Literatura Cronopio

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Enrique Edo

LA NOVELÍSTICA CIENFUEGUERA: HISTORIA Y ACTUALIDAD

Por Rakel Barrios Valle*

Las primeras referencias a la producción novelística escrita en Cienfuegos aparecen anexadas en Historia de Cienfuegos y su jurisdicción, en la que Enrique Edo (1861) hace alusión a varias novelas que vieron la luz en dicha ciudad. De diez títulos localizados por este autor, siete fueron traducidos de la literatura francesa; y tres, escritos y publicados por autores locales. Estos últimos son La familia, de Federico Masías, Gertrudis, novela original de Ginés Escanaverinol, y El espía Juanelo, obra original de Alfredo de quien se desconoce su apellido. Esto demuestra el ferviente gusto por la novelística francesa justificado por el hecho de que la ciudad fue fundada por españoles afrancesados.

Estos intentos de novela no han perdurado en la actualidad y se conoce que se escribieron gracias a la mención que realizara Edo en su obra historiográfica. «Afortunadamente la noticia de los mismos [intentos] ha llegado hasta hoy, y por lo menos puede fijarse en estas páginas» (Peñarroche, 2014:44).

Durante el siglo XIX la novela no fue un género determinante dentro de la literatura cienfueguera, a diferencia de otros como la poesía o el teatro, que gozaban de mayor esplendor en del panorama cultural local. Ni en Cuba, ni en alguna provincia en particular, hubo mucha proliferación de la novela.  Según Peñarroche, este hecho se ve en que de unos veinte autores originarios de la ciudad, solo tres cultivaron el género de la novela.

El siglo XX arribó con un cierto auge de obras destacadas en la narrativa cienfueguera, aunque la poesía y el teatro siguieron teniendo primacía por encima de la novela. De hecho el cuento se alza, con cierto esplendor moderado, sobre el gusto por obras donde la narración juega un papel importante como variante discursiva. Durante la primera mitad de esta centuria los cultivadores del cuento son mayores que los que prefieren la novela, sobre todo, se desarrolló una cuentística muy ligada a las tradiciones y modos de vida de la ciudad.

En tal sentido se pueden destacar autores como José Cabruja Planas, que publica quince leyendas en 1920, en el periódico La Correspondencia (1898), basadas en costumbres locales. En esta misma línea se encuentra Adrián del Valle con su obra cumbre Tradiciones y leyendas de Cienfuegos (1919). Otros textos destacados por su discurso narrativo son La muchacha que habló con la Virgen de la Caridad (no se tiene la fecha) del narrador y crítico literario Miguel Ángel de la Torre Rodríguez y Francisco Cañellas Martí, quien desarrolla la literatura relacionada con los relatos de viaje, cuyo resultado más ilustrativo es la obra Al correr de la pluma (se desconoce el año).

Como parte de la generación del cincuenta, sobresalen en la provincia una considerable cantidad de poetas; además de la incorporación dentro del cuento de dos autores fundamentales que alcanzan renombre nacional: Samuel Feijoó, autor que le dedicó especial atención a los cuentos tradicionales y populares que iba recogiendo a su paso por los espacios rurales, como bien demuestra su obra Cuenta cuentos. Caso divergente fue Raúl Aparicio, quien prefirió cultivar el cuento realista de tema social, por lo que su mirada se centró más en los paisajes citadinos.

Como excepción, en La Habana sí hubo un desarrollo de la novela desde los primeros lustros del siglo XX, como lo evidencia la publicación de Las impuras de Carrión, hasta la tan emblemática de Carpentier El reino de este mundo (1949). Aunque en Cienfuegos no hubo una actividad tan prolífera por las limitantes antes mencionadas, se pueden localizar una variedad de novelas de autores, reconocidos no solo en el contexto territorial, sino a nivel nacional.

Primeramente sobresale el vanguardista Juan Manuel Planas Saíz, como uno de los más destacados autores del género, con su obra La corriente del golfo (1920), considerada por la crítica cienfueguera la primera novela de ciencia ficción en Cuba. También destacan las novelas La cruz de la Lieja (1923), Flor de Manigua (1926), cuya su acción se desarrolla en un ambiente ubicado en los cayos cienfuegueros y el Sargazo de oro (1938), obra que desarrolla el tema afrocubano en la narrativa local.

En estos años otros novelistas publican sus obras. Entre ellos juega un papel importante Alcidez Iznaga, con Los valedontes (1947), una novela trascendental para Cienfuegos por su argumento de una fuerte crítica social, implícita dentro de la acción de sus personajes. Además, son fundamentales para la novelística local, y que a pesar de haber cultivado en mayor medida la poesía, son también reconocidos como excelentes narradores; entre ellos, Eduardo Benet, considerado unos de los principales escritores de la época, con su novela Birín (1957), y Nivaria Tejera, que incluso formó parte del grupo Orígenes, publica El barranco (1958), que años más tarde fue editada en España. Como se puede apreciar, son pocos los autores que en Cienfuegos tienen preferencia por la novela, paradójicamente en relación con el desarrollo que se había alcanzado a nivel nacional. Dentro de la literatura cienfueguera este género siempre ha estado en desventaja respecto a la poesía y el teatro como manifestaciones literarias.

