LA POESÍA QUE NO SE DICE: POESÍA VISUAL DE DAVID FERNÁNDEZ RIVERA
Por Juan Andrés Alzate Peláez*
David Fernández Rivera es un poeta, músico, educador y dramaturgo español, nacido en Vigo (Galicia). Escribe desde niño, hace más de veinte años. Su poesía ha pasado por varias etapas formales, comenzando con las construcciones tradicionales y llegando a más de una forma experimental (como la poesía musical o teatral), pasando de lo verbal a lo no verbal, evolución que puede advertirse perfectamente a lo largo de su carrera. En los últimos tiempos ha venido incursionando en la poesía visual, una forma vanguardista de la poética sobre la que nos habla en esta entrevista. David, antes que poeta (y cuando tenía percepción de artes como disciplinas separadas) fue pintor. Se dedicó a la pintura, pero nunca dio el paso de exponerla, según cuenta. Ahora con la poesía visual (que entronca en la posmodernidad, en la que no hay límites) está aplicando las herramientas que aprendió.
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JUAN ANDRÉS ALZATE: ¿Cómo pasaste de la poesía escrita a la poesía no escrita?
DAVID FERNÁNDEZ RIVERA: Yo comencé a hacer poesía muy joven. Era muy pequeño y comencé a escribir en verso, siguiendo los cánones de la poesía verbal. Ya para 2015 seguía escribiendo en verso; sin embargo, en él ya latía de modo muy evidente la poesía visual, escénica, fonética, además de otras manifestaciones experimentales de la lírica. De hecho, yo ya había comenzado a crear desde estas perspectivas, aunque sin hacerlo público (o en muy pocas ocasiones) desde 2007 aproximadamente. Quise agotar mi poesía verbal, hasta que llegó un día en que me encontré agotado y vi que no podía seguir haciendo ese tipo de poesía. Está claro que llevaba toda mi vida haciéndola, sin embargo, llegué a un momento duro en que necesitaba algo más, algo que no encontraba en ese tipo de manifestación. Entonces comencé a buscar y me di cuenta de que si realmente quería buscar (y yo busco la totalidad, lo utópico y lo imposible), debería hacerlo desde la totalidad. Pienso que la poesía verbal, si bien puede ser una guía hacia la totalidad, en sí misma no era tan total como yo quería. Podemos decir que la poesía verbal me llevó hacia el camino de otras manifestaciones poéticas, camino que comencé a cultivar de forma más continua en los últimos años. Y seguiría cultivándolas mientras haya un camino virgen por recorrer.
Tengo una cosa segura: gracias a poder cultivar la poesía, visual, escénica, sonora, etc., voy a poder llegar mucho más lejos a nivel interior y a nivel comunicativo. Luego, voy a tener una comunicación con el espectador mucho más intensa.
J.A.A.: ¿Cuál es la diferencia entre hacer poesía visual y hacer pintura?
D.F.R.: La poesía visual es llevar el verso al color, al trazo, a la luz. Yo pienso que mi poesía visual es una poesía que entra por la retina y su último escalón es el espectador. Se puede confundir con la pintura, el diseño gráfico o la escultura, sí. Y se puede confundir porque al final de cuentas todo [eso] es lo mismo. La poesía es un espectro muy amplio que se puede escuchar (poesía fonética), observar (poesía visual), poner sobre un escenario (poesía escénica), etc. Todas las manifestaciones artísticas parten de una esencia que es la poesía.
J.A.A.: ¿Para ti los límites entre la poesía y otras artes no están demarcados?
D.F.R.: La poesía y otras artes no tienen fronteras. Todo es todo. Aquella persona que trate de buscar poesía únicamente dentro del lenguaje [escrito] se va a perder un mundo enorme que se esconde tras el color, el volumen, el movimiento, el tacto, etc. La poesía tiene una dimensión tan grande que no se podría definir.
J.A.A.: ¿Estás de acuerdo, entonces, con Aristóteles cuando afirma que el arte es re-presentación del ser?
D.F.R.: Estoy completamente de acuerdo. Es una recreación o una manifestación tanto de nuestra vida como de lo que no conocemos de esta.
J.A.A.: ¿Las manifestaciones artísticas (pictóricas) que no tienen intención de ser poesía son poesía visual?
D.F.R.: Todo aquello que tenga una voluntad comunicativa, que nazca de la esencia humana, se va a confluir sí o sí con la poesía, aunque no tenga ninguna pretensión de hacerlo. Muchas personas son grandes poetas sin saberlo. No pienso en este caso que la poesía visual forme parte exclusivamente de la literatura. Desde inicios del siglo XX, o incluso antes, las artes se han ido solapando unas con otras. Por otra parte, considero que la poesía visual no es territorio exclusivo de la pintura, como lo pienso con las otras artes. Para mí no existe ninguna frontera, y toda frontera que queramos poner va a ser siempre negativa. Todo concierto es teatro, y a la vez es poesía, es sonido. Si la vida es un todo, ¿cómo el arte no va a ser un todo?
J.A.A.: ¿Estás explorando los límites (las posibilidades) del lenguaje?
