LA DESDICHA
Por Alfonso Quiñones*
Hay gente tan dichosa, ¡qué dichosa es esa gente!
Sin querer llegan bendiciones
Y no las ven como obsequio,
Del vientre de un ser vienen,
Y maldiciones les echan, ya que ese fruto no deseaban,
Pero aquel que las desea, deseando naufraga.
Hay gente tan dichosa, tienen a ese niño,
Lo esquivan con pasión,
Lo mandan a volar,
Pero yo, más yo, moriré sin ese capricho,
Aquel con el que fui traído al mundo y al mundo no pude regalar.
Hay gente tan dichosa, engendran a ese ser humano,
Mas se ven como desafortunados por la fortuna y el destino,
No saben que existen muchos errabundos,
Que dieran el mundo por la misma fortuna,
Mas el día de su ocaso, solo la luna los acobijará,
La mala suerte de un humano sería la dicha del otro.
Hay hombres tan dichosos, aún no lo saben,
Arrepentidos de su acto no se dan cuentan,
Que otro hubiera querido haber estado en su lugar,
No solo por la amante, sino por ese lunar,
El que habrían querido por eterna sangre.
Mas tú por cobarde te lo arrancas sin que a otro jamás se le pueda pegar.
Hay gente tan dichosa, aquellos que no quieren,
Pero sepa el mundo que maldito eres,
Los heraldos negros te tratarán
Con el mismo disgusto que has de mostrar con tus fruncidos.
Pues el fruto que te asfixia sería el corazón de otro,
Más con tu sangre has manchado toda una dicha.
Aquella que te abraza en lo más profundo de sus sueños y siempre lo hará.
No eres tan desdichado, esa dicha te espera,
Con un mal de preguntas, pero la sangre a la sangre espera,
Desdichado soy yo, y me voy con el llanto,
Por más pura mi alma quiebro con el llanto,
Mil títulos de doctor y sin nada que dejar al mundo,
Por eso a usted, perdedor, la victoria le he de otorgar,
Pues su error es una bendición, mas a mi solo estas palabras me han de quedar.
A LA CHICA DE LOUISIANA
El día que te conocí
Fue una cosa maravillosa,
Al momento comprendí
Que tú ibas a ser mi esposa.
Y me dije para mí
Yo he de cortar ese hilo negro…
Todo el tiempo te he adorado
No nada más desde el 20 de junio.
Pues tu sombra bien hechora
Me ha dado suerte a tu lado,
Y siempre te he cultivado
Como corazón en sangre viva.
Y creo que en el camino andado
He sido bien correspondido;
También hemos progresado
En lo poco que hemos adquirido.
Yo quiero recomendarte
Que a la ira ni uno ceda…
Que lo más oscuro nos permita amarnos
Por el tiempo que nos queda.
Y quiero que Legba nos mande,
Que lo hagamos mas profundo;
De nuestros hijos el templo
Tú fuiste a traerlos al mundo.
Con amor te contemplo…
He visto como pasan los inviernos,
Quisiera que el tiempo
Te fuese un poco más lento.
Para mi tu eres la rosa
Que perfumó mi existir,
Por eso mi amada esposa
No quiero verte sufrir.
Eres buena y cariñosa
Quiero verte sonreír.
Espero que por siempre puedas ser feliz.
Para ti es mi corazón
Por que de veras te quiero,
Porque eres tú mi pasión
Te cuidaré con esmero.
Amor, fuiste un día una mujer lejana,
Ahora con orgullo te llamo la doncella de Louisiana.
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* Alfonso Quiñones
* Alfonso José Quiñones-Rodríguez es licenciado en historia y pedagogía de la Universidad Interamericana de Puerto Rico. Es profesor de Español y literatura latinoamericana en la Universidad de Colorado en Boulder. Tiene una maestría en Literatura y Cultura Hispanoamericana en la Illinois State University en donde también se desempeñó como profesor. Poseedor de premios nacionales por su desempeño en la pedagogía, también se desenvuelve como Investigador de la cultura y literatura negroide, feminista y política del Caribe. Ha escrito y publicado artículos centrados en tales temas, incluyendo entrevistas con renombrados personajes del ámbito caribeño y sudamericano. Admirador ferviente de lo real maravilloso y los escritores vanguardistas latinoamericanos, también gusta leer cuentos y novelas de ciencia ficción en su tiempo de ocio.
Excelente. Quisiera ver más de este autor.