TRANSGÉNERO EN SAB: UNA MIRADA AL FEMINISMO CUBANO
Por Alfonso J. Quiñones*
«Siempre tan necios andáis que,
con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis».
(Sor Juana Inés de la Cruz)
Gertrudis Gómez de Avellaneda, fue una mujer que superó —según los propios estándares permitidos— las condiciones marginadas de la época, para poder expresar en vida la crítica hacia una sociedad patriarcal palurda, que poco caso le hacía a las preocupaciones de las minorías sociales por estar inmersa en modelos consistentes de la historia socio–estructural humana. A pesar de que sus denuncias hacia la sociedad patriarcal no eran ampliamente explícitas, como podríamos decir de aquellas de Sor Juana Inés de la Cruz, sí las podemos encontrar implícitas y en ocasiones con notoriedad en varios de sus textos como Sab y en su autobiografía, en la que expresa un sentimiento de liberación de género como podemos observar en algunos de sus argumentos: «Ciertamente no tengo de qué avergonzarme delante de Dios, ni delante de los hombres. Mi alma y mi conducta han sido igualmente puras: pero tantas vacilaciones, tantas ligerezas, tanta inconstancia ¿no deben hacer concebir a aquél, a quien las confieso, un concepto muy desventajoso de mi corazón y de mi carácter?» (Autobiografía y cartas, p. 137). Esta expresión que podríamos llamar de doble sentido o sintaxis, consiste en una predicación donde desarticula el discurso hegemónico masculino y a la vez les concede a las mujeres posibilidades culturales y simbólicas que son consideradas de dominio exclusivo masculino. Así como expresa sus preocupaciones por la condición social de las mujeres en su obra Autobiografía y Cartas, lo hace de igual manera en la mayoría de sus obras y Sab, novela publicada en el 1841, no fue la excepción.
Sab es una novela que se presta a varias interpretaciones que pueden ser manipuladas de distintas maneras según la visión de cada analista. Muchos tienen la percepción de que es una obra abolicionista y quizás siguiendo los parámetros de una interpretación abierta, se pueda ver de esta manera. Así como lo comenta Albin (2007), desde la perspectiva de la sociedad colonial caribeña del siglo XIX, con el simple hecho de haber sido un esclavo mulato el personaje principal de la novela, las autoridades y la sociedad en general habrían dado alarma a un posible escrito subversivo que incitaba a romper los estándares de la sociedad hacendada de mano de obra esclavista. Esta suposición que se hizo cuando se publicó la novela, es una suposición de prejuicio en la cual no se da espacio al análisis de su verdadera crítica, aunque sabemos que luego se desenmascararía su intención más poderosa. ¿Es una novela esclavista? Desde la perspectiva del efecto que tuvo en la sociedad esclavista por la selección de los personajes y la trama de un sentimiento de amor prohibido, se puede considerar como parte de un complejo de ataque hacia lo ya establecido, pero ¿es Sab una novela donde se pretende dar un mensaje abolicionista directamente? En este caso, la respuesta es que directamente, esta no era, ni estaba cerca de ser su intención principal. A pesar de que el personaje de Sab denota remordimiento hacia el hombre blanco y sus injusticias sociales, la intención más genuina de la autora implícita va más allá de una simple crítica abolicionista.
La realidad es que la crítica principal, a base de una visión fundamentada en el análisis crítico, que quiere hacer la autora es el poner en manifiesto la esclavitud como un espejo de la mujer en todos los sentidos de su existencia y peripecias vividas por los propios esclavos, y más importante todavía, el representar a la mujer como encarnación del mulato Sab. El propósito de Avellaneda no fue el de narrar una historia de amor más o menos conflictiva, ni el de presentar una denuncia premeditada contra la esclavitud, sino el de afirmar su ideología feminista, estableciendo el paralelismo entre la situación de esclavitud de la raza negra y el estado de relegación de la mujer blanca en el seno de la sociedad burguesa.
COMPARACIÓN DE AMBOS MUNDOS: CONTEXTO Y CRÍTICA
Desde el principio de la obra se nos advierte de manera sutil e indirecta el posible tema o dirección que va a tomar la obra. El hecho de que la autora decidiera añadir esas «Dos palabras al lector», prólogo a su novela Sab, es claramente indicador de su deseo de contrarrestar algunos de los aspectos subversivos aparentes de esta novela ante una censura pública que ella misma, antes de su publicación, ya anticipaba. Analizando su «dos palabras al lector» en una cita como «Tres años ha dormido esta novelita en el fondo de mi papelera», se puede ver el uso del diminutivo como símbolo de la retórica masculina, la cual se ve forzada la mujer a utilizar, infravalorando así su capacidad creadora. En otras palabras, la autora utiliza la falsa modestia para no despertar la curiosidad del lector masculino común y en defensa propia para la redacción y expresión de sus ideas femeninas, sin consecuencias prejuiciadas desde un mismo comienzo. De ahí entonces se parte de lleno con la crítica de una novela que transciende el tiempo en cuanto a crítica de género se refiere.
