Por lo tanto, esta Emma que crea un hombre, Borges, es asimismo una mujer fuerte pero marginal dentro del cuerpo social de los mismos hombres, que vive aislada en el silencio impuesto sin ser libre de vivir con libertad y justicia; pero que, como se ve, deja de ser un simple ente ficcional/marginal para entrar de lleno en la historia por vía de lo literario y triunfar ante el olvido de los que la condenaron.
Emma, un ser ficcional, existe engañado/disfrazado de mujer sufriente para hacerse justicia, o al menos era ese su ideal, que deviene en una venganza que se hace histórica. Con ese accionar que sigue perfilado en el tiempo, Emma intenta poseer y ser parte de una obra y correlación divina pura, inmaterial/inmortal entre los hombres; por lo menos ella quiere también tener la última palabra. Sin embargo, Emma, como las mujeres en general, las mujeres de Buenos Aires sin objeción alguna, son «rather tan being seen as the symbols of change, women are constructed in the role of the ‘carriers of tradition’» (Yuval-Davis, 61). A pesar de las diferentes clases sociales, y de que son mayoría en la población mundial, la mujer es vista como inferior y menos que el hombre; sin embargo, históricamente, siempre ha estado a la par del hombre y le ha rodeado/afectado siempre. La señera presencia de lo femenino que altera la vida de Borges, y en general de todos los hombres, es destacada también dentro de las páginas del libro de Edwin Williamson que al estudiar la vida del escritor observa que:
The fact that «Emma Zunz» was published in September 1949,
while the essay on Dante’s last vision of Beatrice in Paradise
came out on October 3, indicates, I believe, Borges’s recognition
that his whole Dantean project of being saved by a woman’s love
would remain an idle fancy so long as he failed to come to terms
with the woman’s sexual nature as well as with his own. Though
dedicated to Cecilia Ingenieros, «Emma Zunz» could only have
been written after his experience with Estela Canto. Estela
had abused Borges’s trust, but, by demanding sex of him, she had
set him on the road to demystifying his tendency to regard women
as angelic «saviors.» (304)
Borges, usando a Emma Zunz, manifiesta, desde el principio de su historia, esas mismas interrogantes y dudas en torno al sexo y a la vida; traumas que lleva adentro de los mundos hechos y condicionados por ésta, su palabra literaria. Misma palabra que le posibilita fábulas e hipótesis llenas de increíbles imágenes que hablan de vidas y situaciones sociales muy parecidas a las de la realidad material y cultural y a las de su entrañable Argentina. Son éstas, sus potencialidades narrativas o re-mitificaciones las que desestabilizan y subvierten las nociones de identidad y del pensamiento ontológico en la búsqueda eterna del yo y de ese otro yo casado con la historia pero no con la mujer.
Borges se ha despojado de la creencia idílica de la Beatriz de Dante, de la mítica fuente de Helena de Troya y de la Elena Canto de la ciudad de Buenos Aires, junto con las demás porteñas de su juventud a las que amó y que no le co-respondieron porque él estaba predispuesto. Son éstas también las problemáticas que surgen de la vida y obra de Jorge Luis Borges; las mismas que han seguido replanteándose en los círculos intelectuales al hablar de su relación con las mujeres y en especial con la no tan secreta situación que mantiene con la misma Emma Zunz.
Borges lleva al extremo la ironía y argumentación ante las diferentes opiniones que «Emma Zunz» ha desatado y las sombras, en cuanto a la idea original del cuento. Esto es algo que podría ser otro guiño al lector que se adentrea profundamente en el cuento:
De Emma Zunz básteme, ahora, repetir que su argumento
es obra de Cecilia Ingenieros. Alguna vez ensayaré otra
versión, menos trágica que patética, escrita no desde la mujer
que ajusticia sino desde el varón que es ajusticiado. Emma Zunz
está redactada con palabras opacas, in a style of scrupulous
meanness, como dijo Joyce de sus Dubliners.
