Literatura Cronopio

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Pero los nativos de Luvina, a pesar de la fiereza de este aire y de recordarles los peligros que deben afrontar en su viaje a Mítlan, saben ver, también su lado benigno. Los protege de las lluvias desastrosas y del acercamiento o caída del sol. Por tanto, en este cuento no sólo se alude a este dios en su función infernal sino también en el aspecto benefactor. Este hecho es muy común en la mitología náhuatl donde a los dioses se les atribuía constantemente naturalezas duales. Ehécatl es dador de vida, pero en su aspecto negativo puede destruirlo todo y aquí se relaciona también con la teoría de la generación y de la corrupción planteada por Aristóteles, demostrando que un elemento puede ser creador tanto como exterminador, depende de cómo se integre con las otras materias.
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EL AGUA

El agua «fuente de vida, medio de purificación y centro de regeneración» (Chevalier y Gheerbrant, 2003:52), corresponde a otro elemento primigenio del cosmos. El agua se caracteriza por ser húmeda y fría, pero en Luvina la cualidad de húmeda se ha sustituido por su antónimo seca y el agua se ha convertido en pasojos de agua, es decir en resequedad. Y es natural pues en un lugar de sombras y hogar de muertos como Luvina, lo más lógico es que no haya agua

…Sí llueve poco en Luvina. Tan poco o casi nada, tanto que la tierra, además de estar reseca y achicada como cuero viejo, se ha llenado de rajaduras y de esa cosa que allí llaman «pasojos de agua», que no son sino terrones endurecidos como piedras filosas que se clavan en los pies de uno al caminar (Rulfo, 1974:205).

Y las mujeres salen en la madrugada cubiertas de sombras a buscar agua, llevan cántaros en la cabeza. Este hecho recuerda la preparación que se hacía del cadáver antes de incinerarlo en el ritual azteca de la muerte:

Y luego los viejos ancianos y oficiales de tajar papeles cortaban y aderezaban y ataban los papeles de su oficio, para el difunto y después de haber hecho y aparejado los papeles tomaban al difunto y encogíanle las piernas y vestíanle con los papeles y lo ataban. Después tomaban un poco de agua y derramábanla sobre su cabeza diciendo al difunto «esta es la que gozasteis viviendo en el mundo»; y tomaban un jarrillo lleno de agua, y dábanselo: «veis aquí con que habéis de caminar»; y poníanselo entre las mortajas (Krickeberg, 1991:35)

Estas mujeres que van en busca de agua y que el narrador las ve alejarse como si fueran sombras con sus negros cántaros (Rulfo, 1974: 209), son una referencia más al mundo de los muertos. Si en Luvina no hay agua es precisamente porque es el inframundo y no precisamente donde van los bienaventurados sino los que tuvieron una vida simple, no murieron en batallas, ni por causa de ahogamiento, ni de parto, sino por muerte natural.
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El paraíso para los aztecas era el Tlaloc (el agua), la fertilidad [6]. De donde se deduce que el Mítlan y el Tlaloc son opuestos, mientras el uno es seco y árido el otro está lleno de abundancia generada por el equilibrio entre las materias. En el cuento Luvina se alude a ambos lugares: el Mítlan es Luvina y el lugar desde donde está hablando el narrador es el Tlaloc, o por lo menos así lo percibe él: «Resulta fácil ver las cosas desde aquí, meramente traídas por el recuerdo, donde no tienen parecido ninguno» (Rulfo, 1974:206), mientras en el lugar donde se encuentra el narrador hay suficiente cerveza para beber y se escucha

El sonido del río pasando sus crecidas aguas por las ramas de los camichines; el rumor del aire moviendo suavemente las hojas de los almendros y los gritos de los niños jugando en el pequeño espacio iluminado por la luz que salía de la tienda (Rulfo, 1974:204)

En Luvina sólo se ve el lomerío pelón y el viento arrancando todo lo que encuentra a su paso, en cambio el viento que sopla en la tienda donde se encuentra el narrador es un viento suave, es decir una manifestación benigna de Ehécatl. Se observa, entonces que tanto el agua como el aire se presentan en Luvina en el sentido de corrupción planteado por Aristóteles donde el exceso de uno y la carencia del otro resaltan en la caracterización de este lugar.

