Literatura Cronopio

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Zygmunt

BAUMAN: ESCENARIOS INCIERTOS, LITERATURA Y TIEMPOS LÍQUIDOS

Por Gladys Ilarregui*

DE ESTA MANERA, NO HAY ALGO COMO UN SIGNO

Homenaje a Zygmunt Bauman

No hay nada que indique un camino seguro
es una mano que se abre o se cierra, el mundo ataca
la luz se prende de golpe, el bebé aprieta los ojos
la mujer de cabellos rojos imita la aurora,
y lo peor, los viejos son ignorados como si no
estuvieran allí, y aún respiran y duermen.

¿Qué hicimos con esa sensibilidad que dolía
como un dolor de párpados? ¿Qué territorio
atravesó la respuesta segura? Todo titubea
se acaba y comienza como un llanto inesperado.

De esta manera, no hay algo como un signo.
El lugar puede ser una nube, el tiempo puede ser
una escalera rota, saber a dónde vamos puede
ser un reloj dormido en la tierra.

Durante estos últimos meses he pensado en la relación de la literatura con los tiempos líquidos descriptos por Zygmunt Bauman y escribí este poema. El extraordinario sociólogo nos previene que estamos ante una modernidad sin formas fijas, sin instituciones globales, aunque la globalización haya erosionado el poder de las Naciones Estados. Lo que está por venir no tiene forma y, por lo tanto, los dilemas de la confianza se incrementan al no poder prevenir el encuentro con los fenómenos próximos de nuestra vida de todos los días. ¿Qué planificación existe para el futuro ante la amenaza del calentamiento global, el mercado bancario, las discontinuidades de políticas que pudieran solucionar los problemas de una sociedad en vías de disolución?

Esa clarividencia para leer la fragilidad por parte de Bauman, creo que despierta algunas inquietudes en el campo literario, que se ve poderosamente amenazado ante la presencia impostergable de la imagen como sustituta de otros espacios del pensar y sentir ¿Por qué queremos vernos insistentemente? ¿Es que el presente es tan líquido que pensamos que la imagen personal, la cámara del teléfono o la computadora, nos afirman ante un mundo sin parámetros fijos? ¿Son los tiempos líquidos en su liquidez los que nos impiden entrar a un espacio de recuperaciones no visibles, no tangibles? Recuperaciones de la memoria, por ejemplo, sin modelos establecidos como en algunos foto-poemas, videos, etc, donde las líricas, versos, narrativas se sujetan a una edición fija de imágenes ¿Es este un intento para globalizar la percepción evitando lo que desde el Renacimiento fue un arte y una magia: la lectura privada, el poder de la imaginación individual?

Si lo eterno es inaccesible, ¿también el futuro se convierte en otra exclusión? Entonces el presente toma nota de todo sin celebrar la contradicción, la ambigüedad, el silencio, la llegada a un personaje, una trama, por un camino propio, el de cada lector. Esa inestabilidad legal, global, política, ética es la que los que escribimos pero además enseñamos comprendemos muy bien. Se trata de un grado cero en que los productos culturales del presente se despejan de los del pasado, de la autoridad del pasado (Bauman). Y entonces vale la pregunta: la literatura ¿para qué?

Sostengo que inmigrantes somos todos en este nuevo territorio de la inestabilidad, en un momento donde lo espectacular se impone con la arrolladora fuerza de «lo positivo», en un momento donde la pobreza organizada por los bancos y las instituciones financieras de alto nivel sacudirá todavía más poblaciones que podíamos denominar hasta hace algunos años «estables». En este momento, la literatura tiene un camino como uno de los pocos poderes legitimados por el sentir humano. La ciencia ficción está aquí, hemos llegamos a esa orilla de una civilización en perpetuo miedo. El miedo local, el miedo global, el stress de un conjuro de desórdenes que ya no pueden ser sostenidos por las políticas internas de ningún país. No necesitan llegar los marcianos, tenemos bastante con los procesos de modernización y su arrogancia. Lo único que los marcianos podrían aportar es una súbita identificación de «ellos» contra «nosotros». Ante el empobrecimiento de la medicina (con vidas más largas), de los recursos naturales y de la historia de la justicia que se vuelve paupérrima ante los vaivenes de lo aceptado y lo prohibido, el espacio de la literatura es imprescindible. Todavía pueden desarrollarse módulos de mundos posibles, deseos irrealizables, amores no coartados por la sospecha y los códigos de la desconfianza, a través de las páginas. Una buena parte del mundo, tal vez todo el mundo, quiere permanecer y resistir.

Esa es la fuerza de la literatura con su fino y frágil uso de un abecedario, en cualquier lengua, unos pocos signos para abrir la experiencia humana. Sí, la literatura es necesaria; los lectores no fugaces, también. Debemos en forma inteligente comenzar a desconfiar de las imágenes que nos golpean como la única salida contundente, aún agentes de lo visual como Kandinsky o Klee, buscaban otro mundo posible. La música busca otro mundo posible, las palabras buscan este mundo, no en su canibalismo artificial, sino en la compleja intersección de conocimientos y memorias que elaboran un viaje personal y colectivo en el tiempo.

Bauman y Shakespeare veían lo mismo, con una aceleración diferente, en lugares altamente desencantados como la virtud humana. Bauman radiografía una realidad social, y Shakespeare la describe desde las agonías de hijos huérfanos, de mujeres dementes, de reyes disfuncionales. Ahora es el momento de salir a escena. Los poetas, los escritores, deben dar testimonio.

“Zygmunt Bauman: la crítica como llamado al cambio”. Una entrevista de José Zepeda al filósofo polaco. Cortesía de Radio Nederland. Pulse para ver el video:
[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=X4YGdqgCWd8[/youtube]
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* Gladys Ilarregui, poeta argentina residente en Estados Unidos desde 1983. Es profesora asociada del Department of Foreign Languages and Literatures en la Universidad de Delaware donde imparte clases de literatura colonial y estudios latinoamericanos. Ha publicado varios libros de poesía y recibido premios internacionales en México, Argentina y Estados Unidos. Parte de su obra poética ha sido traducida y criticada por Judy McInnis en el volumen The Cumean Sybil, University Press of the South, 1999. Su trabajo está registrado en múltiples antologías, las más recientes: Mujeres mirando al Sur (Madrid: Torremozas, 2004), Nos tomamos la palabra: antología crítica de textos de escritoras latinoamericanas (New Jersey: Ediciones Nuevo Espacio, 2005), Voces y memorias de la Luna (Santo Domingo: Editora Búho, 2006), Women Bearing Witness (Newark: Juan de la Cuesta Editores, 2007), La mujer rota (Guadalajara: Literalia Editores, 2008), Poesía en Villanova (Philadelpia: Villanova University, 2010), Al pie de la Casa Blanca (Nueva York: Academia Norteamericana de la Lengua, 2011). Este verano acaba de salir su último libro: El libro de vidrio/The Glass Book (Buenos Aires: Ediciones del Dock, 2012).

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