Literatura Cronopio

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Pavos gitanos

PAYOS Y GITANOS EN UN CUENTO DE TITO LOSADA

Por Francisco Burgos-Suárez*

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, define estereotipo como: «Imagen o idea aceptada comúnmente por un grupo o sociedad con carácter inmutable», lo cual me parece una aproximación bastante exacta de la idea de Bhabha.

Para Homi Bhabha, y según su artículo The Other Question, estereotipo significa fijeza. Es la formación de una idea predeterminada y fija, inamovible, e influenciada por las corrientes de poder que gobiernan los pensamientos, la desconsideración de lo que él denomina el «otro». Podemos tomar la siguiente cita de Bhabha como base del estudio que realizaremos acerca de los estereotipos que creamos para justificar la discriminación, que dice:

«Fixity, as the sign of cultural/historical/racial difference in the discourse
of colonialism, is a paradoxical mode of representation, it connotes rigidity
and an unchanging order as well as disorder, degeneracy and daemonic repetition» (p. 94).

El concepto de «fijeza», según Bhabha, ofrece la idea contraria a mente abierta, apertura cultural, conocimiento del origen de los acontecimientos históricos, aceptación de las diferencias, huida de las imposiciones colonialistas. Da la impresión de dejarse llevar por la corriente de opinión pública, más que por el esfuerzo por experimentar, a través del contacto directo y personal con el otro, la realidad como algo vivo, cambiable y dinámico.

En España, al menos durante el período democrático, han existido ciertos estereotipos que han llevado a confusión. Se ha dicho, por ejemplo, al menos yo personalmente así lo he oído, que los andaluces son unos vagos, los catalanes unos tacaños, los aragoneses unos testarudos, como aspectos negativos; también se ha dicho que los vascos son muy trabajadores, los castellanos son los más puristas de la lengua castellana, que «Alacant es la millor terra del mon» (Alicante es la mejor tierra del mundo), que los gallegos son los más emigrantes de España, o que los canarios son muy alegres y divertidos, como aspectos positivos. También se suele conocer España, fuera de sus fronteras, como un país que tiene mucho sol y buenas playas, donde se come paella y tortilla de patatas, se baila flamenco y sevillanas y se ofrecen corridas de toros como espectáculos aceptados por la mayoría del país (cuando las estadísticas dicen lo contrario).

Todas las anteriores opiniones, por tanto, forman parte de ese conjunto de estereotipos que construyen la idea de una nación, más o menos alejada de la realidad. Podríamos decir que en todos los casos estamos hablando de medias verdades, que como dice el dicho: «una verdad a medias es una gran mentira».

Volviendo a Bhabha, estamos hablando de una cuestión de interpretación, cuando menciona que el objetivo del discurso colonial es «construe the colonized as a population of degenerate types on the basis of racial origin, in order to justify conquest and to establish systems of administration and instruction» (p. 101).

Bhabha reflexiona sobre la descompensación entre el fuerte y el débil, el poderoso y el pusilánime, el rico y el pobre, el colonizador y el colonizado, lo que produce ese abanico de estereotipos de los que hablábamos antes.

Siguiendo con esta idea de los estereotipos, en el cuento Entre Payos y Gitanos, de Tito Losada, vemos un estereotipo más, el de los gitanos como grupo nómada, que no acepta las normas fijas de una sociedad que presume de «civilizada», cuya mayoría no va a la escuela, que no piensan más allá del día a día, que recogen cartones y chatarra en la calle, que son violentos, que viven descalzos y sucios («mira qué sucia es la gitanilla» p. 148), y que encima de todo esto, tienen buenas pensiones, nunca pagan las multas y prácticamente les regalan las viviendas. Lou Charnon-Deutsch, en su artículo Travels of the Imaginary Spanish Gypsy, nos amplía el espectro de estereotipos sobre los gitanos: «If the Spanish gypsy was collectively imagined as passionate, mysterious, physically attractive, bizarre, primitive, tragic, musical, demoniacal, anarchic, lazy, deadly, a symbol for freedom and poetic liberty (to name the most common stereotypes)» (p. 32). Entre estas caracteristicas, encontramos algunas positivas, otras negativas, y otras que podríamos considerar neutrales. Isabel Santaolalla, en su artículo Ethnic and Racial Configurations in Contemporary Spanish Culture, añade más en profundidad el problema histórico del gitano en España, cuando habla de la discriminación sufrida por este colectivo a pesar de haber vivido casi cuatro siglos en el país. Santaolalla habla de un grupo marcado por la criminalidad y la marginalidad, o el aprovechamiento en otras ocasiones del sentido exótico y auténtico que este grupo puede ofrecer a los turistas que vienen buscando una España folklórica y festiva asociada a la cultura gitana (p. 58).

