Estos parafraseos, bien podría ser solo velados tributos a Emerson, pero, lo cierto es que testimonian un proceso de apropiación muy sutil. Si leemos el contexto en el que surgen, se trata de la idea que exige al lector contribuir al nacimiento del hombre superior, pues, hay que preparar, acelerar y luchar en la creación de los hombres ejemplares y, con ello, con la realización de la naturaleza. El propósito emersoniano que hay aquí no nos deja dudas. Y el contexto de la prosa que imita no puede ser más elocuente. Pero cuando señala que hay que provocar la venida del hombre superior «en nosotros y fuera de nosotros», incluye su propia persona en esta contribución, y no deja ninguna duda al respecto.
En Emerson, no encontramos esta afirmación. Puede que sea solo el intento de sacarse de encima algo que no puede eludir, pues, la fascinación del genio representa en su obra mucho más que una obsesión. Tarde o temprano, detrás de ésta, descubrimos lo que llama «la identidad del observador con lo observado», es decir, no se puede conformar solo con representarlo en la medida en que lo busca como participante, con la afinidad de lo suyo. Sin embargo, se cuida de participar en el paradigma, de apropiárselo, pues solo intenta contribuir a su exposición y a la utilidad de su figura. Esta diferencia, nos lleva a pensar que en Nietzsche, el anhelo del hombre superior le impide el sentimiento de una búsqueda por pura afinidad y de sentirse, de un modo indirecto, parte de lo buscado. En éste, no hay el cuidado de declararse abiertamente un hombre superior. Al parapetarse en Emerson, la cercanía le impide una minusvaloración de sí. Su proximidad parasitaria, le provoca una sobrevaloración de sí, pues ya no es «solo» Nietzsche. Emerson es más cuidadoso. Si bien declara su afinidad, no quiere apropiarse del modelo, ni pretende hacerlo.
Nietzsche, por el contrario, siente la necesidad de encarnarlo pero como lucha personal, como búsqueda y heroicidad del desprecio, como enfrentamiento consigo mismo y como superación personal. Entre los comentadores alemanes, este aspecto del heroísmo, la lucha personal, la típica figura del romanticismo que distinguen en él y que lo atribuyen al ser alemán, como en el caso extremo de Eduard Baumgarten, les lleva a vanagloriarse de éste, frente al sentido típicamente anglosajón, pragmático y «experimental» de Emerson. Pero, en cualquier caso, los rasgos culturales siempre contribuyen con afirmaciones tan generales, eludiendo, por ello mismo, lo sustancial. En una palabra, no hay aquí elementos culturales que contribuyan a la aclaración de estas cuestiones, pues, ambos pensadores, están tan lejos de ser comprendidos al interior de sus comunidades, son tan radicalmente ajenos a sus culturas, que comprender sus motivaciones por este lado, sería dejar de comprenderlos y hasta tergiversarlos. En definitiva, Nietzsche manifiesta muchas veces en los setenta, que no vive conforme consigo mismo y que lucha por su libertad, haciéndonos ver que la encarnación del hombre superior, si bien es una meta personal, como aquí lo manifiesta, parece representar algo futuro, algo por alcanzar.
Con todo, el programa nietzscheano de realizar una forma superior de la existencia es aquí solo preparativo. Pero con la importancia que ve en los mejores ejemplares superiores, como conductores de la cultura, los «grandes redentores», pues hay que entregarse al «provecho de los ejemplares más raros y preciosos», con ponerse a su servicio, según dice en el capítulo sexto de la tercera «Intempestiva», desarrolla una intención, se pone en «armonía con la naturaleza», para completar lo que aspira a la perfección, pues, la cultura tiene que elevarse a un grado superior.
