HUMANOS DE MENTIRAS
Por José Rodolfo Espinosa Silva *
Los budistas creen en la reencarnación, le llaman la rueda del Samsara, un ciclo de vida, muerte y encarnación, que estamos destinados a repetir hasta alcanzar la unión con Dios.
Hace algunos años, durante su visita a Francia un joven le preguntó al Dálai Lama:
—Si es real la rueda del Samsara, y los humanos reencarnamos, ¿por qué hay ahora más habitantes en el planeta que hace mil o dos mil años?, ¿de dónde salen esas personas?
El hombre santo respondió:
—Hay humanos de verdad y también humanos de mentiras.
El ambiente se puso muy serio por unos momentos, hasta que el viejo monje soltó una carcajada. Entonces todos los presentes lo entendieron como un chiste y rieron también.
O eso pensaba hasta la semana pasada.
Tenía dolor en la garganta, estaba afectando mi tiempo de sueño, por lo que decidí sacar cita con el médico. La programé después de mi turno de trabajo. Luego de explicarle lo que me aquejaba, aquel sacó su bloc y comenzó a prescribir medicinas.
Mientras esto ocurría, una persona entró al consultorio. Yo me encontraba de espaldas a la puerta, sólo pude ver la cara de molestia del doctor quien le dijo al hombre que si por favor podía esperar en la sala hasta que llegara su turno.
Lo que ocurrió aún no he podido sacármelo de la cabeza. Con el rabillo del ojo, me di cuenta de que era un hombre alto. A pesar de que el doctor le dijo que se marchara, se quedó quieto en la puerta. Viré y le observé, para saber por qué no se movía. Noté algo raro en su cara, como si estuviera borrosa, como si no pudiera distinguir muy bien todas sus facciones. Esto me confundió. Aparté la mirada, pero la curiosidad me llevó a volverlo a observar. Lo que vi, es difícil ponerlo en palabras, era como si fuese un error o un glitch, una imagen corrupta de vídeo. La cara del hombre se mostraba con distintos colores y errores, como si estuviera pixelada. Esto ocurría de manera intermitente, podía ver su cara normal, con las cejas gruesas y el bigote negro, pero nuevamente por fracciones de segundo, podía observar esta distorsión. No entendía qué pasaba, pero dejé de mirarle por miedo a que el hombre me preguntara por qué le veía. Quizás era una alucinación provocada por mi falta de sueño.
Después, el hombre salió cerrando la puerta tras de él. Hubo un silencio por varios minutos, no me atreví a decirle nada al doctor, y este sólo veía su computadora. Entonces el médico miró sus apuntes, soltó el bolígrafo y me preguntó:
—¿Lo viste?, ¿viste su cara?
Respondí que sí.
El doctor continuó contemplando sus apuntes y me dio las prescripciones. Comprendí que sea lo que sea que haya visto, el doctor también lo vio, pero no estuvo dispuesto a confirmármelo, simplemente cambió el tema, me entregó los papeles y me pidió que me marchara. Salí caminando de la oficina y vi al hombre esperando en la sala, de pronto ya no era sólo él. La niña que cargaba una señora de diadema floreada. La enfermera que tomaba el pulso a un anciano. La mitad de las personas en la sala de espera tenían ese glitch en la cara.
A partir de ese día puedo ver a los humanos de mentiras.
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* José Rodolfo Espinosa Silva es un escritor y profesor mexicano nacido en H. Matamoros, Tamaulipas (México) en 1990. Licenciado en Educación Primaria, ejerce como docente en la Secretaría de Educación Pública de su país desde 2013. Presidente del taller de escritura creativa Alquimia de Palabras (H. Matamoros, Tamaulipas). Libros Publicados: El regreso de los dioses, la batalla de Folkvangr (Caligrama, 2019), Pacto Maldito (Pathbooks, 2019).