Invitado Cronopio

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Manual de escritura

MANUAL DE ESCRITURA

Por Andrés Hoyos*

[x_pullquote cite=»Rudyard Kipling» type=»left»]Las palabras constituyen la droga más potente que ha inventado la humanidad[/x_pullquote]

Coda
Un manual como el que usted está terminando de leer se parece a un entrenador deportivo. Todos los que toman sus clases aspiran a jugar mejor. Unos querrán mejorar para no perder el partido de tenis que juegan los fines de semana con el vecino arrogante que luego se los echa en cara; otros querrán volverse profesionales y alguno aspirará a tener una alta figuración en el ranking. El entrenador, si es serio, insinuará que existen dos círculos en los que sus pupilos pueden inscribirse: uno vicioso y otro virtuoso. El círculo vicioso es el de quienes no saben jugar, juegan poco y pierden casi siempre los partidos. El virtuoso es definido por una paradoja: quien juega bien es porque juega con frecuencia, pero quienes juegan con frecuencia suelen ser quienes juegan bien. El buen entrenador les dirá a sus pupilos que sus cursos no les garantizan nada, pero que si ponen de su parte les ayudarán a pasar de un círculo al otro.

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Siguiendo con nuestro símil, el propósito de un deportista es jugar, no aprender teorías. El entrenador competente inculcará buenos hábitos y ganas. Esos dos elementos son lo esencial. Oigamos lo que decía Paul Gallico, un reconocido columnista deportivo del New York Daily News: “Si  uno quiere ser escritor, nada sustituye el hecho de escribir. Hablar  y pensar bellos pensamientos al respecto no es suficiente. La escritura es un músculo y mientras más lo usa, más flexible y útil se vuelve”. O sea, ¿quiere escribir bien? Tendrá que escribir con frecuencia, porque es imposible que un tenista que juegue un partido cada dos años llegue a jugar bien. Si adquiere buenos hábitos y se ejercita, más pronto de lo que cree las cosas empezarán a salirle claras, limpias, expresivas y divertidas.

La lectura es una fuente de inspiración insustituible para la escritura, incluso la lectura con destornillador que sugirió García Márquez en su ensayo: “En busca del Silva perdido”. “He repetido mucho que los novelistas no leemos sólo por placer sino por la curiosidad malsana de saber cómo están escritas las novelas de los otros. Aun si uno no se lo propone, cada paso cedemos a la tentación de voltear la página al revés para ver cómo está escrita, y desatornillar diálogos, situaciones, caracteres, hasta desentrañar su mecánica secreta. No hay otro método para aprender a escribir novelas, pero lo malo es que uno termina por no saber leer de otro modo”. El dichoso destornillador de Gabo no es útil nada más para quien escribe novelas; le sirve a cualquiera.

Escribir es una ocupación seria y no lo es. Si no hay seriedad, lo más corriente es que una incurable banalidad se apodere del texto, pero sin el componente divertido y alegre, la escritura suele resultar tediosa, pesada, obligatoria… seria. Al escribir hay que permitirse una dosis de infancia, una dosis de juego, una dosis de irreverencia, tras las cuales el mensaje de fondo tenderá a adquirir más potencia. Quizás la vieja fórmula del juramento judicial no sea un mal consejo literario: diga la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, entendiendo que también hay verdad en los adornos necesarios.

¿Qué sigue, aparte de sentarse a escribir con ganas y destornillador todos esos mails que tiene represados y esa columna que le pidieron y que no se ha atrevido a entregar? Lo dicho, lea. Por ejemplo, otros manuales de escritura. Si sabe inglés, los publicados en ese idioma son mejores, más prácticos, menos doctrinarios que los disponibles en español. Hallará allí sistematizados varios asuntos que aquí apenas enunciamos.

Aunque este manual está escrito para que cualquiera lo pueda leer y explorar en soledad, parece preferible abordarlo de la mano de un profesor, ojalá uno que sepa escribir y escriba con frecuencia. Los títulos académicos de esta persona son lo de menos. Sirven escritores de todas las ramas y periodistas experimentados. También sirven pedagogos, con la aclaración de que antes deben demostrar habilidad para expresarse por escrito con claridad y agilidad. Lo que garantiza un mal resultado es que intente enseñar a escribir quien no sabe hacerlo. Eso equivaldría a que enseñe contabilidad una persona que no sabe sumar y restar.
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Terminemos con una última paradoja. Una vez usted haya adquiridos los buenos hábitos que hemos querido inculcarle, de tarde en tarde podrá mandarlos a la porra y tomarse, digamos, tres whiskies retóricos de más. Eso no lo hará un alcohólico verbal. Lo que hace daño es emborracharse consuetudinariamente sin percatarse. Así, podrá parecer casi inmoral decirlo de ese modo, pero al final de un libro como este lo que uno espera es que los lectores se vuelvan desobedientes y aspiren a la infidelidad. O sea que lo envíen a uno muy tranquilamente al carajo.

+Este es un fragmento de Manual de escritura, editado por Libros Malpensante. Se consigue en todas librerías de Colombia o en Amazon Estados Unidos y se puede adquirirse online, con envío nacional incluido, aquí: https://www.elmalpensante.com/cadalibro/26/manual_de_escritura

 

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*Andrés Hoyos nació en Bogotá el 4 de noviembre de 1953. Tras una carrera académica rauda e incompleta, vivió en París entre 1975 y 1976 y volvió a Colombia a fines de ese último año. Regresó para quedarse. Tras un breve paso por el periodismo de oposición, ingresó en simultánea al mundo de los negocios y de la literatura en 1979.

En lo que hace a la literatura, ha publicado nueve libros: Por el sendero de los ángeles caídos (Valencia Editores, 1989, novela), Conviene a los felices permanecer en casa (Altamir, 1992, novela), Los viudos (y otros cuentos) (Tercer Mundo, 1994, cuentos), La tumba del faraón (Seix-Barral, 2000, novela),  Vera (Norma, 2002, novela), una antología de poemas de Silvia Plath (Pequeña Venecia, 1993), otra antología bilingüe de la poesía de Paul Verlaine (El Áncora, 1995), una versión del Sueño de una noche de verano de Shakespeare (Norma, 2000) y Gotas cordiales, un libro de aforismos y textos cortos (El Malpensante, 2003). Su décimo libro es este Manual de escritura y su undécimo una novela llamada Los hijos de la fiesta, que saldrá en octubre de este año, publicada por este mismo sello.

En cuanto al periodismo, ha venido publicando textos diversos en medios nacionales y extranjeros desde hace 25 años. Sin embargo, es conocido sobre todo por el hecho de que en 1996 lanzó con varios amigos y colaboradores la revista El Malpensante, la cual dirigió durante doce años, para pasar luego a ser el fundador responsable. Desde mayo de 2008 escribe una columna semanal en la página editorial de El Espectador y está activo en Twitter bajo el nombre de @andrewholes.

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