D.F.R.: El lenguaje es una convención. Dentro de cada poema mío estaba la verdadera poesía. No creo que ninguno de mis versos sea poesía. Pienso que son el continente en el que se encuentra mi verdadera poesía, una poesía muy cercana a la libertad de lo plástico, del sonido, del movimiento… de ahí que mis versos, por decirlo de algún modo, especialmente en mis últimos trabajos, estuviesen preñados de todas estas corrientes experimentales de la poesía.
He tratado de explorar o de abrir los versos, como si de barrotes se tratase, para que el lector llegue de otro modo a mi poesía.
Desde el 2015 he tratado de arrancar la esencia de mis versos, con la voluntad de que el lector llegue de otro modo a mi poesía. Entonces yo quise eliminar toda convención de mi poesía. No hay nada más importante para mí como poeta que poder ofrecer del modo más verdadero mi poesía. Yo soy un autor muy orgánico, quiero ofrecer mi poesía desnuda, sin envoltorio. Yo necesitaba más libertad de la que me da el idioma; y el color, el trazo, el movimiento, etc., están más cerca de mi libertad o de mi poesía que el idioma.
J.A.A.: ¿La poesía verdadera no puede «decirse»?
D.F.R.: Pienso que no se dice. Yo no puedo mostrarte mi poesía porque todavía la estoy buscando. Lo que sí puedo decir es que «dentro de estos versos se encuentra mi poesía».
J.A.A.: ¿Por qué está más cerca de la poesía lo no verbal que lo verbal?
D.F.R.: La convención es significante y significado. Tiene estructura, sintaxis, semántica. Esto no tiene nada que ver con mi autenticidad. Aquello que esté más cerca de ella me permitirá llegar más lejos y acercarme a lo desconocido, que es mi poesía.
J.A.A.: ¿Las formas no verbales de poesía son idioma o lenguaje?
D.F.R.: No son ni lo uno ni lo otro. Son un estímulo para que tanto yo como el espectador puedan acercarse al lenguaje universal de la poesía. Más que un lenguaje es un recurso, o un estímulo.
J.A.A.: ¿Por qué el idioma es un obstáculo?
D.F.R.: Respetándolo muchísimo y considerando que es una herramienta maravillosa para muchísimas cosas, en la parcela de mi búsqueda poética sí que es un obstáculo. Es una muralla que he tenido que sortear para acercarme a mi poesía. El idioma no es mío, es heredado. Por el contrario, creo que lo que en su día le ha dado forma a mis versos, es decir, el trazo, la luz, el volumen, el sonido el movimiento… sí, nace de mi corazón y me da más posibilidades de creación en totalidad.
J.A.A.: ¿Habría alguna razón que te lleve a volver a hacer poesía verbal?
D.F.R.: No sé cuándo, ni cómo. Pero evidentemente el lenguaje es una herramienta para construir cosas. Como lo pueden ser el ladrillo o el mármol. Quizás, en mi caso, no es la mejor herramienta para hacer poesía. En todo caso, el idioma es algo maravilloso que no voy a dejar jamás. Lo que sí es seguro es que creo que va a ser difícil que vuelva a hacer una creación única y exclusivamente basada en la poesía verbal, de hecho no sé si lo he hecho algún día, pues como te comentaba anteriormente mis versos siempre adoptaron la forma de lo que cubrían. Sí pude haber creado poesía puramente verbal en mis primeros años como creador.
J.A.A.: ¿Cómo definirías ahora la poesía respecto a como la entendías antes?
D.F.R.: En mis primeros años, no consideraba que mi poesía se escondiese tras el lenguaje, de hecho, yo la buscaba en el propio lenguaje, pero no la encontré. Creo que lo que realmente ayudó a modificar mi mirada hacia lo que escondía mi propia obra, fue la incursión en la música y el teatro. Aunque no fue durante mucho tiempo, sí traté de buscar mi libertad entre las rejas del lenguaje.
A día de hoy, para mí la poesía es la esencia del ser humano, el lugar en el que se encuentra la libertad del ser humano. Para mí es la utopía que me aguarda en algún lugar y quién sabe si en el interior de todos y cada uno de nosotros. Es aventurarse mucho hablar sobre esto, pero te lo voy a decir: yo pienso que el ser humano antes vivía en comunión total con la naturaleza, pero poco a poco se fue alejando de esta comunión para construir la ciudad de plástico. Para mí, la poesía no es el camino hacia esa naturaleza perdida, sino que también es algo más allá de lo que desconocemos. A día de hoy identifico algunas características o convenciones del lenguaje con lo que nos aleja e la naturaleza, lo que no quita que se pueda usarlo poéticamente liberándolo de muchas de sus mordazas, pero ese es otro tema.
J.A.A.: ¿Cómo sabes que eso es algo que está más allá de la naturaleza humana?
D.F.R.: Sólo puedo decirte que yo escribo poesía para encontrarme con lo imposible. Si no creyese en lo imposible, en la locura, no creería en la poesía. Sé que a partir de esa naturaleza hay muchas cosas y que en ella hay muchas cosas que desconocemos. Pienso que esas cosas están en la poesía.
