Literatura Cronopio

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Roberto Bolaño ese escritor convertido en eslabon perdido

ROBERTO BOLAÑO, ESE ESCRITOR CONVERTIDO EN UN ESLABÓN PERDIDO

Por C. Valeria Bril*

El énfasis crítico en las opiniones de Roberto Bolaño evidencia el perfil polémico de este autor que con su sola presencia provoca incomodidad en otros escritores y en torno al cual se iría resignificando la clásica concepción de la literatura de habla hispana y del oficio de escritor. Su lugar en el escenario de las letras se pone en duda cada vez que ocurre algún episodio vinculado con discusiones literarias sobre autores chilenos, puesto que sus opiniones son siempre vistas por los afectados como poco oportunas. Un ejemplo notable de esto fue aquel enfrentamiento entre Bolaño y Carlos Franz que surgió por un desencuentro crítico cuando Bolaño habla de la «fragilísima» Nueva Narrativa Chilena —aquella que surgió a mediados de los noventa— y del escritor José Donoso.

Para Bolaño, Donoso es «autor de tres libros y tiene algunos abominables» (Montesinos, n.f.: n.p.), y además reconoce que este autor utiliza un sistema de escritura «frágil» que va más allá de lo que los escritores «sienten» o piensan que constituye la Nueva Narrativa. Y por estos comentarios, los colegas de Bolaño parecen odiarlo por lo que —según diría la crítica local— «saltan como fieras sobre él». Sin embargo, Bolaño entiende que es imposible tocar a «las vacas sagradas» en Chile cuando en realidad están hechas para ser devoradas.

No conforme con lo dicho hasta ese momento sobre José Donoso, Bolaño decide continuar con sus argumentaciones y afirma que: «La herencia de Donoso es un cuarto oscuro. En el interior de ese cuarto oscuro pelean las bestias. Decir que él es el mejor novelista chileno del siglo es insultarlo. No creo que Donoso pretendiera tan poca cosa. Decir que está entre los mejores novelistas de lengua española de este siglo es una exageración, se lo mire como se lo mire» (2004: 100).

La idea de Bolaño provoca incomodidad en el escritor chileno Carlos Franz, quien levanta la defensa sobre Donoso, ya que lo considera el punto más alto de la narrativa chilena del siglo pasado. Franz considera que Bolaño estaba a disgusto en «la literatura real» porque éste concibe «la literatura real como una batalla» y a los escritores consagrados como «el bando enemigo»; y por lo tanto interpreta que por eso Bolaño cree que debe «atacar al general contrario» (José Donoso). Y Franz agrega que «El Bolaño que conocí fue un escritor con una desolada ambición de poder literario. Tan intensa que llegaba a ser ingenua (como si se hubiera creído los cuentos de guerrillas poéticas que él mismo escribió). Creía que la literatura es un sistema de poder —que también lo es— y una batalla —que también lo es— y en definitiva una mierda —todo lo que no es escribir—» (2003: n.p.). He ahí pues que recuerda que en aquel encuentro en «la plaza chueca» (Plaza del Mulato Gil), en Chile, alguien vino con el comentario de que «Bolaño decía: ‘Franz me traicionó’. Y como soy leso, en vez de reírme de su desorbitado belicismo, me piqué y quedamos distanciados» (Franz, 2003: n.p.). De esta manera, Franz intenta darle la razón a Bolaño cuando contempla la posibilidad de que la literatura puede ser una guerra, pero se arrepiente del distanciamiento que se produjo con el autor.

Hubo muchos desacuerdos entre Roberto Bolaño y los escritores chilenos; su compatriota Sergio Gómez considera que «la nueva narrativa es un invento que no tiene ningún asidero y Bolaño cae en el juego de decir que existe, cuando no es así» (Montesinos, n.f.: n.p.). Otro comentario del antologador McOndiano (fue coeditor de la antología McOndo (1996) junto a Alberto Fuguet) deja claro su posición al respecto: «Supongo que, por default, soy parte de un grupo que se ha llamado la nueva narrativa chilena. Partiendo de la base que ese movimiento existe o existió. […] soy el menor de ese supuesto grupo del que nunca me sentí o fue parte» (García Corales, 2007: 156).
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Pero Bolaño tenía sus escritores chilenos favoritos; y así lo confirma el poeta Sergio Parra quien se anima a explicar el por qué de la preferencia de Bolaño a la hora de elegir a Pedro Lemebel y dejar de lado a todos los otros escritores chilenos. Y según Parra es porque existe una sintonía entre ellos:

Respeta más al Pedro por la vida, por arriesgarse a apostarlo todo por algo. Se identifica con el personaje periférico, que de la nada se hace conocido por su literatura, no por los contactos sociales, como Franz, que es amigo de Jorge Edwards, que es amigo de este… No, el Pedro de repente irrumpe y se transforma en el más leído y ahí viene la pica de todos estos otros porque han estado toda su vida sentados en el living de terciopelo azul esperando que llegue la fama y viene Lemebel y les gana (Montesinos, n.f.: n.p.).

