PÉRDIDA, ABANDONO Y SPOTLIGHT: LA CREACIÓN DE LA IDENTIDAD EN SIRENA SELENA
Por Miguel Rojo Polo*
En el libro Sirena Selena vestida de pena (2002) Mayra Santos–Febres nos descubre un mundo escondido en la sociedad puertorriqueña y en la ciudad de Santo Domingo. En la obra nos encontramos a una protagonista, Selena, una travesti puertorriqueña en busca de una identidad. Todas las aventuras y desventuras que sufre desde su infancia se nos van descubriendo poco a poco, en diferentes capítulos, dándonos piezas del puzle que construye este personaje a su alrededor; puzle porque esa pena de la que se disfraza al cantar, y que consigue influenciar a todas las personas, no es más que los sucesos ocurridos en su vida para llevarla a donde se encuentra. Son estos sucesos los que construyen en la novela la creación de la identidad. Con este artículo vamos a ver cómo las relaciones que la Sirena establece desde su infancia, le van dando modelos a seguir para construir su propia identidad, con la cual sobrevivir.
Desde el comienzo de la novela podemos observar un tono dirigido a la reflexión sobre la naturaleza, y si es esta la que nos crea, o si hay algo más. «Bajo un spotlight, confiésate, lunática» (Santos–Febres 111), parece la autora guiarnos aquí hacia una idea de cómo esa luz «antinatural», que proviene de un objeto creado por el hombre, y donde Sirena parece brillar y tener su «religión», es una metáfora de cómo la naturaleza le creó hombre, y con sus experiencias ha descubierto quién es de verdad, cambiando lo que no le pertenecía, una «guerra declarada contra la propia biología» (Santos–Febres 52). Esta duda sobre la identidad de Selena surge varias veces a lo largo del texto. Vemos cómo la llaman monstro, engendro, y como Sirena y Martha Divine reflexionan sobre el destino de algunas de sus compañeras. Ella (ellas) sabe quién es, pero aun así la duda existe a lo largo del texto, cuando tiene que hacer creer a otros que es una mujer, y quizás, creérselo ella misma: «Esta era su oportunidad de cegarse hasta a él mismo y creerse una señora» (Santos–Febres 184).
Intenta aquí Selena, y por extensión todas las personas en su situación, crear una ilusión, y alimentarse de la visión de esas otras personas, para ellas mismas creerse esa ilusión que despliegan a su alrededor. Pero también podemos observar aquí lo que menciona Braidotti en su libro Nomadic Subjects (5) cuando propone una visión alternativa de los sujetos en la sociedad, cuyo interés es el movimiento y el proceso de la autodefinición; ese proceso de autodefinición que es por el que va a pasar Selena, gracias a las distintas mentoras que va a tener a lo largo de la novela. En Sirena Selena se «presentan personajes que encarnan la feminidad llevada al extremo… [como ser] un travesti, lo que llama la atención a prejuicios de género sexual y al calco exagerado de lo femenino». (Bird–Soto 11–2)
El personaje de Sirena Selena se ha visto, desde la infancia, enfrentada al dolor, la pérdida y el abandono. Estas experiencias son las que le dan cierta gravedad de espíritu, gravedad que utiliza para brillar bajo ese spotlight antes mencionado. Bajo él, Sirena se disfraza, «vestida por completo de su rabia y su dolor» (Santos–Febres 187), de su pena. Estos sentimientos son los que traslada a cada nota de sus canciones hipnotizantes y que llevan a la perdición a aquellos que le escuchan.
Pero este canto de sirena no es solo parte de la tristeza de quien lo canta, podría ser que de los labios de Sirena Selena saliera la pena que es y ha sido compartida por tantas otras personas en la misma situación; «locas viejas» las llama Mayra Santos–Febres (35), esas mismas que como defienden, han conseguido una victoria sobre la sociedad, y a lo que esta las obligaba a hacer para sobrevivir: «las que sobrevivimos al País, al sida, a los fracatanes de exilios…» (35). Siempre se están enfrentando a diferentes problemas, y acaban sobreviviendo a todos ellos, es la lucha que les dan, y la que han aceptado/decidido ganar.
