Especial 200 años de Dostoievski

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Nietzche-Dostoievski

LA PSICOLOGÍA DEL SUBSUELO: NIETZSCHE LECTOR DE DOSTOIEVSKI

Por Lucas G. Aldonati*

La reforma de Pedro el Grande ha producido una separación entre el pueblo y el sector más alto de la sociedad, con sus guías y caudillos. Pero el reclamo del pueblo no nace únicamente como producto de una disociación moral, sino que tiene su germen en las formas de vida y costumbres extranjeras que quisieron adoptarse en Rusia con el propósito de aparentar ser una ciudad europea. Ciertamente, Europa se abre paso en Rusia. La vida europea es asimilada por la sociedad rusa, pero esto no implica que, necesariamente, se tenga que devenir europeo. Esta toma de postura no se trata de una incapacidad de Rusia para el europeísmo, sino de su tarea y mandato para ser algo distinto a lo que está destinada Europa.

Ahora sabemos que nosotros tampoco podemos ser europeos, que no estamos en condiciones de ajustarnos a alguna de las formas occidentales de vida experimentadas y elaboradas por Europa a partir de sus propios principios nacionales, ajenos y opuestos a nosotros, así como no podríamos llevar un vestido ajeno que no estuviera hecho a nuestra medida[1].

Rusia es una nación aparte, la cual tiene como deber crearse a sí misma a partir de una forma nueva, propia, nativa, vinculada a su tierra natal, con espíritu popular y principios populares. Por tanto, conlleva una cantidad de elementos que no responden ni a la moda ni a las imposiciones culturales de las grandes ciudades europeas. Sin embargo, el ruso debe reconocer que esas intromisiones de cualidades occidentales han puesto en tensión y en movimiento al ser ruso. Pero no deben leerse estas reformas como un gran error, sino como el motor que permite abrir nuevos horizontes y revelar la tarea del ciudadano ruso. «Nosotros no somos Europa», dice el aviso de suscripción a la revista El Tiempo. Con estas palabras, Dostoievski comprende que no se trata de una toma de posición entre eslavófilos y occidentalistas, sino de una necesidad mucho más profunda, a saber: la de asumir la alfabetización y educación de los ciudadanos. Dado que, como pensamiento ilustrado, por medio de una educación es posible superar la mediocridad vigente. Y, si el temor engendra servilismo, quien quiera emancipar por medio de la literatura, no puede permitirse ser servil. Dostoievski no asume un compromiso meramente estético como un escritor occidental, sino que opta por la vía ética.

Publicada en 1864 en la revista Epoja números 1, 2 y 4, Memorias del subsuelo, constituye una obra bisagra en la creación literaria de Dostoievski. Memorias del subsuelo nace a partir de la fusión de dos textos que Dostoievski no llegó a finalizar. Se trata de un artículo crítico sobre la novela publicada ¿Qué hacer? (1863) de Chernishevski[2], y de la reelaboración integral de la novela El doble, la cual ya había visto la luz en 1846.

El tema para las Memorias, explica González, es el ataque a la ideología radical. La primera parte de las Memorias, la cual constituye una exposición de ideas, depende estructuralmente de la novela ¿Qué hacer?, y es un ataque a los posicionamientos predominantes en Rusia con respecto a los ideales socialistas y revolucionarios de la doctrina de Chernishevski. En cambio, la segunda parte de la novela, es propiamente narrativa y remedo, pues hay una caricaturización de algunos episodios de la novela de Chernishevski. A su vez, mientras la primera parte de la novela está anclada en 1864, la segunda, en cambio, se ubica en 1848. En la segunda parte, se especifica, que el hombre del subsuelo tenía veinticuatro años. Hay, por tanto, un contraste entre los años cuarenta, en los que predominaban los ideales sentimentalistas, humanitarios y románticos; y los años sesenta, en que los ideales materialistas y deterministas propios del egoísmo racional de Chernishevski eran la moneda corriente[3].

Lo que determina la amarga parodia que lleva a cabo Dostoievski en su novela es la elección misma del título de la obra, a saber, la contraposición de un «hombre nuevo» o de «gente nueva» con respecto a un «hombre del subsuelo». Sobre ello, González explica lo siguiente:

Zapiski iz podpolia, o Memorias del subsuelo, tiene resonancias que pasan inadvertidas para el oído occidental. En ruso, la palabra podpolie tiene varios sentidos. En su sentido más directo es sinónimo de la palabra podval, que significa sótano o subsuelo; de esta acepción derivan otras en sentido figurado: el subsuelo es lo oculto, lo secreto, lo oscuro, al igual que sucede con la palabra inglesa underground. El podpolie puede ser de índole individual, entonces adquiere el sentido que nosotros damos a la palabra subconsciente, es decir, aquello que queda un escalón por debajo de nuestras representaciones conscientes, nuestro «lado oscuro»; puede ser de índole grupal, dando lugar, en ruso, a expresiones del tipo «cada familia tiene su podpolie», o sea, lo que nosotros denominaríamos «historia oculta» o «secretos» de una familia o de cualquier institución; puede ser de índole moral, el podpolie como el lugar de corrupción, de perversión, de decadencia, el «fondo» o el «bajo fondo»; y puede ser, por último, de índole social, cuya traducción más apropiada es clandestinidad.[4]

