Literatura Cronopio

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Librero

EL LIBRERO

Por Michelle Franzini Zanin*

Pasaba todos los días por la misma calle.

Distraída, sin emociones, ya había memorizado todos los detalles de la avenida. Sabía que no había nada interesante que mereciera la tención de mis ojos.

Volvía sobre el camino, más de una vez, sin ideales. Delante de mi había alguien que caminada con prisa, vestía unos jeans y calzaba un par de zapatos de cuero. Probablemente era hombre, a juzgar por sus pies. No había visto hacia arriba, sólo miraba el suelo, me gustaba analizar los pies de las personas. Inventaba historias, describía personalidades sólo juzgando los zapatos, ¡cuán elegantemente visten los sufridos pies!

Me di cuenta de que alguien dejaba caer un libro.

Lo llamé y fui corriendo para alcanzar al apresurado hombre.

Desafortunadamente lo perdí de vista entre la multitud, pero me encontré con algo mayor que despertó mi atención. A mi derecha había una especie de librería de segunda mano, era una tienda vieja, arcaica, con la pintura descolorida, no había un cartel que la identificara.

Me quedé sorprendida, soy una persona atenta, podría jurar que nunca había visto ese establecimiento. Curiosa, me decidí a entrar.

Me encontré con un gran salón, el piso era de madera y crujía, pues había tablas sueltas. Tenía varios estantes llenos de libros y un escritorio sencillo. en el antiguo mueble de madera había varias hojas de papel y un modesto tintero.

Todo olía a polvo, parecía que el tiempo no pasaba en ese lugar.

Noté que todos los libros de los estantes tenían una cubierta igual a la del libro que el hombre había dejado caer al suelo. Entonces decidí abrir el usado libro de color azul marino que tenía entre mis manos y, para mi sorpresa, todas sus páginas estaban en blanco.

Curiosa, tomé uno de los libros que estaba reposando en la estantería, a diferencia del otro, este estaba completo. El autor escribió con la más bella caligrafía.

Aquella letra seductora hizo que comenzara a leer la historia; era intrigante, con personajes intensos, parecía real. Cada segundo me adentraba más en el libro, pero fui interrumpida por el ruido de unos pasos. Al bajar el libro me encuentro con un hombre de cabello blanco y lentes gruesos.
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Cuando miré sus pies, reconocí los zapatos de cuero, tenía la certeza de que era el hombre que había dejado caer el libro.

El anciano me miró con cara de pocos amigos, se había enfadado, me dijo que estaba alborotando su estudio y que no debía estar allí.

Le pedí disculpas al señor, le expliqué que lo estaba siguiendo para devolverle el libro que había tirado al suelo, que había sentido curiosidad por el lugar, que había pasado todos los días por esa calle, pero nunca había visto su sencilla librería.

El señor se sonrió, preguntó si sabía dónde estaba y con quién estaba hablando. Inmediatamente le respondí que no.

Una vez más sonrió, me miró fijamente y dijo:

—«Soy un librero, confinado aquí a pasar mis días llenando páginas en blanco. Vivo concluyendo biografías, pero nunca podré terminar la mía, esta es mi carga.

»Los libros de este estante son las biografías completas, aquel espacio en blanco es una nueva biografía, se refiere a una vida que acaba de comenzar.

»No soy humano, tampoco mortal.

»No puedo tener contacto con los mortales, me debilitan, me quitan el poder de actuar.

»Soy el interventor, soy el destino».

Después de decir esto, aquel señor se evaporó, desapareció igual que un fantasma. Los libros que estaban en las estanterías comenzaron a desintegrarse, como en remolinos de arena.

Asustada salí corriendo del estudio. Cuando estaba en la calle decidí mirar hacia atrás, el establecimiento había desaparecido.

Después de aquel encuentro aprendí una lección moral, comencé a apreciar la vida. Adquirí el hábito de la lectura porque me di cuenta de que somos como los libros clásicos, tenemos principio, medio y final.

Somos obras incompletas a la espera de una conclusión.

Somos antologías, guiadas por un autor irreverente, al que llamamos cariñosamente destino.
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MARIPOSA

Vuela leve como el viento, vuela con alegría
Vuela como si nada importara a los demás,
Muestra al mundo la belleza contenida en colores.

Vuela mariposa, lleva alegría a los tristes, colores a los ciegos,
esperanza a los que no la tienen.

Muestra a la humanidad la sencillez presente en ti
y cómo la vida puede ser ligera como el batir de tus alas.

Enséñale a la gente que, incluso en las cosas más simples
que pasan desapercibidas, hay mucho que admirar y aprender.

Muestra las cosas más allá de las apariencias y enséñanos
que hasta en los seres más feos hay belleza, cuando se entregan a la metamorfosis.

Enseña que en la vida siempre hay flores más coloridas,
campos más verdes, y que con paciencia se puede llegar lejos.

Vuela por el alma de los que han encegecido por no darse cuenta de la luz
y enseña a la humanidad que siempre, después del invierno,
retorna el verano trayendo los rayos del sol.
__________
* Michelle Franzini Zanin es natural de Araraquara, São Paulo. Periodista y miembro de la Academioa Araraquarense de Letras y de la Asociación de Escritores de Araraquara. Escritora y poeta, es autora del libro Vida, publicado por Editora Zerocriativa. Columnista del Jornal Gazeta de Américo y de Folha Newsletter. Correo-e: michelleescritora@yahoo.com.br

8 COMENTARIOS

  1. Adorei esse conto, gostaria de ver mais contos dessa escritora na Revista e saber da sua carreira como escritora.
    Abraços a toda equipe da revista.
    Rio de Janeiro
    Brasil

  2. Esse conto é maravilhoso, muito inteligente e a poesia borboleta gostei muito, leva cores para esse mundo tão triste borboleta.
    Cada edição a gente se surpreende com escritores tão talentosos.

  3. Revista Cronopio, me gustaba ver la brasileña Michelle esta edición, un joven y talentoso escritora.A Cronopio es cada vez más melhor.Sucesso todos.
    André.

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