Sirena Selena es un libro sobre aceptar la identidad. Nos abre los ojos a una sociedad diferente, donde lo que no gusta es apartado y ocultado. Los personajes sufren ya no sólo por esta sociedad, sino también por consolidar la idea de quien se es. Cada personaje «representa un conjunto de estrategias que tienen como fin crease una identidad que les permita definirse y no ser definidos» (Grau–Lleveria 240). Los personajes acaban sufriendo, pues ninguno consigue lo que quiere. Esto es un reflejo de cómo la sociedad no ha aceptado a lo que les hace diferente, a pesar de deleitarse con canciones tristes que cuenten sus historias.
El género juega un papel muy importante dentro de la novela, pues es parte identificativa de nuestra identidad [sic], pero como vemos, especialmente en el caso de Sirena Selena, el género no es algo esclarecedor de esa identidad, pues el propio concepto de género es algo esquivo. Como menciona King «conventional gender refers to the socially and culturally dominant correspondences between a specific biological body […] and a set of behaviors, identities, and dispositions that are assigned to that biological body» (582). Lo que menciona King es que este género viene dado en la sociedad, principalmente por el sexo de la persona. Lo que no nos explica King es cómo en la novela de Santos–Febres el género no es algo con lo que se nace, sino que es algo que se crea, algo que se toma como identificación de cada persona. Por eso, podemos decir que en Sirena Selena el género de los personajes es aquel que ellos demuestran ser, y no el sexo con el que nacieron. Esto podría explicar el hecho de que en diferentes ocasiones Sirena se refiere a sí misma, y es referida por otros, unas veces como masculino y otras como femenino, pues está en esa fase identificativa. Es lo que King viene a explicar más adelante como «feminine men whose gender identity or expression differ somewhat from conventional norms» (583).
Estos personajes están trasgrediendo lo establecido por la sociedad, rompiendo barreras identificatorias tradicionales, y esta confusión con su identidad, así como la de la sociedad hacia ellas, provoca ese uso de diferentes pronombres al hablar de Selena. Judith Butler menciona cómo esta confusión es parte del proceso para encontrar la identidad, pues los modelos culturales tradicionales ya no son válidos, lo que la sociedad considera una patología mental «ought to be understood instead as one among many human possibilities of determining one’s gender for oneself» (76). Selena, con la ayuda de los personajes que se cruzan en su vida, va a descubrir la importancia de sentirse bien con lo que es, y aceptar esa realidad, cumpliendo lo que Butler nos dice sobre aceptar el género propio.
Debemos mencionar que Santos–Febres compone una historia en la que la metáfora juega un papel importante, en cuanto que los personajes y situaciones son una alegoría de la situación de la isla. Por eso vemos cómo esta búsqueda de identidad es un reflejo de la sociedad isleña, que se ve acosada por diferentes influencias externas, y que tiene que crear su identidad partiendo de diferentes pérdidas, ya sea de su origen, el colonialismo que sufrieron, y su posterior sentimiento de descolonización (en realidad nunca conseguido debido a la intervención estadounidense), que les hace ver esa influencia de la cultura occidental como el objetivo a alcanzar, despreciando lo que se sale de esa norma. Citando a Rodríguez Jiménez «El tema colonialista, al igual que el racismo y la santería, parecen ser temas secundarios en la novela, pero esto no quita su importancia en la sociedad homosexual y heterosexual puertorriqueña y caribeña» (4), y de esta manera considerarlos dentro de la metáfora establecida en el texto por medio de los personajes presentes en ella. Todos estos elementos secundarios son los que conforman la cultura puertorriqueña. Al ser esta cultura la que rechaza a los travestis, se hace interesante ver la interacción de los dos elementos, y cómo se adaptan los unos a los otros.