Las anteriores consideraciones, nos permiten comprender los propósitos que unen a Nietzsche con Emerson en el periodo que estudiamos. En cierta medida, como ya señalamos, el enfrentamiento entre Schopenhauer y Emerson que observamos en la tercera «Intempestiva», nos permite comprender el grado de asimilación (de verdadera absorción) que manifiesta Nietzsche con respecto a las ideas del pensador norteamericano. Un modo que solo encuentra explicación en el seno mismo de la naturalización del hombre superior. En este caso, lo que debemos tener presente es el compromiso de Nietzsche con la contribución que exige Emerson a sus seguidores. Si bien trata de resaltar sus propias investigaciones, como lo hará en los capítulos seis, siete y ocho de la tercera «Intempestiva», como si quisiera explotar sus propios recursos frente a la agobiante presencia de sus maestros, más que destacar vías propias, lo que logra, pensamos nosotros, es vincular sus investigaciones como contribuciones a la naturalización del hombre superior y de ningún modo, a destacar vías investigativas en las que sobresalga una vía personal, ajena y «original». No hay aquí ninguna «originalidad», si es posible hablar de este modo, solo una contribución a una causa que como bien sabemos no es suya y que hizo suya por una indisposición personal. Nietzsche, al contribuir con esta meta, abandona todo propósito personal. Al demostrar que siente más confianza en sus «educadores», abandona la confianza en sí mismo en función de una formación personal como contribución a algo que lo supera, pero se cuida, debemos destacarlo, como un rasgo relevante en los setenta, de una influencia excesiva.
De los testimonios que tenemos sobre el emersonismo de Nietzsche en este periodo, fuera del Nachlass y de la depuración de ellos en las publicaciones, también está presente en las cartas entre éste y su amigo Carl von Gersdorff.
Nietzsche abandona Pforta el 7 de septiembre de 1864 y en la correspondencia entre ellos, podemos apreciar que sus intereses literarios caminan paralelos, preocupaciones que van más allá de los deberes de estudiantes y ponen mucha importancia en la «Selbstbeschäftigung», en las preocupaciones personales. Lamentablemente, las primeras cartas de Nietzsche a von Gersdorff, entre septiembre y diciembre de 1864, están perdidas. Como solo existen las cartas de respuesta del amigo que permanecerá en Pforta hasta 1865, por el contenido de una de ellas fechada el 18 de diciembre de 1864, donde menciona «el amistoso consejo de procurarme los Ensayos de Emerson», resultan muy significativas para nuestra investigación.
En la biblioteca de Nietzsche se encontraron dos tomos de los Ensayos de Emerson [37] dedicados por Gersdorff a éste y fechados en Pforta en 1863. Por el pasaje de la carta recién mencionada, y por otros testimonios que ya observaremos, podemos considerar que Gersdorff es cómplice del emersonismo de Nietzsche desde Pforta. Un cómplice más ingenuo, pero el único de sus amigos con el que comparte, a pesar de la interrupción de la correspondencia entre ellos de 1877 a 1882, esta afición tan misteriosa y celosamente mantenida en la penumbra, junto a la gran lectora de Emerson, como lo fue Ida Overbeck, con quien también comparte opiniones sobre éste, pero no tan en la intimidad. En la carta de respuesta de Gersdorff a Nietzsche, fechada en Pforta el 18 de diciembre de 1864, encontramos el testimonio de que fue Nietzsche quien inició a éste en las lecturas de Emerson, y que éstas se inician aproximadamente en 1863, pero que solo a finales de 1864, cobran más peso en la correspondencia entre ambos.
Por la importancia del pasaje de la carta, vamos a traducirla como testimonio de lo que venimos diciendo:
«Tu amigable consejo de procurarme los Ensayos de Emerson, fue de inmediato obedecido; ya desde hace unas pocas semanas el libro está incorporado e incluido en mi biblioteca por su respetable valor. Sobre esto puedo juzgar, a pesar de mis otras ocupaciones y de mi ocupado tiempo, solo por los pocos capítulos que he leído muy por encima y otras veces con profundidad. A estos últimos corresponde el que leí primero sobre la Amistad. Creo que sería francamente meritorio llegar a aprender de al menos unos pocos pasajes sobre esto: una más pura, y más noble interpretación de esta relación, yo no podría llegar a pensar y sería para mí un gran esfuerzo el juzgar sobre ello. “Historia”, “Confianza en sí mismo”, “Amor”, “Compensación” son excelentes, pero, de todos modos, este conocimiento aún superficial con la obra, me ha convencido que el pago de 16 Sgr. que he cancelado al anticuario de Erfurt, me ha procurado un delicioso tesoro. Te doy mis mejores agradecimientos por tu buen consejo» [38].
