UNA ANTI-LOGÍA DE BORGES Y SUS AMIGOS
Por Juan José Barrientos*
En su libro sobre la famosa Antología de la literatura fantástica, confeccionada por Borges y sus amigos, Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo, en 1940, Daniel Zavala asegura que no es una inocente recopilación de textos publicada para compartir el placer de su lectura, sino que se trata de un golpe contra el realismo representado por Eduardo Mallea; la lucha contra esa tendencia literaria tuvo como escenario las páginas de la revista Sur… Y todos conocemos al vencedor, pues Mallea se encuentra hoy confinado a los manuales de especialistas en historia de la literatura.
Por si fuera poco, este libro considerado «caprichoso» y «desconcertante» por sus primeros lectores —Alfonso Reyes y Roger Caillois, entre ellos— se entiende como rechazo a las postulaciones declaradas o implícitas de la Historia de la literatura argentina de Ricardo Rojas, que pretendía explicar la poesía gauchesca y las novelas escritas en su país como una labor inconsciente y colectiva.
En general, la ordenación en las antologías se apega a un criterio cronológico, pero en esta obra los relatos seleccionados no se ordenan por el año o periodo en que se escribieron,
con lo que, para Daniel Zavala, se rechaza la idea (fundamental para Rojas) de «una línea de evolución unidireccional y teleológica» (285). A diferencia de Rojas, que construyó su historia en torno al Martín Fierro y otras cumbres literarias, en la antología se anulan las jerarquías acostumbradas, pues se incluyen obras de ficción junto a textos de escritores que no pretendían escribir relatos fantásticos, cuentos junto a textos recortados y extraídos de obras diversas que en esa forma cambian de contexto y sentido, y obras de autores perfectamente identificados junto a textos apócrifos y dudosos. El resultado no tiene el carácter didáctico, asociado a este tipo de libros, donde los textos se ordenan por tema, género, escuelas, tendencias o movimientos literarios, países o regiones, por el sexo o la preferencia sexual de los autores, o su pertenencia a cierta generación.
Roger Caillois señaló que el libro incluye un relato de Borges —«Tlon, Uqbar…»— y rompe así con otra de las convenciones del género, pues el que hace una antología no se debe incluir en ella o al menos nadie lo había hecho.
Por todo esto, la de Borges y sus amigos es una verdadera antilogía. Bioy Casares, sin embargo, asegura en el prólogo que la selección se hizo con «un criterio hedónico» (150).
En una carta a Silvina fechada en Etlingen en 1967 menciona que los editores alemanes pretendían eliminar los recortes de obras incluidas en el libro, alegando que podían confundir a los lectores, y no explica esos recortes como una ruptura deliberada de las reglas del género. Además, en un pasaje de sus diarios menciona que decidieron incluir extractos, pero nada más. En cambio, Borges ya había señalado que «copiar un párrafo de un libro, mostrarlo solo, ya es deformarlo sutilmente» (309) y, si encima lo colocamos entre otros textos, se le da otro sentido. Por eso, Daniel Zavala considera que las principales característica de la Antología se explican a la luz de ideas que Borges ya había expuesto o no tardaría en exponer.
En el prólogo, Bioy señala que «analizado el libro con un criterio histórico o geográfico, puede parecer irregular» (152), y muestra «una clara conciencia de la ruptura de las convenciones asociadas al género» (155), pero no se refiere para nada a las batallas literarias que para Daniel Zavala le dan coherencia.
El prólogo de Bioy implicaría así otra ruptura con las reglas del género, pues se trata de un prólogo que no explica la antología.
Habría que argumentar, en defensa de Bioy, que cumple con dar una explicación oficial: el libro se hizo con un criterio hedónico.
En un artículo titulado «Borges coleccionista», Fernández Bravo ya había señalado que las antologías borgeanas se pueden leer en el contexto de sus ataques al canon nacional, y Daniel Zavala procede a demostrar esta tesis.