Ciertamente se podría decir que estas afirmaciones del poeta chileno son correctas. Porque Bolaño prefiere seguir siendo, como también lo es su alter ego: el personaje Arturito Belano en la novela Amuleto (1999), «un niño de la alcantarilla» (Bolaño, 1999: 70). Y continuando con su línea de reconocimientos de autores chilenos, Bolaño llegó a rescatar a otros dos escritores de la actual narrativa chilena y dijo: «Roberto Brodsky me parece un escritor magnífico, y también Gonzalo Contreras. Yo diría que Contreras y Brodsky son los mejores [..]. El mejor cuento policial que yo he leído, escrito por un autor chileno, es uno de Brodsky» (Pinto, 2001: n.p.). Y Bolaño afirma que a pesar de algunos enojos y resistencias de su parte para con los chilenos, esto no le impide opinar cuando dice que «De Fuguet leí una cosa hace poco, Por favor, rebobinar. No es la literatura que a mí me ponga a bailar de emoción, pero está bien. Me da la impresión de que a Fuguet se le escapa la historia… Ahora estaba leyendo una novela de un tal Carlos Franz, El lugar donde estuvo el paraíso, aún no la he terminado y me parece bastante bien» (Soto, 1998: n.p.).

CONSIDERACIONES SOBRE SU FIGURA DE ESCRITOR

Entre tantos ataques verbales, Bolaño (que se considera un poeta) parece estar menos preocupado en analizar su obra, y más ocupado en dar cuenta como «En un país como Chile, donde hasta los expertos en poesía no tienen ni idea de qué es un dímetro coriámbico, resulta peligroso definirse como poeta» (Pinto, 2001: n.p.). En este punto, es importante señalar —siguiendo la lógica reflexiva de Bolaño— que más allá de ser considerado un poeta o un novelista en Chile es necesario vender libros y que para ello hay que convertirse en un escritor legible, claro y ameno, y por supuesto intentar que todas las historias se entiendan.

Cabe aquí recordar que el escritor no sólo es un intelectual que demanda ciertas precisiones para lograr registrar la situación en la que se halla frente al mundo, sino que es un testigo que acerca su mirada a su objeto de conocimiento para tratar de explicar, reflexionar y formular, desde sus experiencias de vida y saberes literarios prácticos, lo que no ha sido testimoniado o explicitado para la posteridad.

A partir de este supuesto teórico de aproximación del escritor al intelectual entran en juego aquellas conocidas especulaciones de Michel Foucault sobre el «intelectual específico», definido por oposición al «intelectual universal», que apuntan a una suerte de lectura comparatista entre el intelectual sartreano y el foucaultiano. El crítico literario Edward Said observa que: «[…] el filósofo francés Michel Foucault ha dicho que el llamado intelectual universal —probablemente estaba pensando en Jean Paul Sartre— ha sido sustituido por el intelectual «específico», que trabajando en una disciplina determinada es capaz de utilizar su competencia en cualquier otro campo» (1996: 28).
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Las numerosas reflexiones, los diferentes estudios y las sociologías que se ocupan de los intelectuales, suelen ser presentadas en debates que procuran lograr una definición sobre los escritores intelectuales o los individuos que aparecen asumiendo el rol de «formadores de la conciencia social y de la identidad» (Palermo, 2005: 19). En nuestro caso, Roberto Bolaño es un escritor que cumple con el papel específico de intelectual en la sociedad cuando quiere representar literariamente y llevar un mensaje, pensamiento o postura, que concuerda con sus valores teórico—críticos estéticos —en suma con su ideología literaria— a otros escritores, lectores y público en general, para hacer progresar el conocimiento de la literatura y de la sociedad en sí mismo.

