Literatura Cronopio

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ŞTEFAN AUGUSTIN DOINAŞ (1922–2002)

Miembro del «Circulo Literario de Sibiu», agrupamiento de jóvenes intelectuales que intentan, a pesar de la Segunda Guerra Mundial y su atmósfera hostil hacia la cultura, continuar, en el contexto general de la cultura rumana, una línea poética fundamentalmente lírica, sin intrusiones políticas. Su lírica medita sobre la condición humana, a veces con acentos de balada. Opta por una expresión neorromántica, muy evidente en sus primeros poemarios. Más tarde, sus versos se transforman, accediendo a una lírica «reflexiva» que cultiva permanentemente una emoción discreta (Anotimpul discret – Estación discreta, 1975). El poeta busca sustancialmente en su escritura expresar con rigurosidad lo clásico.
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POEMA

Al principio fue la palabra AMOR.
Tu respiración llegaba a mí
rara, como un soplo de viento, y el viento mismo
se quedaba junto a nosotros como una respiración misteriosa.
Yo recuerdo de aquellos tiempos solamente
los lugares ensombrecidos por donde pasábamos
y el cielo alto. Las otras cosas, si vienen,
las encuentro de pura casualidad, como te encuentro a ti;
para siempre el mismo reloj tocaba la hora…
Para siempre el mismo reloj tocaba la hora:
parece que todas las cosas del mundo tendrían
una única muerte en un sólo corazón.
En vano aparto la niebla diluida:
los árboles inclinan sus ramas encima de nosotros
y nos quedamos solos en la noche
en medio del agua que se desborda.
Al principio fue mi orilla, la tuya,
y entre nosotros EL AMOR, como un océano muerto.
Por primera vez el sol, mientras pasaba
del uno
al otro
caí, pájaro de oro asesinado entre las olas.
Después, sin que lo supiéramos, seres rapaces
descendieron de las orillas, caminaron sobre las aguas.
Eso permaneció unos miles de años. Luego, finalmente,
criaturas marinas vinieron para morder en las orillas.
Ahora nuestra frontera mordida se parece al
perfil de los continentes; y las almas
a la flor inconstante hecha de la espuma del mar,
que el viento destruye o se seca sobre las rocas.
Al principio entre nosotros fue una sola palabra.
Ahora cientos de palabras muertas se animan
cuando tu respiración llega hasta mí,
rara, como un soplo de viento…

DIOS DE LAS FRONTERAS

Un Dios de las fronteras se queda entre nosotros,
el beso permanece en sus hombros
y yace allí, olvidado, pudriéndose como la manzana
que los dos un día mordimos.
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Nos acordamos que fue amargo.
Sobre los senos de escarcha, después en las caderas
tu pelo centelleaba abundante con su llama,
así como lo veo sin cesar desde entonces.

Ahora tu estás tan lejos y todos los sueños son sólo ceniza.
Una ola rica de humo y desastres
lava que corre, la losa donde nos sentamos.

Ahora comprendo que hasta el día de la muerte
el Dios de las fronteras nos separa,
de la edad del fuego, de los corazones y los astros.

NICHITA STĂNESCU (1933–1983)

Muy valorado y apreciado desde sus inicios como poeta, y considerado, a veces, por la critica literaria como el más importante poeta de la generación de 1960 que representa, en Rumanía, una verdadera resurrección del lirismo. Nichita Stănescu muestra a sus lectores «el censo del amor» y «una visión de los sentimientos», como bien lo dicen los títulos de sus poemarios de 1960 y 1964. Después, estas expresiones de la edad temprana y de su confianza en el tiempo que parece perdonar y permitirle todo al ser humano, su escritura se transforma en una lírica más intelectual (11 elegí, 11 elegias, 1966), obsesionada con el símbolo de la esfera perfecta y sus formas sobre la tierra. El mundo es un espacio de objetos, que el poeta ve y percibe como testimonios–formas de la situación trágica del ser humano en la época moderna excesivamente tecnificada.
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EVOCACIÓN

Era linda como la sombra de una idea —
sus espaldas olían como la piel de una niña,
a piedra apenas rota,
a grito en una lengua muerta.

No pesaba… era como la respiración.
Riendo y llorando a lagrima viva
era salada como la sal
que los bárbaros sirven en sus festines.

Era hermosa como la sombra de un pensamiento.
En todas las aguas solamente ella la tierra.

EMOCIÓN DE OTOÑO

Ha llegado el otoño, por favor,
cúbreme el corazón con alguna cosa,
con la sombra de un árbol, o mejor con la tuya.

A veces tengo miedo de no verte más,
que alas afiladas hasta al cielo me van a crecer,
que tú misma vas a esconderte en un ojo ajeno
y que va a cerrarse con una hoja de ajenjo.
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Y entonces me acerco de piedras y me callo,
llevo todas las palabras y las ahogo en el mar,
silbo la luna, la levanto yo mismo y la convierto
en un gran amor.

POEMA

¿Dime, si algún día podré coger y besar la
planta de tu pie…
verdad que tu vas a cojear un poco, después,
con el temor de no aplastar mi beso?

 MARIN SORESCU (1936–1996)

Uno de los poetas rumanos más traducidos en diferentes lenguas y muy conocido en el extranjero. Su primer libro de versos, Poeme (Poemas, 1965) lo destaca como uno de los escritores más importantes de su generación. Pero Sorescu prefiere seguir un camino muy diferente y poco conocido en el contexto de la poesía rumana: el derrotero de la parodia poética. Su lírica está profundamente dominada por una visión lúdica o irónico-fantástica de la realidad. Acento muy evidente en poemarios tales como Moartea ceasului (La muerte del reloj, 1966), Tineretea lui Don Quijote (La juventud de Don Quijote, 1968), los cuales le aseguran su prestigio y una gran audiencia. En estos textos, el poeta parece decir, en cada uno de sus versos, que todo puede ser «prise à la legere», incluso la poesía misma.
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ENFERMEDAD

Doctor, siento algo mortal
aquí, en la región de mi propio ser,
me duelen todos los órganos,
en el día me duele el sol
y en la noche la luna y las estrellas.

Siento una punzada en una nube del cielo,
exactamente en la que hasta entonces no había marcado
y me despierto cada amanecer
con una sensación de invierno.

En vano he tomado medicinas de todo tipo,
odio y amo, aprendí a leer
e incluso leí algunos libros,
hablé con la gente y pensé,
fui bueno y hermoso…

Todas esas cosas no han hecho ningún efecto, doctor.
y he gastado en ellas mucho dinero.
creo que un día me enfermé de muerte;
el día
que nací
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CAPRICHO

Cada noche
cuelgo de mis vecinos
todas las sillas disponibles
y les leo versos.

Las sillas son muy receptivas
a la poesía
si sabes cómo colocarlas.

Por eso
me conmuevo
Y por algunas horas
les cuento
todo lo bello que ha muerto en mi alma
mientras avanza el día.

Nuestros encuentros
de costumbre son sobrios
sin fervores
inútiles.

En todo caso
eso significa que cada uno
ha cumplido su deber
Y que podemos seguir
nuestro camino.
(Continua página 4 – link más abajo)

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