El atractivo de Artaud por lo sagrado (desde su juventud se interesó por escritos esotéricos, por las religiones orientales y por la Cábala) es una respuesta a la necesidad que sentía de instaurar ese antiguo «orden» caótico, esa realidad anterior a la disociación, y para lograrlo, era preciso restaurar la «crueldad» divina, es decir, asesinar a Dios y al hombre-Dios. Dicha «crueldad» suponía acción, afirmación, determinación irreversible, decisión implacable, necesidad y rigor.
En la búsqueda de ese caótico estado original (reconfirmada en sus estudios sobre Heliogábalo y en sus experiencias junto a los tarahumara) es donde Artaud clarifica y amplía el concepto sobre el teatro de la no-repetición (lo que comúnmente se ha llamado como Teatro de la crueldad). Lo trágico, según él lo concebía, era la repetición, la necesidad de la repetición (pero aquí hay que entender la repetición como representación). Contra la representación mimética de la realidad (aquella que establece «la relación del concepto con su objeto») es que estaba en contra. Así las cosas, lo que es válido entonces, es la repetición pero de la diferencia. Lo que hay que representar es ese origen donde bulle la diferencia, representar el origen de lo no representable, de lo que sólo puede ser vivido en el instante. Según Deleuze, en la lectura que hace de Nietzsche, «la forma de la repetición en el Eterno Retorno es la forma brutal de lo inmediato, la de lo universal y lo singular reunidos, que destrona toda ley general».
También apuntaba Deleuze, con el ánimo de clarificar la noción del Teatro de la crueldad desde la óptica manejada por Artaud:
«El teatro de la repetición se opone al teatro de la representación, de la misma forma como el movimiento se opone al concepto y a la representación que le relaciona con el concepto. En el teatro de la repetición experimentamos fuerzas puras, trazados dinámicos en el espacio que actúan sobre el espíritu sin intermediario y lo unen directamente a la naturaleza y a la historia; sentimos un lenguaje que habla antes de las palabras, gestos que se elaboran antes que los cuerpos organizados, máscaras antes que los rostros, espectros y fantasmas antes que los personajes».
La puesta en práctica por Artaud del Teatro de la crueldad como experiencia vital y estética, lo llevó a su máximo logro conceptual, expresado rotundamente en la declaratoria «Para acabar con el juicio de Dios», proferida el 28 de noviembre de 1947 como parte de una emisión radiofónica.
Esta declaratoria le dio vida a una nueva intensidad biológica y política, que proponía sustituir la interpretación por la experimentación. El antiguo método interpretativo que nos conducía en la búsqueda del fantasma psicoanalítico (la estructura triangular edípica: papá–mamá–yo), sentía la necesidad de cambiar de ruta para ir en busca del Cuerpo sin órganos (que se autoproduce, que no tiene ni padre ni madre), siguiendo un programa que es motor de experimentación. El Cuerpo sin Órganos es materia intensa (no formada, no estratificada) cuya intensidad es igual a cero y posee un carácter fluido y resbaladizo (sólo está poblado por intensidades que pasan y circulan); no ocupa un espacio ni es espacio; es el cuerpo lleno, anterior a la extensión del organismo (organización de los órganos); es lo improductivo, es el cuerpo sin imágenes (lleno pero no de una nada genésica ni de una totalidad extraviada). En él se da una identidad entre el producir y el producto; se produce y se reproduce ilimitadamente como el Capital. Aunque para Artaud, los enemigos eran tanto los órganos como la forma estratificada de los mismos (organismo), de su manifestación a favor de la experimentación del Cuerpo sin órganos, se intuye, que para éste nuevo flujo desestratificado, los enemigos no son los órganos sino el organismo, es decir, la Organización Orgánica de los Órganos (O3).