EL FUEGO

Desde el punto de vista simbólico el fuego se considera a menudo el elemento motor que anima, transforma y hace evolucionar de uno a otro los tres estados de la materia, sólido (tierra), gaseoso (aire), líquido (agua). El fuego es el agente de toda evolución (Chevalier y Gheerbrant, 2003:439) sin embargo, al igual que el agua, en Luvina tampoco se encuentra la presencia de este elemento, es un lugar frío y sombrío: «Aunque esto es un puro decir, porque allí los días son tan fríos como las noches el rocío se cuaja en el cielo antes que llegue a caer sobre la tierra» (Rulfo, 1974:203).

El fuego es representado por el sol: «Malo cuando deja de hacer aire. Cuando eso sucede, el sol se arrima mucho a Luvina y nos chupa la sangre y la poca agua que tenemos en el pellejo» (Rulfo, 1974:211) El fuego, no es deseado por los luvineses, porque en lugar de traerles vida les trae dificultades. Aquí se hace una clara alusión a las creencias prehispánicas sobre el origen y función del sol:

El mundo fue creado, según los antiguos mexicanos, por una pareja divina: Ometecuhtl «el Señor de la dualidad» y Omecíhuatl «la Señora de la dualidad». Una de las leyendas dice que el sol creado necesitaba sangre para iniciar su marcha sobre la bóveda celeste: entonces los dioses se sacrificaron y el sol, sacándose vida de su muerte, comenzó su curso en el cielo».

El mundo se creó y fue destruido cuatro veces y cada una de estas veces lleva el nombre del «Sol». Cada época duraba 52 años solares de 365 días y para que una nueva época pudiera surgir, para que el Sol pudiera alumbrar de nuevo en la tierra, para que no se rompiera la regularidad del proceso cósmico, había que alimentar al sol: lo más precioso que el hombre posee, su sangre: chalchíuatl, la sustancia mágica (Alcántar: 14).

Parece que los luvineses, del mismo modo que los antiguos mexicas, creen que el sol se alimenta de su sangre y por eso prefieren que esté lejos. De esta manera se refuerza el sentido expresado cuando se analizó el elemento tierra y se lo relacionó con el Mictlán o el inframundo. El sol no tiene lugar en ese espacio, es un lugar de sombras dominado por Ehécatl. Además siendo el sol el símbolo de toda evolución o transformación y al rechazarlo los luvineses reiteran su condición estática de seres sin esperanza, de muertos.

CONCLUSIONES

En el cuento Luvina, Rulfo pone sobre el tapete el tema de lo prehispánico y su importancia dentro de la identificación del ser del campesino mexicano, sin embargo, no se puede afirmar que la producción literaria de este autor sea de carácter indigenista o que en este cuento se relaten mitos completos de la cultura azteca o de otros pueblos que habitaron México en la época precolombina. Lo que sí se puede señalar es que tantas alusiones de manera directa o indirecta sobre este asunto no sólo en este relato sino en casi toda su obra no pueden ser accidentales.

Se siente en Rulfo un afán por revindicar las raíces prehispánicas de la cultura mexicana, por hacerla visible. En el cuento Luvina contrapone la cultura marginal de los nativos con la del extraño, el profesor, quien representa la cultura legítima y hegemónica. Es tanta la distancia entre éstas que el profesor en reiteradas veces se pregunta «¿En qué país estamos?» (Rulfo, 1974:207) «¿Qué país es este?» (Rulfo, 1974:208) El maestro en Luvina no se siente dentro de México, se siente en un país extraño y distante.

Y esa extrañeza del maestro frente a este pueblo con el que no se siente identificado le produce un rechazo por el lugar, por sus costumbres y por sus habitantes. Finalmente termina venciendo la cultura de los luvineses porque el maestro no quiso adaptarse a las costumbres de ellos y tampoco pudo plasmar allá las ideas que llevaba: «Ya no les volví a decir nada. Me salí de Luvina y no he vuelto ni pienso regresar» (Rulfo, 1974:211).
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Se observa, entonces que entre la cultura de los campesinos mexicanos y la cultura legítima representada por el Estado y sus instituciones se presenta una fisura irreconciliable. Lo que parece decir Rulfo a través de este cuento es que mientras no se reconozcan ni se valoren esas otras culturas ninguna idea educativa, política o económica va a «cuajar» o a tener el impacto deseado en esos pueblos.

