Por John Édgar Congote Rojas*
Cuando dos o más amigos se encuentran es muy posible que no caigan en cuenta de la extraordinaria convergencia de tres variables: (1) los millones de seres humanos, (2) la infinita sucesión de instantes y (3) el casi inimaginable número de lugares. Su encuentro es un milagro de la probabilidad.
Andrés Felipe López, autor de la novela Historia de una imaginación memorable, no espera ese milagro, lo crea, hace converger líneas temporales y trasciende fronteras geográficas. Por arte de magia literaria, reúne genios de las letras universales en un mismo dominio de tiempo y lugar (septiembre de 1826 a agosto de 1827, en Londres), y él los contempla: William Blake y Dante Alighieri dialogan —como en un diálogo platónico— sobre poesía, imaginación, literatura, arte, filosofía, ciencia, lo humano, lo divino y lo sublime. Y se van uniendo a esta asamblea poética Francisco de Asís, Li Qingzhao, Miguel de Cervantes y William Shakespeare; también Catherine, la esposa de Blake, que es presentada como una creyente y aprendiz de su visionario y místico esposo.
Digo que él los contempla. El autor es narrador-autor, autor-narrador, y, junto con Blake y Dante, es protagonista, en lo que se dejan ver sus aprendizajes del mismo Dante en la Divina Comedia o de Álvaro Mutis en Razón verídica de los encuentros y complicidades de Maqroll el Gaviero con el pintor Alejandro Obregón, la segunda tabla de Tríptico de mar y tierra. El narrador los contempla y sobre el final de la historia él se descubre visto por sus héroes, Blake y Dante, como si estos, en todo el desarrollo de la historia, siempre hubieran sido conscientes de ser experimentados por quien narra, y por nosotros los lectores, porque este es uno de los juegos: el narrador nos convierte a los lectores en narradores, como si la historia de la imaginación memorable fuera nuestra propia imaginación memorable, vemos lo que el novelista vio, pero con el lenguaje, el tono, el ritmo y el talante suyo en tanto que narrador-autor y protagonista. Él narra como él mismo, no como otro, no finge ser otro al que le sucedió el poema de su libro. Esto último, me parece, es una de las claves más relevantes de la obra, sino la más importante.
Si creemos en Ezequiel Quintero reseñando otro libro de Andrés López, esta vez un ensayo, El hombre que creía demasiado. Francisco de Asís en Chesterton, el recurso de viajar en el tiempo superando la (supuesta) inexorabilidad de la secuencialidad, parece constituirse en el autor como un método llevado a cabo con la máxima seriedad. Dice Quintero (p. 233) en la reseña:
Francisco de Asís. Nombre luminoso que aparece cuando hablamos de aquellos que llevaron el proyecto del cristianismo hasta sus últimas consecuencias. Ese santo del siglo XII que se enfrentó al Lobo de Gubbia en el poema Los motivos del lobo, ese mismo que cantó a las hermanas estrellas, a los hermanos onagros y al hermano fuego está sentado a orillas de las aguas que bajan por un monte junto al escritor inglés Gilbert Keith Chesterton, cristiano converso y maestro de la paradoja en los albores del siglo XX. A esa díada insólita, que rompe la lógica del tiempo, se suma un tercero: Andrés Felipe López, ensayista colombiano.
Ensayista, poeta y narrador colombiano, que en otro ensayo suyo publicado en 2023 [1], titulado Kurt Gödel o sobre las paradojas, nos cuenta la vida de Gödel y explica su trabajo científico como un narrador supremo, al punto de que su libro de ensayo parece, mejor, un relato, y nos hace sentir que, mientras escribió, vio todo lo que contó, otra vez, como viajando en el tiempo.
