Literatura Cronopio

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Volvemos

VOLVEMOS

Por Fernando García Cuéncar*

Volvemos en los trenes, derrotados y mordidos por dragones de
toda selva.
Ojalá todo fuera silencio en cada labio de cada casa de piedra y
légamo.
Pasos enfermos se pierden
hacia casas con olor a maíz nuevo,
sábanas de carne y brazos de la noche.
Solo,
en la plaza milenaria,
me cubro con una capa de humo
y trepo en el concierto de grillos burlones.
Nadie
bebe de mi ánfora
repleta de silencios.
Solamente la noche,
amante oscura, preñada
con la espada de mis ojos.

EN LA TARDE DE DOMINGO

En la tarde de domingo, llueve gris
sobre el pecho sobresaltado ya de lunes.
La casa encierra nuestras ganas
de seguir tercamente atisbándonos adentro.
Y, de repente, así como esta lluvia,
el eco de la calle solitaria trae el caramillo
destemplado del payaso anciano…
Su sonrisa de dos dientes
y una misma melodía pidiendo
una moneda para el hambre.
Tijereta, media vuelta,
una risa que fue risa
en su cabeza de paraguas
y unas notas que por un instante
nos recuerdan el carnaval
que ya se ha ido.
Los niños abren las ventanas
y lanzan monedas y risas y palmas
Por la tarde de lluvia
un arrugado duendecillo ha venido a traernos
su corazón rosado.
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MISÁNTROPO DE LUNES

Y yo que nací para el ensueño,
para contar la historia de mi sangre;
debo afilar los dientes de mis razones
para dar explicación del por qué existo.
Guardo mi corazón de todos los que mienten, pero
trabajo para los burros, les sonrío a las hienas;
y por votar por los tiranos y rozarme con sanguijuelas,
me he olvidado de inventar las estrellas,
para terminar el informe domeñado a un ciego con las uñas
muy largas.
Yo que sí tuve madre, a mí que sí me amaron.
Yo que me di y a mí que sí se me dieron,
uso máscaras para pisar el asfalto
y me cuido de los que me han visto por dentro.
Estoy sujeto al aire con alas de hojas, y debo usar reloj y mandar
a lavar la corbata.
Vivo conmovido por tanto canto de pájaro, y amanso la voz
cuando les hablo a los que se sientan en mi tiempo y su salario.
Yo que vivo triste por no haber navegado los trigales,
me como un pan amargo de sudor por dentro
y tengo tantos sinsabores como gentes en mi entorno.
Me duelen los lunes como a las putas,
los senos secos por la fiebre de los solitarios.
Yo que nací para el ensueño;
a mí que sí me amaron.

NO ME CALMA LA LLUVIA

Todo inútil,
siempre esta convicción y la vida o lluvia insistiendo en su
latido.
Lluvia:
Alguien vive huraño en mí
desapalabrando al adolescente harto de vivir que fui.
No quiere al oficinista que soy
con el corazón amarrado a una corbata,
ni al solitario por vocación pendiente de una curvatura de carne,
ni al lobo que no puede dormir dentellando el desconcierto de
un vocablo.
Lluvia:
Si no ser es mejor ley que ser sociable,
saltar definitivamente mataría por un minuto a unos pocos,
pero ¿sería más ligera la carga?
Lluvia:
¿Prueba algo más el amanecer o el canto del pájaro?
¿En verdad dice algo la metáfora de Cristo con su sangre
o el parto de una madre arrojando otro solitario?
¿De qué sirve ser, si no soy nada, lluvia?
¿El que se desnuda en la noche para navegar un cuerpo
y vuelve casi entero al alba, para seguir acariciando al viento?
¿el que comulga la hostia amarga del trabajo
para usar zapatos y tener dientes y amigos, y putear al patrón,
y volver a vagar hacia las monedas?
No,
no me calmas con tu lluvia, lluvia;
tengo ira de vivir y hambre absoluta de infinito.
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TÍMIDO EL SOL BARRE LA NEBLINA

Tímido el sol barre la neblina
de este pueblo remedo de barrio de ciudad,
y funcionario y poética,
como bien cuadra a un joven provinciano
hijo de católicos piadosos
y amante del paraíso de los infiernos,
aún me asombran los dioses ocultos del alba:
pájaros pueblerinos
¡cómo acompasáis vuestro celeste canto
con la hiena del progreso y su chirriar de dientes!
¡La cosa humana debe estorbarle tanto a la tierra!,
debe ser como una sarna que la sacude de su lecho entre el éter.
Algo adentro hierve,
pájaros más hermosos que el canto
de las viejas del templo; un averno me persigue.
La luz es un disparo contra mi adentro
dilapidando en palabras lo que resta de la noche.

BUSCO UNA FORMA DE LUZ

Busco una forma de luz
como una espada hecha flor al mediodía,
y mis palabras cortan tiempo y divagan en aliento,
en este cuarto seguramente hastiado
de tanto inútilmente escucharme…
Me duele que Dios nazca en esta Navidad
entre fusiles y risas borrachas,
máscaras, ya sé…
pero afuera el sol se ha ido un poco más del aire
(las sombras, más largas, afuera lo atestiguan)
y ya no puedo cantarte Dios ninguna nana
sin que un nudo me ahorque alguna lágrima.
Busco pájaros de canto erótico
que narcoticen con sus trinos mis venas al alba,
pero el ángel que anuncia la saeta
para que mis párpados se asombren,
es otro estorbo hermoso
y no quiero que me interrumpa los sueños…
No me rían el llanto, pájaros del alba;
tengo sed de tiempo para cantar
la primera canción de mi alegría.

