PALABRAS COMO CUCHILLOS Y OTROS POEMAS
Por Paola Gallo*
Promiscua rumiante
déjate ya, ahora sabes cómo curtir males irreparables:
escribe.
ROCA VIRGEN
Queda fuerza para el desvelo y la corrida.
Escucho el llamado
de la poesía
profunda:
a oscuras
desde el reventado rincón de la presa
entre las hojas secas, la lluvia, los graznidos
un interminable forcejeo de música y silencio.
A pesar de todo
nervio tenso y precoz
tú sabes,
me aproximo.
CLICHÉ
Latencia. Retuerzo que no
se deja
ser
Una vez más raspa la mano,
mano y pelambre eléctrica por el animalejo ladino.
Digo abuso y
mírame bien blando mancebo.
Luego me llama.
Ameba y fibroso par
de manoseadas garras me enllenan.
TERCERAS SEMEJANZAS
Laberintos de tinta por donde bostezo un tiempo absorto:
una niña con manos de bruma encueva recovecos cómplices.
Bajo
acolchados como capas protectoras:
Todavía transpiro aquellas lecturas de voces firmes.
Relleno las paredes de la casa con garabatos proféticos.
Encapuchados Apocalipsis que aguardan.
Terco tiempo vegetal en penumbras, firme se amarra
nuestra insistencia fresca.
Remolino de enfurecidos pasos licuándose
en la memoria no–muerta de los días.
LUCIÉRNAGAS SOBRE EL PUENTE COLGANTE
DESTRONAMIENTO. Tiempo de Nó yNóyNó Nó.
Una paciencia de pico y pala excava el murmullo de una víspera. El que no avanza,
Dolo a la espera del ala.
Ombú de monte es tu entereza cálida / Arraigada al alivio del Nó.
A un lontano Nó / Al NóNóNó esperanzado Nó.
Un relámpago de imágenes indecentes hacen de trastienda y justo te pasan esa película de la tierna lolita que quiere entrar en las piernas de tu cueva de lobo
«una nena desnuda en un corcel blanco», diría Negroni viendo a Cornell
algo así como salir corriendo a pelo tras un conejo pero Nó
NóyNó
Amaseo ojeo al parpadeo ávido de tu entrecejo adherente.
Aquella tarde de verano andando sobre el puente colgante
una visión nos inundó
y caímos dentro de una nube de luciérnagas encandiladas.
Se abrió la grieta de la Alimaña. El gorgojeo rastrero que se abisma en busca de cualquier luz aguijoneó.
Yo me fui y vos te quedaste.
MANGANGÁ
ABRE abrilo que lo abras ABRÍ.
—«La raíz está al aire, la raíz salvaje» diría la Señora Marosa.
SALE sesale sin más del lenguaje
el lenguaje de la tierra firme y del bello tallo entrega de volverme
flor sin más.
«Entre los higos destripados sobre el pasto, dijo Rhoda, quedará acorralado por siempre
lo incomprensible»
Veo un gangoso cuajo niña
un gajo que no ves y traga, al menos que…
DESAHOGO ahogo lo haga
—Al menos que —dijo, elevando alto el pescuezo y las antenas, al menos qué
el Gaga amargo venga, llegue engalanando su glotis de lengua robusta y me mire mangangá diciendo: «Ga Ga GaGa GaGaGa Tra GaGaGa TraTraGa GaGa Ga Ga Ga TraGa GaGa
Ga»
y en un hilo entonadísimo de zumbidos ásperos
Ga
GaGa TraTraGa GaGa Ga Ga TraGa todo lo vasto y solo mío que tengo en este yo por venir
OV.
Están los huevos vástagos rechonchos sobre el nido, hinchándose de certezas van moviendo sus glípidas tripas en un acelerado tictac mántrico. Algo alacranea adentro de la gorjeada ampolla/ Espera el estallido / No / La víscera suelta destajo sino el justo restalle del glóbulo lunar recién cortado.
Graznidos sobre el sabor jilindrino de las granadas. Voy sentada, montando, la soberana grandeza ocular / amasando / el imponente coágulo de un gran huevo jíbaro / Almena en erupción,
feto o simiente que pujósose solito frotando la matriz contra la pesada carga va a terminar cayendo de cuajo sobre el suelo / gimiendo en una pasta amarillenta / espesa resina de bayas podridas / Ora mansalva / que se volverá mosto sin reino por un par de gajos fábulos dentro.
Allí comienza el imaginario del vuelo:
Salirse desollo de la bóveda siempre vidente sur / Del monte culmino en vista de elogios/ Salirse por fauces hincadas en gruesas raíces para urdir
¡Oh Ov Fab!