Gracias al creciente aumento de las obras abolicionistas en Europa y América, Avellaneda pudo esconderse detrás del típico personaje del esclavo colonial, para penetrar en la polémica patriarcal. Pastor (1995) sustenta que Sab es un esclavo sensible, amoroso y complaciente que proyecta una imagen femenina a través de toda la novela. El mulato sigue las órdenes del Señor de B. sin objeción alguna y siempre trata a todos por igual. A pesar de tener pensamientos de desprecio hacia Enrique Otway y tener un amor oculto por Carlota, sus sentimientos siempre se suprimen y al final sus acciones concuerdan con las órdenes recibidas y con los estatutos de su condición social restringida. Al igual que el joven mulato, Carlota y Teresa están predestinadas por la sociedad patriarcal que sólo brinda dos caminos a la mujer de la época, los cuales son el matrimonio o la vida en castidad religiosa. Amorosas, complacientes y con sueños e ilusiones, la mujer en la novela no tiene más remedio que seguir órdenes y acatarse a las reglas sociales de la época, así como lo tiene que hacer el joven mulato. Carlota es un personaje virginal, lleno de sueños que están dirigidos por aquellas enseñanzas que le ha brindado la sociedad. Su único camino está predestinado y es el de casarse con un hombre que acomode la necesidad de ambas familias, en especial aquella necesidad extranjera, europeo–burguesa, que busca el lucro por medio de la trata femenina en las islas caribeñas como un objeto de ingreso económico.
Sab es el reflejo de las mujeres, y todas las acciones y peripecias que vive este personaje son un reflejo claro de la situación de la mujer, hasta el punto de formular que el propio Sab, encarna a una mujer dentro del cuerpo de un hombre, el cual probablemente sea la estrategia más impresionante que utilizó Avellaneda para llevar a cabo su crítica exhaustiva. La poderosa elaboración de Sab, el mulato «femenino», y el de las protagonistas femeninas constituye incluso el paralelismo que muestra la rebelión, puesto que son auténticas voces femeninas, que de un modo u otro, articulan la relación problemática entre los sexos en la sociedad patriarcal. Como Brígida Pastor destaca: «La otredad compartida por los ‘no blancos’ y la mujer, como sujetos diferentes, el paralelismo entre la retórica de la opresión sexual y la opresión racial, conforman la dinámica raza–género». Más allá de ser una simple novela romántica, como aseguran muchos, o de ser una crítica leve a la esclavitud y a la sociedad patriarcal, el autor implícito se vale estratégicamente del personaje de Sab como carta de presentación personal. Avellaneda posee a Sab, y Sab son todos los anhelos de una crítica contundente, lo cual demuestra el increíble paralelismo e intercambio que evidencia la voz narrativa. Como afirma la crítica investigativa de Araujo, Sab es un hombre, pero como hombre subyugado, representa lo que muchos autores llaman el «otro» hombre, o la representación del espejo en el que se mira la mujer.
Al final de la novela es el momento en donde nos queda más explícita dentro de la narración la comparación reflexiva que se hace del esclavo dócil con la mujer. La lágrima que Carlota derrama sobre la carta de Sab sugiere el despertar de Carlota a las limitaciones y restricciones que como mujer sufre en la sociedad, y la posibilidad de sobreponerse a ellas, de enfrentarse a la situación y superarla, todo esto visto a través de lo que le transmite Sab con igual deseo de haber sido libre de toda subyugación. Además, el contenido de la carta denota la crítica más fuerte de la novela que se resume en una analogía de la esclavitud negra con la mujer de la sociedad colonial. Cuando Sab, aludiendo a su amor por Carlota, escribe a Teresa: «¡Oh, las mujeres! ¡Pobres y ciegas víctimas! Como los esclavos, ellas arrastran pacientemente su cadena y bajan la cabeza bajo el yugo de las leyes humanas. Sin otra guía que su corazón ignorante y crédulo eligen un dueño para toda la vida» (p. 271). El punto donde termina de exponerse la crítica más expresiva es cuando la carta trata de poner en manifiesto la situación de la mujer como una condición aún peor que la del hombre cuando dice «éste, al menos, puede cambiar de amo, puede esperar que juntando oro comprará algún día su libertad» (p. 271). Podemos ver la visión de la mujer como un ser que sufre de los males sociales de igual o incluso de peor manera que los propios esclavos. El manejo de Sab como espejo de los personajes femeninos, es lo que permite llevar a la autora el mensaje contundente de la época y sin lugar a dudas logró su cometido. Avellaneda es Sab y Sab es Avellaneda.
