Según Pablo, Brígida era una mujer normal, de buen apetito y la describe en situaciones cotidianas, menciona «que comía y bebía a discreción cuanto le pedía el organismo y que daba fin a un bistec Bismarck con un cerro de patatas, como a media gallina gorda o a un plato colmado de mondongo» (López Portillo,2004:77). En realidad lo que Pablo hace es utilizar la ironía al describir a su novia cuando consume alimentos y dice que come de forma moderada cuando en realidad expresa lo contrario, es decir, que consume en exceso. Brígida era de buena estampa, sin ojeras, ni piel pálida, ni de andar desmayado. El narrador también critica a las mujeres insensatas de la época que no comían, se martirizaban para lucir delgadas o como él lo dice, «flacas y escuchimizadas», que, además, usaban el corsé para aparentar esbeltez, es decir, se refiere a aquellas que «beben vinagre, chupan limones, y no toman por la noche sino una taza de té sin azúcar, porque han oído decir que el té adelgaza y que el azúcar engorda» (López Portillo,2004:77). Lo irónico es que su novia también practica estos hábitos y aun así tiene una masa corporal considerable. El narrador describe, de forma constante, con cierto humor, el cuerpo de su amada y el aspecto de su futura suegra, asegura que «vistas a la vez la madre y la hija, presentábase a la imaginación, ésta, como el pasado de aquella, y aquella como el porvenir de ésta» (López Portillo,2004:79).
Pablo es consciente de la realidad y menciona con burla que «la cintura algo pasadita de gruesa de mi amada, ¡habría de parar en aquella circunferencia de tronco de ahuehuete de la Noche Triste, de la autora de sus días» (López Portillo,2004:79).
En algún momento el narrador–personaje se preocupa porque se da cuenta que su novia es realmente voluminosa de cuerpo y su futura suegra, ya entrada en años, aún más, y si vestidas formalmente se ven gruesas, cuando llega a casa de su novia y ve a la madre de ésta en bata y sin el corsé, entonces dimensiona el problema y dice:
[…] pude darme cuenta de la gravedad del caso en toda su extensión, por lo que torné a mi domicilio más preocupado que nunca, pues aquello que vi era tan grande, tan grande, que me pareció inmenso, y ahora mismo lo encuentro imposible de describir, porque no cabe en este papel, ni en estas cuartillas, ni aun en una resma de papel ministro […] Pasé la noche en vela, pensando en aquellas enormidades. (López Portillo, 2004:80)
La historia es sencilla, pero relatada con agilidad e ingenio, por el humor que emplea el personaje-narrador, quien aunque pretenda mostrarse serio en algunos momentos, no puede evitar llevar a la hilaridad a sus lectores: «¡Carne! ¡carne! ¿Con qué cantidad de ella iría yo a enriquecerme? La mía no era mucha, pero ¡la de ella! ¿Qué contingente me traería? Yo estaba loco con aquella idea, como Hamlet con la de ser o no ser» (López Portill,2004:85). El narrador se burla y critica que las mujeres de su época ciñeran demasiado el corsé para verse delgadas, es decir, que torturaran su cuerpo, perjudicaran su salud para verse mejor, incluso, a partir de esta práctica tan común en las mujeres se puede explicar por qué enfermaban, por lo cual a través de su relato advierte que el uso del corsé puede traer problemas serios de salud, desmayos, vómitos, convulsiones, etc., pero no deja de reírse cuando, a partir de un incidente, hay necesidad de romper el corsé a Brígida para que pueda respirar:
En seguida, como aguas impetuosas que han roto su dique y se derraman espumantes y furiosas por la vega, vi elevarse, ensancharse, y extenderse hacia afuera, una especie de montaña, que hizo saltar el corsé, rebasó los bordes del corpiño e infló y llenó toda la blanca y fina anchura de la camisa… ¿Qué era aquello, Dios mío? ¿Un montgolfier? ¿Un Zeppelin? ¿Era la Atlántida? ¿Era la América? Ignoro lo que sería; sólo sé decir que fue para mí un mundo nuevo y desconocido. (López Portillo, 2004:87)
En este fragmento se ve cómo, además de la sorpresa que evidencia Pablo, en el relato también se utiliza el recurso del erotema al cuestionarse qué es eso que tiene dimensiones inmensas, que se puede equiparar con un descubrimiento del tamaño del que realizó Colón, con un continente; además, emplea de forma ingeniosa la comparación, cuando la describe físicamente, lozana, sonrosada, robusta, o sea, se trata de una mujer real, a diferencia de las mujeres ojerosas, pálidas, débiles y flacas, como los personajes de las novelas románticas, aquellas que «tienen los ojos hundidos, enjutas las mejillas, prominentes los pómulos, filosa la nariz, descoloridos los labios, hecho un manojo de cuerdas el cuello, hundido el pecho […]» (López Portillo,2004:77). Pablo también utiliza la catáfora o anticipación cuando en las primeras líneas del relato dice que su novia come demasiado, que es frondosa, y más adelante dice de forma explícita que su novia es un tanto gruesa, es decir, obesa, de cualquier manera exalta a su amada, la define como una criatura celestial, incluso, señala que él prefiere exceso de carne a exceso de huesos.