La valoración negativa que hace el maestro sobre el pueblo demuestra el poco interés de la cultura dominante por comprender la cultura dominada. Es el quién ve en Luvina no un pueblo sino un cementerio y a veces un purgatorio. Es contra él que los elementos de la naturaleza desatan su furia: «me parece que usted me preguntó cuántos años estuve en Luvina, ¿verdad…? La verdad es que no lo sé. Perdí la noción del tiempo desde que las fiebres me lo enrevesaron; pero debió ser una eternidad…» (Rulfo, 1974.209) es a él al que le dan las fiebres, lo ataca el viento y las adversidades, para los nacidos en Luvina vivir allí es la ley, es lo normal, ellos no sienten la necesidad de salir de allí, tampoco se refleja ni una queja de ellos frente la resequedad de la tierra o a la fiereza del viento. Luvina sólo es el Míctlan para este profesor y allí mueren sus ideales políticos y su proyecto educativo, y por ende los del gobierno que él representa.

NOTAS

[1] «Juan Rulfo nació en el año 1917 y fue inscrito en el pueblo de Sayula, uno de los pueblos de su novela Pedro Páramo. Jalisco, su provincia natal, se ha convertido en un símbolo, o imagen general en la obra de Juan Rulfo. Su historia está aliada a la historia de su patria, México. La guerra de los cristeros le dejó sin familia, obligándole a irse a un orfelinato que era casi un reformatorio. Allí estuvo desde los diez hasta los 14 años. Esas experiencias durante sus primeros diez años, que son las más importantes en la vida de Rulfo, han dado color a toda su visión de la vida y del mundo en general. El pesimismo y el fatalismo penetran todas sus ideas y su obra literaria» (Adelstein, 1971: 91).
[2] «Ea, escucha mis palabras, pues el aprender acrece la sabiduría. Como antes te dije, al manifestarte los límites de mis palabras, te voy a contar un doble relato: en un tiempo lo Uno se acreció de la pluralidad y, en otro, del Uno nació por división la multiplicidad: fuego, agua, tierra y la altura inconmensurable del aire» (Empédocles de Acragas. En historiantigua.cl/wp-content/uploads/2011/…/Empedocles-de-Acragas, p.8 ).
[3] «Hipócrates (460 – 361 a.C.), el padre de la Medicina en Occidente, nació en Cos (10), (1957), una pequeña isla cercana a la costa occidental de Asia Menor, estableció la teoría de los cuatro humores como fundamento de la Medicina (1, 9), a semejanza de los cuatro Elementos de la Naturaleza postulados por Empédocles (490 – 425 a.C.), uno de los filósofos presocráticos» (Günther y Morgado, 2000: 2).
[4] Mictlantecutli (señor del infierno) era el dios de la muerte y del reino de la maldad y de las sombras, a donde acudían las almas de los hombres después de su morada mortal (…) los mejicanos, por lo general, creían que se encontraba en el lejano Norte, lugar considerado como de hambre, desolación y muerte (…) Mítlan se representaba seguramente como un murciélago, animal típico de los infiernos (Spence, 2000:89)
[5] El aire junto con el fuego es un elemento activo y macho, mientras que la tierra y el agua se consideran pasivos y hembras. En tanto que las dos últimas son materializantes, el aire es símbolo de espiritualización. El elemento aire está asociado al viento, al aliento. Representa el mundo sutil intermedio entre el cielo y la tierra (Chevalier y Gheerbrant, 2003: 993)
[6] La segunda parte donde decían que iban las ánimas de los difuntos es el paraíso terrenal, que se nombra Tlalocan, en el cual hay muchos regocijos y refrigerios, sin pena ninguna. Nunca jamás faltan las mazorcas de maíz verdes, calabazas, ramitas de bledos, ají verde y jitomates, fríjoles verdes en vaina y flores(…) y los que van allá son los que matan los rayos o se ahogan en el agua y los leprosos, bubosos y sarnosos, gotosos e hidrópicos (Krickeberg, 1991:37.

