FRAGMENTOS DE UN DIARIO
Por Alberto Villanueva*
Leo un capítulo sobre Cioran en You Must Change Your Life. De acuerdo en que no es un estímulo al suicidio (como insiste Ele)… de lo contrario no lo hubiese incorporado a mis poemas desde hace décadas. No, es la «manera más saludable de mantenerse incurable». Sloterdijk dice que la vida de Cioran desde París y 1937 es una explotación de la enfermedad psicopática de su etapa adolescente (fascista) a través de la escritura. De la única que se ha curado, diría Cioran, mucho más tarde. Y cita la página 14 de sus Cahiers («Je me suis fourvoyé dans les Lettres par impossibilité de tuer ou de me tuer. Cette incapacité, cette lâcheté seule a fait de moi un scribe»).
Con Ele hablo de Antonio Colinas y le digo que no me gusta. La poesía española actual no nos gusta, no hay nada más que innumerables narrativas monótonas (en el peor sentido). También le hablo del que me decía Ida, en fin, que salvo alguno que otro autor sufre de manías que se traslucen y añade sobre ese de quien hablamos ahora que, claro, si está mal del coco «lo bueno que hay será por eso» y que él ya no quiere más contacto… «menos cuando le ha dado por ponerme en algunos de sus poemas de cualquier modo».
Leo el Trattato della lontananza, y en el tratado de «L’addio», Prete refiere al poema de JRJ que dice «Madre, che cosa dimentico?», en que habla un adolescente en los momentos previos a su partida, un poco antes del alba. Su madre repasa todo lo que debe llevar y no falta nada. Ya en camino, en la oscuridad sabe que su olvido era anticipado, de quien se olvidaba era de su madre y de su adolescencia. Ya no las llevará consigo. De pronto se desencadena en mí uno de esos momentos: una mañana a comienzos de febrero de 1965 espero el ómnibus en Parque del Plata. Tengo quince años y me voy a Montevideo en pleno verano para aprontarme a entrar en la Escuela Militar de Aeronáutica unos días después. Estoy solo, devastado, con una inmensa angustia de no sé bien qué, además de lo que puedo suponer porque no me han dejado alternativas, y ésta es la de una muerte rápida. No me olvido de mi madre, ya me ha abandonado una vez a los doce y mi padre antes de los dos. De pronto viene y se detiene el jeep de los Pisso, con ella al volante y cinco o seis muchachas más. Recuerdo la tristeza de ellas, las caricias, los besos, el adiós. El jeep alejándose para siempre y ellas en mí bullendo, aunque estoy absolutamente seguro que traspasado el umbral del adiós ya me habían olvidado.
Esa noche, o sea antenoche, con relación a lo que escribí arriba, soñé que seguía a una muchacha de pelo negro largo rizado, sin duda CP a quien he visto hace poco en Internet; cuando se da vuelta es sobre todo Adriana, que era rubia y de pelo lacio, ah sos vos le digo, pero hay una mutación rapidísima de caras queridas que se superponen con ella siempre dominando y sonriente diciéndome algo que no entiendo. Ambas se relacionan con Ele, van y vienen entre nos, en torno ahora a mi selección que llamo «antología» pero que es lo que hoy por hoy debería quedar. Supongo que era lo que llaman Musa: sé que le acariciaba el pelo, la mejilla, había algo dulcísimo, erótico, distante y terrible. Con certeza fue mera construcción de la psique.
SESUDA II
Sin embargo, Ida tenía razón. El libro sorprendente es el de Sloterdijk. Ahora comienzo por el principio en Debes cambiar tu vida. Esa antropotécnica, ese ejercicio, entrenamiento: áskesis, ascetismo en el buen sentido nietzscheano, el sano, no el enfermo de los negadores de la vida aquí y ahora. De alguna manera lo entreví con esa claridad obscura del arte en mi poema «(Ejercicio)», hace dos décadas. Lo interesante en arte y pensamiento, y supongo que en ciencia, es que se ve y se es visto mejor por la ejercitación vertical, la aspiración a lo «alto», sea llamada o, más bien, empuje somático.