El desenlace es tragi–cómico porque Brígida sufre un desmayo sorpresivo y vomita lo que las mujeres piensan que es sangre; sin embargo, el médico aclara a Pablo que se trata de chocolate, explica que la presión del corsé provocó que la joven no pudiera respirar y vomitara el líquido que ingirió poco antes. Madre e hija están consternadas porque creen que se trata de una enfermedad incurable, un problema pulmonar o del corazón. Se puede inferir que López Portillo ironiza respecto al recurso empleado por ciertos autores románticos de dramatizar respecto a la enfermedad de sus personajes femeninos, ya sea por epilepsia o hipertrofia vascular. Pablo de forma sutil les dice a las mujeres que no se preocupen, que el líquido no es sangre sino «puro chocolate». Esto las molesta y la joven decide romper su relación con Pablo. Por cierto, éste dice que es la única «flaqueza» que le conoció.
El discurso del relato en todo momento aparenta seriedad mediante la ironía y después pasa a lo humorístico; por ejemplo, cuando se desvanece Brígida, justo antes de iniciar un baile, seis jóvenes la cargan y la llevan con un médico, y el novio no deja de advertir que a pesar de la fuerza de los hombres, éstos quedaron exhaustos y si antes ya había especulado sobre el peso de su amada, ahora se queda perplejo al ver que se quedó corto y su volumen supera con creces lo imaginado y más se sorprende cuando le rompen el corsé para que respire y observa cómo se desparrama al triple. Se burla e ironiza cuando dice que, después de la discusión con Brígida, tan consternado quedó que sólo pudo dormir ocho horas y en su sueño vio chocolate en todas sus presentaciones.
José López Portillo y Rojas se sale de los temas románticos porque, el narrador–personaje, Pablo, habla de su novia en términos más apegados a la realidad, no es perfecta ni la más hermosa, sino que muestra sus dimensiones corporales y sus hábitos alimenticios sin ningún recato; es decir, ella no encaja con los parámetros de belleza de los personajes femeninos del romanticismo. En este caso, en el cuento, los obstáculos que separan a los enamorados son la obesidad de Brígida, el temor a la vejez y la fealdad; además, el doble o triple volumen que la amada podría tener al paso de los años. Al final, no es la muerte la que los separa sino la decisión de Brígida; él, por su parte, no lo lamenta y mantiene su tono irónico hasta el final de relato.
En el cuento de José López Portillo y Rojas se evidencia el recurso de la ironía y el uso del humor para criticar los asuntos de la literatura romántica, como el amor sublime, la separación de los enamorados, la idealización de los personajes femeninos, su palidez y hermosura, la enfermedad y la muerte; en Puro chocolate se muestra el lado humorístico al aludir a la obesidad del personaje femenino, pese a la represión alimenticia que padece y que la lleva al desmayo; la intención de López Portillo no es sólo advertir sobre las consecuencias físicas del uso del corsé y los descuidos alimenticios, sino también lúdico, por el humor que utiliza para relatar la historia de Brígida y Pablo, que está muy lejana de la de María y Efraín, o Carmen y su amado.
BIBLIOGRAFÍA
CASTERA, Pedro (2004), Carmen. Memorias de un corazón, México, Porrúa, 309 pp.
FLAUBERT, Gustave (2012), Madame Bovary. Costumbres de provincia, México, Porrúa, 283 pp.
GÓMEZ REDONDO, Fernando (2006), El lenguaje literario. Teoría y práctica. Madrid, Edaf, 334 pp.
HENRÍQUEZ UREÑA, Pedro (1994), Las corrientes literarias en la América hispánica, Colombia, Fondo de Cultura Económica, 340 pp.
ISAACS, Jorge (1986), María, México, Época, 312 pp.
LÓPEZ PORTILLO y Rojas, José (2006), «Puro Chocolate», en Fernando Burgos (coord.), Antología del cuento hispanoamericano, México, Porrúa, 857 pp.
MENTON, Seymour (1996), El cuento hispanoamericano, México, Fondo de Cultura Económica, 734 pp.
MOREIRO, Julián (2004), Cómo leer textos literarios. El equipaje del lector, Madrid, Edaf, 233 pp.
12
___________
* María De Lourdes Ortiz Sánchez es docente investigadora adscrita a la Unidad Académica de Letras, de la Universidad Autónoma de Zacatecas; especialista en literatura novohispana y literatura hispanoamericana del siglo XIX; titular de las materias de Literatura hispanoamericana siglo XIX, Introducción a las letras, Comprensión y análisis de textos, Taller de estilística y Taller de retórica. Correo–e: orsalm@hotmail.com.