EVA… SIVAS COTIDIANAS (BREVES HISTORIAS DE DESENCUENTROS)
I
EVA Y LOS INSTINTOS
Eva exprime naranjas
Bebe el jugo de las almendras
Se nutre con ciruelas y manzanas
Su cuerpo huele a durazno
A níspero
A fresca sandía
Pero Adán ha perdido la inocencia
No huele, no siente, no mira, no escucha,
no saborea los efluvios del deleite
Sus sentidos se han colmado de arrepentimiento
y sus pies buscan —necios— el borde del abismo.
II
EVA Y EL DESEO
Eva mezcla en sus manos
esencias
texturas
tinturas
coloridos pigmentos
Pinta sus ojos
Delinea sus labios
Acomoda el cabello sobre
La redondeada superficie de sus hombros
Mira su rostro en el arroyo
Y espera ansiosa la llegada del deseo…
Pero Adán no la mira
Algo como neblina
Le impide ver el arcoíris
Que amanece frente a sus ojos.
III
EVA ARTESANA
Eva engarza palabras
Con la punta de su lengua
Las limpia
Las pule
Las bruñe
Y son un resplandor
Un fulgor irradiando en sus labios
Saltan como peces traviesos
—enredados en olas y arrecifes—
Buscan la orilla…
El lado oscuro del mar
—del silencioso mar—
donde Adán habita envuelto en culpas.
IV
EVA EN SU NIDO
Eva hace figuras con el barro
Que sus dedos revuelven
Entre las tres y las cinco de la tarde…
Eva hace un nido con las hojas
Que sus dedos recogen
Entre las seis y los últimos parpadeos de la tarde…
Eva hace una cobija con las luciérnagas
Que sus dedos recolectan
Entre los rayos de la luna y la media noche…
Adán no llega…
Eva hace como si nada sucediera
Y se duerme para soñar que la sueñan.
V
EVA Y LOS EXTRAVIADOS PASOS
Eva ha cantado todas las noches
desde que Adán se fue.
Canta bajo la luna llena
Sobre la almohada de la impaciencia
Debajo de la ceiba
Encima del recuerdo
Junto a los caracoles
y enredada en las raíces de los manglares.
Eva canta y a veces
su canto se interrumpe por un lejano sonido de tambores
Entonces endereza su cuerpo
aguza el oído
se vuelve un arco en tensa espera…
Trata de adivinar lo que los sonidos lejanos le revelan.
Adán sigue su andar con pasos que retumban
—como tambores lejanos— sobre la piel del silencio.
VI
EVA Y SU SOMBRA
Adán le pide a Eva
unas palabras. Algo
de lo tanto compartido.
Recuerdos que le calienten
el alma, le abriguen
el cuerpo, le alimenten.
Pero Eva está cansada y
nada dice. Se le ha enfriado
el cuerpo, las manos están
quietas y sus ojos no distinguen
la tibia llama, que a lo lejos,
arde… Algo de olvido
tiene su sombra.
VII
ADÁN DIBUJA A EVA
Adán dibuja una silueta
en las paredes de la caverna…
Es el cuerpo de Eva: ahí la espalda
aquí los senos
más acá las piernas y más allá
la húmeda sombra de su sexo.
Eva lo mira mirar su obra
extasiarse en las líneas
las curvas
la hondonada perfecta del gozo y el delirio…
Da un paso atrás
otro y se aleja
se pierde entre la bruma.
Adán no ha escuchado el sonido de los pasos
sigue extasiado frente a la mujer de su memoria.
VIII
EVA SILENTE
Eva
Cruza montañas
Riscos
Valles y desiertos
Se encarama a los árboles
Se esconde envuelta en telarañas
protegida en las sombras de la caverna
Se hace silencio escurriendo hacia el mar…
Sabe que Adán busca sus huellas entre la arena.
IX
EVA Y EL BLUES
Eva aprendió los secretos de la música
Mirando absorta las líneas de su mano
—pentagrama de amores persistentes—
Ahora es experta en esas tonalidades de blues
Que se desprenden de su cuerpo…
e iluminan la oscura caverna abandonada.
X
EL SILENCIO DE ADÁN
Qué cerca de nosotros ha quedado el silencio.
Tan cerca que a veces escucho su discreto caminar
—su andar descalzo por la caverna—
como si fuera un fantasma con miedo de asustarnos.
XI
ADÁN MIRA LA CEIBA
Adán mira la ceiba
y le parece que es una rosa magnificada
—en lugar de pétalos tiene hojas,
pequeñas y redondeadas,
de un verdor incomparable y una brillantez de trópico
tatuada en sus múltiples espinas.
De pronto, en medio de sus meditaciones,
descubre que por el robusto tallo del árbol milenario
escurre una sensualidad y una arrogancia
de quien se sabe a salvo de cualquier tormenta.
Adán concluye que la ceiba tiene el porte de Eva
danzando bajo la luna
y un sortilegio de raíces se hunde en su memoria.
XII
LOS EXTRAVIADOS
Eva y Adán han extraviado
la ruta…
La piel de sus memorias
es el mapa de un territorio
colmado de deseos
que ninguno sabe interpretar.
XIII
NÁUFRAGOS
Eva es una ola meciéndose en las horas
Adán un caracol que recorre la arena
Amanecieron lejanos
Presintiéndose…
Tan solos y olorosos a mar
Como dos náufragos a la deriva.
XIV
ANTES DE QUE LA NOCHE SUCEDIERA
Sería tan fácil dar marcha atrás
Hacer como si nada sucediera
—piensa Adán en el umbral de la noche,
cuando los grillos despiertan a las estrellas—
Sería tan fácil dar marcha atrás
Hacer como si nada sucediera
—piensa Eva en el umbral de la noche,
cuando las estrellas despiertan a los grillos—
Ninguno sabe reconocer
que sus pasos se perdieron
entre el tintineo de estrellas
y el ritmar ahogado de los grillos
No saben que se extraviaron
—uno al otro—
antes de que la noche sucediera.
XV
LOS PECADORES
El verdadero pecado de Eva y Adán fue el olvido.
Se les enredó en los tobillos como cruel serpiente.
Y no supieron encaminar sus pies hacia la tibia ruta
del deseo. Nosotros padecemos su pecado.
* * *
El presente texto hace parte del libro: Norma Esther García Meza, Manual para ser Eva, Secretaría de Cultura/Gobierno del Estado de Michoacán, Colección Arena, México, 2008.
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* Norma Esther García Meza es Doctora en Letras por la Universidad Nacional Autónoma de México. Investigadora en el Centro de Estudios de la Cultura y la Comunicación de la Universidad Veracruzana. Es autora de La garza morena y la Venus de Zapotlán (2012), Manual para ser Eva (2008), Al filo del agua. Voces y memoria (2001) y coautora de Catorce estampas de mujeres mexicanas (1996) e Historias de lectura II (2006).