Literatura Cronopio

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La culpa es del espejo

LA CULPA ES DEL ESPEJO

Por Gonzalo Collados*

Se despierta, se levanta, va al baño, se mira en el espejo, se lava los dientes, se mira en el espejo, se baña, se seca, se viste, se mira en el espejo, prepara sus cosas, se mira en el espejo y se va.

A veces se pregunta por qué es tan necesario mirarse en el espejo, y si contara las veces que se observa a sí misma, seguro perdería la cuenta, y no solo se mira en el espejo, se mira en vidrieras, fotos viejas y también actuales; en síntesis, se mira en cualquier objeto que refleje su imagen. Necesita verse.

Todos los días hace lo mismo, y se preocupa al pensar si todos también lo hacen, ya que este tipo de actos rutinarios son tan absurdos que cree que no podrían ser aptos para un tema de conversación, incluso para sus amigas, entonces entiende que no es necesario hablar del tema y punto.

Ya sabe que no tiene nada que ver con lo que come, ni el horario y ni cómo viste, eso sí, de lo único que está segura es que nunca está igual, nunca ve la misma imagen, es decir, se mira en el espejo y siempre es otra persona. Hay días en los que se ve hermosa, y hay días en los que ni la ropa ni el maquillaje logran tapar eso que no quiere ver. Seguramente las diferencias son diminutas, o enormes, pero ella lo nota, y mucho. Hasta se ha cuestionado que su cuerpo es otro del que debería ser, no es de ella, piensa que su verdadero «yo» vive en el cuerpo de otra persona. Se mira, se desconoce y no entiende, son muchas las veces que se dice a sí misma: «Esta no soy yo».

De acuerdo a cómo se ve en el espejo puede ser detonante, porque si se desconoce desde un principio es probable que su día no sea un buen día. ¿Será verdad que todos los días se ve diferente? ¿Será que no se trata de su cuerpo? ¿Y si no es ella misma cuando se ve? ¿Será su autoestima que toma poder en ella cuando la gente la obliga a ser algo que no es? ¿Será ella, su autoestima o la presión social que impone estereotipos de una belleza que no importa? No obstante, hay que tener en cuenta que muchas veces no importan las preguntas cuando no existen respuestas.
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No me molesta que me mires cuando yo te miro, me molesta cuando me miras y yo no te estoy mirando. Pero no importa, es como una costumbre, un juego bobo e inocente que hacen las personas cuando no les bastan las miradas, cuando en realidad no se perpetúa nada, a menos que sea todo lo atribuido por la imaginación de lo imposible.

Y no pienses que estoy diciendo tonterías, a vos te encanta jugar a las miradas, me mirás cuando no te miro, te miro cuando no miras, y en pequeños intervalos de segundo, llega lo explícito, se enriendan y se cruzan las señales de los ojos en microsegundos, y es ese el momento en donde se pierde y se gana a la vez, donde chocan los ojos con los ojos, y la timidez de los dos calla y grita diciendo: «Si, me estabas mirando». Seguramente es necesario ganar y perder a la vez.

Está claro, te encanta y me encanta jugar a las miradas, jugando con los ojos y con la impotencia de la vergüenza, al no poder hacer nada con solo dos ojos que dicen todo y terminan en nada.

CUANDO TE DAS CUENTA QUE EXISTE

Ya pensé muchas veces cómo sería todo si nos hubiéramos encontrado antes, son muchas las preguntas ¿Se hubiera creado el mismo interés? ¿Sería yo parte de tu interés? ¿Nos habríamos hablado? ¿Qué hubiera pasado? ¿Importa realmente pensar en esto?

Tal vez parece absurdo pensar en estas preguntas, y hasta seguramente tengo pensamientos ridículos, aunque no signifique que estas ideas no me martillen la cabeza todo el tiempo.

Tu pasado es tuyo, y más allá de los celos por no haber estado ahí, surge inconscientemente una cierta seguridad, o mejor dicho un indescriptible alivio, porque es evidente entonces que hubo tropiezos que te hicieron topar conmigo. Y si de algo estoy seguro, es que no me gustaría ser parte de tu pasado, ahora que lo pienso con tranquilidad, de ser así no nos estaríamos pensando ¿No?

Lo curioso de saber que estás, de saber que existís, es pensar que ya existías antes. Estuvimos tan lejos y ahora tan cerca, que hasta me resulta asombroso cómo se dan estas situaciones, «estas lindas cosas», placeres de sentirte y nada más.

Es probable o no, que en nuestra niñez, mientras uno lloraba el otro reía, o por qué no, sería raro, o una extraña coincidencia que hayamos llorado al mismo tiempo, reír en un mismo instante y hasta sufrir distintas soledades, pero con el mismo sabor. No sé si habrás pensado alguna vez cómo la soledad te envuelve, cómo te desabriga de cariño y logra que necesites abrazos, y obviamente no cualquier abrazo. No sé si necesitarás de los míos, pero yo sí sólo necesito de los tuyos.

Pero basta de incoherencias, ya que no puedo decirlo todo porque no soy bueno expresándome, me remito a este coraje de querer decirte que mientras surja la sospecha de querernos y encontrarnos, será ese el consuelo que necesito, saber que estás, que existís, para mí o no, pero que existís.
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* Gonzalo Collados de General Pico(La Pampa – Argentina). Es Acompañante Terapeutico, músico, y actualmente estudia la carrera de Psicologia.
Ha participado en diferentes concursos y talleres literarios. Han publicado sus poesías via online y en un fanzine independiente, además de participar en diferentes talleres leyendo sus escritos. Actualmente están traduciendo tres de sus microrelatos que fueron seleccionados para traducir en Francia a través de Tradabordo.

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