Una de las cosas más importantes a destacar en la novela son los modelos de persona que Selena toma a lo largo de su vida, y que la llevan a esa aceptación y creación de identidad que finalmente son los que le transforman en la Sirena, embaucadora de personas y creadora de sueños. Entre estos modelos cabe destacar los tres principales que la ayudan a lo largo de su vida: Su abuela, Valentina Frenesí y Martha Divine. Estos modelos se van a convertir en la familia de Selena. Este concepto de familia resulta curioso en un ambiente excluido de las normas sociales, entre ellas la del núcleo familiar. Eso se plantea Irene del Rio Gaviola en su artículo, cuando se pregunta: «¿Cómo pueden los sujetos marginales concebir narrativas hegemónicas de familia y romance? ¿Cómo pueden los personajes de la novela reconfigurar la familia y la cultura dentro de la tradición literaria de la gran familia puertorriqueña? (Celis 100). Estas son las preguntas que va a responder Santos Febres, construyendo los personajes que van a formar «la familia» de Selena, haciendo suya la frase de «la familia no nace, se hace».
Pero esta familia no viene sin problemas, pues vemos cómo desde pronto en su vida Selena se ve enfrentada al abandono. Aquí con su madre, que le deja al cuidado de la abuela. La abuela se convierte así en el primero de varios modelos femeninos de los que Selena va aprendiendo a crear su identidad, esos mismos modelos que van a crear la familia de Selena. La abuela personifica a la vieja Puerto Rico. En ella vemos cómo esta sociedad se enfrenta a la nueva realidad que se va abriendo paso en la isla. Teniendo esa idea de alegoría en mente, podemos ver que las conversaciones se convierten en análisis de valores establecidos en la isla, como cuando conversan sobre Diplo, el actor que se pintaba la cara de negro, y que lleva a la reflexión de que «pintaban a Diplo porque no querían contratar a un negro actor» (Santos–Febres 160). Esto puede compararse a la aceptación en la sociedad de hombres vestidos de mujeres para propósitos cómicos, pero como los travestis, en similares condiciones, son marginados por no intentar ser cómicos, sino vivir esa vida.
Se puede observar también, en esta conversación sobre Diplo, una preocupación subyacente a los travestis. Diplo, pintándose de negro «es en sí una imitación o falsificación del sujeto original» (Rodríguez Jiménez 4). Puede que esto sea una comparación con la situación del travesti, en cuanto ellos imitan aquello que quieren ser, pero no dejan de ser una falsificación del original. Aunque también debemos tener en cuenta las razones de esta transformación, que sí son para llegar a parecerse a esa imagen ideal que de ellas mismas tienen, pero como menciona la propia Mayra Santos–Febres:
Para él [el travesti] no hay mujer porque sabe […] que él, es
decir, ella es una apariencia; que […] encubren un insalvable
defecto de las otras veces sabia naturaleza. […] A través de la
metamorfosis, el travestido intenta superar el modelo, convertirse
en otra cosa mejor, lograr al fin superar el defecto de su naturaleza.
Pero a la vez que metamorfoseado, el travestido logra camuflagear
su naturaleza, protegerse de los ataques de sus depredadores. (Caribe 11)
Parece Santos–Febres estar de acuerdo con la afirmación de que el travesti es una falsificación, aunque matizando que esta viene dada por la naturaleza de su condición, y cumple el objetivo de «superar» el original.
Continuando con la abuela, también en esas conversaciones de las que hablábamos, hace que Sirena sueñe con modelos femeninos cuando le cuenta sus propios sueños de parecerse a Myrna Loy o Greta Garbo, volviendo la mirada a modelos occidentales. La abuela también nos da en sus palabras las pistas para descubrir la naturaleza de Selena; Mejor dicho, le da a Selena la libertad para decidir qué papel interpretar en la vida: «A mí no me importa lo que diga la gente. Si para ser decente una no tiene que ser de ninguna manera. La decencia viene de todos los colores y de todos los sabores. Así mismito es» (Santos–Febres 165). La abuela le explica que uno debe ser fiel a lo que siente, y comparándose con su hermana, de cómo esta consiguió la felicidad haciendo lo que quería y así no fue infeliz como ella —la abuela— lo fue en su matrimonio.