«Un informe para una academia» que leo a instancias de un capítulo de Sloterdijk sobre Kafka. El chimpancé sólo tiene una salida, hacerse humano, pasar al teatro de variedades en vez del zoológico. Una broma terrible sobre la «libertad», porque eso nos pasa: no tenemos otra cosa que «salidas». Es interesante que diga que no recuerda su vida de mono, porque para devenir humano (subir literalmente, su pasado se cierra debajo y en sus talones sólo queda un hormigueo, cuenta), debió olvidar tal y como han hecho los humanos. ¿Y qué pensarían esas mujeres y muchachas judías del club de Praga cuando Elsa Brod hizo una lectura dramática?
Hace unos años buscando la tumba de Vallejo en Montparnasse guiado por las indicaciones de un par de limpiadores, llegué a la de Cioran que, entonces, había caído en mi desdén, cuando en Montevideo era uno de mis autores favoritos. Recuerdo mi molestia y mis palabras altisonantes. Ahora vuelvo a sus escritos, que nunca abandoné del todo, sin desconfianza. Era una mañana inefable, visitamos felices las tumbas de Baudelaire, enterrado con su madre y el general Aupick, con una traducción italiana de sus Flores del mal que vimos en Roma, tal vez de Adelphi, a vuelta de esquina las tumbas de Simone de Beauvoir y Sartre, y enfrente a ésta la de Henri Langlois con su lápida cubierta de fotogramas. Cioran está entre varios, allí hacinado. Un sitio casi ideal, él que vivió en un ático de París, un artista de la renuncia… profana. Su trabajo de auto exposición inmisericorde es lo que teorizó pero no pudo Nietzsche, como dice Sloterdijk, un ejercicio permanente y por escrito que empieza con los materiales del joven psicópata que fue, admirador de Hitler, y única cura admitida. Cómo hablar de sí mismo sin perder la razón: léase sin perder de vista su humor.
En unos días tengo que volver a la odiosa actividad, yo que soy parásito por naturaleza.
REFLECTION V
Demiurgo defectuoso en caída libre: salpicón al óleo, fritanga del porvenir.
La deriva según el capricho del estado de ánimo en el ocio, además de las lecturas como «ejercicios negativos», para el pasivo-agresivo y maníaco depresivo Cioran, me vienen como anillo al dedo. También su «restauración del sentimiento de soberanía aún en la miseria» es un balance regio contra el suicidio, señala Sloterdijk. De modo que en estos tres meses de ocio total y a veces resentido, evitando una ilusoria continuidad, no han sido en vano: me mantuve en una desesperación controlada, de productiva inutilidad.
De la matemática, dice Clarice Lispector, que es «a loucura do raciocínio», y Cees Nooteboom, «que, estudiada a fondo, muestra la sutileza de la gran poesía, sin su impredecible y, seamos francos, cenagoso ingrediente humano».
DILETANTISMO
Ésta es la actividad que quise practicar, la que Alberto Savinio oponía a través de Stendhal al fascismo.
Prefiero que quede así: pompeyana, superviviente. Hay una coherencia en el acto de prefigurar la muerte, en todas mis telas. Así señalo hacia una metafísica o una inmortalidad, en palabras de Boris Groys.
UN MOMENTO DE LO ETERNO
Pedro Páramo, una respuesta a lo de que como «todo lenguaje es de índole sucesiva, no es hábil para» expresarlo, que decía Borges. La estructura en fragmentos como versos, donde lo blancos que los separan, al contrario de la poesía, no marcan silencios o en todo caso remiten al silencio aquél de san Agustín, que indicaba la nada que rodea a la creación.
… Y OTRO
Desde hace meses una liebre vino a vivir al patio. Un día la vimos rauda con su cría unas semanas. Después la vimos resplandecer bella y dorada con su pompón blanco en el campo detrás de nuestra cerca, surcando alta la risa de mi querida. Hace unas semanas lloré por ella porque la creí aplastada por un auto, pero no era ella: reapareció en el patio. Los últimos tiempos solía saltar y aparecer a pocos pasos cuando oía mi voz, así que empecé a llamarla por las tardes cuando hacía su recorrido comiendo hierbas, o me acercaba a su guarida por las mañanas sólo a mirarla descansando. Hace dos días cuando salía en el auto en marcha atrás, la vi saltar al costado y me pareció que cojeaba, la llamé como era habitual, se detuvo de espaldas un momento y siguió hacia mi ventana del estudio, que es frondosa. Hoy la descubrimos muerta al pie de esta ventana; vino a morir adonde sabía que yo paso mis días y noches. Y aquí está enterrada.
