ANTE LA LLEGADA Y OTROS POEMAS PROSAICOS
Por Carlos Mellizo*
Como existe evidencia de llegar,
de estar rozando el límite previsto
y haber gastado un tiempo irremisible
que a todos los efectos se ha perdido;
como de cuando en cuando pasan cosas
que, al ser en su verdad como un aviso,
nos ponen en la justa perspectiva
y nos dejan mirar en lo más íntimo;
como yo, con los años, envejezco
y ya sólo hablo solo o con mis hijos,
a ellos (y a mí) les digo que de acuerdo,
que está bien todo, que bueno, que magnífico,
que me quede yo atrás y sigan ellos
conforme a lo mandado y lo prescrito;
que todo sea simple y natural,
redondo y claro como un círculo:
sin salida, perfecto y sin salida,
monótono, cerrado y definido,
constante y presumible sucesión
de puntos suspensivos.
* * *
MI INFANCIA
Por mucho que queramos disfrazarlo,
la realidad escueta y verdadera
es que mi infancia fue, y así lo digo,
adinerada, católica y burguesa.
No faltó lo esencial ni lo superfluo
en los talegos de nuestra despensa,
hubo calefacción en el invierno
y tuvimos doncella y cocinera.
Soledad, de uniforme y delantal,
retiraba los platos de la mesa
y cumplía en silencio responsable
sus mil obligaciones de sirvienta.
La que guisaba era Florentina,
miope, manirrota, ventanera.
Ambas de la provincia de Toledo,
ambas sin porvenir, analfabetas,
condenadas a eterna esclavitud
de ignorantes mujeres indefensas.
Eso tuvimos, y todo lo demás
que es propio de una cómoda existencia.
Sería mas hermoso y literario
decir que me crié de otra manera,
pero lo cierto es que nada nos faltó,
y no vivimos tiempos de pobreza
cuando en España la enorme multitud
sufría melancólica y hambrienta.
Así fueron mis días infantiles
en el Madrid sombrío de posguerra.
* * *
LA PÉRGOLA
La Pérgola era una quinta sin sentido,
construida en medio de la aldea,
con un jardín de muros insalvables
y un gran porche aromado de violetas.
Era una casa absurda, entristecida
por los negros recuerdos de la guerra,
una guerra de ricos contra pobres,
en la que habían ganado las derechas.
La Pérgola era bastión de vencedores.
Los vencidos se habían quedado afuera
y pasaban sus días condenados
al fantasma del miedo y la miseria,
sin esperar ya nada de la vida,
como no fuese el riesgo de perderla.
En los picos del alto Guadarrama
se habían dado fraternas y sangrientas
batallas de fascistas contra rojos.
Todavía quedaban bayonetas
perdidas en el campo, entre las matas,
y casquillos de bala en la maleza.
Mi padre trajo un día de Brunete
un regalo a los niños de La Pérgola:
un casco «nacional», hecho de hierro,
al que todos prestamos reverencia
pues era testimonio de una lucha
que se libró sin lástima y sin tregua.
Los niños no la habíamos vivido,
y por eso la culpa no era nuestra.
Mas por guerras así veraneábamos
en los vastos jardines de La Pérgola;
por cascos como aquél podíamos ahora,
en la noche magnífica y serena,
contemplar sobre el cielo inmaculado
el brillante lucir de las estrellas.
* * *
MADRID AHORA
Volver al nido es regresar al hoyo,
aunque España no sea ya la misma.
Ir a Madrid es entrar en un pasado
que subsiste en perpetua lejanía,
y recordar con miedo y con nostalgia
lo que ahora parece de mentira:
aquel Madrid sombrío y horroroso,
importador de carne de Argentina,
aquel Madrid escuálido y oscuro,
plagado de fusiles y cartillas,
una ciudad de hambrientos y de guardias,
habitada por gente envilecida,
por legiones de pobres y mendigos
que imploraban limosna en las esquinas.
Madrid es otra cosa en estos tiempos,
mejor, probablemente, que la antigua.
Es un Madrid más libre y europeo
que a mí, cuando regreso, me despista.
¡Y pensar que lo mismo que ahora veo
es también lo que entonces se veía!