El pasaje de la carta que traducimos, contiene algunas indicaciones de mucho valor para nuestra investigación. Por la cita del Ensayo «Amistad», que aparece más adelante del pasaje en cuestión, sabemos que la traducción de los Ensayos de Emerson a la que se refiere Gersdorff, es la traducción de Fabricius, fechada en Hannover en 1858 «Ralph Waldo Emerson: Versuche». Como ya dijimos en el capítulo anterior, el resumen de «Belleza» de «La Conducta de la vida» de Emerson, está fechado entre abril y septiembre de 1863, un poco menos de un año antes de la fecha de esta carta de Gersdorff. El 15 de noviembre del mismo año, hay otra carta de respuesta de Gersdorff a Nietzsche, casi un mes antes de la recién citada, donde éste utiliza el adjetivo «selbssüchtig» y el sustantivo «Selbstsucht» (egoísmo), un término acuñado por Fabricius como traducción al «selfish» de Emerson. Al describir los sentimientos que le dejaba la lectura de «Las aventuras de Martin Chuzzlewit» de Charles Dickens, Gersdorff observa que el «egoísmo», un término central y muy polémico en la idea de la «confianza de sí mismo» de Emerson, es allí una virtud «fina y maestra» [39]:
«Pero esta exposición del egoísmo («Selbssucht»), tan variada como infinitamente fina y maestra, se presenta magistralmente contrapuesta a partir de unos hombres impropiamente beneficiosos» [40].
Es muy probable que sea la carta de Nietzsche donde se mencione por primera vez el tema del «egoísmo», la que Gersdorff solo comenta, incorporándola con sus impresiones sobre la novela de Dickens. Entre ambos amigos, la cercanía de Emerson, los hace parte de un vocabulario como de una perspectiva con la que comulgan y que será determinante en el pensamiento de Nietzsche. En la segunda Intempestiva de 1874, hay la defensa del «egoísmo inteligente» frente al «egoísmo tonto» [41], de modo semejante como aparece aquí en la carta de Gersdorff, casi diez años antes y que será muy usual en los textos de Nietzsche.
El 19 de agosto de 1874, diez años después de la carta anterior y casi seis meses después de publicada la segunda Intempestiva, Gersdorff le escribe a Nietzsche corroborando que entre ellos el tema Emerson, constituía un tesoro y un paradigma. Al creer tener y depositar toda la confianza en un destino de Nietzsche y de ambos, íntimamente vinculado a Emerson, señala:
«Quiero creer y señalar con fuerza y en tu propia esencia, si no lo hicieras tú mismo y así desapareciera mi optimismo, en una reciente y poderosa expresión de confianza en un destino (Fatum) en ti y en nuestra vida. Para esto ayuda, además de tu nuevo editor, la lectura frecuente de “La Conducta de la vida” de Emerson, la que nuevamente y desde hace un tiempo está en mi mesa y nunca me podré despedir, ni sin fuerzas, ni exigencias. En Pforta, era éste novarum rerum cupiditas lo que me llevó a comprar el libro. Ahora me alegro de tenerlo como un tesoro y este valor creció con la madurez de la experiencia. Podemos consolar a estos autores, realzándolos en la biblioteca de los paradigmas».
A cualquier lector de este pasaje de la carta, le parecerá evidente que Gersdorff, el único amigo de Nietzsche con quien comparte el emersonismo, observa aquí el destino de su amigo unido al de Emerson, en el tiempo de la publicación de la tercera Intempestiva que menciona un poco más arriba en la misma carta, lo que nos permite corroborar la importancia creciente de Emerson en esta coyuntura. La respuesta de Nietzsche a esta carta, está fechada el 24 de septiembre de 1874. Allí le cuenta a éste, que en el tren le robaron un ejemplar de Emerson que llevaba en su bolsa, pues, Nietzsche, siempre llevaba un ejemplar de Emerson en sus viajes: «El excelente Emerson que yo tenía en Bergün me fue robado junto con toda la bolsa de viaje: el bello ejemplar de «Los anillos de los Nibelungos» (con una dedicatoria de Wagner) también estaba allí» [42]. Es George Stack quien reafirma lo que nosotros decimos: «Nietzsche rarely travelled without his Emerson» [43].
En carta a Elisabeth Förster, el 7 de agosto de 1894, Gersdorff informa que Nietzsche le dictó la primera Intempestiva y la corrección del manuscrito estuvo a su cargo. Schlechta, detalla en la introducción al primer tomo de las cartas de Gersdorff, que son de manos de éste «Sobre verdad y mentira en sentido extramoral» y las notas a «Nosotros los filólogos», como una gran parte del manuscrito para la imprenta del texto «De la utilidad y ventajas de la historia para la vida» [44].