(Prólogo, La muerte..11-12)
Conforme a esta otra información se sobreentiende esa velada opacidad escenográfica del relato y de sus orígenes con la que Emma Zunz narra los hechos sucedidos en su vida. Aquí, descubrimos las diferentes actitudes y caracterizaciones que ella va adoptando hasta lograr asesinar a su odiado empleador. Las continuadas y dispares reescenificaciones de Emma, llenas del sentir y actitud del hombre, hacen mella en el estereotipo tradicional dado a la mujer. Sus acciones ponen en entredicho al cuento mismo y hacen que estemos solamente viendo a una mujer singular, porque pareciera que realmente siempre han existido mujeres fuertes en la historia y en la literatura; es decir, la mujer no es lo que parece o lo que se le ha hecho parecer. La voz, el arte de la mujer es diferente, intuimos llanamente, pero a ella no se le ha dejado hablar ni hacer libremente; puesto que siempre está sujeta al poder patriarcal que la silencia. Porque eso es también lo que se ve mas allá que las propias acciones o los hechos descritos en la celebrada sinopsis lograda por Ricardo Piglia en su lectura a «Emma Zunz»:
Emma Zunz usa su cuerpo como materia de ficción: lo somete
a las transformaciones, los disfraces, los desplazamientos que
rigen la producción del texto. Hace de prostituta, hace de virgen
violada, hace de delatora, y de ese modo sostiene la verdad de
la ficción en un uso ficticio de los cuerpos. Hace de virgen violada
para que Loewenthal se convierta en un violador; hace de prostituta
para que el marinero sueco se convierta en un «instrumento de
la justicia». Las funciones narrativas que acreditan la verdad de la
ficción son llenadas por los cuerpos. El violador, la virgen; el
marinero, la prostituta; el asesino, la víctima; el patrón, la delatora:
teatro de máscaras, el relato traslada los cuerpos de un escenario a
otro a partir de una lógica fundada en la semejanza y en
la sustitución. (109)
De ahí que de entre todas las paradójicas simulaciones y diferentes enmascaramientos que se muestran en el cuento, «Emma Zunz», hay una en particular que llama la atención: la que sea la misma protagonista quien recree y dé vida a su antagonista o doble exhibiéndole. Ella es un ser que ve y que sabe lo ve pero que se mantiene envuelta en esa opacidad que le ha dado origen/alteridad y que bien podría ser también una referencia más al Cristo sacrificado o aquel otro Dios vengativo disfrazado en el cuerpo de una mujer llevada al sacrificio, en aras de una torpe pero obnubilada venganza, donde intenta ser como el creador o, mejor aún, como la creadora: una diosa. Con lo que hace recordar que en la historia también hay alteridad y desafío a lo versado por el poder del Padre y por los mismos hombres; puesto que:
Entre los judíos y los cristianos había una creencia que
decía que Dios no sólo era hombre. También tenía un
lado femenino o una «naturaleza materna. En griego este
lado femenino se llama Sophía. «Sophia» o «Sofía» significa «sabiduría».
(Gaarner, 227)
Con esta equiparación a la figura omnipotente/omnipresente de Dios/a se recuerdan aquellas referencias históricas a las que casi nadie les pone atención; que bien pueden ser parte del origen y existencia tormentosa entre los varones de una Diosa Emma.
