Especial Cortazar Cronopio

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Tierra

« LA HERMOSÍSIMA CIUDAD»: OAXACA, TIERRA DE CRONOPIOS

Por Abraham Nahón*

Lo irreal se volvió comprensible sólo cuando Cortázar caminó estas tierras.

¿Pero qué es real, qué lo incierto, si todo pende de los juegos de la imaginación? ¿Si toda obra artística, es resonancia que dice de otro modo lo mismo, alternando solamente a través del tiempo, relieves, sonidos, formas prevalecIentes de la creación?

El cronopio mayor, con sus zapatos relucientes y el corazón lleno de polvo, caminó México para caer accidentalmente, como los cronopios finalmente lo hacen, en este valle de Oaxaca.

Buscando las huellas de Rufino Tamayo en el año 1975, encontró en su museo, por esas maravillosas recompensas que sólo el azar nos da, una numerosa y bella legión de cronopios. Divertidos, burlones, curiosos, como si se tratara de inquisitivos ajolotes, lo miraban desde sus iluminadas peceras donde desde tiempos inmemoriales han nadado contra la corriente y contra la pesadez de las convenciones sociales. Con etiquetas formales se indicaba a las personas comunes que eran piezas precolombinas pertenecientes a la cultura mesoamericana, pero para un digno heredero de la estirpe de los cronopios no había duda, se trataba de sus ancestros, de victoriosas representaciones de sus más antiguas tribus.

Emociona pensar en este feliz encuentro, en la ávida mirada y la estirada figura del escritor desplazándose sigilosamente por las calles colmadas de amistosa serenidad, como si se tratara de un paraíso metafísico donde podía dedicarse a la contemplación o a reinventar historias que seguramente imantarían los recovecos más impensables de lo que es hoy nuestra perturbada ciudad: la maga distraída comprando bagatelas en la ‘rue’ de Alcalá, una pareja vomitando conejitos al descender la escalera del Fortín, ingeniosas instrucciones para hacer caer al gobernador de la entidad, los coágulos automovilísticos (por plantones o embotellamientos) formados en la autopista Huitzo–Oaxaca de Juárez, o un zapoteca que al ser sacrificado en la pirámide de Monte Albán se sueña de repente en un tiempo distinto, arrollado en su motoneta, esperando interminablemente a ser operado en el Hospital Civil de la ciudad.

Así, este gran cronopio, siempre sorprendido de los rígidos andamios que sostienen a los adultos, se paseó como en un sueño en esta multiétnica urbe, sin poder desembocar a la melancolía pero sí al zócalo de Oaxaca donde pudo contemplar el festivo trajín popular, un jazz espontáneo que sólo él advertía que flotaba en el ambiente, las realidades paralelas y las paradojas entreverándose —como hormigas frotando sus antenas— en la plaza central, los edificios añosos, y sobre todo, quedar fascinado por el aleteo de un centenar de palomas, que siguiendo sus precisos análisis sociopolíticos, e imaginativos seguramente, le arrancaron una sonrisa, al pensar: estas aves grisáceas, son la únicas que aún mantienen verdaderamente los principios juaristas en esta entidad, al no temer ni entibiar su crítica, a través del único aspaviento que les queda: cagarse a las iglesias. Algo es algo.
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* Abraham Nahón. Originario de Oaxaca. Poeta e investigador social. Director de la revista de arte y literatura Luna Zeta (www.lunazeta.com), editada en Oaxaca desde hace más de doce años. Labora desde el año 2000 en proyectos de investigación social y de antropología aplicada en el CIESAS Pacífico Sur. Ha colaborado en numerosas publicaciones y diarios nacionales y estatales. Incluido en diversas antologías, como: Anuario de Poesía Mexicana 2004 y 2005 (Fondo de Cultura Económica 2005 y 2006, respectivamente); Oaxaca, Siete poetas (Luna Zeta ediciones – Almadía, 2006), y El vértigo de los aires, poesía latinoamericana 1974 – 1985 (Conaculta, 2007). Coautor del libro de ensayos y fotografía Memorial de Agravios. Oaxaca, México, 2006 (Marabú Ediciones, 2008) y autor del poemario Textos poéticos(El Celta Miserable, 2009). Coordinador y coautor el libro de arte: Fotografía Contemporánea en Oaxaca (Ediciones Luna Zeta, Conaculta, Marabú ediciones y CFMAB, 2012).

El presente texto fue escrito a partir un breve relato donde Julio Cortázar escribe sobre su visita a esta ciudad, integrado en Papeles Inesperados (Alfaguara, 2009).

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