El subsuelo tiene, por tanto, un aspecto individual, grupal, moral y social. Toda esta serie de elementos que vuelca Dostoievski en su novela, servirán posteriormente a la filosofía de Nietzsche y al psicoanálisis de Freud. El subsuelo está compuesto de toda aquella negación y represión que ejerce el «hombre nuevo» sobre sus pulsiones e instintos naturales, es decir, sobre sus deseos auténticos. Sin embargo, en la represión, el individuo no logra sofocar por completo esas pulsiones, sino tan sólo, en ocasiones, puede refrenarlas[5]. En otras palabras, lo verdadero del ser humano es esa fuerza que permanece oculta bajo tierra, mientras que, en el plano del Yo, de la conciencia o de la moralidad, no hay más que una máscara superficial, una coquetería de buenos modales que se mueven a partir de los mandatos morales establecidos y con el objetivo de ascender en puestos sociales reconocidos.

Psicologia Subsuelo

El hombre del subsuelo y el hombre nuevo no son más que dos caras de la misma moneda. Sólo que el hombre del subsuelo no asume que jamás podrá ser europeo, pues sus memorias describen un patético esfuerzo de querer adaptar su ser a los hábitos europeos de vida. Producto de esos esfuerzos contra natura se manifiesta el carácter trágico del subsuelo, entre ellos: el sufrimiento, la autocondena, el tener conciencia de algo mejor y, a su vez, la imposibilidad de alcanzarlo. La muestra de las imposiciones morales, el deber ser como mandato, representado por la Ley-Dios-padre, conducen a una destrucción de la vitalidad y a lo que luego pasará a denominarse como desencantamiento del mundo o malestar en la cultura.

El «hombre del subsuelo» es el primer personaje de la creación de Dostoievski (y de la literatura rusa) cuya psicología está conformada íntegramente por ideas y valores culturales que circulaban en la sociedad de la época, rasgo que anticipa la figura de Raskólnikov en Crimen y castigo y la de los héroes de sus obras de madurez. Lo que queremos decir es que la psicología del personaje no puede separarse del entramado cultural en el que éste está inmerso; al contrario, el personaje padecerá en su interior las contradicciones ideológicas inherentes a la sociedad[6].

La psicología empleada por Dostoievski en su personaje, trastoca, en varios puntos, a la psicología que implementará tiempo después Nietzsche como método en su filosofía de madurez. Como también es necesario tener presente que, en primer lugar, la psicología de Nietzsche se sitúa entre la de Schopenhauer y la de Freud (Cf. los roles de Groddeck y Jung). Se trata de una «psicología de filósofo» que gana terreno en la medida que se aleja de la influencia estético-política de Wagner. De hecho, como se mencionó anteriormente, la estética predominaba en el campo occidental. Además, Nietzsche reconoce la influencia de psicólogos como Dostoievski, Bourget y France. Por tanto, a medida que abandona la predominancia del campo estético, permite que otras metodologías ganen terreno, entre ellas, es posible encontrar una psicología incipiente desde la publicación de El nacimiento de la tragedia (1872) que concluye con la consideración de Dostoievski como un gran psicólogo durante el periodo de producción de El Anticristo (1888).

Aunque un descenso al «pozo» de nuestro propio ser resulte peligroso, a ello se debe añadir que podría considerárselo igualmente prescindible, ya que «todo da, sin embargo, testimonio de nuestro ser, nuestras amistades y enemistades, nuestra mirada y apretón de manos, nuestra memoria y lo que olvidamos, nuestros libros y los trazos de nuestra pluma»[7]. En el mundo exterior, «el dominio constante del temor sobre los deseos conforma a la persona moral»[8]. Esto suena al modelo tópico psicoanalítico (Súper Yo = temor; Ello = deseo; Yo = persona moral). Todo lo que no se descarga hacia fuera se vuelve hacia el interior. Al parecer, toda represión exterior hace que el mundo interior adquiera profundidad, amplitud, altura. «El Yo no es dueño siquiera en su propia casa», afirma Freud. El Yo, en Nietzsche, guarda relación con la memoria y la historia. ¿Olvidamos realmente o hay recuerdos que no están en nuestro poder? quizás lo que sucede en los sueños dice mucho más sobre la esencia del individuo que aquello que experimenta durante sus horas de vigilia.