Historia de una imaginación memorable es densa, pero en el sentido de la luminancia, de la cantidad de flujo luminoso que recibimos de ella; es erudita (¡muy erudita!); es, en parte, histórica, aunque más bien parece un baile de disfraces con la historia, porque los personajes son históricos, ciertamente, pero en la novela son más que históricos, son alquímicamente reinventados a partir de la historia; pero es, sobre todo, imaginativa. Pocas veces se encuentran tanta información, tantos datos, tanto saber, tanta historia, tanta investigación, perfectamente densificados en un solo tomo; lo que significa que la novela es, también, un proceso de acumulación ordenado. Por lo anterior, la novela exige al lector. La consideración que el autor tiene con el lector no es la de entregar algo fácil de leer por ser un libro fácil; la consideración que el escritor nos tiene es que nos desafía y enseña; el novelista confía en nosotros, él cree que somos lectores de talento. Inteligencia y conocimiento es uno de los premios que obtendrá el lector si persiste, como sucede cuando leemos a Jorge Luis Borges, a Marguerite Yourcenar o a Germán Espinoza; otro es sabiduría, como la que se gana al leer los Libros sapienciales de la Biblia o a Platón; otro premio es aprender a imaginar, como se obtiene con Don Quijote; y dejo hasta ahí el cómputo de las recompensas, para que sean nuevos lectores los que completen la numeración.
La novela tiene una estructura, podríamos decir, triádica, a lo que se suma un interludio entre la Segunda y la Tercera parte, y después de esta un epílogo, unas notas bibliográficas (como Yourcenar en Memorias de Adriano y un poco menos en Opus Nigrum), y un índice de las ilustraciones de Blake reproducidas en la narración. Justamente, uno de los hilos argumentales de la novela —digo uno, porque son varios que confluyen— es el diálogo pictórico que Blake estableció con la Divina Comedia, en el que el poema de Dante es visto dentro y fuera de la imaginación de su autor; las ilustraciones, si bien se refieren al poema, afirman también el sistema imaginario de Blake. En otras palabras, con Historia de una imaginación memorable se hace claro que cada dibujo, pintura o grabado del poema expresa una respuesta visual e iluminada de Blake a la Comedia. En una línea de uno de los diálogos, Dante dice a Blake: «Usted embelleció al Infierno» (López, 2023a, p. 44), y en otra Dante reconoce «[…] que el embellecimiento del Infierno que el visionario realizó en sus ilustraciones no es un error, porque de modo pictórico lo reveló y lo hizo verdadero para nosotros, como yo lo hice gramaticalmente» (López, 2023a, p. 100). Páginas adelante, el novelista afirma (2023a, pp. 286, 287):
como Dante Alighieri reconoció en el decurso de este relato, William Blake tuvo el talento de embellecer el Infierno y en las imágenes del Libro de Job tuvo la habilidad de hacer divinas, incluso, escenas como la de Satanás ante el trono de Dios o, para La tumba de Robert Blair, El día del Juicio. […] Blake no reivindica al mal como bello buscando defender la perversión y la corrupción, digo que su arte es tan bello y divino que hasta el Infierno, Satán, el día del Juicio, la soledad, el sufrimiento y otras tribulaciones, son representados con tanta definición que se convierten en iconos de comunicación absoluta. Intentar lo imposible o hacer lo imposible: discernir lo mejor y aun lo terrible del universo místico.
Son más de cuarenta ilustraciones de Blake las que aparecen en la novela, nunca como meros adornos; muy lejos de esto, son parte de la trama, de la materia, constituyen otro de los hilos argumentales. De hecho, las pinturas refuerzan una característica del relato, el de parecer un filme, una película; o, mejor, la novela tiene como uno de sus pilares a la substancia teatral (así la Divina Comedia, así muchas obras de Cervantes y Shakespeare). Luego, al gustar la obra el lector habrá hecho un viaje por todo Blake porque las ilustraciones no conciernen solamente al trabajo dedicado al poema de Dante, sino a toda su vida de pintor y poeta, y en él poesía y pintura fueron un Logos doble, o más que doble, múltiple, de palabra e imagen, de materia y forma, en el que la forma es tanto la imagen como la palabra, y el contenido es, asimismo, tanto la palabra como la imagen.
