Literatura Cronopio

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Poesia Tu

¿POESÍA ERES TÚ?

Por Susana Maroto Terrer*

¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía eres tú.
(Gustavo Adolfo Bécquer)

Poesía… poesía… La poesía, tal y como se la conoce hoy en día (es decir, como un texto, en formato «light», ininteligible para la mayoría de lectores), se ha sentado en el frío suelo de la insensibilidad y el olvido.

Yo… yo misma he sido incapaz de dedicar más tiempo a los versos del estrictamente necesario para llevar a buen puerto mi carrera. Confieso que siempre fue una espinita que tuve clavada por mis eternas y constantes inseguridades, por creerme incapaz de comprender la belleza de los buenos poemas y echar por traste, así, la grandiosa labor de sus autores.

La poesía es el bagaje de la belleza. Ya nos adelantaba Bécquer que poesía no es un texto en versos que requiere una técnica más o menos complicada sin más (desde luego que no se puede comparar en este aspecto la poesía latina con la contemporánea); poesía es cualquier halo de belleza que encontramos a nuestro alrededor y nos produce alguna sensación o nos clava un brillo en la mirada. Y añadía que incluso la poesía podía vestirse bien de verso, o bien de prosa (todos sabemos de la existencia de poemas en prosa o relatos con inimaginables imágenes poéticas y un estilo muy cuidado). Aquí manifiesto un ejemplo de mi propia cosecha:

Oigo el vuelo de tus párpados como latigazos en mi sien y pierdo
la cordura, ausente en el artista. Son latigazos placenteros porque
descubren la mirada almática más cálida que yo he podido penetrar.
Sus alas son la libertad de mi inspiración cautiva, revierten el flujo
sanguíneo de mi cuerpo, y alimentan mi mente e inducen a mi mano
a marcarse un tango con el papel en blanco. Y el folio virgen y puritano
enciende sus venas, que laten en negra sangre. Laten historias: la tuya
y la mía, la nuestra. Y la de nadie más, porque no hay más vida que
saberte y saborearte mío. No hay más eco que el de los tiernos
susurros de tus labios en mis oídos, ni más tristeza que el pensamiento
de que tu mente o tu corazón se olviden de las húmedas caricias que
mis labios bailaron en tu torso. Y no hay voz más seductora y encantadora
que tu voz de niño travieso, ni alegría más entrañable que soñarte todas
las noches y despertar cada amanecer viviendo la realidad de mi sueño.
Y no existe realidad más placentera y satisfactoria que posar mi aliento en
la belleza de tu cuerpo, que es mío, solo mío: mío y de la pluma que
acompaña el striptease de mi alma.

También es cierto que el concepto de belleza es muy relativo y manifiesta diversas formas, dependiendo de los ojos que la miren. Daría lo mismo. A lo que el genial poeta sevillano se refería es a que poesía es algo que produce una emoción o sensación placentera, cualquier cosa: una imagen, una mirada, una sonrisa, un sintagma, una escultura, un monumento, un olor, un paisaje… Después habría que llevar al papel esa poesía y convertirla en verso o en prosa, algo de lo que no todos los escritores pueden jactarse (yo, sin ir más lejos).

Hay una obra, en especial, que tira por tierra lo que yo siempre he admirado y amado de la poesía en verso: Arde Babilonia, de Roger Wolfe.

Cuando leí este pequeño poemario quedé totalmente defraudada y confusa. ¿Cómo puede hablarse de poesía cuando el autor trata temas más o menos serios con esa vulgaridad? Todo tiene su contexto y su circunstancia. No puede escribirse un poema con el mismo registro que una persona pueda emplear en un ámbito más coloquial o familiar. En mi opinión no es la forma de proceder, no sé si será la forma de llegar al lector (espero que no). Se me ocurrió hacer un informe sobre el libro, quizá os ayude a entender mi postura:

DATOS TÉCNICOS

Título original: Arde Babilonia
Autor: Roger Wolfe
Número de páginas: 86
Editorial: Visor libros
Idioma original: español

POR QUÉ ESTA OBRA ES UNA RUPTURA

Ruptura total con lo que siempre se ha considerado poesía, con diversidad tanto en la forma como en el contenido.