La historia, desde el cristianismo en adelante, es una historia del resentimiento, del odio, de la ira, la envidia, la incapacidad, el recelo, la reacción, entre otras actitudes de este tipo. Una historia de la represión del Yo. Esto se resume en una frase de Zaratustra que dice así: «Te castigan por todas tus virtudes. Sólo te perdonan en verdad tus errores»[9]. En Nietzsche, el resentimiento es resultado de una incapacidad para el subsuelo. El peor crimen del cual pueden acusar a Raskolnikov es de haber teorizado sobre una humanidad que puede dividirse en piojos y en napoleones, o desde la teoría de Memorias del subsuelo, en el hombre nuevo y el hombre del subsuelo. Su crimen es haber teorizado una división de la humanidad. Y la acusación del crimen emerge por parte de aquellos que tienen una incapacidad para su superación y un terror a re-conocerse. La voluntad de rebaño quiere igualar para abajo y que todos se mantengan serviles e ingenuos como ovejas. Cualquier lobo es mal visto dentro de la cultura cristiana occidental. Querer castigar y juzgar, imponer malos instintos o instalar pecados, son algunos de los métodos psicológicos que implementan quienes atentan contra la vida.

¿Hacemos filosofía de nuestras carencias o de nuestras riquezas? Las primeras, dice Nietzsche, son por necesidad, las segundas, en cambio, por lujo. Las carencias y mediocridad del sistema burocrático que rige el mundo exterior alimenta, motiva, la riqueza de los pensamientos de ese mar interior. Esta breve presentación de la psicología de Nietzsche brinda elementos para retornar a las memorias del hombre del subsuelo dado que ciertos elementos de su pensamiento parten de la novela de Dostoievski. Por un lado, sirve como herramienta para analizar la relación del subsuelo con el aparato burocrático que rodea al personaje de las Memorias. Por otro lado, para estudiar la incapacidad del personaje para siquiera ser un insecto, su insuficiencia para la maldad. Hay en la novela un contraste entre la exposición de ideas que conlleva a una psicología profunda, y su estar inmersa en un realismo que se desarrolla en la segunda parte de las memorias. La causa del subsuelo es la aniquilación de la fe en reglas generales. La señal que no hay nada sagrado más que el refugio en un mundo interior.

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La sección «Especial 200 años de Dostoievski», a cargo de Octavio Libreros, presentará escritos, estudios, reseñas y opiniones sobre el bicentenario escritor ruso.

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*Lucas Gonzalo Aldonati (22 de junio de 1992, Buenos Aires, Argentina) es Profesor de Filosofía (2014) por CESBA y Licenciado en Filosofía (2017) por la Universidad Nacional de San Martín (Bs. As.). Actualmente realiza sus estudios de Doctorado en convenio con la Universidad de Freiburg sobre El concepto de genio en Nietzsche.

[1] Dostoievski, F. (2016). Aviso de suscripción a la revista El tiempo. Buenos Aires: Colihue, p. 139.

[2] Con respecto a la novela de Chernishevski, el novelista expone la larga historia del origen y formación del «hombre nuevo» y los resultados acabados de este proceso. No hay sólo una descripción del ideal socialista, sino que también se muestran los caminos que han conducido a él. No hay contraposición entre el ideal socialista y la mugre de la vida real, o entre la gente nueva y los que tienen lugar en el sótano. «Descubre en estos sótanos el aspecto sano de la mugre y ve en esto la prueba de que todas las personas son capaces de elevarse hasta el ideal socialista si cambian las condiciones de su vida» (González, A. (2016). «Estudio introductorio» a, Dostoievski, F. Memorias del subsuelo. Buenos Aires: Colihue, p. XXIII). Chernishevski quería despertar el afán por perfeccionar la vida y la naturaleza propias. Vale también resaltar que el concepto de «hombre nuevo» o «gente nueva» fue introducido por Nikilái Guerasímovich Pomialovski (1835 – 1863). La «gente nueva», el raznochínets revolucionario, portador de ideas, progresistas, revolucionaras y socialistas, liderados por Chernishevski y Dobroliúbov.

[3] «La vida privada es reemplazada por la «causa común», la «militancia» o la «revolución», es decir, por una adecuación de la personalidad individual a un patrón preestablecido de comportamiento, sirvieron a la nueva generación para acallar la voz de la propia conciencia y poder entregarse sin vacilación alguna a su programa emancipador» (González, A. (2016). «Estudio introductorio» a, Dostoievski, F. Memorias del subsuelo. Buenos Aires: Colihue, p. XXXIX).

[4] González, A. (2016). «Estudio introductorio» a, Dostoievski, F. Memorias del subsuelo. Buenos Aires: Colihue, p. XXVII-XXVIII.

[5] Esa represión de los instintos más originarios o auténticos produce, según Nietzsche, un resentimiento ante la vida y, por tanto, una voluntad de poder negativa, aquella que utilizan, por ejemplo, los sacerdotes. En el caso del psicoanálisis, son las represiones las causantes de las neurosis en los individuos, lo que conduce al denominado malestar en la cultura.

[6] González, A. (2016). «Estudio introductorio» a, Dostoievski, F. Memorias del subsuelo. Buenos Aires: Colihue, p. XXXIII.

[7] SE 1, KSA 1: 340.

[8] NF 1880, 3 [119].

[9] ZA, KSA 4, «De las moscas en el mercado».

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