REFERENCIAS

Adelstein, Miriam (1971) «La vida y la obra de Juan Rulfo». En: AIH. Actas IV. Canadá, Universidad de Guelph. En: https://cvc.cervantes.es/literatura/aih/pdf/04/aih_04_1_011.pdf (Visitado el 20 de agosto de 2013)
Alcántar Sepúlveda, José Manuel. «Filosofía náhuatl». En: https://www.wiphala.org/nahuatl23.pdf (Visitado el 17 de septiembre de 2013)
Aristóteles (1987) acerca de la generación y la corrupción. Introducción, traducción y notas de Ernesto La Croce. Madrid, Gredos En: Coronado Guillermo (4 de septiembre de 2002) «Los cuatro elementos fundamentación aristotélica según el De generatione et corruptione, II. En CoRis, revista del Círculo de Cartago. En:https://inif.ucr.ac.cr/recursos/docs/Guillermo%20Coronado/Arist%C3%B3teles%20y%20los%20cuatro%20elementos.pdf
Belmonte, Marisa y Burgueño, Margarita (2006). Diccionario de mitología. Dioses, héroes, mitos y leyendas. Madrid, Editorial LIBSA.
Chevalier, Jean y Gheerbrant, Alain (2003). Diccionario de los símbolos. Barcelona, Herder.
Empédocles de Acragas. En: historiantigua.cl/wp-content/uploads/2011/…/Empedocles-de-Acragas (Visitado el 30 de agosto de 2013)
Günther, Bruno y Morgado Enrique (abril de 2000) «De los cuatro humores hipocráticos a los modernos sistemas dinámicos: la medicina en perspectiva histórica».
En: Contribuciones Científicas y Tecnológicas, Area Ciencias Básicas Nª 123. En: https://sinapsis.usach.cl/moodle/file.php/1/Papers/De_los_cuatro_humores.pdf
Krickeberg, Walter (1991) Mitos y leyendas de los Aztecas, Incas, Mayas y Muiscas. México, Fondo de Cultura Económica.
Mendoza ,Vicente T. El plano o mundo inferior. Míctlan, Xibalbá, Nith y Hel. En: https://www.historicas.unam.mx/publicaciones/revistas/nahuatl/pdf/ecn03/032.pdf
Morante López; Rubén (2000) «El universo mesoamericano. Conceptos integradores». En: Desacatos, Saberes y Razones, p.p 31-44. En: https://www.ciesas.edu.mx/desacatos/05%20Indexado/Saberes_2.pdf (consultado el 20 de septiembre)
Rulfo, Juan (1974) Pedro Páramo y El llano en llamas. Barcelona, Editorial Planeta
Spence, Lewis (2000). Incas, Mayas y Aztecas. Madrid, Edimat Libros.
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* Gloria Amparo Deossa Quiroz es magister en Hermenéutica literaria de la Universidad EAFIT, Medellín, Colombia.

2 COMENTARIOS

  1. Excelente trabajo. Leer a Juan Rulfo a través de la mirada experta y atónita de la autora del artículo, es contestar muchas preguntas que me había hecho sobre Comala (que no es menos tétrico que Luvina). siempre que lees a Rulfo te preguntas si no haces parte de esa muerte, de ese sueño de los no-vivos que si embargo no descansan el paz.
    Magnífica la referencia a los cuatro elementos de los antiguos Griegos así como la relación con la rica mitología pre-hispánica. Impresionante el espíritu investigativo que se evidencia en el análisis de los elementos literarios de este magnífico cuento del que quedé antojada de leer!

  2. Gloria: Felicitaciones mil por tan documentado y sesudo artículo, de un autor tan importante y maravilloso como Juan Rulfo.
    Me parece que es un trabajo digno de un tesón y capacidad demostrada en la redacción, explicación y motivación del artículo, provocador y encantador, que denota tu gran dedicación y capacidad puestas al escribirlo.
    Gloria: solo me asaltan dos dudas:1. Cuando te refieres al movimiento de traslación del Universo, pensando que puede existir una confusión con el movimiento expansionista del mismo. Y segundo, cuando utilizas el concepto de la cosmogonía presocrática, pensando también en que el término que mejor se le acomoda es el de la cosmología presocrática.
    Pero, es tan interesante y cautivante tu artículo, que estos dos aspectos considerados, pueden pasar por alto, en caso de que fuesen correctos, porque también abro la posibilidad, que el equivocado sea yo, y en caso de ser así, igualmente mi felicitación sincera, creyendo que el análisis literario (hermeneútica) propuesto, tiene mucha validez y goza de una muy buena redacción y explicación, teniendo en cuenta que el tema y su tratamiento no es nada fácil. Solo personas como Tú, y lo demuestras, lo pueden hacer.
    Gracias por esa maravilla. Me gustó demasiado.

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