Esa temprana influencia de la abuela queda interrumpida con su posterior pérdida. La muerte de su abuela lleva al entonces Sirenito a buscarse la vida en la calle, pues rechaza ir a un orfanato donde será abusado por su condición. «Es así que Sirena empieza a relacionarse al margen del sistema estatal, a crear su propia comunidad» (Grau–Lleveria 243) y de esta forma, a encontrar su identidad por medio de esta comunidad, su familia de acogida.
El primer miembro de esta familia adoptiva que va a formar parte de la vida de Sirena es Valentina Frenesí. Después del papel que jugó su abuela, Frenesí se presenta como una salvación a la vida que Selena empieza a llevar en las calles después de decidir no pasar a formar parte de un sistema que la marginaría más de lo que su condición lo hace en la sociedad. Frenesí es otra de las travestis que tienen que recurrir a la prostitución para sobrevivir. Ella da un lugar seguro en el cual Selena se puede refugiar. Valentina Frenesí se convierte en la segunda mentora de Selena, en cuanto que le enseña cómo navegar este mundo que han elegido. Sabiendo que tiene algo especial, le da consejos para sobrevivir. Este personaje de Valentina es interesante en cuanto que ha aceptado totalmente su papel de prostituta y drogadicta. Selena encuentra en ella una salvación, pero al mismo tiempo también Frenesí es salvada, pues encuentra alguien de quién cuidar, y que la lleva a pensar a veces sobre su vida: «Se sentía avergonzada de que Selena le hubiera descubierto el vicio. No quería ser una mala influencia. Aquel Chamaquito era su responsabilidad» (Santos Febres 111). Toma como «responsabilidad» este trabajo de proteger a Selena, y de poner sobre ella el peso de ganar dinero, incluso previniendo a «su hermanita» de que salga a hacer la calle.
Es así como esta segunda figura materna–fraternal también desaparece de la vida de Selena, asesinada por un traficante. Con la muerte de Frenesí una cierta revelación tanto para los lectores, como posiblemente para Selena, viene, cuando esta última, cuestionada acerca del nombre real de la fallecida responde: «Valentina, Valentina Frenesí» (Santos–Febres 114), como aceptando que la realidad es lo que uno crea y no con lo que se nace, aceptando así la realidad de nacer en el cuerpo equivocado. Después de esta época con Frenesí, Selena se ve obligada a regresar a las calles, donde encontrará a la última de sus figuras modelos: Martha Divine.
Martha Divine es un personaje principal a la obra y a lo que Mayra Santos–Febres quiere transmitirnos, pues presenta varias facetas de un travesti, así como supone una figura importante para la creación personal de Selena, y dar el paso definitivo a convertirse en «La Sirena» que embauca a sus espectadores. Martha es la dueña de un bar de ambiente, El Danubio Azul, punto de reunión de las «locas viejas» del ambiente. Encuentra a Selena cuando ésta está en las calles cantando boleros, y viendo una posibilidad de negocios, decide acogerla y «criarla». Se puede ver desde el principio un cierto sentimiento de interés en las posibilidades económicas que del muchachito va a poder sacar. Aun siendo cierta la relación de madre–hija que se crea entre las dos, incluso Selena sabe que está siendo usada, en cierto nivel, como moneda de cambio, y es Martha la que vende el producto. Martha Divine «lo ayudó a romper vicio, lo vistió de Bolerosa. Poco a poco, lo ayudó a convertirse en quien en verdad era» (Santos–Febres 16), quien siempre fue, escondido. Aquí se puede ver cómo, a pesar de la labor de crianza y desarrollo de la identidad que tiene lugar, también hay siempre el objetivo final de ponerla bajo un foco y promocionar el producto. «El deseo [de Martha y Selena] de ser visto, de exponerse al otro, de ser sujeto y objeto consumido simultáneamente» (Rivera 103). El objetivo de Martha, aunque solidario en apariencia, tienen como objetivo final la venta del producto, aunque esta relación no es tan negativa, teniendo en cuenta esta cita de Rivera, en la que explica cómo Selena, sabiendo en lo que se estaba convirtiendo, también lo acepta, pues es parte de su deseo.