Así fue que Bolaño impulsa a través de sus textos críticos, periodísticos y crónicas, y quizá de un modo metacrítico en sus novelas, aquello que le urge demostrar en el arte de la escritura literaria, porque en definitiva parece pensar como Juan José Saer cuando dice que

[..] la crítica es en la actualidad más necesaria que nunca, y si bien mis textos no se ocupan de demoler falsas reputaciones que en general, con el tiempo, suelen derrumbarse solas, en el momento en que estaba proyectando disculparme por haberlos escrito, tuve la intuición de que esa modestia era peor que un acto de cobardía: era un gesto puramente retórico. Porque, a decir verdad, en mi fuero íntimo pienso lo contrario: renunciar a la crítica es dejarle el campo libre a los vándalos que, al final del segundo milenio de nuestra era, pretenden reducir el arte a su valor comercial (1999: 11—12).

Las razones de Saer (para no renunciar a la crítica) no son muy diferentes de las que plantea Bolaño cuando le interesa hacer uso de su voz crítica para evitar la conversión de la literatura en una mercancía, dado que «[..] la crítica es una forma superior de lectura, más alerta y más activa, y que, en sus grandes momentos, es capaz de dar páginas magistrales de literatura. En consecuencia, la frecuentación del género con la esperanza de lograr algunas de esas páginas no es un proyecto demasiado inútil por parte de un escritor: la obtención de una sola de ellas lo justificaría» (Saer, 1999: 12—13).

Si bien podría verse que existe un interés crítico genuino en algunos escritores para expresar una tendencia que se constituye asimismo en un nuevo límite, no se puede negar como bien señala el escritor mexicano Jorge Volpi que a pesar de que las poéticas de sus pares contemporáneos no se parecen en nada por los temas y por las elecciones literarias que varían en cada uno de los escritores: «[..] a unos les guste encharcarse en la política, y a otros abismarse en el estilo, y a otros nadar de muertito, y a otros hacer chistes verdes o amarillos, y a otros irse por la tangente, y a otros machacarnos con detectives y asesinos seriales, y a otros más darnos la lata con la intimidad femenina o masculina o gay: todos, sin excepción, queremos a Bolaño» (2008: 77).

El convencimiento de Volpi sobre Bolano se observa con mayor claridad en el Encuentro Literario que se llevó a cabo en Bogotá, en 2007, en el cual se reunieron treinta y nueve escritores menores de 39 años como invitados para dialogar sobre la narrativa latinoamericana actual. En ese festival literario, todos los participantes: paraguayos, argentinos, mexicanos, colombianos, dominicanos, puertorriqueños, bolivianos, cubanos, venezolanos, ecuatorianos y hasta los chilenos, demostraron su admiración hacia Roberto Bolaño. La mayoría de ellos menores de 40 años admiraban y querían a Bolaño sin reticencias, pero los escritores mayores de cuarenta parecían no sentir tanta admiración por el autor. Puesto que tenían algún reparo o lo detestaban, o les parecía un autor simple o sobrevalorado.
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Varios comentarios encontramos en blogs y en reseñas sobre el autor y su literatura que expresan más libremente una u otra postura o perspectiva, ya sea la de los mayores o menores de cuarenta años, y que vienen a señalar de alguna manera el carácter hiperbólico con el que se analiza u opina en torno al autor: «Tal vez los diarios digan otra cosa, pero estoy seguro de que Roberto Bolaño murió de lo único que puede morir un hombre y un escritor como él: murió de honestidad» (Álvarez, 2003: n.p.). El efecto «Bolaño» impacta de manera irregular en los escritores: para algunos queda convertido en objeto de culto y para otros es apenas un escritor excéntrico.

OTROS ENFOQUES Y OTRAS CONFIGURACIONES CRÍTICAS

Mientras que en la escena literaria europea (española) y estadounidense la figura de autor de Bolaño así como sus libros se constituyen en un producto literario de exportación, novedoso y por lo tanto atractivo, Bolaño es visto hasta ahora en el resto de las áreas culturales de otros países como un fenómeno literario perdurable. Es así que en el recuerdo de otros escritores se va perfilando el tipo de escritor que era Bolaño, y por supuesto nunca faltan las alusiones a su persona. El chileno Jorge Edwards dijo sobre Bolaño tras su muerte que:

Era una persona de humor especial, un poco negro, pero era un escritor sardónico, duro en algún sentido, muy imaginativo y realmente muy original. Le tuve gran aprecio y siento mucho su muerte. Indudablemente en la prosa narrativa y en el cuento y la novela corta creo que era donde daba lo máximo de él. Con su muerte se va un gran narrador. Bolaño era el tipo de escritor rebelde, contrario a las instituciones y a los premios. Era un rebelde nato (Iwasaki, 2003: 56).

