LA DOBLE FATALIDAD DE LEER A NIETZSCHE DESDE UNA CULTURA NO PROTESTANTE
Por Jorge Luis Gómez Rodríguez*
En la clase de hoy elaboramos una idea que me quedó rondando y rondando: leer a Nietzsche y comprenderlo no es algo beneficioso para nosotros los latinoamericanos. Cuando llegamos a una comprensión de sus ideas, el modelo del superhombre nos hace ver lo mediocre que somos. Somos muy ajenos y lejanos al superhombre.
Una lectura de Nietzsche es una lectura de las debilidades nuestras como rebaño y vida de rebaño. Leer Zaratustra es leerlo desde la perspectiva del pueblo: respirar una suerte de vendetta contra el modelo. Tanto un modo de desprecio del modelo como, al mismo tiempo, un desprecio de nosotros mismos. Ese aire de desprecio es lo que nos entrega el autor, pues éste desprecia el contenido mediocre de sí mismo en un ideal inalcanzable.
Es el autor del Zaratustra el que nos enseña a despreciarnos. Nada en él garantiza superioridad alguna. Ni ser el autor de Zaratustra, ni enseñarnos el ideal del superhombre. El autor nos enseña que el desprecio de sí mismo es más educativo (más próximo, más real) que el alcanzar lo inalcanzable. Nietzsche solo nos enseña a despreciarnos, pues él se desprecia mediante lo inalcanzable del ideal que afirma.
A esta conclusión llegamos en «Nietzsche parásito de Emerson», nuestro libro publicado en noviembre de 2014, donde investigamos las deudas de Nietzsche con el pensador norteamericano Waldo Emerson. Si, las ideas de la voluntad de poder, el superhombre y el eterno retorno de lo mismo, originalmente, son ideas de Waldo Emerson.
La otra fatalidad de leer a Nietzsche es que ser parte de una comunidad Católica, como sucede entre nosotros, no es lo mismo que ser parte de una comunidad Protestante.
En el Protestantismo, hay cercanía al ideal del hombre superior, pues en él no hay un dios inalcanzable. En la cultura protestante, en la literatura de la cultura protestante, hay una cierta promiscuidad con este modelo. El hombre es la iglesia, el dios, la fe. En el Protestantismo, la idea del hombre-dios es una realidad. En el catolicismo, en la comunidad católica, por el contrario, solo dios es una realidad inalcanzable por su divinidad. Solo mediante la fe podemos disminuir la distancia. Pero solo disminuirla. El dios es inalcanzable y por eso el hombre superior o el hombre-dios, imposible. Leer a Nietzsche es frotarnos la herida de un imposible. Somos rebaño y siempre respiraremos ese aire. La fe católica no nos permite practicar la «Selfreliance», la confianza en nosotros mismos, que sería para ellos, «vanidad», culto a la persona y lejanía de dios. La vanidad es, de los siete pecados capitales, el más radical y extremo. Nos aleja de dios.
Leer a Nietzsche desde una comunidad Protestante, sería distinto al doble desprecio que recibimos cuando lo leemos desde una comunidad católica.
En la cultura católica, estamos acostumbrados a despreciarnos como individuos. Nietzsche nos ofrece un doble desprecio de nosotros mismos: El primero, es la conciencia de no poder alcanzar lo superior, ni de dios ni del hombre superior. En segundo lugar, al intentar comprender a Nietzsche, solo comprendemos su propio desprecio por no poder alcanzar en él mismo el ideal que pregona. Por un lado, el autor nos acerca a su propio sentimiento de minusvaloración. Por otro, nos recuerda que por cultura no podríamos realizar en nosotros el ideal de la superioridad de un hombre que sea más que los hombres, como algo más que dios. El ideal del hombre superior de Nietzsche se manifiesta en la comunidad Protestante, como un intento heroico de alcanzarlo, como una lucha tenaz por conquistarlo. En la comunidad protestante, leer a Nietzsche resulta educativo y enaltecedor de los valores individuales, sobre todo, como sufrimiento individual, como enaltecimiento de lo individual. La lucha por alcanzar el ideal del hombre superior en la comunidad protestante también implica el desprecio de no alcanzarlo, tanto como la debilidad y el menosprecio de sí mismo. La primera fatalidad de leer a Nietzsche en la comunidad Protestante queda superada. La minusvaloración es tan comprensible como tolerable. La minusvaloración es didáctica. En la comunidad Católica es despreciable pues se desprecia a quien intenta ser individuo y, con ello, a quien se distancia de Dios.
Recuerdo que uno de los límites más manifiesto de mi trabajo pedagógico en el Ecuador, lo he pensado hace ya tiempo, es generar un tipo de alumno renegado, contraactual e iconoclasta. Mientras no exista una sociedad que acepte al individuo, mis alumnos solo expresarán este ideal en la burla y mofa de los otros, pero no en una auténtica individualidad. El individuo no necesita renegar de la sociedad para existir. Solo en las sociedad donde el individuo no existe, solo allí será posible entender este ideal como negación de los demás. Por eso, solo he logrado educar a un montón de renegados. Por la cultura católica y humilde en la que vivimos. En esta cultura, leer y estudiar a Nietzsche es una verdadera maldición.
________
* Jorge Luis Gómez Rodríguez es profesor de filosofía de la Universidad San Francisco de Quito, Ecuador. Estudió filosofía en Chile y en Ecuador e hizo una investigación en el Archivo Hegel, en Alemania, para doctorarse en Quito. Ha escrito «Modernidad y Nostalgia» (Santiago de Chile. 2002), «Sócrates en el umbral entre mito y razón» (Quito, 2011), «Nietzsche parásito de Emerson. La extraña simbiosis conceptual entre Nietzsche y Emerson» (Quito, 2014). Facebook: nietzscheparásitoemerson. Correo-e: jgomez@usfq.edu.ec
Me parece que el Sr. Gómez Rodríguez habla de la teología protestante desde fuera, es decir, leyendo a otros por varias razones. Saludos.