Esas problemáticas y demás dilemas existenciales que surgen de la vida y obra de Borges han seguido replanteándose en los círculos intelectuales al estudiar detenidamente la escritura y decires del propio Jorge Luis Borges y reconocer en su labor poética-filosófica, al otro yo, al poderoso mito literario (Sarlo), que revive constantemente y toma forma en creaciones que, como las de la propia Emma Zunz están hechas a imagen y semejanza de él mismo; es decir Borges vive, ahora, en los límites que su propia mitificación y desmitificación en torno a su existir le dictan, o innumerables dichos que se argumentan al ironizar reiteradamente con su obra; porque:
Desde principios de la historia, el hombre inventó la
poesía como una forma de homenaje, alivio, catarsis o
traducción de ideas y sentimientos, como instrumento de
exorcismo y de lucha contra la muerte. También como una
máscara autobiográfica. Borges llevó este autoocultamiento
a buena parte de su obra; acaso no imaginó que en el
futuro un aluvión de chismosos eruditos dedicarían sus afanes
a descubrir sus más recónditas entretelas y pudores, o las
secretas u ostensibles destinatarias de sus textos. Existe otra
posibilidad: acaso el método constituía sólo otro guiño de un
tímido que jugaba una vez más con sus posibles lectores,
incluso con aquellos que aún no habían nacido, y de paso daba
trabajo al creciente ejército de críticos de todo el mundo
dedicados a diseccionar su obra. (Salas, 5)
Émulo de las controversias creacionales con su palabra, el yo creador del escritor Jorge Luis Borges da vida a entes ficcionales que, como la multicitada y confundida Emma Zunz, manifiestan esas mismas interrogantes y dudas en torno al sexo, a la vida que lleva dentro de mundos hechos y condicionados por ésta, su palabra literaria que posibilita fábulas e hipótesis llenas de increíbles imágenes, que nos hablan de vidas y situaciones sociales muy parecidas a las de su/nuestra realidad material y cultural y a las de su entrañable Argentina. Tal y como hace con las mujeres ante las que se inhibe y evita.
Como han sabido reconocer Edwin Williamson, Carlos Mastronardi, Nelson González Ortega, Beatriz Sarlo, Enrique Lihn, Pedro Lastra, Sylvia Molloy, Robin Lefere, María del Carmen Rodríguez Martín, entre muchos otros escritores que han destacado la íntima relación entre el Jorge Luis Borges «hombre de letras» y el Jorge Luis Borges hombre de carne y hueso; quien, coincidentemente, comparte esa misma personal proyección con su amigo Mastronardi: «somos las huellas de nosotros mismos» (Borges). Algo también muy parecido, por cierto, aparece en el libro, Borges, entre autorretrato y automitografía, donde Robin Lefere destaca y enfatiza en su lectura que:
…En todos los géneros frecuentados por él, en especial la
poesía, los ensayos, los cuentos, Borges integra, desde el
principio pero de manera creciente, datos explícita o
implícitamente autobiográficos (ciertos o ficiticios), trátese
de su propia vida o de circunstancias familiares. (183)
Sucede igual en cuanto a la omnipresencia borgueana en sus escritos y que también observan sus congéneres en el genio interno de Borges, descrito brevemente por su amigo Carlos Mastronardi es que éste es: «esencialmente especulativo, Borges mira con recelo el orbe de las apariencias, el reino mudadizo de las pasiones. No quiere usufructuar el mundo sino pensarlo» (74); pero pensándolo siendo él mismo el creador y hacedor de todas esas creaciones/recreaciones de las que ha llegado a formar ya parte; aunque lo haya negado anteriormente, la textura con las que las ha investido lo evidencian. Por lo tanto, «“Emma Zunz” es una instancia especular donde el lector observa la labor constructora de un narrador quien imagina un espectacular personaje femenino que a su vez teje su propia “realidad”». (Pérez Bernal, 97)
Siendo juez y parte de su obra, Borges inserta a su personaje Emma Zunz en la literatura universal, en la vida literalmente del canon literario de una manera encubierta, aunque develada por la palabra misma; dado que «in Borges, language can never escape its own web to place the subject in contact with the world». (Acquarone, 51) De todas maneras, Borges nos orienta hacia otras literaturas en donde viven otras Emmas tan sorprendentes y controversiales como las de Gustave Flaubert y de Jane Austen (Stavans); mujeres que como Emma Zunz ya han hecho historia. Asimismo, nos lleva hacia la Historia Occidental porque en su gestación narrativa, resulta altamente probable que haya tomado en cuenta también a Clío, a la musa de la historia, y revisara algunas semblanzas con aquellas otras mujeres fuertes, paganas, religiosas, míticas; como la mitad divina llamada Shejiná (Aizenberg) o con las historias de Judith (Rivera-Taupier).