Sin embargo, Losada nos muestra la realidad de una familia gitana totalmente integrada en la sociedad. El padre es un periodista que viaja bastante, que conoce diferentes idiomas, y que manda a su hija a un colegio público y diverso, todo lo cual hace injustificable el comportamiento de los compañeros de la escuela de la niña, al igual del de sus profesores y, sobre todo, de su directora. Pareciera que el único argumento para no aceptar a la niña es el de «gitanilla sucia». Es posible que el color de piel de los gitanos, más o menos oscura, hace pensar que presenta un estado de suciedad cuando se trata simplemente de una diferencia con el entorno en el que le ha tocado vivir. Esto contradice la idea de Benedict Anderson, que en su libro «Imagined Communities» habla del concepto de nacionalidad como algo que debería ser «natural, in the sense that it contains something that is unchosen (much like gender, skin color, and parentage)» (Patriotism and Racism).

Efectivamente, la hija del periodista no elige su color de piel, ni su pelo rizado o su ropa, ni el lugar en el que nace, ni los padres que tiene. De hecho, ella misma no entiende la diferencia entre los gitanos y los payos, cuando el padre-narrador dice que «[ella] me dijo que no entendía qué significaba eso de gitanos o de gitanilla» (p. 148).

Este concepto de la diferencia, del «Otro» como parte ajena o extraña en vez de integrada, la desarrolla Daniela Flesler en su artículo Difference within and without, cuando habla de la lucha interna de una España democrática que se debate entre vender el lema «Spain is different» como algo exótico, atractivo, o aceptar el lema represivo de los países europeos más poderosos, el de mantener una nación pura, alejada de «rotten member of the Spanish body» (el miembro podrido del cuerpo español —la traducción es mía)— p. 21.

Volviendo al cuento de Losada, el padre gitano se esfuerza por minimizar las características que identifican a la raza gitana, con el fin de que su hija no se sienta, precisamente, un miembro extraño y podrido entre el cuerpo español, sino como alguien totalmente integrado en la sociedad a la que pertenece. De ahí que exprese: «Yo siempre le he comprado las mejores cosas traídas de todas partes del mundo […] Por eso no puedo entender por qué descalifican a mi hija» (p. 148). Es significativo el esfuerzo que hace este padre gitano por ofrecer una educación basada en «todas las partes del mundo», lo que indica la mentalidad cosmopolita, alejada de la idea colonialista de la que habla Flesler.

Según Bhabha, esa idea arcaica de pureza racial nos lleva a estereotipar a las personas, etiquetarlas desde una perspectiva subjetiva, condicionada por la influencia subversiva, casi inconsciente de los medios de comunicación. El autor añade que «the subject’s desire for a pure origin that is always threatened by its division, for the subject must be gendered to be engendered, to be spoken» (p. 107). Es la idea de que mezclarse es dividirse, lo cual convence muchas veces de que el racismo existe desde que se mezclan precisamente culturas diferentes, cuando se podría evitar esa violencia simplemente separando los grupos de forma natural.

El padre gitano de nuestro cuento, sin embargo, se empeña en demostrar lo contrario, es decir, que la riqueza se encuentra precisamente en las diferencias: «Mire, cuando yo viajo por el mundo me preguntan en las ruedas de prensa que de dónde soy y yo les contesto: de España, soy español y gitano. ¿Sabe? Mi bandera es la misma que la suya aunque haya partes del mundo que no sepan lo que es España ni dónde están hasta que no oyen las palabras gitano y flamenco. Yo, gracias a Dios, soy GITANO, FLAMENCO Y ESPAÑOL, y aunque no lo crea, al cabo de un año, hago más cultura que usted en toda su vida» (p. 150). Considero este párrafo un excelente resumen de la idea de que los estereotipos existen desde una perspectiva negativa porque los vemos como diferencias irreconciliables, cuando podrían ser elementos integradores que formen parte de la riqueza que ofrece la diversidad.

David Corkill, en su artículo Race, Inmigration and Multiculturalism in Spain, habla del origen del período democrático español, en su teoría constitucional, como un momento de reflexión hacia la reconciliación entre las culturas diferentes en España, y el alejamiento de los estereotipos del franquismo basados en un pensamiento centralista. Este autor apunta lo siguiente:

«In a reaction to the authoritarian era, the emphasis was now placed
on national reconciliation and convivencia, or living together»
(Edles, 1998, pp. 50-1)

En el texto constitucional, sigue Corkill, se reconoce «la diversidad, el pluralismo cultural y la hetereogeneidad» (p.51).