La Gran Fábula away from home.
¿Viste hasta dónde vuela el ave?
El lento desove del poema que no nacerá flor. La bolsa quedó arrumbada, el ave ya partió hacia otro reino.
Los brazos de pan de gallina de mamá huelen a manteca porque amasan un dulce almácigo que me deja plácida en este sopor ambarino néctar, pero hay un peligro afuera que ronda suelto
Dando vueltas
Avizora / lo Lejos / La guarida oblicua y te salva.
Y de seguro, entonces, ella llegará: «Señora Santana porque llora el niño» y te querrá arrullar «que se le perdió» con la vieja historia de la Señora Santana que cada vez que canta siempre sabe lo que quiere el niño.
¿Hasta dónde, repito, vuela el crujido turbio / Confabulador del bosque? / Debemos regresar una vez más las páginas del libro hasta el inicio; alguien ya lo dijo: «La infancia es siempre la coartada».
¿SERÁ POR ESO QUE SIEMPRE TUVE MIEDO DE DECIR LA PALABRA MATADERO?
El animal apenas respira, boquea asfixia nuestra criatura tirada en el piso / mirálo, pobre, tiene un hoyo agüitado anudándole el pecho / un túnel demasiado negro que la lombriz ciega le escarbó antes de invernar / el animal llora, pita y se babea de tantos golpes, chirridos diestros que le damos a la preñez toda blanda de su bajovientre / Quiere irse y apenas sabe caminar.
Bravío, sujetándose pesado al quicio de la puerta se levanta, jadea, logra ponerse finalmente en pie, pero enseguida resbala de toda la baba que le escurre a chorros entre sus patas cortas. ¡Qué escándalo porcino sus bramidos! ¡La quietud lanar en la que desvanece!
Mejor vení
Vení y cantále una canción de cuna. Con esa voz ronca / con el dedito inclemente en el aire decile a la criatura que aguante, que no se vaya mártir en añicos. Tarareále al oído para que rápido le nazca una corteza dura que le cure la blandura de esas vísceras sueltas que le nadan por el vientre como gusanos de felpa / una lentitud viscosa de tenias de tanta amargura pegajosa que acopiamos juntos.
Vení.
Es mejor juntos en el vaivén rugido pardo del mechón al viento de la presa corriendo. Hacéme ese solo favor:
vamos a sentarnos en este abrazo beso verso corcoveo.
La membrana endémica aprende a respirar.
Se abren los ojos:
el animal del amor se levanta.
PELIGRO
ni siquiera me mires
y lo vés
me mirás
jalar se dice jalar mientras sin pensar tiro abriéndole más la piel a la sonrisa de la suave [autómata.
el bulto oculto crece detrás del matorral húmedo en una quietud solar y vos seguís mientras obstinado en salpicar ficciones al aire como migas.
germen de una víspera nido de mil pajas y picos boquiabiertos en pequeñas dosis.
Vine por el olor a miedo te digo
la incógnita del ahí abajo
no corre ni un suspiro en este bullicio / rana / sangre vegetal
y me dice: «lo único que hace la bicha el día entero en el corral es corretear dale que dale
de acá para acá de allá para acá» y él entonces le dice «vení, vení» y la bicha menea la cola extasiada buscando con el hocico el collar.
la espalda contra el lomo
froto pequeños círculos
calma la carne carroñera que descubre cada palabra fresca / dije que no, no vale mirar.
está prohibido
mejor la ficción de las mil vueltas
la tentación arcaica
de querer agarrarse la cola.
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* Paola Gallo (Montevideo, 1980). Poeta y ensayista, Licenciada en Letras por la Universidad de Montevideo. Actualmente se encuentra finalizando una Maestría en Letras Modernas en la Universidad Iberoamericana, por una beca otorgada por el Gobierno de México. Publica Alimaña (Editorial Estuario, 2011), su primer libro de poesía, que recibe el 2do. premio en los Premios Anuales de Literatura 2010 organizados por el Ministerio de Cultura de Uruguay. Ese mismo año recibe también el 1er. premio en ensayo literario por su trabajo El decir de lo indecible: los rodeos del deseo en la obra de Alejandra Pizarnik que se publicará luego en Editorial Estuario. Ha participado en varios festivales y encuentros de poesía en Montevideo, Bogotá, Ciudad de México y Madrid: Festival Cervantino (Guanajuato, México, 2013), El País de las nubes (Quindío, Colombia, 2012), Universidad Complutense (Madrid, 2012), para mencionar algunos de los más recientes.
Los presentes poemas hacen parte de sus poemarios «Alimaña» (publicado por Editorial estuario, Montevideo, 2011) y «Ov Fab» (inédito).