DYSTOPIA: LA DEFENSA DE LA FRONTERA
Por Perla Ábrego*
Hace algunos meses murió en la ciudad de Tijuana, México, el escritor Rafa Saavedra. Considerado como uno de los escritores de la llamada literatura de la frontera, Saavedra aportó una visión única sobre la vida urbana en el espacio fronterizo. En su escasa producción literaria, Saavedra reflejó en sus escritos al fronterizo joven de clase media que habita espacios urbanos y que se expresa a través de un lenguaje casi cibernético. A pesar de que este sujeto vive en un espacio liminal geográfico y político, son las fronteras virtuales las que continuamente cruza, o las que lo cruzan. El lenguaje que caracteriza a este individuo está en una constante evolución que va a la par con el desarrollo de la tecnología. Para el sujeto fronterizo de Saavedra, la frontera (geográfica y virtual) es sin duda el acceso más rápido y eficaz a los productos culturales de los Estados Unidos y de casi todo el mundo. A la vez, esa frontera es el hogar, el sitio de origen y el lugar íntimo de su realidad social.
La fascinación de Saavedra por reflejar en sus obras el espacio urbano fronterizo que ocupa este «consumidor binacional» (Martínez 77) hace pensar en el concepto de heterotopía de Foucault. Aquel espacio en el cual los aspectos históricos y temporales pasan a segundo término. La ciudad de Saavedra en su colección de cuentos/viñetas Buten smileys, como el espacio heterotópico de Foucault, muestra elementos en yuxtaposición, una diversidad de capas ocultas de la visión perfeccionada y un tanto idealizada que la sociedad tiene de sus propios espacios. La heterotopía se mueve en dos extremos, ya sea que crea un espacio de ilusión que denuncia la realidad como un espacio más ilusorio todavía o, por el contrario, conforma otro, real, perfecto y ordenado, en otras palabras, todo lo que el espacio real no es (Foucault 6).
En Buten smileys hay visiones utópicas y heterotópicas del espacio, llamado «la city» aludiendo a Tijuana. Algunas de las frases utópicas anuncian un futuro mejor: «mosaico de posibilidades y frente en alto», «de lucha y de intentos, de sueños en technicolor» (Saavedra 77). Y existe también la intención de crear un espacio de ilusión que compense la cotidianidad. Así el espacio se vuelve heterotópico que Saavedra llama Dystopia. Aquí, «la city» sería ese espacio imperfecto y desordenado que requiere de un espacio de ilusión. «La city» en Buten smileys ha sido invadida por una sociedad itinerante que intenta convertirla en la ciudad del futuro, pero que aún reprime a sus habitantes: «La city es una zona de combate en la que se prohibe pegar anuncios sin código de barras, consumir superdrogas en la vía pública y además cualquier tipo de representación gráfica de c=8s y (l)s u otro contenido artístico presumiblemente provo/sick es cancelada» (44). «La city», la ciudad fronteriza del norte mexicano, es utópica, distópica y heterotópica. Esto es, existe un propósito de conformar un espacio cuyo futuro sea conveniente para todas las comunidades habitantes, así como subsiste una aprensión y miedo al porvenir y al sistema opresivo y, sin duda, hay una expectativa de la manera en que las relaciones sociales se constituirán dentro del espacio que cada uno de los habitantes considera como íntimo, suyo y, en tal sentido, real. Debido a que estos espacios son individuales son asimismo yuxtapuestos, de manera que es posible que lo que para unos significa un lugar real para otros es mítico. La visión de la ciudad fronteriza en los relatos de Saavedra aboga por la concepción singular del espacio y el respeto a dicha concepción.
