UNA IMAGEN PROPIA VALE MÁS QUE MIL AJENAS
Por Carlos Wynter Melo*
LOS JASON BATEMAN
Camino por las aceras atestadas de Nueva York. Creo haber estado en una fiesta. Permanece en mi memoria la imagen de un vikingo, eso es, y la de una amiga entrañable que se parece a Jennifer Aniston, la ex de Brad Pitt.
No, espera: no se parece a la Aniston sino que lo es. Descubro su mirada ahora. Me acerco a ella. Esboza media sonrisa, una sonrisa irónica y triste. Dice que Sebastian, el hijo que concibió fecundada por mi semen —por el semen que cambié en una noche de absoluta ebriedad (¡Alabada sea mi fuerza genésica, vivísima a pesar del alcohol!) tras haber derramado el de su donante— debe permanecer en mi vida. Unas palabras después, nos besamos.
Y ya en otra escena, queda claro que viviremos felices para siempre.
¡Corte! ¿Nadie se ha dado cuenta de que no todos somos Jason Bateman? (Para mayores referencias, los párrafos anteriores rehacen la parte final de The Switch, película que fue estrenada a finales del 2010 y que, en lo personal, me parece un ejemplo rotundo de inverosimilitud).
LAS PALABRAS SON IMÁGENES A PUNTO DE GERMINAR
Soy García Madero y he sido aceptado por los Real Visceralistas. Suele encontrárseme en las calles de México D.F. y casi nunca tengo dinero. Vivo con unos tíos para quienes curso estudios de derecho, pero nada está más lejos de la realidad ahora. Yo quiero ser escritor.
Admiro a quienes me reclutaron. En especial, me fascinan Ulises Lima y Arturo Belano. Desean encontrar a la legendaria poetisa Cesárea Tinajero y, si me lo permiten, los acompañaré. Mientras llegael momento de partir, escribiré poesía, toda la que pueda, y me enamoraré de las sensaciones, de la
inminencia de hechos irreversibles. Perder mi virginidad, por ejemplo.
No, no, no. Tampoco somos García Madero. García Madero es un personaje ficticio que inmortalizó el escritor Roberto Bolaño en su libro Los Detectives Salvajes. Nada más…
Pero podríamos ser García Madero más de lo que seríamos jamás Jason Bateman. En primer lugar, porque García Madero es un espejo mejor logrado, de azogue relucientísimo, muy diferente a los bodrios recientes de Hollywood. Y segundo porque las palabras me permiten pintar mis propias imágenes.
Las palabras son imágenes a punto de germinar.
PERO NO SÓLO DE PALABRAS VIVE EL HOMBRE
Soy una chica de 17 años. Acabo de graduarme y vislumbro un futuro grandioso. He bebido, justamente porque estoy celebrando, y me asomo por la ventana de mi automóvil para ver el globo azul, ese otro globo azul, que los astrónomos han descubierto recientemente y que en los medios de comunicación comienzan a llamar La Otra Tierra. Me distraigo tanto que no reparo en el automóvil aparcado justo en mi camino. En el vehículo hay una familia de tres. El impacto es inminente.
Después llega el largo camino de la culpa. Y averiguar el nombre del padre sobreviviente. E intentar consolarlo por todos los medios a mi alcance. Quizás esa otra tierra me ayude a borrar lo ocurrido.
Aclaración: la película que sintetizo arriba es Otra Tierra, Festival de Sundance: Premio Especial del Jurado–Drama.
También hay buen cine, después de todo, cine que deja espacio para meterse entre una escena y otra y soñar los propios sueños…
El problema es que este buen cine, no es el más cómodo. ¿Entiendes lo que quiero decir? Hay quienes no desean que las personas piensen y, oye, hay personas a las que no les gusta pensar.
Quizás atestigüemos, dentro de muy poco, la llegada de una sociedad de clones, de una multitud que no puede ya imaginarse a sí misma. Todos Jason Bateman. Todas Jennifer Aniston. Unos cuantos al borde, queriendo aún ser. Tal vez ellos, el futuro, las circunstancias…
UNA IMAGEN PROPIA VALE MÁS QUE MIL AJENAS
Aunque estoy más que en desacuerdo con el dicho: más vale una imagen que mil palabras, no renunciaría a una ni a mil imágenes. Nuestros sueños son imágenes y me gustan las imágenes. Me encanta proyectarlas en la pantalla de mi mente cuando sueño —despierto o no tan despierto, o absolutamente dormido—.
Un refrán que sí sigo al pie de la letra, uno que acabo de poner en palabras, es el que reza: más vale una imagen propia que mil ajenas. O sea, yo necesito mis propias imágenes, esas que de un modo u otro me ayudan a reconocerme (Hollywood ha perdido la capacidad de despertar conciencias).
La literatura clásica permite a todo lector pintarse a sí mismo. También el cine clásico, o el que está destinado a convertirse en clásico. Y esto ocurre porque la caracterización de sus personajes es tan profunda y sensata, que supera lo particular, lo temporal.
Por eso una palabra, al dejar espacio para mi libre albedrío, vale más que mil imágenes excluyentes. Y el cine que nos hace pensar, suma amorosamente todas las identidades. Amén.
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* Carlos Wynter Melo es escritor panameño. Se relacionó con los círculos literarios de Guadalajara, México. En 1998 publicó su primer libro, El Escapista, tras obtener el Premio Nacional José María Sánchez. Sus libros Desnudo e Invisible aparecieron poco tiempo después. En el año 2003 obtuvo el tercer lugar del Premio Nacional Ignacio Valdés. En el año 2007 fue reconocido como uno de los escritores jóvenes más representativos de Latinoamérica según el Hay Festival de Londres, UNESCO y la Secretaría de Cultura de Bogotá. En el año 2010 obtuvo mención de honor en el concurso centroamericano Rogelio Sinán por su libro Mis mensajes en botellas electrónicas. En el año 2011 fue tenido como uno de los 25 secretos literarios mejor guardados de Latinoamérica en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Es fundador de la editorial FUGA, fue presidente de la Fundación para la Gestión del Arte, ocupó varios puestos directivos en organizaciones literarias, ejerció como docente universitario, entre otros trabajos que ha tenido.