A pesar de ese fondo consumista y capitalista presente en la obra, y en las acciones que mueven a Martha Divine, es indiscutible el papel de esta a la hora de presentarnos a la verdadera Sirena Selena. Es ella la que, como mencionábamos antes, saca a Selena de la calle, le da nombre y un Spotlight desde donde poder deslumbrar e hipnotizar a su público. Este personaje también es curioso en el proceso de transformación de Selena, pues Martha es la única figura de su vida que no abandona a Selena, sino que es esta última la que decide huir, sabiendo de las intenciones de Martha de ganar dinero con el espectáculo.
Esta acción resulta incomprensible en una persona como Selena, pues ella se ha visto constantemente enfrentada a la pérdida; su madre la abandonó, su abuela y Frenesí murieron, y después de experimentar eso, es ella la que decide abandonar a su nueva «madre» sin mirar atrás. No solo a esta, sino también a Hugo Graubel, robándole el dinero, y dejándole a pagar las cuentas de ese hotel donde ha sido mantenida, tomando rumbo posiblemente a Nueva York, mencionado desde el principio en el libro como el objetivo; objetivo que no deja de ser otra mirada al mundo occidental.
Este abandono, especialmente a Martha Divine, nos explica Haesendonck, parte de una conciencia del protagonista de cómo ella, a parte de madre, va a ser también un obstáculo para conseguir esa libertad última que Selena quiere conseguir, de ahí el abandono (82). Ella misma se da cuenta de este hecho, y se culpa en el texto por escapar (Santos–Febres 257). Selena sabe que Martha habría hecho lo mismo, «Hubieras estado orgullosa de mí si la que perdiera fuera otra […] reirías conmigo diciéndome: “¡Qué niña más arpía, ángel celestial! ¡Tan chiquita y tan capaz de sacarle los ojos hasta a su propia madre!”» (Santos–Febres 257). Se da cuenta de lo que hace, pero también de la necesidad de la separación de su madre, para lograr los objetivos.
Estos tres personajes que hemos discutido son los que, tanto por la crianza como por el abandono, crean la identidad de Sirena Selena, el personaje embaucador, el personaje que al igual que su tocayo mitológico, seduce a los hombres para llevarles a la muerte, en este caso les acerca a la locura, o cuanto menos a la nostalgia de tiempos mejores. Esa pena que ella lleva con orgullo, es la misma que transmite a sus oyentes, sumiéndoles en un trance.
Los personajes de la novela tienen otra cualidad y es que muchos de ellos tienen historias casi paralelas en su creación de la identidad. Este hecho puede venir dado por los intereses de cada personaje. Como menciona Maeseneer, «los personajes son guiados por intereses de índole material, de manera que se (con) funden» (534). En las comparaciones tenemos primeramente a Selena y Leocadio, parece que sus vidas han tomado el mismo camino, tanto que parece que el presente de Leocadio es el pasado de Selena. Otras comparaciones más relacionadas con la identidad de la persona podrían ser Solange y Selena. Las dos son receptoras del amor del que Hugo es capaz, recibiendo las dos las mismas palabras de este «Te amaré… como siempre quise amar a una mujer» (Santos Febres 238). A pesar de las diferencias, y de los enfrentamientos entre ambas mujeres, Hugo consigue ponerlas al mismo nivel. Solange, en cierto modo representa otra mentira, pues incluso ella «se arranca de un tirón las pantallas» (Santos–Febres 231), también ella está disfrazada de algo que no es, haciendo así el paralelismo entre las dos más atenuado.
Con estos paralelismos establecidos en la obra entre los diferentes personajes, se puede observar cierto sentimiento igualitario entre los diferentes problemas sociales, pues están poniendo a personas de ambientes completamente diferentes en situaciones que les equiparan. Esto puede explicar el fin último que han querido ver muchos críticos en la obra de Santos–Febres, sobre su crítica de la sociedad, y sobre esa búsqueda de identidad que divide a la sociedad, cuando en realidad los debería unir.
