Literatura Cronopio

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En ese lapso de tiempo corriente, la expresión de los ojos de Kurt juega con la sorpresa, el temor, la complicidad, el entendimiento, la ternura y, finalmente, la tristeza. Sin embargo, esa cadena que siempre terminará en tristeza, en tiempo interior, se traduce en otra escena de la película, en la única de «Last Days» en que Kurt se expresa con claridad, como si fuera su expiación definitiva: Kurt y su guitarra acústica, solos en una sala de ensayo, con varias guitarras eléctricas tiradas en el piso. Acústico versus eléctrico, como si esa sesión fuera una metáfora del palíndromo cortazariano de Neil Young. Silencio roto por el rechinar de su silla, Kurt gruñe y balbucea algo. Balbuceo roto por la melodía de la guitarra, que introduce una canción inédita, titulada «Death to Birth»: «De maduro a podrido, demasiado real para vivir. ¿Debo tumbarme, ponerme de pie y caminar por ahí de nuevo? Mis ojos por fin se han abierto del todo, para descubrir que la fuente del sonido escucha el tacto de mis lágrimas. Es un largo y solitario viaje de la muerte al nacimiento. Huele el sabor de lo que malgastamos […]». Kurt en ningún momento levanta la cabeza, su rostro lo cubre su pelo dorado, esa es una característica propia del shoegazing, movimiento musical alternativo en el que, a la hora de tocar en vivo, los músicos miraban sus zapatos para no mirar al público. Luego, decodificando la sinestesia, llevándola de la realidad interior a la exterior, aquello que Kurt miraba fijamente, sin parpadear, era la representación psicológica de sus viejos Converse, es decir, sus influencias underground, las raíces de su pensamiento alternativo. Continúa la canción: «¿Debería morir de nuevo? ¿Debería morir por ahí, entre materia que rueda por el espacio? Sé que nunca lo sabré hasta que esté cara a cara con mi propio rostro frío y muerto, con mi propio ataúd de madera». Aquí se alcanza el cimero emotivo de «Death to Birth», Kurt lo reduce todo a la máxima expresión, a un largo rugido que sigue una trayectoria parabólica cuyo punto final es el silencio. Kurt interrumpe su interpretación para reventar la sexta cuerda de su guitarra, la segunda cuerda Mi. Ese el final de su expiación, Kurt, Kurt Donald Cobain, acaba de expulsar a su marca registrada, ha desterrado momentáneamente a Kurt Cobain. Con la marca registrada en el exilio, como con la segunda cuerda Mi de su guitarra acústica, sólo le falta reventar, estallar la forma, desdibujar los límites de su ser para que no vuelva a ser colonizado por su máscara, la figura de culto. Sin embargo, ese estallido es una elipsis de contenido en «Last Days», que debería estar entre las dos escenas descritas arriba, entre el final y su antesala. ¡Bah! Da igual. Gus Van Sant no aprobaría la siguiente para la edición de coleccionista de «Last Days»: Entre una y otra escena, por lo tanto, de su puño y letra, Kurt Donald Cobain escribió el epígrafe de su suicidio, reprodujo en un papel cualquiera el verso de Neil Young, el «It’s better to burn out than to fade away» que estructura la canción «Hey Hey, My My (Into the Black)», epígrafe que, si se mira bien, es idéntico a la definición de arte compuesta por Bukowski, «Cuando el espíritu se desvanece, aparece la forma», una detrás del otro, como portada y contraportada de una misma hoja, a la luz del sol, son lo mismo. Son otro palíndromo cortazariano, porque los de esa clase, a fin de cuentas, son palíndromos de sentido. Luego, el suicidio de Kurt Donald Cobain, el asesinato de Kurt Cobain, fue el último acto creativo del Realismo sucio norteamericano, otra estrella del rock muerta a los 27. 27 días antes, el 9 de marzo de 1994, moría Bukowski de muerte natural.
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FINAL ALTERNATIVO:

¿Dónde empezó todo, quién inspiró a Bukowski?

