Literatura Cronopio

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Balada

BALADA / TRACK

Por Juan Guillermo Sánchez M.*

1
Dices que me quieres , sé que no puede ser, pero cuando tú me besas, te lo vuelvo a creer. Está sonando Héctor Lavoe. Sofía lleva varios meses madrugando, yéndose temprano hasta Tikal, trabajando con glifos en la antigua ciudad maya.

Ahora está sonando Héctor Lavoe.

Es un sábado de noviembre. Sofía necesita un descanso, unos tragos, un hombre. Está alojada en la población de El Remate junto al lago Petén Itzá, muy cerca a Tikal.

Esta tarde ha aceptado la invitación de unos antropólogos norteamericanos que están hospedados en el pueblo de Flores. Le han dicho que van a jugar póker. Sofía no tiene ni idea de jugar póker pero quiere hacer algo distinto, tantas piedras la van a petrificar.

Ahora está sonando Héctor Lavoe en el hostal que estos tipos escogieron en el segundo piso de una casa colonial empapelada de afiches típicos de las grandes construcciones mayas. Estereotipos estúpidos que indignan a Sofía.

Pero… está sonando Héctor Lavoe. Y yo te pido un besito y te toco la manito, y te digo que te quiero, que eres mi único anhelo. Sofía odia el sexo fugaz, las cosas fugaces, lo que se hace sólo por hacer.

«Okay, each person has to put in ten dollars. You know… Poker without money is a bullshit game…», dice Roy.

Ah ah o no. La mesa está llena de tequila. Los antropólogos, piensa Sofía, después de todo se saben divertir. El tiempo le ha roto las costillas, el sexo, las uñas.

Tengo veintinueve, piensa, y parezco de cincuenta, sé que no puede ser, pero cuando tú me besas, lo vuelvo a creer.

Un tequila, dos tequilas, la noche se trastorna y los ojos de Roy se detienen sobre sus piernas. Ay, tú eres mi bombón, mi bombón de chocolate. Cuando te miro a los ojos, el corazón me late.

Roy le atrae y además mueve las fichas, y esas manos, Sofía, esas manos. Una noche en inglés, una noche en Flores, una noche de póker, tequila y Lavoe.

Esto sólo me pasa a mí, piensa, ingenua.

Entonces Sofía se sienta al lado de Roy porque ha perdido todas las fichas, sus diez dólares, la dignidad, la pena, a Camilo Said. Y el gringo le abre los ojos y le pide un besito y le toca la manito y le dice que la quiere, que lleva varios días esperando que ella acepte su gringa invitación.

Y claro, a Sofía le parece genial que el gringo sepa jugar póker y hablar al mismo tiempo de los murales de Bonampak y de las tortugas sigilosas del lago Petén Itzá.

Cuando te miro a los ojos, piensa, o mejor dicho, le dice, el corazón me late.

Y todos están ebrios. Eso que pasa a veces con los intelectuales. Y las otras chicas se quieren desvestir, y los otros antropólogos quieren encontrar tesoros en sus ombligos clásicos.

Por un instante Sofía comprende que esos tres años de doctorado en Toronto, antes de venir a Guatemala, no fueron en vano. Por fin se siente parte.

Colombia es un recuerdo.

Ahora entiende el póker y el tequila y la angustia de estar y no estar al mismo tiempo en cualquier parte.

Y también entiende que tiene que ir al baño, que tiene que abandonar a su hombre por un instante mientras hace pi y se mira en el espejo y se pregunta si todo esto está ocurriendo o es sólo un sueño con jaguares.

Dices que me quieres, sé que no puede ser, pero cuando tú me besas, te lo vuelvo a creer. Ya no está sonando Héctor Lavoe. En realidad, hace ya unos minutos que ellos están tan ebrios que ya no saben qué está sonando. La mesa es un montón de fichas rojas, verdes, negras, dispersas sobre la ceniza, y los ojos que no enfocan y el inglés de Sofía que se confunde con el español de sus rodillas.

De camino al baño, de pronto se da cuenta que está lejos de El Remate y que está coqueteando con un gringo que puede tener veinticuatro y que sólo quiere sexo sobre el lago, en la bañera, sobre el templo IV de Tikal.

Ahhh, Sofía está descargando su vejiga, ahhh, y no se imagina que en unos instantes Roy va a golpear la puerta del baño.

«Sofía? Are you there, Sofía…?»

Qué más. Sofía abre, Sofía besa a Roy, Roy besa a Sofía, Sofía toca a Roy, Roy toca un poco más a Sofía, la puerta se cierra, el baño es el lugar perfecto para acabar la noche de un sábado ebrio.

Roy se sienta sobre el bidet y Sofía se le monta encima, Sofía gime, Roy parece un perro con la lengua afuera, Sofía se pone de pie, luego de rodillas, desabotona los bluejeans de Roy, baja la cremallera y hace lo que quería hacer desde el comienzo, y Roy ahora es un sapo pálido y borracho.