Se trata de una serie de poemas, por lo que no hay un argumento; más bien podríamos hablar de un hilo argumental y de unos temas que destacan sobre otros. El hilo del que tira el escritor para revelarnos lo que él pretende es una serie de sucesos de la vida cotidiana, nada extraordinarios o sobrenaturales, sino grises, rutinarios, ausentes de heroísmo, pero que reflejan la verdadera naturaleza del ser humano.

Se tratan temas de actualidad, como el sexo, las drogas, las infidelidades, la falta de memoria, lo urbano, la política, los medios de comunicación y de transporte… Incluso el escritor se atreve a tratar asuntos serios y universales, como el paso del tiempo, la muerte, enfermedades como el cáncer, el acto de escribir, sentimientos… Todo ello empapado por la lluvia del humor. Y ese contraste entre temas trascendentales y forma humorística es lo que destaca en esta obra.

Sus personajes son seres vulgares, normales y corrientes que llevan vidas convencionales. Aparecen tanto personajes en tercera persona, por ejemplo Linda, una ninfómana de 82 años con cáncer de pulmón, superviviente de la guerra que muere por falta de aire a causa de la enfermedad que le aqueja, así como en primera (el «yo» poético).

Los personajes simplemente sobreviven como pueden a la desesperanza y la mediocridad.

En cuanto al lenguaje y la técnica literaria, el autor emplea un lenguaje terso y llano, totalmente coloquial, y hasta vulgar, con tendencia a la sobriedad, la precisión, la naturalidad y la parquedad, como es típico en el realismo sucio o minimalismo literario.

El narrador, tanto en tercera como en primera persona, no juzga ni analiza nada de lo que allí ocurre: simplemente lo muestra con minuciosidad absoluta, sin expresar ningún juicio de valor. Apenas se emplean figuras retóricas (alguna comparación, alguna imagen poética y algunas referencias literarias a Balzac, Villon, Dostoievsky, Baudelaire, Baroja o Faulkner, entre otros), pero siempre huyendo de las moralejas y dejando las historias abiertas, de forma que, en algún momento parece que va a suceder algo crucial, pero su historia se cierra sin que los conflictos cotidianos que están viviendo queden resueltos. Las descripciones son mínimas, predominando la acción.

Esta obra puede resultar original y diferente a lo que estamos acostumbrados en cuanto a poesía se refiere. El título resulta muy acertado en cuanto a la ruptura que supone la forma con lo anterior y también en cuanto a la reiteración del tema de la lascivia y la soberbia. Por contraparte, el planteamiento visto así promete muy pocas emociones, tanto en forma como en contenido. Puede escandalizar a algunos lectores y producir risas a otros.

Si yo diseñara la portada, en esta habría fuego, como símbolo de pasión (en relación a que se identifique Babilonia con la lascivia) y como símbolo de ruptura, combustión o destrucción (en relación a la forma y estilo empleado por el autor). Busquen y lean el poema «La muerte es la única vergüenza», de Roger Wolfe y juzguen ustedes mismos.

No podemos permitir, mis animados lectores, que ocurra con la literatura lo mismo que Duchamp hizo con el arte exponiendo en una galería artística una taza de wáter. Luchemos contra la ruptura de lo anterior y la búsqueda de la originalidad irracional y sin escrúpulos. Es la diferencia entre una literatura delicada y de calidad y una literatura comercial que solo busca vender.
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* Susana Maroto Terrer es licenciada en Filología Hispánica de la Universidad de Zaragoza, tiene 25 años. Es correctora de estilo. Ha escrito una novela conjunta con una compañera de la universidad. Ha sido finalista en un par de concursos, y su poema «lágrimas de plata» aparece en una colección intitulada Palabras entre el centeno. Es colaboradora de las revistas sorianas Arena y cal, y La pluma. Su blog: laplumapalpitante.blogspot.com

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