Tras casi 37 años de democracia en España, no obstante, parece todavía difícil eliminar esos estereotipos para conseguir la unidad cultural y nacional. El padre gitano del cuento que estamos analizando termina por rendirse a la evidencia del fondo racista, que rechaza porque dice que «te puedes equivocar y que no se puede juzgar a la gente por su cultura, por su color de piel o por sus rasgos. Al final, todos somos iguales, tenemos los mismos órganos en el cuerpo y el mismo corazón. Si te caes, lo mismo te duele a ti que a mí» (p. 150). Es interesante esa idea de un cuerpo con miembros diferentes pero todos igual de necesarios, al tiempo que los unos se preocupan y sufren por los otros.

Es posible que esta reflexión haya sido tomada de la Biblia. Hay dos referencias que me gustaría tomar de dicho libro, con el fin de apoyar la importancia que Losada pone en la reflexión de que todos pertenecemos a un mismo cuerpo, aunque representamos miembros muy diferentes, con funciones distintas:

«Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros,
pero no todos los miembros tienen la misma función»
(Romanos 12:4, versión Reina-Valera)

En otro libro bíblico, su autor, el apóstol Pablo, menciona que el hecho de que un miembro sea diferente, no quiere decir que sea extraño o innecesario para el servicio de ese mismo cuerpo. Teniendo en cuenta que está hablando en el contexto del cuerpo como comunidad, y de sus miembros como personas activas asociadas a dicha comunidad, el apóstol acentúa la importancia de aceptar las diferencias y rechazar los estereotipos como extraños o más importantes los unos que los otros (I Corintios, cap. 12). Tomando como ejemplos sólo algunas frases de este pasaje, aprendemos lo siguiente:

«Si el pie dijera: como no soy mano, no soy del cuerpo, no por eso
dejaría de ser del cuerpo» (v. 14-15); «El ojo no puede decirle a
la mano: no te necesito […] al contrario, los miembros del cuerpo que
parecen más débiles, son los que más se necesitan» (v. 21-23). «Si
un miembro del cuerpo sufre, todos los demás sufren también; y si
un miembro recibe atención especial, todos los demás comparten
su alegría» (p. 26).

Retomando el cuento de Losada, la directora del centro da, a mi entender, la clave para eliminar los estereotipos que nos hacen muchas veces más subjetivos, por falta quizá de un conocimiento más amplio de la situación: «Creo que me acabas de dar una buena clase de cultura y de humanidad» (p. 150). Al fin entiende que la pertenencia a una cultura diferente no tiene por qué separar, sobre todo si se apela al lado humano, donde todos deberíamos ser iguales tanto en derechos como en deberes, según reconoce la Constitución Española en particular, y la Comunidad Europea en general.

Extrapolando estos estereotipos al caso de los gitanos, Losada nos insiste en presentar una España de los últimos años de la democracia formada, no ya sólo por gitanos y payos, sino también por «marroquíes, ecuatorianos, negros y chinos entre otros» (p.150). El gitano en España ya no es un estereotipo aislado, sino que encuentra solidaridad en otros grupos étnicos que han ido llegando al país de forma masiva y diversa.

David Corkill, en su artículo Race, Inmigration and Multiculturalism in Spain, nos dibuja el marco de la discriminación en España contra los gitanos. Primero con Franco y más tarde con los países más poderosos de la Comunidad Europea, y bajo la excusa de mantener una sociedad pura con el fin de preservar el reinado del discurso popular de la «otredad», Corkill añade que si bien la Constitución de 1978 prohibió la discriminación étnica y racial, especialmente contra los gitanos, la sombra es alargada sobre los estereotipos comunes y extendidos contra los gitanos como personas vagas para el trabajo, ladrones compulsivos, y una vergüenza para España en lo concerniente al tráfico de drogas en sus comunidades.

Losada nos traslada en el tiempo unos quince años atrás, tras el incidente de su hija en la escuela, cuya actitud estereotipada justifica de la siguiente manera:

«Actualmente mi hija tiene 21 años, y hace poco me confesó que
cuando era niña y estaba en el recreo, después de que sus
compañeros le dijesen groserías, ella se miraba y pensaba
desconcertada: pero si no estoy sucia, no tengo nada roto,
mi vestido está bien y mis zapatos también. Esa era su confusión»
(p. 151).

