanessa Torres Bogotá, Colombia (1978). Poeta y Antropóloga Cultural radicada en Houston, Texas, Estados Unidos. Como creadora y activista cultural ha desarrollado una intensa labor de proyección de la cultura hispanoamericana dentro y fuera de los Estados Unidos, desde la radio, el teatro y el periodismo digital. Ha hecho colaboraciones para diferentes magazines digitales. Durante el 2011 colabora para la revista literaria Calle Ficción, posteriormente se hace cargo de la producción del programa de radio Poesía Fuera de los Márgenes que se transmite en español desde Boston, Massachusetts, a través de la emisora de radio online Cronopio Radio. Textos suyos han aparecido en diferentes revistas de poesía como el Smithsonian Latino Virtual Museum y Círculo de Poesía. Forma parte del proyecto literario Fuego del Aire publicado en el 2015 en los Estados Unidos por Ediciones El Bookanero en coautoría con Erika Said (México) Rossy Evelin Lima (México) y Miriam Maldonado (Puerto Rico).