Entonces el sapo se levanta y le pide un besito y le dice que la quiere, que ella es su bombón de chocolate. Ahí es que le baja los pantalones y la sienta sobre el lavamanos y el lavamanos se cae y todos los tubos que había y que no había en el hostal se vienen, se vienen con toda su agua y toda su bulla mientras los sapos se ríen, desnudos.

2
En la población de El Remate, junto al lago Peten Itzá, a sólo media hora de Tikal, Sofía se está bañando.

Está cantando con los ojos cerrados. Simula que el jabón es un micrófono:
…I will survive. Bogotá, Toronto, Tikal. Al diablo el estúpido machismo latinoamericano, al diablo la familia, los valles de lágrimas, los sacrificios. Antes estuve aquí y ahora estoy allá. Tikal, Toronto, Bogotá. Al diablo los anillos y las velas, al diablo los vestidos blancos que se arrastran y se enroscan como culebras en los lechos nupciales. I will survive. Antes estaba allá y ahora estoy acá. Al diablo los diamantes, las manzanas encima de la mesa, las nenas que esperan en la barra, que sirven la comida a las siete, que fingen orgasmos soportando el peso de su nene. You are not welcome anymore. Toronto, Bogotá, Tikal. I will survive. La soledad no ronca, no pide las cuentas, no se acuesta con otras, no se queja, no se mira al espejo, no olvida las fechas, no se casa y se separa y se casa y se separa como cambiando fichas o cartas o sombreros.

… Al diablo el 2, las cosas que se repiten, las camas king size, las mesas para dos, la vida conyugal.

Camilo Said dijo que yo tenía miedo y acaso tenga miedo. Mamá me dijo que la soledad, que los años, y acaso la soledad y los años me consuman. Camilo dijo que me quedara, que perdiera el tiempo con él, ¡que la vida!, y acaso el doctorado y los libros y las letras se están deshojando así en un segundo. I will survive. Camilo se ahogará en la memoria, Camilo es un rostro y unos días, Camilo no es indispensable, nada es indispensable. Bogotá es un vidrio roto junto a un poste sucio que no soporta más cables ni carteles ni arrecifes. Bogotá quería que me fuera, estaba esperando que me fuera, que después de años lejos sin mirar sus muslos, yo regresara otra, otra, otra, desmemoriada, extraña, sola.

…Now I’m saving all my living for someone who’s loving me. Nunca digas nunca. Toronto es un lago de torres en las que hombres y mujeres suben y bajan por el mundo hablando en todas las lenguas. Toronto espera, Bogotá espera, las ciudades esperan, las mujeres que odio esperan a sus chicos mientras se liman las uñas o cosen el vestido. Hoy hay una mujer esperando a un hombre en la séptima con 47. Hoy hay otra mujer esperando a un hombre en Yonge Street and Queen. Al diablo la familia, el perdón, las estúpidas promesas. Antes estuve allá y ahora estoy acá.

I will survive.

3
Hoy —como la otra noche— está sonando Héctor Lavoe. Cuatro años por fuera de Colombia y Sofía sigue pensando en Camilo Said. Mientras espera a Roy y se toma un chocolate caliente en alguna calle empedrada de Flores, está terminando de redactar en su cabeza las conclusiones de la tesis. Un año de trabajo de campo y está cerrando por fin las conclusiones.

Estos últimos meses han sido extraños con Roy, los recuerdos de Camilo, la selva. Levantarse a las cinco para tomar el primer bus hacia la ciudad maya antes de que lleguen los turistas, desayunar con niebla y fríjoles mientras los jaguares cierran los ojos en la carretera, guardar tortillas en la mochila como delgadas máscaras de jade, tocar la piedra calcárea y escucharla hueca, fría, antigua.

Durante un año Sofía ha estado persiguiendo la razón por la cual Tikal colapsó, el motivo por el cual todo se jodió hace siglos, durante un año ha estado subiendo y bajando escaleras como escribiendo con sus pies para los dioses, durante un año ha estado leyendo sobre los ciclos de la selva, sobre las inscripciones glíficas, sobre las luchas políticas durante el reinado de Ah Kakao.

Y sigue sonando Héctor Lavoe.

Yo soy la fama, soy tristeza y sonrisa apagada que con dinero se puede obtener.

¿Será que hoy se va a joder todo con Roy? ¿Será que todo termina siempre por joderse?, piensa Sofía mientras pide la primera cerveza Gallo de la noche. Porque… ¿cómo fue que Camilo colapsó? Ahh, la cerveza está helada. ¿Qué tarde o noche la ciudad de las pirámides infinitas fue abandonada? ¿En qué año o día las raíces de las ceibas comenzaron a sepultar estelas, altares y juegos de pelota? ¿De cuándo acá Sofía se volvió tan seria?