En ocasiones, nuestras opiniones y estereotipos están basados en experiencias aisladas que hemos tenido, pero que por otro lado distan mucho de una realidad que debería asentarse sobre las bases del respeto, identificación, comprensión y aceptación del otro.

La directora del centro escolar, cuando logra escucharse a sí misma y escuchar con profundidad lo que el padre gitano le está intentando transmitir, llega a la conclusión de que los estereotipos se vencen abriéndose al conocimiento de la verdadera cultura universal y mostrándose de una forma más humana (p. 150).

Es la nueva realidad de una España democrática más actual y moderna que posiblemente sigue mostrando estereotipos, pero que vive con más naturalidad esa nueva sociedad multicultural.

En conclusión, Santaolalla nos habla de una doble realidad que los grupos étnicos minoritarios, entre ellos los gitanos, están sufriendo, por un lado la imagen interesada de integración para la modernización y globalización, y por otro lado la reticencia a romper con la cultura tradicional. Santaolalla apoya la idea de restaurar el valor del «otro». Dice así:

«Recent Spanish has discovered the value of Otherness which
foregrounds a portmodern concern for ethnic authenticity
and cultural hybridity while disavowing disturbing social
realities-for reconciling the nation’s desire for integration
into the modernization and globalization process with a desire
to retain the conforting feeling of continuity offered by local
traditional culture» (pp. 68-69).

Si hacemos caso a la idea de Anderson, que mencionábamos anteriormente, se trata de hacer de las diferencias, no escogidas por otro lado, una relación natural que nos lleve a crear una sociedad imaginada en la que todos nos sintamos felices, como también concluye Losada en el cuento que hemos estado analizando, cuando pone en boca de la hija gitana lo siguiente: «Al final he comprendido que ser gitana es SER FELIZ, por lo que no cambio nada de mi raza por nada en el mundo. YO SOY GITANA POR LOS CUATRO COSTAOS» (p. 151). La felicidad, pues, consiste, como dice el gran dibujante crítico argentino Quino, en una de sus tiras cómicas, no sólo en decir «son como nosotros», sino en «empezar a decirnos somos como ellos» (Quino y el otro).

BIBLIOGRAFÍA

Anderson, Benedict. Imagined Communities: Reflections on the Origins and Spread of Nationalism. London: Verso, 1983.

VV.AA. Inmenso Estrecho II. Madrid: Planeta, 2006.

VV.AA. Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Madrid: Espasa Calpe, 2005

Bhabha, Homi. «The Other Question: Stereotype, Discrimination and the Discourse of Colonialism». The Location of Culture. London: Routledge, 1994. 94-120.

Corkill, David. «Race, Inmigration and Multiculturalism in Spain». Contemporary Spanish Cultural Studies: An Introduction. Ed. Barry Jordan and Rikki Morgan-Tamosunas. London: Arnold, 2002. 48-57.

Flesler, Daniela. «Difference Within and Without: Negotiating European, National, and Regional Identities in Spain». The Return of the Moor: Spanish Responses to Contemporary Moroccan Inmigration. West Lafayett, IN: Purdue UP, 2008. 17-54.

Charnon-Deutsch, Lou. «Travels of the Imaginary Spanish Gipsy». Constructing Identity in Contemporary Spain. Ed. Jo Labanyi. Oxford: Oxford UP, 2002.

Santaolalla, Isabel, ed. «New» Exoticisms: Changing Patterns in the Construction of Otherness. Atlanta: Rodopi, 2000.
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* Francisco Burgos-Suárez. Doctorando en Lenguas Romances (Lengua, Literatura, Lingüística y Metodología) por la Universidad de Alabama, en Tuscaloosa (Alabama), Estados Unidos. Master en Educación por la Universidad del Plata, en Entrerríos (Buenos Aires), Argentina. Licenciado en Filología Anglo-germánica por la Universidad Politécnica de Valencia, en Valencia, España. Ha publicado libros de texto para distintos niveles (desde Inicial hasta Avanzado) para alumnos de español. Es Miembro de Honor y Premio por la prestigiosa Revista Nacional de los Estados Unidos Who’s Who? (2010 y 2011). También Miembro de Honor y Premio de la Sociedad Honorífica Phi Kappa Phi. (2012).

1 COMENTARIO

  1. pues os agradezco vuestro comentario,pero creo que hay una gran confusion .no soy periodista .soy guitarrista y productor de conciertos.
    donde les han facilitado esa informacion .un saludo

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