Sus influencias están desperdigadas en toda su obra, y no solamente de manera codificada, fundida en la forma y el contenido, sino que aparecen con apellido y nombre propio. Por ejemplo, en el largo poema dedicado a la biblioteca de su juventud, su salvaguardia, la que lo salvó «de ser un tipo que le pega a su mujer, o un policía», a La Biblioteca Pública de Los Ángeles luego de arder hasta las cenizas, después del incendio que la destruyó. El poema se titula, por lo tanto, «El incendio de un sueño», y es el recorrido expreso de su formación autodidacta: como lector, recorría todos los estantes, leía a granel, desde literatura hasta geología, pasando por filosofía, religión y medicina. Como el segundo principal requisito para escribir es ser un lector voraz, pronto decidió ser escritor, como el primero es vivir intensamente la vida, su motivación para escribir era que, ante su vida de perro, era la salida más fácil. Como lector crítico, o sea como lector con pretensiones de escritor, rápidamente descubrió dos cosas, que había que ir a la contra del mundo editorial establecido, y que escribir es trabajar de firme para darle forma a una idea, luego, escribir bien es afinar las ideas a través de palabras, filigrana que tarda años. Como joven escritor o escritor diletante se autodefinía como una suerte de «Chatterton metido dentro de una especie de Thomas Wolfe», es decir, algo entre un poeta prerromántico del siglo XVIII y un novelista moderno del siglo XX, a los que, aparte de escribir en inglés, como si fueran estrellas de rock de culto, lo único que los unía era la muerte prematura, el primero murió a los 17 y el segundo a los 37 años. En consecuencia, el joven Bukowski tenía un espacio literario de 200 años, muy variopinto, para irlo estrechando en busca de espejos. La lista de espejos, de autores que hacían eco en su interior, elaborada por Bukowski en «El incendio de un sueño» es larga, pero, si se contrasta con la que hizo en «Lo que más me gusta es rascarme los sobacos», se reduce a tres, Hemingway, William Saroyan y John Fante. Todos por su modo fácil de escribir. Sin embargo, a los primeros dos les pone peros, Hemingway no tenía sentido del humor y Saroyan era demasiado dulzón y usaba muchas fábulas, peros u objeciones que, en Bukowski, son rasgos distintivos, el humor lo usaba para burlarse de la tiranía de lo cotidiano, y las fábulas y la ternura las reemplazaba con la tábula rasa de la realidad, para Bukowski no había nada más simbólico que la realidad de primer orden. ¿Y qué dijo acerca de John Fante? «Lo que más me gusta es rascarme los sobacos», es un libro bifurcado, la primera parte es una introducción a la obra de Bukowski, y la segunda es una larga entrevista a dicho autor, ambas a cargo de Fernanda Pivano, renombrada literata y periodista italiana:

Bukowski: Era demasiado optimista, quiero decir Saroyan;
y el optimismo es algo nauseabundo. Me habría gustado
verle enfadado o deprimido y utilizar aquel mismo modo
de escribir fácil. Y hay otro, John Fante.
Pivano: John Fante. En este no habría pensado.
Bukowski: Nadie piensa en él. Y quizás sea el que ha tenido
mayor influencia sobre mí.
Pivano: ¿De veras?
Bukowski: Siempre lo digo en las entrevistas, sí. Lo leí cuando
tenía unos dieciocho años y me dije: «.Este sí que sabe escribir.»
Pivano: ¿Qué te gustó de Fante?
Bukowski: ¿Qué me gustó? Todo. Pero lo primero que leí fue:
«Ask the Dust». Y me gustó tanto, que hace poco me puse a
hablar de él y ahora John Martin, mi editor, lo ha reeditado.
Quiero decir que ha vuelto a publicar «Ask the Dust», de
modo que la gente ha recomenzado a leerlo.
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En 1979, específicamente el 5 de junio, quince meses antes de la entrevista que sostuvo con Pivano, Bukowski prologó la primera reedición de «Ask the Dust» [14], prólogo que, ésta vez en prosa, prácticamente es un calco de «El incendio de un sueño»; puesto que relata una larga búsqueda personal que, luego de deshojar la margarita, termina en el descubrimiento de John Fante:

Pero cierto día cogí un libro, lo abrí y se produjo un
descubrimiento. Pasé unos minutos hojeándolo. Y entonces,
a semejanza del hombre que ha encontrado oro en los
basureros municipales, me llevé el libro a una mesa. Las
líneas se encadenaban con soltura a lo largo de las páginas,
allí había fluidez. Cada renglón poseía energía propia y
lo mismo sucedía con los siguientes. La esencia misma de
los renglones daba entidad formal a las páginas, la sensación
de que allí se había esculpido algo. He allí, por fin, un hombre
que no se asustaba de los sentimientos. El humor y el sufrimiento
se entremezclaban con sencillez soberbia. Comenzar a leer
aquel libro fue para mí un milagro tan fenomenal como imprevisto.