De principio a fin en la novela, la vida y trabajos de Blake y Dante son investigados, pensados y hasta computados, entrelazándose esto con las escenas, la acción, los diálogos. Lo mismo se hace con Francisco de Asís en la Primera parte, y con Li Qingzhao, Miguel de Cervantes y William Shakespeare en la Tercera. Por esta vía, además, el escritor logra personajes histórica y psicológicamente completos y bien perfilados. Ahora bien, todavía más que ser figuras históricas y ser reinventadas por un proceso alquímico, como he dicho antes, con cada una de ellas el novelista compone símbolos, arquetipos, diría él: Blake y Dante son apóstoles de la religión de la imaginación y de la religión de la esperanza; la victoria de imaginación y razón de Dante en la Divina Comedia, el ascenso por los cielos, luego de cruzar el infierno y el purgatorio, es el triunfo de imaginación e intelecto de Blake en la construcción de una nueva Jerusalén, que es la humanidad misma que despierta a la belleza; jugando a conectar ideas de la novela, digo: Miguel de Cervantes es «un ejemplar perfecto del caballero andante», del caballero andante de la literatura que anduvo por los laberintos de la libertad, porque Don Quijote, por ejemplo, es «un canto a la libertad» (López, 2023a, p. 320), entre otras, a la libertad de imaginar. Francisco de Asís es el trovador y es el poeta santo y místico; y Li Qingzhao, me parece, es la idea sintética de la sensibilidad de la poesía de Oriente.
De Blake —el visionario, el poeta, el pintor, el artista, el místico, el filósofo—, López con su novela nos entrega esto: Blake es la imagen misma de la imaginación. En lo que concierne a este símbolo de la imaginación, referencio al menos tres ideas. La primera: Blake fraguó en 20 años, nos dice el novelista, un sistema mítico y místico interdependiente como el que la teología católica hizo en dos mil años. Segunda: en un fragmento de una carta de Blake a John Trusler, del 23 de agosto de 1799, que se transcribe en la novela, aparece:
Pienso que un hombre puede ser feliz en este mundo. Y sé que este es un mundo de Imaginación y Visión. Cada cosa que pinto la veo en este mundo, pero no todas las personas ven lo mismo. A los ojos de un miserable, una guinea es más bella que el Sol, y una bolsa gastada por el uso del dinero posee proporciones más bellas que una viña colmada de uvas. El árbol que mueve a unos a lágrimas de dicha es a ojos de otros solo una cosa verde en medio del camino. Algunos ven en la Naturaleza solo ridículo y deformidad, y no regularé por ellos mis proporciones; y algunos apenas si ven la Naturaleza. Sin embargo, a los ojos del Hombre de Imaginación, la Naturaleza es la Imaginación misma. Tal como un Hombre es, así ve. Tal la formación del Ojo, así sus poderes. (López, 2023a, p. 142)
La tercera: sobre el manifiesto poético de Blake, esto es, El Matrimonio del Cielo y el Infierno, y dentro de este los «Proverbios del Infierno», el novelista afirma (2023a, p. 267):
Los Proverbios del Infierno y todo el resto de El Matrimonio del Cielo y el Infierno son inspiración simbólica, oda alegórica y sátira apocalíptica. La historia contada o la realidad descrita son afirmadas como verdad por el poeta. La verdad central de la obra es esta: el hombre avanza entre contradicciones necesarias, sin contrarios la vida es insípida; el hombre tiene que ser consciente de que su vida es un devenir exuberante.
A continuación transcribo diez de los «Proverbios del Infierno», no como los mejores, sino como los que más impacto me produjeron a leerlos citados en la novela (López, 2023a, pp. 262-266): «La Prudencia es una vieja solterona rica y fea cortejada por la Incapacidad». «Aquel que desea pero no obra, engendra peste». «Un cuerpo muerto no venga las injurias». «Las prisiones están construidas con piedras de la Ley; los burdeles con piedras de la Religión». «La cisterna contiene; la fuente rebosa». «Del agua estancada espera veneno». «El débil en valor es fuerte en astucia». «Crear una sola flor es trabajo de siglos». «La maldición, fortifica; la bendición, relaja». y «Donde no está el hombre, la naturaleza es estéril».