El concepto dystopia refiere un universo futurístico imaginario en donde el poder opresivo de la sociedad y la intención de crear una sociedad perfecta se mantienen a través de un control tecnológico, moral o totalitario. Uno de los propósitos de la dystopia es criticar tendencias culturales, normas sociales y sistemas políticos. No sólo criticarlas sino acabar con ellas. El habitante de dystopia es un ser inconforme, atrapado en un sistema en el que no confía pero que no duda cuando llega el momento de criticarlo y cuestionarlo:
Welcome to Dystopia. Las últimas estadísticas arrojan un superávit depresivo que ha aniquilado todo intento y a cualquier proyección positiva por rebatir los infundios que aparecen sin cesar en los mass media virtuales. Claro, la situación en la city es alarmante: ataques racistas, violencia sindicalizada, mega desempleo, el porcentaje de suicidios en alza y, para colmo, las actividades de esa fauna urbana de cholos killers en patines, call girls de luxe en constante tour y ejecutivos junior con digi-antenas too much smart para extorsionar y tolchoquear a las víctimas del futuro shock. Todo esto ha hecho insoportable nuestra situación de eco-rebeldes en paro. (Saavedra 43)
El propósito aquí, no sólo de Saavedra sino de todos los escritores que viven y escriben desde la frontera norte mexicana, es hacer notar que tantas miradas externas que intentan explicar, narrar, esclarecer, interpretar, ilustrar y, sobre todo, definir la frontera desde la literatura, la sociología, la geografía y la política no son más que puras y llanas tendencias que provocan un caos interno. Algunas de ellas tan poderosas que han llegado a convertirse en normas sociales y teóricas y hasta en sistemas políticos y culturales.
Narrar la frontera entre México y Estados Unidos y definirla como «tercer país», «espacio posmoderno», «lugar de fusión y mezcla», requeriría (como ya ha sucedido) aislarla en el tiempo y en el espacio, hazaña imposible en tiempos donde la tecnología todo lo maneja y lo transforma a pasos agigantados. Convertir y reflejar la frontera como un espacio distópico acabaría casi con cualquier intento de teorizarla. La frontera es a la vez física y virtual, geográfica e íntima, histórica y propia, pertenece a la globalización en el espacio virtual (como casi cualquier lugar del mundo en la actualidad), y a la nación y a la región en el físico. En el espacio virtual las fronteras se vuelven porosas, se cruzan fácilmente, mientras que en el físico se rigen sobre juicios y prejuicios sociales del espacio doméstico que se vive de manera rutinaria.
La ciudad distópica de Saavedra lleva inmersa una doble intención: dejarles saber a los teóricos que la frontera se mantiene en constante cambio, que está plagada de significantes para una infinidad de grupos sociales, que es también espacio íntimo, histórico, regional y nacional. Que es ese afán de definirla y teorizarla la que la convierte en dystopia. Es decir, altera su historicidad, su cotidianidad, el correr cronológico del tiempo. Al transformarla en dystopia, desde la mirada externa, se deshumaniza a los sujetos que la habitan, que la hacen existir. Prácticamente se ignora que ese espacio está habitado. Por el contrario, y aquí viene la otra intención, los sujetos que ante esa mirada externa son deshumanizados, adquieren la actitud de defensa de su propio espacio. Esto es, la dystopia les otorga el poder de la resistencia: territorializan y reterritorializan los espacios públicos, es decir, los vuelven íntimos.
Los escritores de frontera proponen que la literatura sobre ella sea de lugares íntimos y de acontecimientos históricos, que no se apropien de ella y la transformen en un concepto, una ideología o una teoría. En otras palabras, se proponen descentralizar la frontera.
BIBLIOGRAFÍA:
Foucault, Michel. «De los espacios otros». Trad. Pablo Blistein y Tadeo Lima. Architecture, Mouvement,Continuité 5. 1984. Web. 15 de junio 2010. https://www.urbanoperu.com/print/129.
Martínez, Óscar J. Border People: Life and Society in the U.S. – México Borderlands. Tucson: The University of Arizona Press, 1994.
Saavedra, Rafa. Buten smileys. Tijuana: Yoremito, 1997.
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*Perla Ábrego se desempeña como profesora del programa de español de la University of Texas of the Permian Basin. Tiene un doctorado en literatura hispánica otorgado por la Vanderbilt University. Ha publicado diversos artículos sobre la literatura mexicana escrita desde la frontera norte. Se ha enfocado en el análisis de la teoría de la frontera, los estudios fronterizos y la presencia de la frontera (geográfica e histórica) en diversos textos literarios.