EN LOS VERICUETOS DEL NO SER
Por Jorge Martín Bocanegra*
«En el pórtico está la clave
de lo que hay que entender
previamente».
(Lenzo Brenzi: Por las siluetas del agua)
EN VOZ DE LOS FANTASMAS
Por razones de programa y de sistema asentados en los circuitos del prestigio académico, con las primeras líneas del artículo se abre y se cierra un marco contextual, que puede ir de lo comparativo histórico, pasando por lo analítico semiótico, hasta llegar a lo expresivo sin más, o bien, puede ser un marco contextual conducido por el uso de limitaciones conceptuales propuestas a guisa de objetos presentados para su discusión y análisis. Pero sea cual fuere el tipo de marco contextual decidido planamente —esto es, por plan y tradición mental—, lo cierto es que no se puede, o mejor, no se debe prescindir de las voces autorizadas para componer las bases fundamentales en que escucharemos el contrapunto del artículo o ensayo en cuestión.
En tal caso, las figuras de autoridad deben ir acompañadas con relieves que hagan clara referencia del lugar de donde proceden, pues sólo así —según se sabe— aseguran credibilidad cartesiana y dan confianza epistemológica a los atentos lectores. Junto con estos relieves con los que se habrá de marcar territorios —o campos de estudio— definidos desde muy particulares disciplinas, el autor del artículo o del ensayo habrá de dar uso —en su discurso exponencial— del humilde y honesto nosotros incluyente —aunque también, y por consecuencias inevitables, al final de cuentas acaba siendo excluyente—, por el que sin dudas la voz cantante estará siempre acompañada y moderada con los saberes y los conocimientos corales ‘ad hominem’. Tras el incipit modulado con las fuerzas de una actualidad académica a prueba de rumores y de sentido común soslayable o prescindible, el autor propondrá marbetes con los que organizará el cuerpo textual. En éstos ya se estará viendo la filiación de donde ha alimentado el músculo de aprendiz de brujo el autor del artículo o del ensayo. En suma, se le podrá reconocer sus modos preferenciales en que sustenta —a ciencia cierta— el valor de su exposición y la plusvalía subsecuente que procede según la tesitura enmarcada por las figuras y voces relevantes del concierto de sapiencia iluminadora, generalmente denominado cultura occidental.
UN CASO DE AGONÍA PERIFÉRICA
Sin hacer mucho ruido blanco en los centros neurálgicos donde se resguarda la sapiencia occidental desde hace ya varias décadas, se ha dado el caso de una agonía periférica en el Departamento de Estudios de la Realidad en que trabajó por dos décadas Lenzo Brenzi para la Universidad de Altos Estudios de Anahuac. Brenzi, cuyos primeros trabajos académicos fueron de corte antipsiquiátrico y que luego tomaron la fuerza del antipsicoanálisis, hicieron nulo efecto entre los profesores adscritos a los programas de investigación en conductas antisociales [1]. El caso es que Brenzi, con una docena de libros publicados y un centenar de artículos académicos en diferentes revistas de prestigio internacional, ha dado noticias de su retiro para continuar bregando contra los centros duros de poder institucional. Esto lo supimos porque en su última conferencia, que dio en el mes de octubre del 2011 en el Departamento de Estudios de Neoestética y Filosofía del Caos de la Universidad de El Cairo, dijo: «Queridos colegas, entrañables amigos, desde este día yo, Lenzo Brenzi, abandono los trabajos de investigación que venía realizando desde principios del nuevo milenio. Ignoro si tendré humor y fuerzas para retomarlos en años posteriores, pero lo cierto es que me declaro cansado y débil para enfrentar todo aquel mundo de teorías del que siempre estuve huyendo, por la única preocupación de no enfermar o sucumbir a los parásitos de que se alimenta la grandeza en tierra de nadie. Ironías de la vida: no me hizo más fuerte mi enemigo sino más imbécil».
Después de declarar tales pensamientos, Brenzi continuó exponiendo lo que llamó Un caso de agonía perfirérica.
EN LOS VERICUETOS DEL NO SER
Aunque hablar de épocas no es garantía de nada definitivo ni definitorio sino nada más que un modo arbitrario y convencional para dar significación —con pretensiones históricas o cientificistas— a hechos o acontecimientos de la vida cultural, el objeto de nuestro último parágrafo tendrá como marco histórico de contexto la llamada época postmoderna. Con esto estamos diciendo que estamos dentro de una época en la que el ser no es lo que parece, que el ser no es a lo que se llega por diferentes ontologías y ni mucho menos que el ser sea algo en lo que valga la pena invertir la energía neuronal. En síntesis, consideramos que los vericuetos del no ser vienen a significar los distintos modos por los que las sociedades postmodernas o hipermodernas conducen los objetos de valor [2].