En el libro de Andrés López, la mezcla o el híbrido de novela y ensayo, de narración e investigación formal, es tal, que uno a veces pierde de vista la frontera entre una cosa y otra, o él parece disolverla; por ejemplo, una vez que nos ha contado el ascenso de Blake a los cielos, el 12 de agosto de 1827, elabora una hermosa reflexión filosófica y literaria sobre la vida humana y su sentido, así como sobre la muerte, titulada «¿Cuál es la vida que hace justicia a las medidas de nuestra dicha?», y que inicia, maravillosamente, diciendo con Goethe: «Esta vida, señores míos, es demasiado corta para nuestra alma» (López, 2023a, p. 423). ¿Qué libro hay, que en verdad sea importante, que no nos diga nada sobre vivir y la muerte? Este apartado de la novela me atrevo a denominarlo como Himno de la esperanza; valórense, en este sentido, las siguientes palabras (López, 2023a, p. 424-425, 427-428):
La muerte nos llega totalmente de forma individual, pero antes nos asalta cuando alguien cercano a nosotros fallece, análogamente hay vida que se anticipa en cada una de nuestras vidas. A la vez de percatamos de la muerte de los otros y la desaparición de las cosas cuando apenas somos niños —y en ese momento nuestra vida empieza con mayor seriedad—, nos percatamos de una verdad más profunda todavía que la muerte: el misterio. Un más, más y más realidad que efectúa en nuestras conciencias la misma sensación del que se asoma en un abismo. Pero por esta misma razón sucede —se da muchísimo— que el ser humano elija no pensar en ese misterio. Más repelencia con el pensamiento aparece cuando nos damos cuenta de que la muerte se presenta invariablemente ofreciéndonos el destino que antes de nacer fue nuestro pasado: indeterminación. Ni usted, querido lector, ni yo nos acordamos de cuando no existíamos, tampoco de haber nacido (quizás un William Blake sí podía). La muerte presenta al tiempo como si su naturaleza fuera la brevedad. Aunque esto es una mentira de la muerte, o una trampa de nuestra mente, algo bueno podemos sacar: pensar en nuestro nacimiento, pensar en que pudimos nunca haber nacido. Y si nunca hubiéramos nacido no existiríamos por toda la eternidad. Amado lector, usted no sería usted mismo, y yo no sería yo y este libro jamás se habría escrito, por lo tanto, tampoco podría leerse. […] Hayan sido buenos o terribles nuestros padres, hayan sido hermosas o terribles las circunstancias de nuestra concepción, nuestros progenitores y las generaciones de las que provienen pudieron nunca si quiera sospechar que en ellos se cumple lo que en nosotros: no somos productos aleatorios de casualidad molecular, más bien somos una danza de átomos que celebra un continuo; un continuo observable en las dos evoluciones de nuestra especie (la conciencia humana y la cultura, y la evolución biológica), observable en el origen de la vida en la Tierra, en la formación de la luna, en la constitución de la Tierra, un flujo armónico de causas y efectos que va a dar en una oscuridad elemental, si es que en verdad el continuo se detiene ahí. El pensamiento de una eternidad pasada nos estremece, pero ¿no será que también debería ser una promesa?, ¿por qué hundirse en la nada con la muerte si no procedemos de la nada?
Por otra parte, qué tipo de novela es Historia de una imaginación memorable que, además de lo que he dado noticia, va de la imaginación a lo que hay de eterno en el hombre, el mito, pasa por buena parte de toda la tradición poética, literaria, artística y filosófica, y va a parar en entender la muerte e introducirnos en el sueño del autor-narrador; una obra total, destinada a perdurar.