Así, como si John Fante fuera la continuación del sueño, el joven Bukowski adopta la personalidad del alter ego de aquel: «Sí, Fante tuvo sobre mí un efecto poderoso. Poco después de leer los libros que he citado conviví con una mujer. Estaba más alcoholizada que yo, sosteníamos peleas violentas y a menudo le gritaba: “¡No me llames hijo de puta! ¡Yo soy Bandini, Arturo Bandini!”». Arturo Bandini, otro joven escritor que, en «Ask the Dust», justifica toda su corta vida con la publicación de su primer y único relato «El perrito rió», justificación que, en sí misma, es un dilema moral, porque la materia de interés de Bandini es la vida, y él admite que ese es su problema, que no sabe nada de la vida. Bukowski, pues, rompe ese dilema viviendo a la manera del tercer mundo, esto es, viviendo una vida anómica, recorriendo las márgenes del primer mundo. A la documentación bukowskiana de ese recorrido la llamaron Realismo Sucio, y al caminante anónimo que lo capitaneó, al Arturo Bandini sin grandes dilemas morales, a su alter ego, Bukowski lo llamó Henry Chinaski. Luego, Arturo Bandini en cabeza de John Fante, es el padre del Realismo Sucio.
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Pero, ¿Quién era John Fante? Que responda Fernanda Pivano, y, para los propósitos de esta genealogía, que lo haga en forma de relación, ligando su respuesta a Bukowski: «Si se le pregunta a Bukowski quién es su escritor preferido, el que más le ha influenciado, contesta: John Fante, un novelista neorrealista de los años 30, de origen italiano, pero nacido en Denver (Colorado) en 1911, que vive en Los Angeles, paralizado por la diabetes, en una silla de ruedas, después de haber publicado «Wait Until Spring, Bandini» en 1938, «Ask the Dust» en 1939, «Dago Red» en 1940 y «Full of Life» en 1952».

Así, cerrando el círculo, volviendo al principio, terminando donde empezó todo, en la conversación anómica con Juan Pablo, sigamos hablando de Neorrealismo italiano…

Las últimas 48 horas de Kurt Cobain dirgido por John Dower. Primera Parte. Cortesía de la BBC. Pulse para ver video: https://www.youtube.com/watch?v=TMXzDn8_v80

Las últimas 48 horas de Kurt Cobain dirgido por John Dower. Segunda Parte. Cortesía de la BBC. Pulse para ver video: https://www.youtube.com/watch?v=P8RxFBPufmM
NOTAS:

[1] Louis Armstrong, el primer cronopio, y la ley seca, lo que confirma la regla cortazariana que reza que cada vez que emerge un cronopio, allende a él, pero no muy lejos, se impone una gran restricción.

[2] «¿Crees que el alcohol te ha ayudado a llegar a ser un escritor? No. No soy más que un alcohólico que ha decidido hacer de escritor para poder quedarse en la cama todos los días hasta el mediodía» (Bukowski).

[3] «La falta absoluta de cualquier meta, la tristeza, el todo… encontré el último vaso de vino mezclado con las cenizas de la tristeza de cualquier cosa… me metí su pezón en la boca, sabía a tristeza» (Bukowski). Tristeza en función del alcohol que exterioriza permanentemente en su obra y que, como si fuera un decorador de interiores, hace extensiva a los ambientes de su casa: «Los muebles estaban viejos y rotos, la alfombra ya no tenía color. El suelo estaba lleno de latas de cerveza vacías. Era el apartamento adecuado».

[4] Lo definió Neil Young en 1979, sin embargo, en «Lo suficientemente loco» (1990), Bukowski demuestra que tiene interiorizada esa dinámica desde hace mucho tiempo: «Creen que si los escritores sufren serán mucho mejores. Eso es pura mierda. El sufrimiento es exactamente igual que cualquier otra cosa: si te dan demasiado al cabo de un tiempo puedes hundirte. Es el intento de escapar del sufrimiento lo que crea grandes escritores». Obviamente, tristeza es sinónimo de sufrimiento.

[5] Para una explicación de porqué ese díptico de Neil Young es un palíndromo cortazariano, leer mi próximo relato titulado «Nacimiento, vida y muerte de un hijo imaginario».

[6] «The difference between life and art is art is more bearable», esto es, «La diferencia entre la vida y el arte es que el arte es más soportable» (Bukowski).

[7] Para ilustrar los estertores de esa sentencia con imágenes en movimiento, ver: «Last Days» (Gus Van Sant, 2005).

[8] En la página 233 de sus «Diarios», Kurt Cobain se refiere a MTV con un juego de palabras que alude a su vacuidad: «Dear Empty TV, la entidad de todos los dioses corporativistas».

