Literatura Cronopio

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Metafisica para comer

METAFÍSICA PARA COMER

Por Ramón Ortega (tres)*

«B. ¿Es necedad amar? R. No es gran prudencia
B. Metafísico estáis. R. Es que no como.»
(Miguel de Cervantes, Diálogo entre Babieca y Rocinante).

—¡Y cuando nazca tu hijo, qué! ¿le vas a dar de comer metafísica?

El agudo e hiriente reproche ronda mi recuerdo, No es extraño, hace pocos minutos que terminaste la discusión, Lo sé, pero lo que intento decir es que son palabras que han sonado con mucho ímpetu en ese rincón olvidado del cuerpo donde ahora retumba su eco perenne, Nunca había tenido tanta fuerza la palabra metafísica para ti, Efectivamente, incluso si mi mujer hubiera generalizado su punzante sarcasmo y en vez de haber soltado metafísica hubiera dicho filosofía no habría tenido el efecto nocivo que se ha creado en mi espíritu, La denuncia hacia tu ignominiosa situación no sólo debería haberte hundido en absoluto mutismo, sino que incluso debería haberte apagado el pensamiento, Pero mírame charlando en silenciosa reflexión con mi persona, Lo peor es que empiezas a trabajar en tu cabecita la idea de poder vivir de metafísica, O de filosofía si nosotros sí nos atrevemos a generalizar, No es una insensatez, finalmente ya muchas veces con anterioridad te has alimentado de conceptos, aunque es cierto que nunca quedaste satisfecho, Te imaginas un banquete en el que comieras como aperitivo el «cogito ergo sum» de Descartes, para pasar a un segundo plato que incluiría la «sustancia individual» de Leibniz aderezado con la escéptica «cuestión de hecho» de Hume, y de plato fuerte, para dar gusto hasta al comensal más refinado, podrían servirse las «categorías» de Kant. Se colocarían en el centro para que todos pudieran probar un pedacito de cada una, Sería toda una cena de gala, pero ahora imagina que se trata de una comida informal que tienes que preparar con prisa para volver al trabajo diario, Pues en ese caso se podría descongelar en el microondas al primer Wittgenstein, pero como es muy picoso y hasta duro de roer, no hay que abusar de este platillo porque puede causar indigestión, Supongo que en ocasiones muy especiales como en Navidades se sacarían cosas exclusivas como la «physys» de Aristóteles o un mito de Platón, Efectivamente y así uno a uno los conceptos, tratados y filósofos irían satisfaciendo el apetito; aunque habría personas que nunca se llenarían por completo. La gula sería inevitable.

En vez de salir a los supermercados, la gente tendría que ir de compras a las bibliotecas para abastecerse, Claro, pero no se podrían comprar esta serie de alimentos por kilos, sería injusto; su precio debe valorarse de forma diferente, No entiendo, Es que hay libros filosóficos que tienen cientos de páginas de muy mal sabor, mientras que existen unos pequeños que son todo un manjar, ¡Ah! ya veo: no puede compararse la phrónesis aristotélica expuesta en breves páginas del libro sexto de Ética para Nicómaco cuyo sabor siempre es excelente, con todas las argumentaciones del utilitarismo de Bentham y Stuart Mill juntos, que sólo son agradables al paladar cuando se condimentan con los ingredientes adecuados, Lo que nunca faltaría en el hogar y se compraría mucho por sus precios asequibles, sería toda la literatura secundaria que ayudaría a salir del paso descongelándola en pocos minutos cuando se tiene que comer con prisa, Sí, pero siempre serían mejor los platillos con sus autores originales, que aunque fueran más costosos y llevase más tiempo su preparación, de hacerlo con destreza culinaria, el buen sabor de boca perduraría deleitablemente, Los precios dependerían mucho también de las temporadas, pues en invierno que es una época un tanto melancólica se pondrían de oferta los existencialistas, mientras que en temporadas de lluvia y abundancia bajarían de precio los analíticos, Desde esa perspectiva en San Valentín estaría de rebaja el diálogo sobre Eros de Platón, o El Arte de amar de Fromm y se podrían ofrecer en cenas románticas bajo la luz de las velas, Finalmente se desprendería todo un mercado competidor de productos gastronosóficos que giraría en torno a las editoriales. Así los que fueran a las bibliotecas a hacer la compra de la semana en plan ahorro máximo, comprarían, por ejemplo, las meditaciones de Descartes de Austral en vez de la de Adam y Tanery, que aunque son de calidades distintas, en cuanto a su consistencia, no se notaría diferencia, Sin olvidar que los productos importados sólo podrían entrar al mercado cuando pasasen la aprobación de calidad y traducción para evitar epidemias de desorientación o indigestiones conceptuales por parte de las personas menos preparadas.
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No vendrían en paquetes o en latas, sino que sus envases serían las sólidas tapas de los libros. Y el diseño de este recipiente tampoco tendría mucho que ver con la calidad de los alimentos, aunque ciertamente los harían más o menos llamativos, Tendríamos un libro en la alacena para tomarnos un tazón del materialismo dialéctico por las mañanas, junto a otro que contendría el anarquismo de Bakunin (alimento que generalmente revolvería el estómago por haberlo embalado rápido y sin finalizar completamente su cocción), Las enciclopedias filosóficas serían una especie de cestas de navidad que incluyen muchos y preciados alimentos. A éstas siempre se podría acudir si se tiene ganas de algún buen aperitivo, O incluso de una comida ya en forma, como en la cesta de Ferrater Mora que es un regalo preciado y que contiene alimentos abundantes y de buena calidad.

Afortunadamente, como su nombre indica, la metafísica está hecha de un material que perdura; al no ser físico, palpable, no puede gastarse; es inextinguible, Tal vez ese sea el único alimento que termine con el hambre en el mundo, Sólo hay que encontrar la manera en que esos conceptos se materialicen de tal forma que la gente pueda alcanzarlos y usarlos, Y entonces sí ¡A vivir de filosofía…!

…Pero mientras que tu pensamiento se cristaliza en su burbuja de imaginación, rueda, se resbala y cae, el cristal se rompe en el duro suelo de la realidad. Lo mejor será que trabajes duro, Aunque lejano, Pero consciente de hacer lo mejor, Ganar dinero, No queda de otra, Sólo así podrás alimentar a ese niño con más manzanas, Pero no por eso, de menos metafísica, O de filosofía si nosotros sí nos atrevemos a generalizar.
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* Ramón Ortega (tres). Escritor mexicano y profesor de Literatura, filosofía y Escritura creativa. Investigador en la Universidad Complutense, actualmente realizando la tesis doctoral: Walter Bradford Cannon: la institucionalización de la fisiología en la Universidad de Harvard durante la segunda mitad del siglo XIX y los comienzos del siglo XX. Licenciado en Comunicación Audiovisual y en Humanidades por la Universidad Europea de Madrid. Ha publicado artículos de diversos temas (literatura, filosofía, divulgación científica, etc.) en distintos medios. Ha escrito una compilación de relatos llamada Un gran salto para Gorsky que puede descargarse de internet. También ha escrito el Anecdotario de un Breaking up (novela fragmentada e inédita) y un pequeño poemario (inédito). Cuenta con un blog llamado Cuando el hoy comienza a ser ayer.

El presente relato hace parte de su libro «Un gran salto para Gorsky»

N. del E.: La puntuación del texto original no ha sido modificada.

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