EL ESCALVO MULATO Y LA MUJER COMO UN SOLO ENTE
¿Por qué utilizar a Sab «el esclavo dócil» como símbolo y espejo de la mujer? Haciendo un análisis crítico desde la perspectiva de las distintas focalizaciones que se hacen en la novela a través de cada personaje, se entiende un propósito bastante convincente de parte del autor implícito. El valerse de Sab es una manera real de exponer el «otro hombre» como nos lo expresa Araujo en su libro, pero no simplemente el «otro hombre», sino un hombre que no es ni esclavo común negro, ni hombre blanco predominante en la sociedad, o sea que Sab es la representación clara de la condición de la mujer. Sab no es abusado como los demás esclavos, en parte porque no es «puro» y hay un conocimiento de que su padre es blanco. Al Sab no ser parte de los esclavos negros comunes y tener una posición un poco privilegiada dentro de la casa, nos da una sugerencia bastante interesante como un ente igual o paralelo a la mujer. El mismo Sab nos deja saber su condición, la cual resulta significativa para la interpretación de este análisis «Jamás he sufrido el trato duro que se da generalmente a los negros, ni he sido condenado a largos y fatigosos trabajos» (p. 109).
Al igual que la mujer que vemos en la narración, Sab está en el medio de dos mundos; no es tratado como a un esclavo típico, pero tampoco posee los derechos y la libertad del hombre blanco, y es aquí donde vemos la imagen dibujada en palabras de la mujer criolla de la Cuba colonial del siglo XIX. El que Sab sea un esclavo mulato con privilegios y con modales, es lo que permite a la autora implícita meterse dentro del personaje y crear el paralelo de raza–género. Tanto Teresa, Carlota y Sab tienen ilusiones y tienen ciertas libertades para cumplir algunas de ellas ya predestinadas por la sociedad (alcanzar la ilusión de ser libre, casarse o pertenecer a la religión), pero sus verdaderas ilusiones y sus sueños más profundos al final quedan destrozados por la sociedad y sus estatutos. Sab y su descripción tienen un propósito llamativo y el reflejo de la mujer con el mismo es evidente en esta novela. Bajo la mancha zafia de una sociedad predestinada, Sab dio un paso adelante en la expresión hacia la libertad incondicional del ser humano, en este caso: la de la mujer.
Obras citadas
Albin, María C. «El Costumbrismo Feminista de Gertrudis Gómez de Avellaneda.» Anales de la Literatura Hipanoamericana 36 (2007): 159-170. Print.
Araújo, Nara. El alfiler y la mariposa. La Habana: Editorial Letras Cubanas, (1997).Print.
Gomáriz, José. «Gertrudis Gómez de Avellaneda y la Intelectualidad Reformista Cubana: Raza, Blanqueamiento e Identidad Cultural en Sab.» Caribbean Studies 37.1 (2009): 97-118. Print.
Gómez de Avellaneda, Gertrudis. Autobiografía y cartas de la ilustre poetisa Gertrudis Gómez de Avellaneda. Michigan: University of Michigan library, (1914). Print.
Gómez de Avellaneda, Gertrudis. Sab: prose by Jose Servera. Madrid: Cátedra, (2007). Print
Pastor, Brigida. «Cuba’s covert cultural critics: The feminist writings of Gertrudis Gómez de Avellaneda.» Romance Quarterly 42.3 (1995): 178.
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* Alfonso José Quiñones-Rodríguez es licenciado en historia y pedagogía de la Universidad Interamericana de Puerto Rico. Termina una maestría en Literatura y Cultura Hispanoamericana en la Illinois State University en donde también se desempeña como profesor. Próximamente comienza estudios doctorales en el campo de la literatura hispanoamericana y portuguesa en la University of Pittsburgh. Poseedor de premios nacionales por su desempeño en la pedagogía, también se desenvuelve como Investigador de la cultura y literatura negroide, feminista y política del Caribe. Ha escrito y publicado artículos centrados en tales temas, incluyendo entrevistas con renombrados personajes del ámbito caribeño y sudamericano. Admirador ferviente de lo real maravilloso y los escritores vanguardistas latinoamericanos, también gusta leer cuentos y novelas de ciencia ficción en su tiempo de ocio.
Me dio con rebuscar sus ediciones antiguas (según lo que me habeis recomendado) y he llegado a esto. Este artículo es impresionante y contiene un análisis innovador de esta novela tan apreciada por la población cubana y caribeña. Estoy en medio de una publicación concerniente a Avellaneda y me gustaría conversar con el autor de este artículo para ver su punto de vista feminista ampliado. Si me podrían comunicar con Alfonso, sería genial. Excelente exponencia.