Siguiendo una lógica del deseo —el deseo en tanto principio inmanente, como proceso puro de producción que produce al tiempo lo que desea y lo que es deseado—, llegamos a constatar la producción de Máquinas deseantes que nos forman un organismo. De esta forma, podríamos pensar a las Máquinas deseantes como opuestas al Cuerpo sin órganos, pero lo que en el fondo podemos vislumbrar, es cómo entre las Máquinas deseantes y el Cuerpo sin órganos, se establecen alianzas entre lo productivo y lo improductivo para reafirmar que lo que el deseo produce es lo real (en la realidad y de la realidad). Por lo tanto, desear es producir, y de esta forma, al reconocer el Cuerpo sin órganos, estamos reconociendo el Inconsciente productivo que rebasa el Inconsciente expresivo del psicoanálisis.
De igual manera, Artaud nos invitaba a terminar con el Juicio de Dios (ese estrato orgánico que busca lo útil por medio de formas, uniones, organizaciones dominantes y trascendencias jerarquizadas). Contra aquella estratificación es que se proyecta la unidad de lo múltiple (la anarquía coronada de Heliogábalo). Dicha multiplicidad va más allá de cualquier oposición y rompe con el movimiento dialéctico hegeliano. De esta manera, el Juicio de Dios, es el organismo que debe ser reemplazado por nuevos principios (flujos, soplos) y no por otros dioses.
Para cerrar esta aproximación a la obra de Artaud, retomo las palabras de Derrida cuando nos invitaba a establecer nuevas relaciones con la obra de Artaud: «leerlo debería implicar resucitar su voz, leerlo imaginándolo proferir sus textos»; y me remito finalmente, a unos versos que hacen parte de la declaratoria, Para Acabar con el juicio de Dios:
Átenme si quieren,
pero tenemos que desnudar al hombre
para rasparle ese microbio que lo pica
mortalmente
dios
y con dios
sus órganos
porque no hay nada más inútil que un órgano.
Cuando ustedes le hayan hecho un cuerpo sin
órganos lo habrán liberado de todos sus
automatismos y lo habrán devuelto a
su verdadera libertad.
Entonces podrán enseñarle a danzar al revés
como en el delirio de los bailes populares
y ese revés será
su verdadero lugar.
ANTONIN ARTAUD «EL TEATRO DE LA CRUELDAD. Cortesía de Ruzickaw. Pulse para ver el video:
[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=UVtw51PaV4k[/youtube]
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* Omar Ardila Murcia (Valle de Laboyos, Colombia 1975). Poeta, ensayista y analista cinematográfico. Ha realizado estudios de Filosofía, Derecho, Literatura y Estética audiovisual. Ha publicado los siguientes libros: Alas del viaje en un instante (Sic Editorial 2005), Palabras de cine (Sic Editorial 2006), Corazón de Otoño (Sic Editorial 2010), Espejos de niebla (A seis manos, 2012), Antología de poesía anarquista (Un gato negro editorial, 2013), Cartografías cinematográficas (Gente Nueva Editorial, 2013). Ha obtenido las siguientes distinciones: Premio de poesía José Eustasio Rivera (Colombia, 2012), Finalista en el premio «Rara Avis» de ensayo, de la editorial Irreverentes (España, 2011), Segundo premio en el Concurso Departamental de Literatura del Huila, modalidad ensayo (Colombia 2010), Primera Mención de Honor en el concurso de poesía ecológica «Los guayacanes de Popayán» (Colombia 2005), Finalista en el IV Concurso de poesía YoEscribo.com (España 2005), Mención de Honor en el 4° Certamen Internacional de poesía «Mis Escritos» (Argentina 2005), Segundo puesto en el 2° Certamen de poesía y prosa Azul (España 2004). Es creador de los blogs: https://cinesentido.blogspot.com y https://omarardila.blogspot.com. Colabora permanentemente en diversas revistas virtuales e impresas, en las secciones de cine y literatura.
Excelente artículo. Muy bien escrito y documentado. Me pregunto si Artaud pensaría y actuaría de la misma manera de haber tenido una infancia sana.