POESÍA
Se me ocurre ahora que 17 poemas pragmáticos (2001) es un libro postmoderno, por su juego trivial a veces, su rechazo de las potestades del artista y de su sentido total o deseo totalitario (según describe Groys) propuesto por las vanguardias y sucesores. Que mis libros estén de algún modo fuera del mercado atañe también a una política más o menos expresa de no incluir lo mítico, salvo como curiosidad y homenaje a la antigüedad. El mito es lengua despolitizada, expoliada de los hacedores (Barthes, Groys). Pero en donde hablo ya como muerto viviente, casi diría que a plena consciencia y en el sentido que después veo en Groys, es en Mínima natural distancia (1990). Daba lugar a una desaparición física en alto grado, estaba entonces en el cenit de mi muerte en vida. En adelante mis libros estarán contaminados por ese estado de entierro y ambulación aérea simultáneos.
PROYECTO
Una exposición en la que figuren mis cuadros y poemas con luces y sonido sin mucha obscuridad ni estridencias, entre fragmentos de ropa, muebles, objetos diseminados y que el espectador se deba incluir. Lo que llaman instalación. Debo seguir con la serie de autorretratos. Y, añado, humor.
BASCULAR
Me pregunto si el hecho de escribir en un país con distinta lengua, que considera a la mía como subalterna, no me desquicia del aire envenenado que se respira en todo el mundo hispánico, de nuevo en el sentido de Groys. Si se escribe para desconocidos en el futuro desde la muerte propia, o sea para otras generaciones, se apoya uno en «la región más transparente del aire». Por eso me repugna pensar en vivir lo que me queda en cualquier país donde mi lengua sea la dominante tanto como en éste, donde se consolida el borborigmo subordinado.
Cuando me gusta una novela o un cuento, pienso que podría escribir algo por el estilo. Sin embargo, siempre hay una zona que me disgusta en la narrativa de ficción, no sé si equivalga a los «ripios» aquellos que decía JLB sobre la novela.
Leo entrevistas con Duchamp, las de Calvin Tomkins. Si lo de laS series entra despacio en mi torpe cabeza, me gusta su ejercicio de reducción del ego. En la entrevista que a su vez le hacen a CT como prólogo, éste comenta sobre el libro reciente How to Live, sobre Montaigne, de cómo enseña a vivir de la misma manera rica, espiritual o mental, en contraste con el mundo terriblemente narcisista y rápido de hoy. En este sentido, Duchamp enfatiza que la obra debe ser trabajada con lentitud, eso la descoloca del mundo de las profesiones en que ha sido integrado el artista en estas últimas décadas.
The Wartime Journals, de Hugh Trevor-Roper, que comienza con una prosa así:
Things that fascinate me: the luminosity of decay; pullulation; myths of great natural processes or cataclysms –the Creation, the deluge, Adonis; the innocent freshness and wonder of the first day; the intrusion of daylight into dark places, «Horrifying, dank, hated by the very gods» [1] mermaids, nymphs, angels, and animate spirits of nature (not monsters or ghosts); the bottom of the sea; the Moon; cold empty wastes; twilit caverns; Jacob’s Ladder; great rivers –Nile, Oxus, Ganges, Limpopo; intellectual life in upper air; larks singing at heaven’s gate (not nightingales); beauty squeezed out from tortured souls; bright flowers rooted incorruption; the earth seen from afar as a planet; trees; the smell of low tide.
