Invitado Cronopio

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Limones amargaron

EL DÍA QUE LOS LIMONES SE AMARGARON —Cuento infantil—

Por Rosa Margarita Ibarra*

El mercado desde muy temprano fue llenándose de voces de todos colores, algunos comerciantes ofrecían su mercancía a gritos tratando de llamar la atención de posibles clientes.

Al final de la calle una vendedora acomodaba su mercancía con gusto, lo había hecho durante mucho tiempo y su trabajo le encantaba.

Primero sacó unas piñas enormes, y apetitosas, al ponerlas sobre la mesa las piñas dejaron ver una enorme sonrisa (porque las piñas son de las frutas que más sonríen), después tocó el turno a melones, mangos, ciruelas, peras, sandías, fresas, manzanas, plátanos, uvas y casi al final, las olorosas guayabas.
Cuando terminó de acomodar la mercancía, la joven empezó a cantar un pregón con la cual invitaba a los clientes a comprar fruta:

«La piña para la niña, el melón para Ramón, los mangos para los changos y la ciruela para la abuela».

Los clientes empezaron a llegar, la mayoría hacía sus compras para la semana y sabían que la chica de la frutería les daba calidad, y precio justo.

Pronto las frutas mexicanas saltaban con gusto a las bolsas de las personas que las habían adquirido.

La mañana transcurrió tranquila, tan tranquila como puede ser una mañana en una frutería de un mercado lleno de gritos pregonando mercancías.

Cuando el sol estaba en lo alto y sus rayos caían casi verticales sobre las personas que compraban y compraban, un ama de casa con el rostro rojo, rojo por el ardiente sol preguntó:

—¿No tiene limones?

-—¿Limones? ¡Los limones! respondió la muchacha apresuradamente, y buscando en el fondo de la bolsa, los sacó de inmediato, los limones, que antes del olvido eran amarillos y jugosos ahora se habían convertido en unos limones pequeños, verdes y muuuy secos, por más que la chica de la frutería intentó convencerlos de que había sido un lamentable olvido, los limones no quisieron entrar en razón y aquella sonrisa amigable, desapareció para siempre de sus caritas ahora verdes.

Las demás frutas quisieron también contribuir para que los cítricos recuperaran la sonrisa y con ello la complexión y dulzura que antes del incidente tenían, contaron chistes, hicieron bromas y doña Tuna Espinoza hasta dijo que en realidad ella era una pitahaya disfrazada.

Todo fue inútil, ni piñas, ni mangos, ni ciruelas pudieron quitar de los limones esa cara de enojo y ese color verde (verde limón, por supuesto).
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A la mañana siguiente tal como Martha lo había prometido, los limones fueron los primeros en salir, aún continuaban secos y la muchacha de la frutería para convencerlos de sonreír, les contó un cuento, los salpicó de agua, los limpió uno a uno con un trapo lustroso, pero no consiguió nada, los cítricos siguieron así una semana.

Cuando llegó el domingo, decidieron tener un acercamiento, hablaron con la chica y le expusieron su enojo, si ellos no eran de los primeros en salir, antes que cualquier verdura, jamás volverían a sonreír ni hacer sonreír a quien los comiera, la muchacha aceptó sacarlos siempre en primer lugar para que acompañaran a las demás frutas.

Los limones volvieron a sonreír, y a deleitarnos a todos con su inconfundible sabor, aunque… aunque a veces algunos de ellos recuerdan con enojo el olvido de la chica y es cuando a manera de venganza y cuando más contentos estamos, no falta un limoncete que nos borre la sonrisa con su extremada acidez, porque los limones desde ese día jamás volvieron a ser dulces.
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* Rosa Margarita Ibarra Rodríguez nació en Guadalajara Jalisco, México. Es promotora de lectura, tallerista y correctora de estilo, participa en el programa de radio La dimensión colorida que se transmite los sábados por Radio UDG. En el año 2005 su libro «El guapísimo insoportable y sus amigotes celestes» ganó el primer lugar del concurso «Premio Nacional Valladolid a las letras». Libros publicados: La cobija Azul y otros cuentos, Bebidas Dulces, La tía Dos Flores, Cuentos de la cobija azul y el más reciente, Historias para adolescentes. Del año 2003 al 2009 condujo el programa literario «Hojas al viento» que se transmitía por Sistema Jalisciense de Radio y Televisión y el programa infantil «Recopilando estrellas» en la misma emisora. Actualmente escribe para la Revista Multiversidad Management de circulación nacional en México

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