CAÍN DE JOSÉ SARAMAGO
Por María Fernández Lamarque*
Traducción de David Hervás
José Saramago (1922–2010), novelista, dramaturgo y periodista portugués, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1998, publica Caín en 2009. Muchos de los temas de la abundante obra de Saramago retratan alegorías sobre la naturaleza humana, donde a menudo se plantean realidades fantásticas y alternativas a lo conocido. A través de su trabajo, Saramago explora lo frágil de la condición humana, la identidad del individuo, y el significado de la vida.
En Caín, su última novela, Saramago reescribe la historia bíblica de Caín y Abel. Al igual que con la publicación de su anterior trabajo El Evangelio según Jesucristo (1991), Caín levanta una considerable polémica en Portugal desde su publicación en noviembre de 2009. La Iglesia portuguesa y otros miembros de la sociedad también en este país, consideraron y consideran ofensiva y sacrílega la representación que Saramago hace de Dios y de otros personajes bíblicos.
Estructuralmente, la novela se divide en doce capítulos. En Caín, el narrador, heterodiegético, mantiene un tono burlesco e irónico. Por ejemplo, en el capítulo nueve, esta postura se hace patente: Caín evita el sacrificio de Isaac, como había ordenado Dios a Abraham para probar su fe. El narrador satíricamente señala lo irracional y brutal del mandato de Dios y de la respuesta de Abraham: «El lector ha leído bien, el señor ordenó a abraham (sic) que le sacrificase a su propio hijo […] como quien pide un vaso de agua […] Lo lógico, lo natural, simplemente humano hubiera sido que abraham (sic) mandase al señor a la mierda, pero no fue así» (88).
El peculiar a la vez que experimental estilo de Saramago está presente en Caín en el uso de oraciones extraordinariamente largas con apenas uso de signos de puntuación. Muchos de los párrafos se extienden páginas enteras sin pausa alguna. Los nombres propios no suelen escribirse con mayúscula, con lo cual el autor consigue relativizar la histórica importancia otorgada a estos nombres en el ámbito cultural.
En los capítulos uno y dos se recuenta la historia de la expulsión de Adán y Eva del Jardín del Edén. El narrador lo describe de forma jocosa, «desnuditos, en pelota viva» (15), quedando de esta forma anulada la solemnidad del original bíblico. Después de la expulsión, Adán y Eva se esconden en la cueva que Azael cuida. El arcángel desobedece a Dios ayudando a la pareja a huir de la condena y salvándolos de morir de hambre.
En los capítulos tres y cuatro, se describe la historia de los hermanos Caín y Abel. La representación que Saramago hace de Caín contradice la visión tradicional que la sociedad tiene de él como fratricida despreciable. Después de la muerte de Abel a manos de Caín, este culpa a Dios diciendo: «Cómo tú fuiste libre para dejar que matara a abel (sic) cuando estaba en tus manos evitarlo» (39). Después de este episodio, en la novela, Caín inicia un viaje para descubrir cuál es su lugar en la historia bíblica. El Caín de Saramago se asemeja a la representación que Herman Hesse hace del mismo personaje. En Damian (1919), Caín se retrata como valiente y poderoso y la visible marca que lleva en la frente es una insignia de coraje en lugar de una marca de condena. Tal como es representado en Damian, el Caín de Saramago también se dibuja como un peón más en el tablero divino. En estas dos novelas, el Caín bíblico es una pieza, como tantas otras, que Dios utiliza en sus perversas partidas de ajedrez.
El capítulo cinco narra el encuentro sexual de Caín con Litith, la reina de Nod. Según el libro apócrifo del Génesis, Lilith es la primera mujer que crea Dios. Sin embargo, Lilith rechaza la posición de sumisión asignada por Dios. El mito describe que Lilith se convierte en la serpiente que más tarde tentaría a Eva con la manzana. Lilith se representa en el Caín de Saramago como una mujer poderosa, independiente y sexualmente voraz, esto es, la antítesis de la Eva bíblica.
Del capítulo seis al nueve, se reescriben tres episodios bíblicos que tienen a Caín como protagonista y juez de los hechos narrados. En el capítulo diez, una oscilación espacio-temporal lleva a Caín de nuevo junto a su amada Lilith. Caín conoce a Enoc, el hijo de ambos y se queda por una breve temporada en el palacio de este, con el fin de continuar su viaje existencial en busca de respuestas: «Sí, creo que así será, si nací para vivir algo diferente, tengo que saber qué y para qué» (144).
En los dos últimos capítulos, Caín cree haber obtenido la respuesta que estaba buscando. Caín es el único que se salva en el arca de Noé. Una vez más, Caín enfrenta a Dios y le increpa. Dios reconoce su relación estrecha con Satanás y afirma que le concede a Satán oportunidades para hacer el mal, «para que se entretenga» (168). Caín entonces ve con consternación cómo Dios y Satán son la misma entidad: «Satán no sea más que un instrumento del señor, el encargado de llevar a cabo los trabajos sucios que dios no puede firmar con su nombre» (153). En Caín, Dios se representa como el propio hombre, como la personificación de todo lo que el hombre es, tanto el bien como el mal. Esta figura hace eco a las ideas de Feuerbach, quien afirma que no es Dios quien se realiza a través del hombre, sino que es el hombre quien se realiza a través de Dios. En otros términos, el hombre crea a Dios y no al contrario.
En definitiva, a diferencia del discurso cristiano que sostiene que la Biblia está escrita metafóricamente, la última novela de Saramago ofrece una lectura literal e inquisitiva del Antiguo Testamento. No hay lectura metafórica o simbólica en la novela de Saramago. Su representación de Dios como un ser cruel, irresponsable, hipócrita e ilógico pone en tela de juicio la naturaleza verdadera de los dioses creados por los hombres y cuestiona las acciones del dios cristiano. En Caín, el genial autor portugués representa magistralmente una vez más la naturaleza humana y su inmensa capacidad de crear sus propios tiranos.
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* María Fernández–Lamarque es peruana, profesora asociada y directora del programa de posgrado en el departamento de literatura y lenguas en Texas A&M University-Commerce, Estados Unidos. Obtuvo el doctorado en Filología Hispánica en Tulane University, New Orleans. Su obra incluye más de treinta artículos de crítica y análisis literario. Sus ensayos han sido publicados en MLA Editorial, Greenwood Publishers, McFarland y en revistas académicas como Hispania, Letras Peninsulares, Romance Notes, International Research in Children Literature (IRCL), Cuadernos de literatura infantil y juveni entre otras revistas de primer nivel.
Su campo es la crítica literaria y estudia las distopías/utopias/heterotopías en la literatura y cine desde una perspectiva teórica y multicultural.
** La presente reseña fue traducida del inglés al español por el Dr. David Hervás y la autora. Reproducida con permiso de Hispania, la revista académica oficial de la American Association of Teachers of Spanish and Portuguese Inc. La versión en inglés fue publicada como Fernández-Babineaux, María. Hispania 94.3 (2011): 557-58.