JUNIO 3
Por Santiago Andrés Gómez Sánchez*
Hay gente que no disimula su rabia conmigo y lo que hemos hecho mis amigos y yo. Pero bueno, supongo que eso habla de nuestro impacto.
Junio 7
Te levantas, un poco desvelado, o simplemente despierto en la madrugada, con el sencillo deseo de ir andando por el mundo, sin demasiada severidad, Santito, sin demasiada severidad, pero ese mundo te fuerza a ser más que riguroso, estricto. No le hagas mucho caso, Santito. Me he dado cuenta, yo, Santiamén, que es un payaso el mundo. Quiérelo, síguele el juego, porque es medio cuerpo tuyo, pero no te lo tomes muy en serio, bacán. Al fin, eres medio cuerpo suyo, tú, de ese tu mundo, también. A ti mismo, no, no te tomes demasiado en serio. La dimensión payasa de tu persona alcanza lugares como este, a las 4:38 de la mañana, y lo que importa es la carcajada que sepamos liberar frente a nuestra imagen. Sagrado es eso, justamente, y pocas cosas más. De hecho, sagrado el mundo, también, en sus zonas de contacto. Eso, esas miradas que nos echamos. Los saludos que aprendemos a no dar. Cosas así.
Junio 9
Hay un fragmento de la letra de una canción mía que me parece especialmente inspirado, o especialmente preciso para señalar una de las condiciones preferidas aunque más inquietantes de mi carácter. Dice: «No sé perder / algo me dice que todo está bien». Así me siento hoy. En la meditación una voz me dijo: «No te envanezcas, pero tampoco te sientas vencido». Ese «tampoco te sientas vencido» podía ser, al mismo tiempo»: «no te rindas», pero porque hay razones de peso para insistir en una lucha como escritor que debe ser, simplemente, de acomodación a la simpleza de la vida, como Shakespeare retirado en Stratford–Upon–Avon. Eso es, entendiendo, desde luego, que el éxito aquí ni siquiera precede al retiro, como sí sucedió en el caso de Shakespeare. Yo no deseo sino entender que soy un escritor por condición, no necesariamente por calificación. Ni siquiera en mi patria chica creo que me tendrían en cuenta como uno de sus escritores. Debo dejar consignada mi obra en lo que ya hubo y en un pago que nadie me puede quitar, además de mis publicaciones ya dadas: el de mis dominios digitales. Allí debo persistir, pero sin demasiado empalago. Por otro lado, con mi madre ha habido una discusión que es un poco más conmigo mismo que con ella. Y no solo con lo que reflejan las palabras suyas con las que he entrado en discusión, sino con mi actitud frente a lo que suponen para nuestra relación. Me explicaré, porque en unos años no entendería nada de lo que escribo: mis padres necesitan hoy de una asistencia, de una enfermera o alguien que los ayude en el hogar, pero mi padre se niega y él es «la primera persona del hogar», dice mi mamá. Yo, que fui educado así, como si el hombre fuera «la primera persona del hogar», quiero cambiar de vida, radicalmente. Aprender a cocinar, por lo menos, y sí que cierto bajarle al engreimiento y a la placidez en un control asumido en la conversación o en la vida en general. Pero también debo reconocer, como ya lo he podido ir haciendo de a poco desde hace unos años, que frente a ciertas cosas de mis padres yo no solo no tengo que hacer sino que debo desentenderme cariñosamente. Ayudar en lo que pueda, pero no tratar de cambiar las cosas. Si ellos, con su idiosincrasia, insisten en llevar una vida que considero enferma, hay que sacar callo. La situación sé que es tan coyuntural, tan decisiva, que imprimiré esta página para tenerla a mano y leerla de vez en cuando.
Junio 27
Siento que estoy cansado de la gente. Pero conmigo me siento muy bien. Y sin embargo, cada noche siento la necesidad de compartir con una comunidad. No solo con Adri, aunque ayer nuestras carcajadas comunes, incluso frente a nuestras discrepancias, y discrepancias serias, demostraban lo bien que nos hacemos el uno al otro. Una buena pregunta, ¿quiénes son realmente mis amigos?
Junio 28
Frase de una canción de los Stones (The Under Assistant West Coast Promotion Man): «I’m really, really sharp / I sure do earn my pay». No sé ni por qué la traigo acá. Es parte de una cantidad de cosas que encuentro en mi actividad diaria en redes sociales que me retrata y me fascina. No sé si sea narcisismo o la legítima alegría que uno encuentra en sí mismo de la que al parecer hablaba Neruda. Desde luego, no podemos identificarnos en ninguna de nuestras imágenes si no es al costo de una retención emocional y un apego a lo contingente, pero eso mismo se sabe trascender cuando uno lo maneja como fases de un aprendizaje constante de la casi ingobernable experiencia.
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La presente columna, Diario de un cronopio salvaje, son tajadas de vida, como llamaba el gran cineasta Louis Feuillade al cine, son estas páginas extraídas del diario de un crítico solitario, narrador alucinado, estudiante eterno de literatura, cine y música.
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* Santiago Andrés Gómez Sánchez (Medellín, 1973) es periodista de la Universidad del Valle, magíster en literatura de la Universidad de Antioquia. Ha publicado los volúmenes Madera Salvaje (novela, Ediciones B, 2009), El cine en busca de sentido (crítica, Universidad de Antioquia, 2010), Los deberes (cuentos, Universidad de Antioquia, 2012), Todas las huellas. Tres novelas breves (novela, Universidad de Antioquia, 2013), La caminata (cuento, EAFIT, 2015), El cuarto asesino (novela, Universidad de Antioquia, 2016), Certeza de lo imborrable. El cine en busca de sentido, vol. 2 (crítica, Universidad de Antioquia, 2017), La Musa asesinada. ‘Conversación en la Catedral’, de Vargas Llosa: novela marxista (crítica, Universidad de Antioquia, 2018) y Régimen de criterios. Cines y cineastas colombianos (crítica, Editorial Deliberar, 2019). Próximamente publicará Diálogo de raíces (cuentos) con EAFIT. Entre 1992 y 2011 fue crítico de la revista Kinetoscopio y del diario El Colombiano, de Medellín. En 1994 fundó la Corporación Cultural de Video Independiente Madera Salvaje, con la cual ha realizado 28 obras audiovisuales de corto y largometraje en los géneros de documental, ficción y experimental. En 1996 recibió el Premio Nacional de Video Documental por Diario de viaje, considerada una obra pionera en el cine de ensayo en Colombia. En 2014 fue merecedor de una beca a la creación del Municipio de Medellín para la escritura de su libro La caminata. Ha sido profesor de historia del cine, apreciación cinematográfica, lenguaje audiovisual y teoría del cine en EAFIT, la Universidad de Antioquia y el Politécnico Jaime Isaza Cadavid. También ha sido jurado en las convocatorias del Ministerio de Cultura, el Fondo para el Desarrollo Cinematográfico, IBERMEDIA y la selección de la película colombiana para los premios Oscar, Goya y Ariel. Actualmente es candidato al Doctorado en Literatura de la Universidad de Antioquia. Como músico, grabó el disco Savia con el grupo Los Dados y persiste en ser rockero de tiempo completo.