ÁRBOLES SIN HOJAS
Por Nancy Morejón*
Para Mané Lagos, en Columbia, Missouri
Para mi primo Rember, donde quiera que esté
Los chilenos cantan en Viña del Mar
arremolinados junto a la espuma de la memoria,
mientras escuchan voces y tonadas antiguas.
Eso dice mi verso en esta mañana silenciosa
cuya luz alza su cuerpo inesperado
mientras canta dormida, ella también,
sobre las hojas de los árboles
lanzándose al piso como olas de mar,
sembrándose entre las hierbas más pequeñas.
Las hojas más queridas
forman un manto rojo bajo el sol.
Confiamos en el paso del justo tiempo humano
cuando consigue parecerse
al vaivén de las hojas solas,
para ir muriendo,
al final del camino,
en su color espléndido,
a lo largo de una mañana hermosa,
clavándose en la punta de una casa
sobre una breve colina,
mientras los chilenos de este poema
van devorando su plato de locro
y los chilenos de los mundos
siguen entonando en las arenas nuestras,
una canción de Numidia Vaillant, en París.
TINUMÍ
Para Agustín y Nilorta
Al amanecer, viene la abuela Tinumí,
buscando jícaras pequeñas
para dejarlas,
en una pausa interminable,
en su cadencia sabia y rumorosa
como el río Yumurí,
al final de los patios
donde el almendro da sombra casi siempre
a los viejos cuenteros.
Llega la abuela eterna y, con ella,
vienen, desde aquel puerto de Gorée,
el picotear de las gallinas,
el trino de los gallos
como un amparo transparente,
sobre sus sayas de siete colores…
Y sus manos, cubiertas de pétalos y miel,
van recorriendo el rostro de Choco,
la niña hermosa, amada y viva,
que hizo un alto en el portal para jugar a la rueda-rueda
mirando, por encima de las cercas,
el paso terco de las olas en la bahía,
altas, hirvientes,
y el canto de los matanceros alzándose
en los arcos azules del verano.
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* Nancy Morejón es una poetisa, dramaturga, ensayista y traductora cubana. Su obra (que incluye poesía, ensayo y traducciones) abarca una gran amplitud de temas. La mitología de la nación cubana y la relación integracionista de los negros con esta nación mediante el mestizaje de culturas españolas y africanas. La mayor parte de su obra apoya el nacionalismo, la revolución y el actual régimen cubano. Además, declara su feminismo respecto a la situación de las mujeres dentro de esta nueva sociedad y la integración racial, haciendo a mujeres negras protagonistas centrales en sus poemas. Elaboró una Recopilación de textos sobre Nicolás Guillén (La Habana, Ediciones Casa de las Américas, 1974) y se ha dedicado principalmente a la traducción simultánea en eventos y congresos; también realizó traducciones para el Instituto del Libro, sobre todo de poesía afrocaribeña. Participó en el Encuentro del Centenario de Rubén Darío, celebrado en Varadero (1967) y en muchos otros actos literarios, relacionados con la poesía y la cultura. En 1980 recibió el Premio Nacional de Ensayo «Enrique José Varona» de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba por su libro Nación y Mestizaje en Nicolás Guillén, que en 1983 recibió también el Premio Mirta Aguirre; en 1986 recibió el «Premio de la crítica» cubano por Piedra Pulida y en 2001 el Premio nacional de Literatura. A Elogio y paisaje y La Quinta de los Molinos les fue otorgado también el Premio de la Crítica en l997 y 2000, respectivamente.