CARTA A BORIS VIAN
Por Christian Camilo David Montoya*
Apreciado Monsieur Vian
Lo saludo con afecto desde el siglo XXI y le deseo felicidad, aunque entiendo que está muerto. Le escribo para contarle que leí su maravilloso cuento Le Loup–garou que usted tuvo a bien escribir a mediados del siglo XX.
Quisiera —respetuosamente— compartirle mis comentarios e impresiones sobre la pícara aventura de nuestro afelpado amigo de ébano: Denis.
En primer lugar quero felicitarlo por su habilidad para pintar personajes con palabras, carece usted de pigmentos pero en cambio tiene los adjetivos. ¿Sabe una cosa?, se me antoja cinematográfica su escritura. Quiero decir: no se guardó ningún detalle sobre el solitario de Fausses-Reposes. Disculpe usted que lo compare con pintores y cineastas en lugar de hacer analogías con su faceta de ingeniero, por ejemplo pude haber dicho «construir personajes» en lugar de «pintarlos». Pero bueno, espero no ofenderlo.
Nuestro Denis es un personaje complejo, sui géneris, entrañable, muy bien elaborado, Monsieur Vian. De él conocemos su aspecto físico: «agraciado lobo adulto de negro pelaje y grandes ojos rojos»; sus prioridades: la potencia de los automóviles; sus sueños (anhelos): un taller de reparaciones; su ascendencia: «un antiguo linaje de lobos civilizados»; su dieta: vegetariano, odiaba el sabor de la leche y se indigestaba cuando comía Lengua de Buey (¡pobre Denis!); su morada: una cueva abandonada que acondicionó confortablemente con partes de autos estrellados; su discreción: sus vecinos no lo notaban, tampoco los amantes que él observaba furtivo para satisfacer su placer voyeur.
También me gustó mucho Etienne Pample, puedo imaginarlo como a Don Quijote de la Mancha, pero batallando con un corsé en lugar de gigantes monstruosos. Aquí aprovecho para resaltar la significación de su relato sobre un lobo vegetariano y pacífico maldecido por la mordedura de un licántropo libidinoso que se bate en duelo con un corsé Obsesion ¡Qué tema! Por supuesto todo ocurre en su tierra natal, en los bosques cercanos a París, lugares que seguramente usted visitó con frecuencia y admiración. Por lo menos eso creo yo que lo leo en la distancia del tiempo y el espacio.
Logró usted engancharme con su espíritu —el suyo— y estética liberal, sórdida, indecente, escandalosa: lencería, amantes, voyerismo, odaliscas, rufianes, una cueva, un buscador de oro castigado por la mala fortuna (por cierto, ¿qué habrá sido del buscador?).
Ahora bien, su habilidad para construir es notable, no obstante, la deconstrucción es mucho más emocionante. Más adelante, Denis es mordido por el Mago del Siam y empieza su ‘desventura’, cambia su estilo de vida, disminuye su interés por los autos, pierde su pelaje, abandona el bosque, su cueva, se muda a la ciudad, fornica en lugar de ver hacerlo, se torna violento, pasional; ya no es discreto, aúlla (cosa que no hacía mientras era) y disfruta del sabor de la venganza. Ahora usa corbata y monta en bicicleta —¡cómo le gustaba su bicicleta!—
Sus atmosferas siguen en la línea de lo pictórico, por ejemplo: «La luna llena recortaba las hojas como encaje de sombras». Cuando leí esta frase pude visualizar perfectamente la escena, gracias por esa bella imagen. Me estremecí cuando Denis olfateó la brisa matinal y esta le pareció desprovista de fragancia.
Ya para finalizar puedo decirle que la intensidad de su relato es frenética y se convierte en tensión constante, tantos acontecimientos, tantas aventuras, desventuras, siempre quería saber que más le iba a suceder a nuestro antropo–licandro, ¿llegará a París?, ¿tendrá suerte en el amor?, ¿vencerá a los pillos?, ¿podrá escapar del policía?, ¿llegará a un lugar seguro antes de que sean las doce y recobre su apariencia cuadrúpeda al finalizar el plenilunio?
Le agradezco entonces por contarme una historia maravillosa y le ofrezco toda mi admiración.
Atento,
Christian Camilo David Montoya
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* Christian Camilo David Montoya es entusiasta del lenguaje y sus posibilidades. Enruta sus intereses profesionales asistiendo a Comunicación Social–Periodismo en la Universidad Pontificia Bolivariana donde disfruta del quinto semestre.