La Cibeles, la Plaza de Neptuno,
el Retiro, Palacio, la Gran Vía,
testigos oculares que en silencio
contemplaron los cambios de la villa,
alteraciones causadas por los saltos
y el constante vaivén de la política.
Coronaciones, desfiles, atentados,
alzamientos, proclamas, amnistías…
Vuelvo a Madrid y me siento confundido.
Madrid, tan agnóstica y distinta,
para mí como un foco inextinguible
que a un tiempo me enceguece y me ilumina.
* * *
MI HERMANO
Ahora que pasa el tiempo más despacio
y que tiene más sitio la memoria,
me acuerdo con frecuencia de mi hermano.
No hay normas fijas para hacer que venga,
se me aparece sin motivos claros.
De pronto resucita de la muerte
que nos lo arrebató hace tantos años,
y vuelve para estarse con nosotros
y conversar de sus asuntos clásicos:
Bola de Nieve, los versos de Walt Whitman,
un relato de Borges o de Sábato,
tal o cual episodio de su invento,
generalmente insólito y fantástico;
historias de viajes y de tenis,
cuentos de desenlace inesperado.
Sorprender, asombrar, dar aire nuevo
al existir ramplón y chabacano
que todos padecemos cada día,
por el hecho de haber nacido humanos.
Siempre quiso Felipe ser distinto,
diferente en lo bueno y en lo malo.
Felipe tan simpático y alegre;
Felipe tan sombrío y tan amargo.
No hay razón que lo explique, como digo,
pero me acuerdo mucho de mi hermano.
De pronto, sin anuncio, me visita
y aquí lo tengo, vivo y a mi lado,
lo mismo que si fuese de verdad
y de verdad estuviésemos hablando.
___________
* Carlos Mellizo es en la actualidad Profesor Emérito Distinguido de Filosofía en la Universidad de Wyoming, Estados Unidos, donde también ha ejercido la enseñanza de la Literatura Española desde 1968. Mellizo es autor de seis libros de ficción: Los Cocodrilos (Madrid, Índice Editorial, 1970), Historia de Sonia y otras Historias (Tempe, AZ, Editorial Bilingüe, 1987), Una cuestión de tiempo (Miami, FL, Ediciones Universal, 1991), Un americano en Madrid y otros amores difíciles (Madrid, Editorial Noesis, 1997), La lengua de Buka y otros casos singulares (Ediciones Nuevo Espacio, 2004), y Antes del descenso y otras palabras finales (Greeley, CO, Leyenda Publishing House, 2004). Sus narraciones y ensayos han aparecido en Revista de Occidente, Revista de Filosofía, Cuadernos Hispanoamericanos, Ínsula, Mundo Nuevo, Papeles de Son Armadans, Lucanor, El Urogallo, Cuadernos Salmantinos de Filosofía, Telos, y otras publicaciones periódicas de España y América. Ha publicado varios trabajos sobre filosofía. Es Vocal de la Sociedad Iberoamericana de Estudios Utilitaristas (SIEU) y ha colaborado recientemente en los volúmenes colectivos Retos de la Razón Práctica, (J.M. Bermudo, Ed., Universidad de Barcelona, 2002), El Quijote y el Pensamiento Moderno (José Luis González Quirós-María Paz Gago, Eds, Sociedad Estatal de Conmemoracioneas Culturales, Ministerio de Cultura, Madrid 2005), David Hume, nuevas perspectivas sobre su obra (Gerardo López Sastre, Coord., Ediciones de la Universidad Castilla-La Mancha, 2005), En torno a Francisco Ayala, (Ricardo Landeira, Ed., e.d.a. Libros, Málaga, 2007), y John Stuart Mill y las fronteras del liberalismo (M. Escamilla, Ed., Universidad de Granada, 2004), entre otros. Su obra más reciente es el estudio Vasubandhu-Berkeley, en colaboración con el Profesor Juan Arnau, del CSIC, publicado por Editorial Pre-Textos, Valencia, 2011. En el año 2013 le fue concedida por el Estado Español la Cruz de Oficial de la Orden de Isabel la Católica, en reconocimiento a su comportamiento extraordinario de carácter civil como profesor e investigador.