Como ya dijimos, las primeras cartas que Nietzsche dirige a Gersdorff desde septiembre de 1864 hasta abril de 1865, están perdidas. El motivo de la desaparición y al mismo tiempo de su importancia, parecen ir de la mano. Hermann Hummel señala que la hermana de Nietzsche «pudo haber destruido la correspondencia con Gersdorff» [45]. Si tuviéramos esas cartas, es muy probable que en ellas hubiéramos encontrado los testimonios sobre Emerson que Nietzsche le comunicaba a su amigo, muy probablemente, las razones de su entrega a Emerson y de la confianza depositada en él y que, en parte, podemos corroborar indirectamente mediante la correspondencia de este último. Por las cartas entre éste y Elisabeth Förster-Nietzsche, entre 1894 y 1903, cuando recopilaba cartas y textos de su hermano para el Archivo Nietzsche, sabemos que entrega a ella 82 cartas de su hermano, de las que, las primeras 50, no son del tiempo de las «Intempestivas», pero sí es muy probable que alguna de ellas correspondan a finales del periodo de Pforta [46]. Mediante la correspondencia de Gersdorff, sabemos que esas cartas fueron entregadas a Elisabeth Förster-Nietzsche y es ella la responsable de su desaparición. Por menciones de Hummel, como ya lo dijimos, sabemos que en tiempos de Elisabeth como directora del Archivo Nietzsche, había cierta condición para los investigadores sobre el tema Emerson. ¿Por qué en tiempos de Elisabeth había tanto celo de cuidar del uso que Nietzsche hacía de los escritos de Emerson? ¿No fue esta censura la que evitaba divulgar una dependencia mucho más significativa de éste y con la que se contribuyó a la leyenda de mera «influencia» junto a otros autores?
Dejemos estos aspectos poco conocidos de la relación entre Nietzsche y Emerson, y volvamos a los textos que nos faltan por analizar del periodo en cuestión.
La última «Intempestiva», fue escrita mucho más tarde que las anteriores. «Wagner en Bayreuth», es de julio de 1876 y fue concebida en paralelo con «Nosotros los filólogos», que no fue publicada.
Si damos una hojeada al Nachlass, entre comienzos y mediados de 1875, inmediatamente percibimos los propósitos investigativos que ya conocemos del año anterior. Interesado en la «producción del genio» y de hacerse servidor del individuo, estudia los motivos de su nacimiento, en especial, en la cultura griega. Como regaño a los filólogos, no ve otra tarea de la erudición filológica que la de «saberse servidor de alguien superior que viene tras él» y los modelos son Goethe, Schopenhauer y Wagner. La presencia de pasajes de Emerson son constantes: «una asociación de un gran centro de hombres para la producción de hombres mejores es la tarea del futuro […] pues afirmándose a sí mismo, afirme la voluntad de aquel centro» (3.75). De un lado, la caracterización del genio. De otro, la conexión de la individualidad genial y la energía suprema de la vida, la integración de la naturaleza y sus instintos a la genialidad. Con la concentración en los rasgos fuertes, la vanidad, embriaguez, astucia, venganza, injuria, lascivia y tiranía, no hace otra cosa que concebir los rasgos naturales del hombre superior al modo emersoniano: el genio como el hijo ejemplar de la naturaleza. Cuando habla de que su «religión» (5.22) es el trabajo para la producción del genio, el amar más allá de nosotros, nos recuerda lo que dice Emerson en «Uses of the Great Men»:
«Our religion is the love and cherishing of these patrons» [47]. «Nuestra religión es el amor y cariño por estos ejemplares».
Además de afirmar que son acontecimientos filológicos la aparición de Goethe, Schopenhauer y Wagner (3.70), no nos puede sorprender que los dos últimos deban ser sumados al antiguo helenismo (6.14), para ofrecer la perspectiva de una espléndida cultura. También aquí se repite constantemente la diferencia entre imitación fácil e imitación apasionada o vital (como lo hará con insistencia en el primer libro de «Humano, demasiado Humano»), pues, ésta última «incita» a la imitación, como afirma Emerson en History y más tarde en «The representative Men», ya que la hacemos nuestra «por pura afinidad». Pero las paráfrasis de Emerson no acaban ahí: cuando declara que la producción del genio quisiera expulsarla de su pensamiento (5.3) y la califica de «horrible visión» que ya no soporta (5.194), intentando liberarse de ella, nuevamente nos tenemos que acordar de Emerson en «Uses of Great men», cuando habla de los límites de la utilidad de los genios:
«The more we are drawn, the more we are repelled». «Cuanto más nos atrae, más nos repele» [48].