A partir del triunfo de la Revolución, el panorama literario en el territorio dio un giro radical, pues hay un declive de publicaciones para los autores locales, lo que implica una menor producción en las publicaciones de los escritores del patio. Se vuelve una necesidad imperante tener un espacio para publicar, lo que frena la producción literaria. Hacia los inicios de la década del setenta solo se editaba la revista Bolígrafo de sol. Contrariamente, aumentaron los talleres literarios en respuesta a la política cultural que se llevó a cabo alrededor de todo el país. Para cuando llegan los años ochenta en la provincia se contaba con veinticinco talleres y más de trescientos integrantes; como respuesta, o alternativa, surgió la revista Guaney, expresión del taller literario José Álvarez Bagaraños dirigido por el poeta Juan René Cabrera. Esta consistía en una excelente manera de que los propios grupos, encontraran una vía de publicación y auto- promoción, pero desgraciadamente a causa de la situación existente en el país no todos podían lograrlo.

También en esta época se funda el grupo literario Tercer mundo, así como la revista con el mismo nombre, en la que destacaron escritores de la talla de Aldo Menéndez, Luis Ramírez y Osvaldo Navarro, etc. Otras publicaciones seriadas del contexto serían Ariel, Conceptos, El bergatín y El mensajerito, alrededor de las cuales se aglutina otro importante grupo de escritores como Jesús Fuentes, Mariano Ferrer y Doris Hera, entre otros.

Es a partir de la década del noventa cuando la narrativa se revitaliza con escritores de gran prestigio. Tal es el caso de Rogelio Leal y su obra De cuentos te cuento (1991), asimismo, Jesús Candelario y su texto Los anormales son invisibles (1999). También juegan un importante papel Lourdes Díaz Canto, reconocida como una de los mayores exponentes de la literatura infantil en Cuba. En su libro Tres cuentos de Cupido (2002) la narrativa alcanza una escala más global; sin olvidar a los cumunayaguenses Pepe Sánchez con El comedor de relojes (2001) y Orlando Víctor Pérez Cabrera autor de El último gol (2003).

memoria historica

Como se ha podido apreciar, la novela ha sido en la literatura cienfueguera uno de los géneros menos cultivados por los escritores. Es a partir de la década del noventa cuando alcanza un marcado desarrollo, en comparación con otros momentos, gracias a la obra de tres novelistas principales premiados a nivel nacional. Primero encontramos los Cuentos de Abel (1991) de Miguel Cañellas. De particular interés y resultado de las últimas producciones narrativas: El deshollinador, premio el Caimán Barbudo (1994), de Alexis García Somodevilla. Merecedor de importantes reconocimientos está Atilio Caballero con obras publicadas a nivel nacional como Naturaleza muerta con abejas (1999) y La última playa, premio UNEAC y Cirilo Villaverde, en ese mismo año. También destaca Luis Ramírez con novelas como Muchacha del Caribe con gato (2002) y Muchacha de espejuelos oscuros (2008), así como Pescadores de gota, premio de la ciudad de Cienfuegos (2006) y Polvo (2010), ambos de la joven talentosa Laura Conyedo. Y cierra esta prolífera generación, y no por ello menos importante, Marcial Gala, con una amplia producción de novelas como Sentada en su verde limón (2006), La Catedral de los negros, premio Alejo Carpentier (2012) y Monasterio, publicada en España un año después.

En la actualidad, la novelística cienfueguera continúa siendo de los géneros menos explorados por los autores locales. Sin embargo, en la narrativa que persiste es constante la imagen de la bella ciudad, repleta de paisaje marítimo, de la limpieza y trazado perfecto de sus calles; incluso como personaje principal, la ubican en el centro de la producción literaria del territorio. En otros casos, la diversidad de temáticas se entreteje con los escenarios y espacios tanto citadinos como pesqueros, explorando en la cultura, tradiciones e identidad del terruño.

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Rodríguez Gómez, Gregorio. (2008): Metodología de la investigación cualitativa. Santiago de Cuba: Editorial Félix Varela.

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* Rakel Barrios es Licenciada en Estudios Socioculturales por la Universidad de Cienfuegos (Cuba). Tiene varias investigaciones tanto en literatura como en música, algunas de las cuales han sido reconocidas en eventos, entre las que se destacan Influencias en la literatura femenina cienfueguera actual de las escritoras pertenecientes a la década de los 90, Ensayo sobre el discurso femenino. El caso Cienfuegos, y la publicación Joel Zamora: exponente de la música y danza flamencas en Cienfuegos. Actualmente es profesora investigadora de la misma universidad donde estudió. Entre otros reconocimientos obtuvo el mérito a la investigación científica que otorga el rector de la Universidad de Cienfuegos.

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