Borges trataba de abrirse paso y de convencer a los lectores de que no es necesario haber escrito una gran obra para ocupar un sitio destacado en el panorama literario.
La filología pretende reconstruir, lo más fielmente posible, el sentido original de los textos y en cierta forma eso es lo que trata de hacer Daniel Zavala en este libro, que se viene a situar en la misma línea que El primer Borges, de Rafael Olea Franco, y Borges ante el fascismo, de Annick Louis, donde las obras del escritor argentino se sitúan en el contexto político y literario en que aparecieron. Borges no consideró imprescindible esa ardua tarea, porque los libros escapan a las intenciones de sus autores y adquieren nuevos sentidos al cambiar de contexto.
También Bioy abominó de ese determinismo que explica una obra por la época y el lugar en que aparece y por la personalidad de su autor, y rechazó este tipo de lecturas, más interesadas en los hechos políticos, sociales o sentimentales que en la literatura misma. Olvidadas esas rencillas, la Antología se lee ahora como una selección miscelánea, anárquica y hedonista. Olvidado Mallea y olvidado el mamotreto de Rojas, la Antología conserva su frescura.
No se había escrito mucho acerca de ella, y hay que agradecerle a Daniel Zavala que le dedicara todo un libro.
Su libro es, por cierto, el resultado de una investigación minuciosa, que tiene (como suele ocurrir) algunas deficiencias.
Daniel Zavala le dedica una diez páginas a un breve relato atribuido a George Loring Frost y aclara que aparece en un libro titulado The haunted Omnibus, reseñado por Borges en El Hogar, y cuyo autor, Alexander Laing, menciona que un docto amigo suyo, el profesor George Loring Frost, lo consideraba el mejor cuento de fantasmas; en otras palabras, Borges y sus amigos le atribuyeron el relato a una persona real, que sólo emitió su opinión acerca del mismo.
Hace años —más de veinticinco— yo escribí un artículo sobre ese relato, donde aclaro que Frost enseñó durante años en Darmouth College; posteriormente, recogí mi artículo en en mi libro Versiones, publicado en México por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes como parte de su colección Sello bermejo, y lo amplié debido a que Borges convirtió ese relato en su cuento «La rosa de Paracelso».
Por eso, lo primero que hice al recibir el libro de Daniel Zavala es ver si mencionaba mi artículo o mi libro en su bibliografía o en los páginas dedicadas a comentarlo, pero no lo hace. Tampoco lo hizo, dicho sea de paso, Daniel Balderston en su artículo sobre la antología, publicado en el noveno tomo de la Historia crítica de la literatura argentina de Sylvia Saíta, aunque era el editor de reseñas de la Revista Iberoamericana, y yo mismo le entregué dos o tres ejemplares.
* * *
El presente texto es una reseña del libro de Daniel Zavala, Borges en la conformación de la Antología de la literatura fantástica. México: Porrúa, 2012. 376 pp.
__________
* Juan José Barrientos es Doctor en Lingüística y Literaturas Hispánicas de El Colegio de México. Es autor de numerosos artículos y reseñas publicados en revistas literarias y de otras especialidades. Entre sus libros se encuentran: Borges y la imaginación. México, D.F.: Katún/INBA, 1986. Versiones. México, D.F.: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2000. La gata revolcada. Xalapa: Instituto veracruzano de cultura 2009. Asimismo ha sido traductor de numerosos cuentos, artículos y entrevistas. Fue ganador, en 1985, del premio de ensayo literario «José Revueltas» otorgado por el Instituto Nacional de Bellas Artes, por «Borges y la imaginación» (tesis doctoral). Aceptado por el Sistema Nacional de Investigadores como Investigador Nacional, nivel 1, por un período de tres años. Este nombramiento fue ratificado en 1988, 1991, 1994 y 1997 por otros tantos períodos de tres años. Posteriormente, fue promovido al nivel II para el periodo 2000-2003.