Son más significativas las paráfrasis de Emerson cuando Nietzsche se aparta de los modelos vivos de hombre superior que intenta copiar. Ya en estas fechas, comienzan a manifestarse las distancias con Wagner: (5.98) «Mi desesperación a causa de Bayreuth, no veo nada que no sepa lleno de culpa». Al mismo tiempo que reclama libertad, del mismo modo, apreciamos la dedicación a Emerson que no cesa de manifestarse con elocuente insistencia desde 1875 y los años siguientes, hasta el final de su estadía en Basilea. La pulsión de libertad se hace manifiesta en el verano de 1875, mediante el intento de una superación de Schopenhauer a través del estudio de la obra de Eugen Dühring. Pero el intento de superación de Schopenhauer, nace junto a la meta de escribir «Richard Wagner en Bayreuth», la que en cierta medida surge más por obligación, que por verdadero entusiasmo.
Las veintiséis hojas del estudio sobre Dühring del verano de 1875, en el Cuaderno 9, son importantes en varios sentidos. En primer lugar, por la extensión del estudio crítico de un autor que se dice antischopenhaueriano. En segundo lugar, porque aquí nos vamos a permitir encontrar una posición que, más allá de las Intempestivas, parece ser determinante en «Humano, demasiado Humano». En tercer lugar, por los motivos emersonianos que se ventilan en las posiciones «propias» de Nietzsche frente a Dühring.
Si bien hay una suerte de aporía en el estudio de la antigüedad griega, pues aquí se hace manifiesto de modo sumo, es notorio que el modelo emersoniano de la «imitación-copia» de los hombres superiores, cobra aquí una importancia capital, pues, al mismo tiempo que limita esta función a la imitación por ósmosis, desecha como decadente a la copia sin este contenido. No solo se trata de imitar a modelos del presente, sino, orientar el pasado en un presente ejemplar que hay que encontrar, de modo previo, en Schopenhauer y Wagner. Pero si ya nos tenía acostumbrados a esta perspectiva, ahora el énfasis lo pone en la función que cumple la aversión o desprecio de sí, el aspecto de la fiereza y maldad, como la ironía y el pesimismo, lo que ya había observado en el heroísmo del modelo de Schopenhauer. Pero cuando estudia el esfuerzo ateniense de producir la genialidad, ve que éste se ve interrumpido por la guerra contra los Persas: una nevada lo destruye todo (6.34). Nietzsche, parece estar convencido de que esa misma destrucción inesperada, podría también ser la violencia y lo inesperado de la decadencia espiritual en la cultura. Como en Dühring, la falta de una crítica a sí mismo, solo puede representar el espíritu del resentimiento y el fin de una vitalidad sana y rebosante. Cuando se acaba la vida con el abatimiento, culmina el equilibrio con el triunfo de un aspecto sobre el otro, pues la vida plena, la vida saludable, es el equilibrio entre la aversión de sí y el amor a sí mismo. El «evangelio» de Nietzsche, al igual que en Emerson, es el reconocimiento del desprecio como amor o del amor como desprecio. Solo en esta auto consagración, triunfa la salud y con ello la vida, superando así al descontento y la decadencia. La culminación de la salud griega, representada con esa nevada fulminante de la guerra contra los Persas, parece encontrar en la psicología del hombre superior, una perspectiva más expedita y más promisoria, la que, en cierta medida, ya se había manifestado como desencuentro entre la imitación ciega del pasado y la imitación ejemplar de modelos del presente, encarnados por individuos geniales. Del macrocosmos de la cultura, vemos aquí el retorno al microcosmos individual del hombre superior, a pesar que ambos horizontes sufren los mismos desajustes pero que, finalmente, encuentran en el interior del hombre genial, en su «unidad de estilo», el modelo que salva la vida.
El encuentro con Dühring, que en cierta medida reproduce el encuentro con la «debilidad» de David Strauss como contraste, no servirá para otra cosa que para reafirmar la salud del hombre superior, como superación del resentimiento contra la vida, la receta más fructífera para equilibrar desprecio y amor en una realimentación que le recuerda a Nietzsche el modelo del equilibrio apolíneo-dionisíaco como una desarmonía vital (9.1.III), y a nosotros nos enseña, que el ideal del mundo griego del «Nacimiento de la tragedia», como la «unidad de estilo» de la cultura germana en la primera Intempestiva, reproducen el ideal emersoniano de la salud del hombre superior.
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