[9] Triple confusión que no cometió, por ejemplo, el International Pop Underground festival de Olympia: «Cuando los Nirvana ya eran famosos, Kurt Cobain se ofreció para tocar en la inauguración del International Pop Underground festival de Olympia (Washington, EE UU), pero los coordinadores del evento lo rechazaron. A Cobain le dolió mucho que no lo dejaran tocar ahí, y se sintió muy alejado de la escena musical que más adoraba» (Revista Rolling Stone).

[10] Curtney Love, la entonces novia de Kurt Cobain y posteriormente su esposa, después de escuchar el tema In bloom de Nirvana en 1992 y darse cuenta de lo bueno que era, dijo: «Al instante sentí lástima por Kurt, me di cuenta inmediatamente de la pesadilla que se le venía encima» (Revista Rolling Stone). Obviamente, el afectado, el que la vivía en carne propia, sintió la pesadilla mucho antes de que los demás la vieran reflejada en él.

[11] Por eso el «Nevermind the Bollocks», ópera prima de Sex Pistols y quinta esencia del punk, es el parámetro que establece Kurt Cobain para hacer su balance. Adicionalmente, como una coincidencia más, cuando se suman muchas es porque la verdad que encierran está en la punta de la lengua, Johnny Rotten, el vocalista de Sex Pistols, es el protagonista del palíndromo cortazariano de Neil Young, de «My My, Hey Hey (Out of the Blue)» y «Hey Hey, My My (Into the Black)».

[12] «Mis letras son un gran montón de contradicciones. Se dividen a partes iguales entre opiniones y sentimientos sinceros y refutaciones sarcásticas y humorísticas, espero, hacia los estereotipados ideales bohemios desfasados desde hace años. Y es que parece que un compositor de canciones no tenga más que dos maneras de ser: o la propia de visionarios tristes y trágicos como Morrisey, Michael Stipe o Robert Smith, o la del típico chico blanco alelado e ido de la olla que va de «Eh, vámonos de juerga y olvidémonos de todo», gente como Van Halen o los demás mierdas del Heavy Metal. En fin, a mí me gusta ser apasionado y sincero, pero también me gusta divertirme y hacer el imbécil. Bichos raros del mundo, únanse» (Kurt Cobain, Diarios: 53). Otra vez presente la fórmula «contradicción dirigida a las masas» como espada de doble filo de la cruzada alternativa del quijote del rock Kurt Cobain.

[13] Como una paradójica metáfora de lo que hubiera significado estar en los zapatos de Kurt Cobain, en las plantillas de los «Converse Kurt Cobain edition» se puede leer, escrito con su propia letra pero reproducida industrialmente, «Punk rock means freedom».

[14] «Ask the Dust», novela publicada originalmente en 1939.

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* Juan Fernando Ramírez Arango es Economista de la Universidad Nacional de Colombia. Estudiante de Filología Hispánica de la Universidad de Antioquia. Escritor Underground. Finalista del Primer concurso Internacional de Relato Urbano de la Revista Yambria (Barcelona, 2006). Mención de honor en el III Certamen Literario de Cuento Corto y Narrativa Breve de Editorial Rome (Buenos Aires, 2006). Ganador de la primera convocatoria de «Escritura Pública: la ciudad que no vemos», concurso de CANAL U para las crónicas de ciudad y otras miradas de la urbe (Medellín 2007), crónica hecha video-arte por el mismo CANAL U. Finalista del primer concurso de Fútbol en Palabras de la ciudad de Medellín (Alcaldía de Medellín, 2008). Finalista del II Premio Nacional de Cuento La Cueva (Barranquilla, 2012). Ganador del concurso de cuento Afro en Palabras (Alcaldía de Medellín, 2011). Ganador Premios Emisión en la categoría Mejor Relato (Universidad de Antioquia, 2011). Ganador del XXIV Concurso Nacional de Cuento Corto y Poesía Universidad Externado de Colombia (Bogotá, 2011). Ha publicado en la Revista La Otra (México, 2011), en el suplemento dominical Las Artes del Diario del Otún (Pereira, 2012), en la Revista Cronopio (Medellín, 2012), en la Revista Odradek (Medellín, 2012), en la Revista Ergoletrías (Ibagué, 2013), en la Revista Visaje (Cali, 2013), etc., y en un puñado de antologías.

 

1 COMENTARIO

  1. Este debe ser el artículo más interesante y bien escrito que he leído en internet. Que fascinante leer los modos en que tantos personajes que admiro se influenciaron mutuamente, y que bien escrito, notable.

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