Tesis de doctorado, temblor de párpados y bembas, presión sentimental en la cabeza, cansancio tartamudo en las esquinas, jaqueca de horizonte, jaqueca entre las cejas, adormecimiento continuo de las alas, temor al levantarse, temor al acostarse, desvío constante de la dicha, pérdida de la angustia y del llanto, obsesión por los andenes, abismos repentinos, vértigo desmedido en las tabernas, mudez parcial, selva nublosa, río oscuro, liana enredada, bejuco de años que se yergue.

Escucha yo, yo soy la fama, soy aquel que la gente reclama, pero nadie puede comprender.

4
Todo tiene su final, nada dura para siempre, tenemos que recordar que no existe eternidad. Roy nada que llega. Sofía lleva cuatro cervezas Gallo y ya la noche le está haciendo cosquillas en las cejas. Así, esperando, acaba de encontrar la respuesta a su investigación.

Cuatro cervezas, Héctor Lavoe, un año de piedras, minerales, gringos, felinos, gringos felinos, urnas funerarias, murales, cuarzos, piedras volcánicas, piedras blancas y livianas que se come el tiempo, que se come la selva del Petén.

Todo tiene su final, nada dura para siempre, Roy nada que llega y Sofía está empezando a pensar que ni falta que le hace. Mejor otra cerveza, otros ojos en la acera de en frente, tenemos que recordar que no existe eternidad. Tal vez mañana, allá en El Remate junto al lago, escriba eso apenas se levante y se tome el desayuno en el quiosco de Doña Guillermina. Sí, es probable que lo escriba. Seguro mañana va a enviar a su tutor el texto definitivo de su disertación.

Quitarse un peso de encima, ¡esa es la expresión! (piensa), dejar de cargar el tiempo, eso que para los mayas era tan complejo. Pronto será año nuevo y los piñones del mecanismo girarán. Si no me quieres dímelo ahora, todo tiene su final, ay, mamita rica, yo sabía que algún día tenía que acabar.

El colapso no fue circunstancial, está pensando Sofía, Tikal no desapareció inesperadamente, los mayas no abandonaron este paraíso así no más, sólo por luchas civiles, crisis políticas, talas, sacrificios, periodos sin agua, demasiados cuerpos juntos, ¡qué va!

Sofía está encontrado las palabras: el tiempo es un relámpago en la noche.

Caquljá, piensa Sofía, otra cerveza por favor, y que no llegue Roy, que nunca regrese, que igual todo tiene su final y nada dura para siempre.

Sofía está encontrando las palabras que va a escribir mañana después de los fríjoles con tortillas en el quiosco de Doña Guillermina: sí, el tiempo es cíclico, el pasado es también el futuro y viceversa, los huracanes devastan para dar vida, las ciudades son una sola ciudad que se arma y se desarma a veces junto a los grandes lagos, a veces entre los Andes, a veces en el desierto, a veces en la selva del Petén. Nadie tiene comprado su pasaje, echa pa’lante na más, pero seguí pa’lante y pa’alante que pa’lante es pa’atrás.

Tikal no colapsó, Sofía, era sólo el momento de morir como un día muere la ceiba cuando entre las nubes decide caer ciega cargada de flores púrpura.

¡Otra cerveza, por favor!

Ahora que entregue la tesis, necesitaré una pausa, piensa. Hoy es 18 de noviembre y si mañana envío el documento, supongo que regresaré a Colombia en un mes y estaré allí por un tiempo, extrañaré la selva, Toronto se llenará de nieve mientras yo no olvido el año viejo. ¡Salud!

Todo tiene su final, ahh, como yo nunca eche pa’ atrás, todo tiene su final, ni p’a coger impulso qué va. Roy no va a llegar, es obvio; Camilo…, ¡que se pudra!
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* Juan Guillermo Sánchez Martínez es profesional en Estudios Literarios y Magíster en Literatura de la Universidad Javeriana de Bogotá (Colombia). Ha publicado Sueños e Historias de los Jóvenes Wayuu en Bogotá, proyecto ganador de la convocatoria Bogotá un libro abierto (Secretaría Distrital de Cultura, Recreación y Deporte, Bogotá, 2007); Letras del Sur, antología de jóvenes escritores del barrio Paraíso (Fundación Bellaflor, Ciudad Bolívar, Bogotá, 2009); y el libro de poesía Río (Edición de autor, Bogotá, 2010). Es editor y colaborador de la revista virtual Letras Sueltas: www.felipe-quetzalcoatl.com/editorial/ Actualmente es estudiante de doctorado en la Universidad de Western Ontario (London-Canadá). Blog de crítica literaria: www.juanlunes.blogspot.com

El presente texto hace parte de su novela «Balada / Track», finalista del premio de novela corta Mario Vargas Llosa 2012.

Más sobre la novela en: https://baladatrack.wordpress.com/ o en la página: https://payhip.com/b/7UFg

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