Bajo estos presupuestos decimos que para ir junto con las fuerzas de la evolución y desarrollo cultural en esta época postmoderna o hipermoderna, el ser se ha vuelto insoportable, ha comenzado a ser visto más como un obstáculo que como una vía para comprender las rutas de realización social. En breve, decimos que el ser se ha hecho un bulto que pesa y estorba para moverse dentro de las danzas de la posmodernidad. Tal parece que en la renuncia a ser o en la negación a ser se halla la condición suficiente para estar adscritos en los diferentes proyectos de vinculación sociocultural. Quien piense y crea que el ser es algo verdadero y fundamental, bien puede que acabe siendo investigado por las policías del pensamiento y, en caso de mantenerse firme en tal convicción de otras épocas, es muy probable que se lo juzgue y se lo sentencie a las peores humillaciones.
Lenzo Brenzi resulta, entonces, un caso paradigmático para comprender los riesgos que se corren de expulsión de los círculos de prestigio intelectual, esto es , de los círculos nucleares de poder institucional, toda vez que se siga creyendo y pensando —como lo continuaba haciendo él— sobre fundamentos ontológicos. Pero al igual que Brenzi, no dudamos que todavía hay —en el mundo de las artes y humanidades— investigadores y artistas, escritores y poetas que padecen la intoxicación del ser, y que andan por el mundo con un pie entre los abismos nietszcheanos y con el otro en el cielo de las ideas platónicas.
APUNTE FINAL
Nada hay más desgarrador que estar a la espera de los veredictos. Según confesiones de Lenzo Brenzi para con sus más cercanos colaboradores y amigos, siempre experimentó la pérdida del ser toda vez que envió cada uno de sus manuscritos a consejos editoriales. Sobre todo la pérdida era completa cuando se vio obligado a comprar la publicación y edición de cada uno de sus libros. Palabras suyas con las que justificó esto último fue: «No he sido el único ni lo seré jamás. Ser original en las ideas conlleva su alto precio. Quienes conocen la obra de los grandes saben bien que las obras de éstos fueron obras pagadas con el sacrificio de una economía familiar. El pensamiento bellaco y servil es fácil de manipular para beneficio de intereses de grupo».
El último libro que publicó Lenzo Brenzi fue el que utilizamos para nuestro epígrafe: Por las siluetas del agua. Se trata de un conjunto de ensayos que tienen, al mismo tiempo que la sutil fuerza de las gotas del agua, la ilusión de estar sin reposo y con toda la angustia por tratar de asir el inconsciente diurno.
NOTAS
[1] Estamos hablando de la década de los 80 en las universidades norteamericanas y europeas. Se explica esto porque para esa época tenían mucho más fuerte presencia autores como Foucault, Deleuze, Derrida, Guattari y otros, y ya no tanto Lacan ni Cooper ni De Lang. Por tanto, era casi imposible que Lorenzo Brenzi tuviera siquiera un guiño a su favor por parte de los analistas y críticos del poder en sus múltiples variantes interdisciplinarias.
[2] Lo interesante es que estos objetos de valor (las ciencias, las artes, los sistemas de educación, etcétera) aparecen comprendidos por un estado de cosas caracterizado por la incertidumbre y la caosmosis, el cual acaba adquiriendo los rasgos de lo indefinido; claro reflejo de lo que aquí llamamos los vericuetos del no ser.
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*Jorge Martín Bocanegra es originario de Guadalajara, Jalisco, México. Estudió música en la Universidad de Guadalajara, y en esta misma casa de estudios, obtuvo el título de Licenciado en Letras Hispanoamericanas, con la tesis «Apostiullas a la Consagración de la primavera, de Alejo Carpentier». Se doctoró en Filología Hispánica en la Universidad de Córdoba, España. Actualmente reside en Austin, Texas. Se desempeña como Lecturer en la Universidad de Texas, en Austin. En Departamento de Español y Portugués imparte cursos de Gramática Avanzada y de Lingüística. Ha publicado los siguientes títulos literarios: Lateralidades (relatos; 1997, Secretaría de Cultura del Gobierno de Jalisco)
Umbrales y paisajes (relatos; 2006, H. Ayuntamiento de Guadalajara / Arlequín) Nubes alas destrozo (novela corta; 2006, Editorial Humo) Ámbar (novela corta; 2008, Secretaría de Cultura del Gobierno de Jalisco) Tres voces distintas y una coda (poemario, 2011; Tinta Nueva, México). También ha publicado artículos académicos y colaborado en libros colectivos en el campo del Análisis Crítico del Discurso. Durante varios años mantuvo las siguientes columnas periodísticas: «Agua de sol» : 1994—1997(El Financiero, edición Jalico), «Errancias», 1997—2001 (Suplemento Cultural, «La cultura en Occidente», del diario El Occidental). En este mismo suplemento,además, fue el encargado de la sección de música. Actualmente, mantiene un blog Instantario: https://bocanegra60instantario.blogspot.com en el que va publicando trabajos poéticos, breves ensayos y narraciones.