Han pasado meses desde mis últimas anotaciones. Ni poemas ni pintura. Meses de la más absoluta realidad, ni siquiera en la idea de lo que está fuera, para ser incorporado al archivo. No, se trata de la banal, medianamente estúpida y secante realidad. A todo esto, anulé la publicación de Residual en México, y sigo sin noticias del nuevo editor. Lo único afectuoso fue un correo reciente de Ele agradeciéndome por Escribo pájaro, el libro menos aceptado de todos, parecería. Sólo escribí una página muy apretada en homenaje a Octavio Paz, solicitada por la revista de poesía de la UNAM. Ni sé, ni creo siquiera que la publiquen. Lectura de los alemanes Jünger, Sebald, Zweig. Me maravilla el afán de continuidad cultural, las prodigiosas evocaciones de la historia centroeuropea, como si la segunda guerra no hubiese sido más que un instante horrible pero necesario hacia la desnacionalización del europeo. Algo así trabajan los filósofos alemanes y analistas de los medios actuales, en franca revuelta contra la generación de los nacidos bajo el Tercer Reich.
A mi edad todavía siento energía suficiente para seguir como si nada. O debo decir que vivo más al día, despreocupado del porvenir: la cigarra o la locura. He comenzado R. Jakob von Gunten, en la versión de C. Middleton… me trae recuerdos de Austin y la primavera de 1995. Cuán poco he leído y de qué mal modo: un fracaso desmañado porque los hay muy respetables, virtuosos, el de todos los mejores del arte de ahora. Hay algo en Walser que uno adora.
Lo que me tiene asombrado es que no sé qué hago aquí, escribiendo todavía… serán reflejos de la avidez que desencadenan las lecturas. Retomo The Testament of Mary, que había empezado ya hace unos meses, y comprendo la repugnancia que me suspendió entonces y ahora al leer cosas sobre el cristianismo, en este caso desde dentro y aunque sea en la prosa bellísima de Colm Tóibín. Aguardo ansioso los libros que me esperan sobre el escritorio: el Borges de los Textos recobrados, los de Alberto Savinio: Scritti dispersi y Nuova Enciclopedia, Citati, Histoire de ma vie de Casanova, en la última y más completa edición de La Pléiade (2013).
He avanzado en un poema abandonado desde hace meses… ¿o no?
NOTA
[1] Cita de la Ilíada.
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* Alberto Villanueva, nacido en Paysandú, Uruguay, es profesor de literatura hispanoamericana en la Universidad de la Florida Central (UCF), EE.UU. En el área del ensayo, ha publicado dos libros: «En idïomas cantan diferentes»: notas sobre poesía contemporánea (Vintén Editor, Montevideo, 2009), y Alberto Girri en el presente poético (Ediciones Hispamérica, Maryland, 2003). Asimismo, artículos suyos han aparecido en publicaciones tales como Cuadernos Americanos (UNAM, México), Revista Iberoamericana (University of Pittsburgh), Hispanófila (The University of North Carolina at Chapel Hill), Hispamérica. Revista de literatura (University of Maryland), Iberoromania (Max Niemeyer Verlag, Tübingen), Bulletin of Hispanic Studies (University of Liverpool), The Romanic Review (Columbia University), Texto Crítico (Universidad Veracruzana, Xalapa), Espéculo. Revista de estudios literarios (Universidad Complutense de Madrid), Hipertexto (The University of Texas-Pan American), Visor Libros (Madrid), Río de la Plata: Culturas (París), Cuadernos de Marcha (Montevideo). En poesía, selecciones de sus poemas han pasado a integrar diversas revistas literarias y antologías, y ha publicado los siguientes libros: Escribo pájaro (Vintén Editor, Montevideo, 2008), (+) Poemas pragmáticos (Ediciones Hispamérica, Maryland, 2005), (17) Poemas pragmáticos (Ediciones Último Reino, Buenos Aires, 2001), De la ralea de la voz (1988/1996) (Vintén Editor, Montevideo, 1998), Mínima natural distancia (Vintén Editor, Montevideo, 1990), Hai kú (Ediciones del Mirador, Montevideo, 1989) y Vacilación sostenida (Ediciones del Mirador, Montevideo, 1987). Su último libro preparado, Antología poética (1987-2010), deja una suma mediante cambios, supresiones definitivas e inéditos, y continúa trabajando en otros dos libros de poemas y prosas.