Las opiniones contrarias no se hacen esperar cuando el escritor Sergio Gómez afirma: «Me gustan sus libros, me parece interesante, muy actual. Además en el mundo literario español que se caracteriza hoy por una sequía extraordinaria, surge como uno de los escritores más interesantes, junto a Vila—Matas. Pero también me parece bastante sobrevalorado; no es lo mejor que se está escribiendo» (Montesinos, n.f.: n.p.). Este escritor no considera a Bolaño dentro del sistema literario chileno, aunque encontramos hoy que la crítica académica de Chile ha revertido tal situación para caer en el extremo opuesto ligando la figura de Bolaño a su país de origen, luego de su éxito editorial, y reconociendo su vinculación a partir de una fuerte apropiación de este autor como el gran escritor chileno. Un ejemplo de esto es la existencia de la «Cátedra Roberto Bolaño» (o «Cátedra abierta UDP»), creada por la Universidad Diego Portales de Santiago de Chile, que reúne los diferentes debates alrededor de la obra de Bolaño y de su pensamiento crítico para dar cabida a la admiración pública y mediática que se concentra en este autor controvertido, y a la vez, tan amigo y tan enemigo de los escritores.

Por bien intencionados que parecen ser los reconocimientos que recibe el autor proyectan una luz equívoca sobre Bolaño y su obra, porque en razón de descifrar desde dónde, cómo y por qué se lo lee de determinada manera, su alcance figurativo se opaca con halagos. Pero hubo un Encuentro de escritores latinoamericanos —además del que mencionamos: el «Encuentro Literario Bogotá 39»— que se llevo a cabo en Sevilla —en 2003— y del que Bolaño decidió participar a último momento (incluso el escritor Rodrigo Fresán estaba esperándolo en el aeropuerto para acompañarlo a dicho evento sin saber si realmente asistiría). Este último no queda fuera del circuito de reafirmación positiva de la figura de autor de Bolaño. De ese encuentro literario, creemos necesario recuperar aquellas afirmaciones que interesan a su figura para precisar los modos de asimilación mediática en el entorno del autor.
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El autor se atreve a comentar —quitándole seriedad al asunto— en una reunión que tuvo con su editor (el día anterior a su descompensación y posterior fallecimiento) Jorge Herralde que fue a aquel encuentro con escritores latinoamericanos de Sevilla por la curiosidad de reencontrarse con una antigua novia a la que hacía muchos años que no veía. El encuentro con ella le resultó poco satisfactorio. Esta ex—novia formaba parte de la obra bolañiana como trasunto ficcional de un personaje en uno de los episodios de la novela Los detectives salvajes (1998) que fue reducido por pedido de Herralde —uno de los dos episodios que Bolaño accedió a reducir o aligerar y que formaban parte de los cuatro episodios sobre los cuales habían discutido oportunamente con Herralde—.

Y más allá de la anécdota sobre la novia de Roberto Bolaño, es importante destacar que en ese Encuentro de escritores se reconoció de forma unánime a Bolaño como «el nuevo maestro», y quizás como un líder o mejor dicho como «su líder» a seguir. Allí el escritor Gonzalo Garcés dijo que: «Cuando Bolaño, que salía tan poco, aceptó participar en el Encuentro de Escritores de Sevilla, algunos creyeron ver ahí algo semejante a una despedida. No fui tan perspicaz, yo sólo estaba feliz de verlo, de saber que por varios días iba a escucharlo hablar» (2003: n.p.). Así fue que Garcés aprovechó la oportunidad para poder satisfacer de algún modo la comprobación o no de sus propias conjeturas sobre por qué nadie había reparado en Bolaño antes de 1996 o acaso el autor no había hecho «gran cosa» o lo suficiente para conseguirlo. Al respecto, Bolaño comentó que: «Con los concursos me iba bien. Si mandé La literatura nazi en América a las editoriales fue porque pensé que me había pasado de rosca con el experimentalismo y que en un concurso no gustaría. Entonces salí del lumpen» (Garcés, 2003: n.p.).

Roberto Bolaño respondió a todas las preguntas en el Encuentro de Sevilla, además habló sobre la originalidad de los textos de Borges y sobre el destino final de su novela 2666 (2004) que fue pensada con una estructura que la haría legible aunque se interrumpiera antes del final. Las reflexiones estético—literarias de Bolaño hacen de este autor una figura única en el marco de una literatura en lengua española que parecía agotada y que vuelve a recobrar el impulso vital a partir de la visceralidad que Bolaño le transfiere con toda su obra. En este sentido, registramos otras voces críticas que se encargan de ratificar la posición de Bolaño en el escenario cultural cuando afirman que:

[..] el escritor chileno se había convertido en el eslabón perdido entre dos generaciones. Aunque el mundo no se diera por aludido,     narradores como Juan José Saer, Di Benedetto, César Aira o Fogwill habían demostrado ya que entre Macondo y McOndo había vida inteligente. Pero tuvo que llegar Bolaño para poner boca abajo para siempre las viejas controversias entre regionalismo y cosmopolitismo, alta cultura y cultura pop, Borges y Manuel Puig. (Rodríguez Marcos, 2008: n.p., la cursiva es nuestra).

