Escritor del Mes Cronopio

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Ahora hay un monumento, cerrado con una cadena, pero lo abrimos y me senté a su lado para hacerme una foto. Hemingway conocía de tantas cosas, dos de ellas muy bien, el licor y las mujeres. Decía al respecto: «Las botellas se cogen por el cuello, las mujeres por la cintura». Muchos daiquiris en nombre de Hemingway y el esplendor de pasar una noche en este lugar, con amigos, viendo a los turistas. Sin embargo, no quería desperdiciar la noche solo y me fui sobre la medianoche hasta el Tropicana para recoger a Diana.

—Dudaba si llegabas.

—Nací en un barrio obrero pero soy como un inglés, llegó a tiempo.

—¿Qué quieres hacer?

—Bailar un poco, una discoteca donde vayan más habaneros que turistas.
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Una discoteca pequeña, estaba de moda Isaac Delgado con su tema Con ganas, con letra de balada salsa, «sin tu amor nada tiene sentido». Un rato íntimo, sin agitación y regresamos al Hotel Nacional. Cuando estábamos en la habitación, Diana me inquirió:

—¿Qué sorpresa me tienes? A qué horas me tengo que ir.

—Hoy no, te quedas conmigo.

Busqué mi cartera y le pasé los dólares, con una propina. Busqué un par de cervezas.

—Eres demasiado directo, eso molesta, pero eres confiable. Me siento bien contigo.

Me acerqué para tenerla en mis brazos, sin apresurarme, haciéndola sentir bien, amada. Me dijo al oído mientras se quitaba el vestido: «Con el dinero que me has dado tendré para mercar seis meses. Gracias».

—¿Seguro que amaneceré aquí?

—Quiero hacerlo al amanecer, a menos que te vueles.

Desnuda era provocadora. Una bailarina del Tropicana. La vida te da privilegios para siempre recordar.

A la mitad de la mañana del día siguiente, nuestra amiga Adriana, santera, nos esperaba en el lobby del Hotel Nacional para dirigirnos hacia el barrio de Guanabacoa, a casa de un santo. Desde adolescente la profunda relación con la música cubana me ha dado una cercanía respetuosa con el imaginario de la santería, no tanto con su aspecto religioso. Una de sus voceras fueron las canciones de Celina González, con Santa Bárbara y Qué viva Changó, que sonaban fuertemente en la navidad. Celina vivió un concierto inolvidable en el estadio Pascual Guerrero en 1984 y posteriormente vivió un tiempo en Cali, montando un restaurante en el norte pero ejerciendo básicamente su labor como santera. Le había comentado a Adriana de este interés y ella me tenía cita con un santo. Nos fuimos con Jaime y Jorge a la zona de la santería. No sabía que era una cita de bautizo, pero así era. El santo me llevó a una habitación especial y después salimos al solar, donde ya estaban sacrificando a la gallina. Cuando Jaime vio ese ritual se impresionó y me dijo que se iba. Cuando vi su reacción le dije a Adriana que nos disculpara con el santo, en realidad, mi interés no era llegar tan lejos y en ningún momento de irrespetar esta manifestación tan propia de los cubanos, con la cual han vivido sin abandonar su fe cristiana como lo hacía Celia Cruz, quien siempre viajaba con las imágenes de los Ochún, Babalú Aye, Changó y Yemayá y los colocaba en su habitación. El momento de irnos fue como de comedia, pero nunca lo quise así. Adriana lo entendió perfectamente y no se molestó.
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El último día en La Habana acepté una invitación aplazada de un caleño que vivía hace mucho tiempo en la isla, con su esposa cubana. De la vieja guardia izquierdista de Colombia. Sabía que lo hacía por cariño, aunque las condiciones no estaban para llevar a nadie a la casa, modesta y agradable. Cuando sirvieron, un poco de carne desmechada, muy poca y yuca y arroz, me prometí comer muy despacio, para que ellos terminaran primero y hacerlos sentir bien, yo comía cada pedacito de carne con un tenedor, como si fuera un espagueti. Quizás estaban gastando lo poco que permite la libreta para una semana.

Me despedí de ellos y fui a tomarme una cerveza en el Malecón, en el bar restaurante 1830. A cada rato que pasaba en taxi, cerca del hotel veía una hermosa casa frente al mar y siempre había gente joven. Era como un bar y estaban organizando un desfile. Una adolescente rubia, con culo de negra, me dijo que si le ofrecía una Margarita.

—¿De dónde eres?

—De la provincia de Olguín, sin hache. Somos rubias por naturaleza.

Tenía el pelo corto y unos ojos azules preciosos.

—¡Qué cabecita tan linda tienes!

—Tócala.

Extendí mi mano y acaricié su cabello, despacio y suavemente.

—¿Quieres hacerlo?

—Me encantaría. Pero más tarde voy al aeropuerto. Ya no tengo tiempo, me voy pensando en ti.
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Al rato, me despedí y nos dimos un beso. Me fui para el hotel, ya tenía las maletas. Estaban listas. Por primera vez había estado en La Habana, la ciudad que llevo en mi sangre, con ese ritmo que aprendí en un barrio obrero oyendo a la Sonora Matancera, que me enseñó a vibrar con las trompetas de Calixto Leicea y Pedro Knight, con el piano de Lino Frías, el timbal de Papaíto y los coros de Caíto.

En la última conversación con Celia Cruz, en su habitación del Hotel Intercontinental de Cali, le comenté sin mayores detalles mi visita a La Habana y le dije:

—Qué hermoso sería un concierto tuyo en el Malecón.

Se quedó mirándome y me respondió:

—Siempre lo soñé pero ya no se pudo.

Volví a mirar el Malecón y me puse a llorar.

Umberto Valverde recuerda a Jairo Varela. Cortesía de Noti90Minutos. Pulse para ver el video:
[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=yEByHUkSQEs[/youtube]
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* Umberto Valverde nació en Cali, en 1947. Escritor y periodista. Es autor de: Bomba Camará (cuentos), En busca de tu nombre (cuentos); Colombia, tres vías a la revolución (periodismo político); Celia Cruz: Reina Rumba (novela); Abran paso (historia de las orquestas femeninas de Cali), Memoria de la Sonora Matancera (reportaje); Quítate de la vía perico (novela); Con la música adentro (reportajes sobre músicos de salsa). Ha realizado los guiones: Rodilla negra, de carlos mayo; Aquel 19 (guión e historia de Umberto Valverde), realizada por Carlos Mayolo. Vuela la paloma (largometraje que se filmará en el 2010, guión e historia de Umberto Valverde, realizada por Antonio Dorado). Fundador de la Revista del América. Fundador y director de La Palabra, periódico de la universidad del valle. Editor de la Universidad del Valle donde publicó 130 libros publicados. Incluido en diferentes antologías del cuento latinoamericano y colombiano. En 2013 publicó su libro «Jairo Varela, que todo el mundo te cante», una edición en fascículos con el diario El País, de Cali, y una segunda edición que saldrá en noviembre en una editorial colombiana. En 2013, en el marco del Mundial de Salsa, que se organiza en Cali, coordinó y fue el director artístico del concierto Tributo a Celia Cruz, con el músico José Aguirre, la única ciudad en el mundo que honró los 10 años de la muerte de la cantante cubana.

2 COMENTARIOS

  1. Buena historia..que bueno conocer la Habana y sus lindas mujeres….vivir una historia algo parecido a lo que viviste.

  2. (H) Umberto… te fuiste a comprar carne a la Habana… despreciando el producto nacional… porque el resto…ni chicha ni limoná

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