Hemos podido ver cómo en Sirena Selena la protagonista nos cuenta su proceso de evolución, desde un niñito que fue abandonado por su madre, hasta convertirse en la «femme fatale» del final de la novela, ahora personaje activo del abandono. En ese proceso se puede observar la influencia de las diferentes personas en su vida, que la ayudan, en diferentes formas, a pasar por ese proceso de madurez y descubrimiento de quien es, para brillar con luz propia, ya sea artificial o no, y tener una identidad que la distinga de los demás. La abuela, Valentina Frenesí y Martha Divine han sido influencias que han construido esa mujer que es ahora Sirena, guiándola en sus pasos desde el Puerto Rico donde nació, hasta Santo Domingo, ciudad desde la cual Sirena, como ser independiente, deja las figuras a seguir detrás de sí para continuar su camino sola, con su propia identidad.
Se podría considerar a Sirena Selena vestida de pena como una novela de bildungsroman, ya que tenemos a un joven descubriendo quién es, y convirtiéndose en la persona que debe ser. Pero incluso aquí vemos una alteración de género, pues no es el muchacho que se convierte en hombre, sino que se convierte en mujer, rompiendo así otro más de las convenciones establecidas. Vemos el proceso que atraviesa este personaje, los modelos que toma como familia, y ejemplos a seguir, y las decisiones finales que la convierten en Sirena, pero sobre todo en mujer, libre al fin.
Mayra Santos Febres. Cortesía de Marco Polo Hernández Cuevas y del Tercer Congreso del Grupo Negritud, San Juan, Puerto Rico del 22-24 de marzo de 2012. Pulse para ver video:
[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=C44o0ymXdxQ[/youtube]
BIBLIOGRAFÍA
Bird–Soto, Nancy. «En la frontera del artificio: La muñeca de Carmela Eulate Sanjurjo y Sirena Selena vestida de pena de Mayra Santos–Febres».
Braidotti, Rosi. Nomadic subjects, Embodiment and sexual difference in Contemporary Feminist Theory. New York: Columbia University Press, 1994. Printed
Butler, Judith. Undoing Gender. New York & London: Routledge, 2004.
Celis, Nadia V. y Juan Pablo Rivera. Eds. Lección errante: Mayra Santos Febres y el Caribe contemporáneo. San Juan: Isla Negra, 2011.
Grau–Lleveria, Elena. «Sirena Selena vestida de pena de Mayra Santos–Febres: economía, identidad y poder. HispanicResearchJournal. 4.3 (2003): 239–50. Impreso.
Haesendonck, Kristian Van. «Sirena Selena vestida de pena de Mayra Santos–Febres: ¿Transgresiones de espacio o espacio de ansgresiones». Centro Journal. 15.2 (2003): 78–97. Impreso.
King, Rosamond S. «Re/Presenting Self & Other: Trans Deliverance in Caribbean Texts». Callaloo.31.2 (2008): 581–99. Printed.
Maeseneer, Rita de. «Los caminos torcidos en Sirena Vestida de pena de Mayra Santos–Febres». Actual Investigación. 55.36: 533–53. Impreso.
Rivera, Ángel A. «Sirena Selena vestida de pena de Mayra Santos–Febres: Consumidora y consumida, la nueva ciudadana del Caribe. BHS. 85 (2008): 97–109. Impreso.
Rodríguez Jiménez, Rubén. «Escritura transexual y borrón de identidad en Sirena Selena vestida de pena». Lehman College. Web. 14 abr. 2012
https://www.lehman.cuny.edu/ciberletras/v09/rodriguezjimenez.html
Santos–Febres, Mayra. «Caribe y travestismo». Identidades. 2.2 (2004): 10–7. Impreso.
Santos–Febres, Mayra. Sirena Selena vestida de pena. Doral, Florida: Santillana, 2009. Impreso.
__________
* Miguel Rojo Polo es Licenciado en Filología Inglesa por la Universidad de Salamanca, España (2008). Máster en educación por Carthage College, USA (2010). Máster en Literatura y Lingüística hispana por University of Wisconsin, Milwaukee USA (2013).
N.B.: El presente texto hace parte de una conferencia dictada por el autor en el «Caribbean Conference», Marquette University, Milwaukee. 2013.
Todas las citas de Santos–Febres son del libro Sirena Selena vestida de pena, excepto en las que se mencione lo contrario.