De todos modos, quedan demasiadas preguntas en torno a lo que encierra el caso «Bolaño». Esto provoca que escritores, estudiosos de la literatura, críticos literarios y profesores, se reúnan en diferentes eventos o reuniones científicas para explicar y analizar lo que ocurre con Bolaño, tratando de dejar de lado el mito o la leyenda y/o el homenaje al autor para indagar en los motivos por los cuales se lo considera una figura central en el ámbito de las letras. Es por ello que Casa de América organiza para la «Semana de Autor» en Madrid, en 2010, un evento que por primera vez se dedica a un autor fallecido: Roberto Bolaño. Participan del evento, españoles y latinoamericanos —de diferentes puntos geográficos— que convergen alrededor de la obra de este escritor y para quienes América Latina es el eje semántico que atraviesa la producción literaria bolañiana. Su obra se construye en «un territorio intermedio», en donde Bolaño logra evocar con/en el entramado de las historias de sus libros el lugar de iniciación de su escritura, con la finalidad de rendir culto a su propia herencia como latinoamericano.
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Para la presentación del evento, el escritor Fernando Iwasaki sostiene que Bolaño era un escritor vitalista que no quería que se lo recordase como un escritor maldito. Mientras que otros estudiosos mencionan que ven a Bolaño como un escritor monstruoso, un escritor capaz de «una ventriloquia inmensa», el escritor Mario Mendoza Zambrano manifiesta que Bolaño ha dejado claro que es el fin del Boom en América Latina y el comienzo de una desmesura, de una entropía en todo el continente, y que los escritores que vienen después —ya sea que lo lean o no, o que lo admiren o no— son sus herederos.

Pese a ciertas convicciones de algunos escritores, no podemos afirmar fehacientemente que sea el comienzo de una «entropía» o de una ruptura, o tal vez de una disgregación literaria en Latinoamérica. Este concepto —empleado por Mendoza Zambrano— de entropía que se suele utilizar para sostener alguna teoría literaria cuando se concibe como una medida del desorden o de la peculiaridad de ciertas combinaciones que consideran a la incertidumbre como una forma para ampliar o acotar el proceso de circulación de cualquier información, pervive a través de las letras hispanoamericanas. Y lo hace, como todos sabemos, porque la incertidumbre es una condición casi natural de los latinoamericanos. Por eso Bolaño supo sobre su destino inmediato y dejo a criterio del tiempo lo que sucedería con él cuando dijo que: «Mis afinidades en este sentido están con algunos escritores latinoamericanos. Si formamos o no un grupo que sea algo más que un grupo de amigos es algo que se verá en el futuro» (Aguilar, 2002: n.p.). Desde esta óptica y en la línea de pensamiento de Bolaño, queda claro entonces —con sus afirmaciones— que en la vida como en la literatura nada es para siempre.

BIBLIOGRAFÍA

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* C. Valeria Bril es Licenciada en Letras Modernas e investigadora becaria doctoral por la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de Córdoba en Argentina. Ha publicado artículos y ensayos en revistas nacionales e internacionales como por ejemplo: «Una mirada crítica en el horizonte simbólico de Roberto Bolaño» (2008–2009), «La ficción de oralidad como ‘intertexto’ en los cuentos rulfianos» (2009), «Roberto Bolaño, un habitante extraviado en la literatura chilena» (2009), «La ‘caja negra’ de Roberto Bolaño, una literatura sin residuos» (2011), «La representación social de la ‘otredad’ en el discurso literario. El caso Bolaño» (2011), «La pasión imaginaria de Roberto Bolaño» (2011), «La ‘otredad’ latinoamericana: el ‘conocimiento del otro’ en la narrativa de Roberto Bolaño» (2011), «Las voces chilenas bajo la mirada bolañiana. Notas críticas sobre Chile y sus escritores» (2011–2012), «Aproximaciones teórico–críticas a la novelística de José Donoso: lecturas para pensar en El obsceno pájaro de la noche» (2013), «Roberto Bolaño: las conspiraciones críticas alrededor de un escritor imaginario» (2014), entre otros.

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