VERANO DE ENERO

Está dispuesta la mesa por si vuelves:
pez, vino y mazorcas, como nos gusta.
Tengo incienso y tabaco rubio y un poema
por si traes tu llanto,
¿sí le diste al mar mi razón de náufrago?
Tengo hartas mis viejas caracolas,
¿Me trajiste una sirena o una nube?
¿Amaste a una mujer como una ola?
No hay que decir adiós a los amigos,
en las noches te trae un auto imaginario
que abre sus puertas en mi almohada,
y ya no tengo a quien contarle que aún existo.
Siento que ya no reiré, ya no me embriago,
he ido a golpear tu puerta y he marcado tu número,
aunque hace mucho no vea luz en tu casa de exiliado.
Una nota: me encanta que tu mujer no pueda verme,
la amistad sin peligros es un cuenco roto.
No puedo sumarte a la lista de ausentes,
yo sigo dialogando con tu sombra.
De par en par
está mi corazón
que aún te abraza.
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APARCERO

Aferrado a la grabadora gritas con voz de estadio
lo que te dicta tu pena,
pero yo te alego que hoy escapé de la ciudad
para venir a escuchar el canto de los grillos;
la rabiosa delicadeza que supone el trato amistoso
huye de los borrachos que se reconocen la pezuña.
El amigo que nos invitó a su casita de campo
nos tolera la trifulca.
Nos herimos a palabras de plomo
y hasta creemos que una patada contra un totazo
pueden más sobre el otro
que ese cielo arriba roto y ebrio
de tanta estrella.
Huyo al riacho a llorar para no poder odiarte.
El alba me sorprende herido pero lavado sobre una piedra…
Buenos días, amigo,
a cada uno nos toca
apenas la mitad de una naranja.

UNA LUZ LASTIMERA Y UN EJÉRCITO DE PÁJAROS

Una luz lastimera y un ejército de pájaros
me sorprenden custodiando tus ojos dormidos
en vano echo cerrojos ciego postigos
un felino en tu cuerpo se estira por verdes caminos y sueñas
que una centella o lámpara de sangre te persigue
Toda la noche la ola tibia de tu cuerpo me ha golpeado
y yo ardo enjaulado a la orilla de tu sangre
con los bigotes y el sexo aún enrojecidos
Perturbado ante el milagro de un árbol de nervios
que fosforece conmigo bajo la misma sábana de espuma
una semilla de fuego se desgarra en surtidor
me quema el vientre
y en jadeos y palabras como raíces furiosas
estalla su fruto oloroso
a candela y a tierra contenida
Entre tus piernas gano en la batalla con la muerte
soy tu niño triste
con una torre de carne que dispara su silencio
Ardo infinitamente
pero el sol te roba para el mundo
y en la memoria de tus huesos
soy un lejano lebrel de tu sombra
El día te sumerge en sus victorias cotidianas
en sus tareas a prueba de relojes
con toda tu risa
y tus manos que aún en mi memoria
tiemblan
contagian
pueblan
este cuarto en cualquier plaza
del mundo
donde una cosa ansiosa
está llevada por sus manos
hacia el blanco paredón
de todo tu olvido
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ATISBANTE

Ha venido el invierno
a granizarse en los huesos de mi padre.
Desde su hermoso cráneo en la ventana,
sus ojos claros ahuecan en un paisaje perdido
algún temblor de la infancia.
Cuando el viento eriza
la testa blanca,
la poltrona se aferra
a sus manos casi de nieve.
Falta poco
para apagar todas las cosas, Manuel, falta poco.
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DIECISÉIS AÑOS

En la geografía de mis sueños
mi corazón sigue titilando en el punto de fuga
del horizonte
donde nuestras bicicletas se encontraban
para perseguir la tarde naranja,
amigo.
___________
* Fernando García Cuéncar nació en Bello, Antioquia, en 1961. Poeta y cuentista. Profesor de Literatura, Filosofía y ciencias Sociales en diversas instituciones educativas de Medellín. Sus poemas han aparecido en la Revista Prometeo, Revista Acéfala, Revista Imago, Revista Otras voces, Periódico El Colombiano y otros diarios del país. Segundo lugar en el Tercer concurso de poesía Jorge Robledo Ortiz, 1993; Mención en el V concurso Nacional de Poesía Ciro Mendía. Entre sus obras se encuentran: Animangel, Sinsonte, Los crespos de mi mamá, Las ardillas de Teresa, El pan celeste, El ángel del tío Samuel (Cuentos).“Tiene el poeta el deber de recuperar para todos los hombres ese lenguaje primitivo, escuchado y vivido en la casa de su infancia, y que vaga por ahí en las plazas y en las cocinas, en una vieja canción, en los cafés o en su cuarto. Palabra y sentimiento que cincelan, a veces sin saberlo, el espíritu hondo de su momento histórico, voces hondas en las que subyacen los rizomas del ser. Le corresponde al poeta de este siglo, saturado de fibras ópticas y perseguido por los satélites que uniforman, bajar de nuevo a su soledad más dura, para seguir escarbando en las raíces del lenguaje, y en esta ganancia de conciencia, multiplicar el corazón de las palabras que alimentan el ser interior de todos los hombres. Ir enamorado detrás de la belleza, soñar con la hermosura de los elementos que se concuerdan, volver a descubrir que debajo de las cosas y los actos, habitan los vocablos que sueñan la hermandad verdadera del hombre nuevo que ha de venir…”.

*Los presentes poemas pertenecen a la selección hecha por el autor que fueron presentados durante el 22 Festival Internacional de Poesía de Medellín, 2010.

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