Por otra parte, entre la literatura y la historia que se junta en «Emma Zunz» se insertan también elementos de la vida literaria y de la realidad misma; puesto que tanto Pedro Lastra como Enrique Lihn y Afred MacAdam al revisitar la misma narración, han visto el hilo que comunica/ata a «Emma Zunz» con «el marinero de Amsterdam» de Guillaume Apollinarie. Por lo que en su creación, Emma Zunz, bien puede ser vista como una alteración intertextual e inhumana dentro de una existencia predestinada llena de dobleces y repeticiones que comparte con su mismo creador. Es decir, retomando el estudio que habla sobre la libertad y Emma Zunz de González Quirós, al parecer todo estaba ya escrito, o al parecer predeterminado, porque el mismo autor dice:
Creo que con independencia de las peripecias que la polémica
del determinismo haya experimentado en la historia de la ciencia
natural, es conveniente recordar que su fundamento último está fuera
de ella, se encuentra en ese gozne inasible en el que se articulan
paradójicamente dos visiones de la realidad, una supuestamente
subjetiva e interna, y otra pretendidamente objetiva y externa. En
ese límite inestable y siempre impreciso, el determinismo es, como he
dicho, una historia fuera de lugar, una narración pretenciosa que sustituye
lo que realmente pasó por lo que debiera pasar velis nolis, aunque como en
el caso de Emma Zunz, solo ocurre si no se es ni reflexivo, ni modesto,
ni prudente, ni justo, ni por supuesto, piadoso, y eso es algo que siempre
podemos ser, o intentar porque, por decirlo de algún modo, está en
nuestra naturaleza que podamos serlo. (11)
«Somos las huellas de nosotros mismos» ha dicho, constatemente por cierto, el mismo Borges y las pistas dadas por Emma Zunz la señalan como esa doble del creador; como simbiotica aparición del espectro lingüístico/genérico sexual en donde ambos , unidos por la palabra, se perfilan paralelamente entre los universos ficcionales/materiales conviviendo, a su manera, con todos esos otros personajes arropados y disfrazados con múltiples personalidades genéricas y enhebrando las diversas temporalidades/travesías por las que discurren las largas vidas literarias de Emma Zunz, Jorge Luis Borges y los demás personajes histórico-literarios. De nueva cuenta se presenta otra coincidencia al encontrar que algunos de estos disfraces literarios e históricos, hayan sido también resaltados ya por Horacio Salas al comentar sobre el sendero literario dejado por el ahora también mitificado/multicitado Jorge Luis Borges quien:
Tras la muralla de datos reales de las biografías de los retratados,
Borges deslizaba en los intersticios, fragmentos de su propia
imagen. Se había acostumbrado desde muy joven al manejo sutil
de la metáfora y el símbolo y ahora echaba mano de una nueva
relación con el revés de las palabras, con sus brillos ocultos:
la máscara. (4)
*Espere la segunda parte de este artículo en la edición 44 de www.revistacronopío.com
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* Demetrio Anzaldo González es oriundo de La ciudad de Mexico, es profesor en la Universidad de Missouri en la ciudad de Columbia en Los Estados Unidos. Ha realizado estudios literarios y completado un doctorado en la universidad de California en Irvine. Se especializa en la literatura latinoamericana y ha escrito sobre las escritoras y escritores mexicanos. Actualmente, investiga la relación entre la arquitectura, la literatura y el cine. Sitio web: https://romancelanguages.missouri.edu/people/anzaldo.shtml