El sueño del autor-narrador… El novelista tuvo la templanza para no confesar hasta el epílogo que lo que leemos en Historia de una imaginación memorable es un conjunto de revelaciones dadas, por primera vez, en un sueño que convirtió su vida en sueño. Lo que comporta una vuelta de tuerca que uno, como lector, no necesariamente espera, y de la que no digo más para no quitarle al lector la sorpresa. Templanza… uno se puede imaginar al escritor conteniéndose, horas y horas de trabajo, para no revelarlo antes con el objetivo de que su novela fuera, como logró hacerlo, un círculo completo y perfectamente cerrado.
Unas últimas palabras: obras como Historia de una imaginación memorable impulsan, llaman, a amar la verdad, la bondad, la belleza y la vida, porque la composición misma de la novela es un acto de generosidad, de amor, de amor cuádruple de Andrés Felipe López, un acto de amor con los cuatro Zoas de Blake reintegrados; ya escribió el novelista con Blake: «el amor es la unidad» (2023a, p. 97). Amor a la vida, el Zoa llamado Tharmas: cuerpo; amor a la verdad, el Zoa llamado Urizen: la razón; amor a la bondad, el Zoa llamado Luvah: sentimientos; amor a la belleza, el Zoa llamado Los: la imaginación.
REFERENCIA: «Historia de una imaginación memorable», novela de Andrés Felipe López López. Nueva York Poetry Press, Estados Unidos de América, 2023, 508 pp.
NOTA:
[1] Solo en ese año (2023) se publicaron tres libros de su autoría: la novela aquí reseñada, el ensayo que relaciono, Kurt Gödel o sobre las paradojas, y La pobreza universal. Relatos y ensayos, una hibridación. Mención aparte merece «The Ancient of Days de William Blake», también publicado en 2023, uno de los ensayos ganadores del Primer concurso de ensayo fray Roger Bacon. Además, Arte, ciencia y belleza en el Renacimiento. Historias, ensayos y artículos y Patrística: Reflexiones y debates, libros colaboración de autores de los que Andrés Felipe López fue coordinador y compilador, y autor de los capítulos «Luca Pacioli y Leonardo da Vinci. Amistad, ciencia y belleza» y «Sobre los Padres de la Iglesia en La disputa del Sacramento de Rafael, y un poco más».
BIBLIOGRAFÍA
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López López, A. F. (2022). El hombre que creía demasiado. Francisco de Asís en Chesterton. México: Palabra de Clío.
López López, A. F. (2023a). Historia de una imaginación memorable. New York: Nueva York Poetry Press.
López López, A. F. (2023b). Kurt Gödel o sobre las paradojas. Bogotá: Universidad El Bosque.
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López López, A. F. (2023d). The Ancient of Days de William Blake. En Universidad de San Buenaventura (Ed.). Primer concurso de ensayo fray Roger Bacon (pp. 89-120). Medellín: Editorial Bonaventuriana.
López López, A. F. (ed.). (2023e). Arte, ciencia y belleza en el Renacimiento. Historias, ensayos y artículos. Medellín: Editorial Bonaventuriana.
López López, A. F., et al. (eds.). (2023f). Patrística: Reflexiones y debates. Medellín: Fallidos Editores, CESCLAM.
Miguel de Cervantes. (2004). Don Quijote de la Mancha. Edición del IV Centenario. España: Real Academia Española, Asociación de Academias de la Lengua Española, Alfaguara.
Mutis, A. (2019). Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero. Barcelona: RM.
Quintero Gallego, E. (2023). Reseña del libro El hombre que creía demasiado. Francisco de Asís en Chesterton de Andrés Felipe López López. Estudios de Literatura Colombiana 52, pp. 233-236.
AA. Biblia de Jerusalén.
Yourcenar, M. (1999). Memorias de Adriano. Traducción de Julio Cortázar. Introducción de Clara Janés. Madrid: Unidad Editorial.
Yourcenar, M. (2018). Opus Nigrum. Bogotá: Penguin Random House.
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* John Édgar Congote Rojas. Licenciado en Matemáticas y Física por la Universidad de Antioquia. Jubilado de la Universidad de Antioquia.