J.A.A.: ¿Cómo se hace un poema visual, cómo surge?
D.F.R.: Tengo que hablar de mi poesía visual. No puedo hablar del poema visual en general porque se aleja de mis competencias. Al menos en mi interior surge de un modo muy espontáneo. El poema visual para mí se caracteriza por llegar de golpe, es como un puñetazo inesperado. La imagen es algo que debe atraparte y absorberte en segundos. Del mismo modo que la imagen es un impacto, un golpe, la poesía visual debe ser también un golpe. En ocasiones con la poesía visual me siento dentro de una performance: mis pinceladas, mis gestos, crean un escenario dentro de la vida. Ese acto creativo me llena de satisfacción de una forma distinta y más plena que la que he encontrado con la creación verbal. Siento que soy de algún modo el actor de un mundo diferente. Esto es algo difícil de explicar por lo vivencial, pero es como una atalaya que permite vivir de un modo más cercano esa utopía a la que pretendo llegar.
J.A.A.: ¿Entonces tu noción de la poesía ha pasado de la representación a la vivencia?
D.F.R.: Así es. La vivencia da como resultado su materialización. Esa materialización está más cerca de la poesía que la representación.
J.A.A.: Tu principal forma de difusión de la poesía visual es en las escuelas. ¿Por qué con niños y en escuelas?
D.F.R.: Como sabes, soy docente desde hace muchos años. He buscado trabajar con niños y con adolescentes todo tipo de poesía, tratando de que la poesía fuese una herramienta para enseñar a pensar, para estimular su creatividad y su pensamiento crítico. Sin embargo, con la poesía visual he conseguido algo que no había podido conseguir antes: he conseguido que los niños se apasionen más por la poesía que por otras actividades que los rodean en su día a día. La poesía visual me ha permitido llegar al corazón del niño de una forma muy diferente a otras manifestaciones de la poesía. Pero esto no solo me ha pasado con los niños, sino que también con personas adultas. Los más jóvenes son nativos de la imagen (de una época más visual), luego les es más familiar la poesía visual. He descubierto que muchos niños muestran realmente un entusiasmo sin límites por la poesía visual. Vivimos en un mundo en el que todo cambia, y la educación ha de adaptarse a los tiempos que corren, yo considero que la poesía visual debe ser el primer paso en la iniciación de los más pequeños a la poesía.
J.A.A.: ¿Cómo logras que hagan poesía visual?
D.F.R.: Yo no soy el protagonista de los talleres que imparto de poesía visual, los protagonistas son ellos. El aprendizaje se hace a través de la experimentación guiada. Les muestro poemas visuales clásicos del siglo XX y a través de la participación y experimentación del alumnado con esos poemas, los niños descubren un mundo nuevo. Yo simplemente puedo decirte que soy el moderador entre el estímulo y el estudiante. ¿Cómo aprenden a hacer poesía visual? Pues de modo natural. Después de disfrutar, conversar, analizar, interpretar poemas visuales, su propio interior les pide crear poesía visual. Yo no tengo que hacer demasiado, realmente la propia naturaleza del niño les pide crear. Voy a decir muy en serio que he encontrado poemas visuales infantiles que podrían estar perfectamente en museos. Hay poemas infantiles que me maravillan. Esto es un descubrimiento para mí. Ellos consiguen llegar a una serie de cumbres que a otros poetas visuales adultos les cuesta conseguir. Siempre he dicho que todos somos aristas. Así, todos los niños pueden despertar esas cualidades intrínsecas de artista. Ellos consiguen imprimirle su capacidad de niño. La inocencia, el aperturismo y la curiosidad hacen que consigan genialidades.
J.A.A.: ¿Explicarías a alguien un poema visual tuyo?
D.F.R.: Explicar no sería lo correcto. Explicaría mi impulso. Creo en la comunicación indeterminada. Puedo hablar de lo que viví gestando el poema. Yo utilizo el arte para que eclosione en el tablero determinado del espectador. Lo que no quiero es que en mis exposiciones las personas me pregunten qué quiere decir el autor. No quiero que el público censure su libertad intentando buscarse en lo que yo pienso. Cuando mi obra sale de mí, ya pertenece a todas las personas.
J.A.A.: Hubo un poema visual tuyo, ubicado en una calle de Bayona, que no salió en los medios, sino su placa explicativa.
D.F.R.: Por desgracia no en todas partes de España se conoce la poesía visual del mismo modo. En algunas es desconocida. Como anécdota: Se inauguró un poema visual mío en la calle «Carabela a Pinta», en Bayona, que iba acompañado de una placa informativa. Los medios de comunicación sacaron la foto de la placa y no del poema. Hay quienes pensaron que el poema era la placa. Hay muchas personas que identifican siempre el poema con el texto sobre el papel, pero no se puede estar más alejado de un poema que de esta forma. La poesía es mucho más que eso. Da mucha pena que pasen estas cosas. Por eso trabajé tanto y tanto en educación, para ayudar a que las personas puedan crecer más cerca delas creaciones poéticas.
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* Juan Andrés Alzate Peláez es docente de filosofía, cofundador y editor de www.revistacronopio.com