GUERRA FRÍA
Por Nahuel Conforti*
[blockquote cite=»Homero Expósito» type=»left»]Ya gastamos las balas y el fusil […] nadie vivió sin matar, sin cortar una flor, perfumarse y seguir[/blockquote]
No. Y si no te gusta te vas, y punto. Yo no veo a nadie poniéndote un arma en la cabeza para que te quedes. Es lo único que te falta. Vos lo harías. Sí, sí seguro. Pobre víctima. Me vas a romper el corazón. Calláte, enfermo de mierda. Calláte vos, pelotuda.
Siempre lo mismo. Cuando no tenés argumento decís siempre lo mismo. Siempre hablando de lo que pasó hace más de dos años. ¿Yo? Si vos sos siempre el que trae el mismo tema. Yo ni hablo. Tampoco me importa mucho, ni un carajo me importa. Cae un vaso al piso, estalla y hace mucho ruido. Mirá lo que me haces hacer. ¿Yo te hago hacer? Sí, vos. Yo ni hablé.
Con vos no se puede discutir. Ah, bueno encima te haces la irónica y no sabés ni qué significa. Lo que no entiendo es porqué alguien tan inteligente como vos anda con alguien tan boludo como yo. Algo debe andar mal. Sí, claro que algo anda mal. No soy yo, sos vos.
Vos nunca me defendés, en nada. Siempre la razón la tiene otro: el director, mi mamá, los profesores. Cualquiera menos yo. Siempre le das la razón a otro, sea quien sea. Sos un cipayo emocional. Nunca tengo razón en nada. No hago nada bien. Joderme a mí lo hacés muy bien. Ahí tenés la puerta. Se escuchan ruidos de la calle, una especie de embotellamiento.
Y por qué no te vas. Es mi casa, andate vos. Que esté a tu nombre, no significa que sea tuya. Ah, ¿no? No. Claro que no. No tenés cara. Ya te dije: si no te gusta, te vas. En la calle el ruido del embotellamiento baja y vuelve de a poco el silencio.
Y no decís nada. ¿Qué querés que diga, si todo lo que digo está mal? Todo mal y no hago nada bien. Para qué carajo querés que hable. Si hablo está mal, si no hablo también… Listo, no hablo. Me callo y punto. Por lo menos ahorro saliva. Se escucha que el bebé de los vecinos empieza a llorar.
Por dios, te pido que tengas más cuidado, nada más y hablás como si fueras un huerfanito judío hambriento pidiendo pan detrás de los barrotes de una celda en Auschwitz. Por favor, te pido más cuidado, nada más. Dejá de victimizarte. Me tenés harta.
Un favor… Un favor te pedí. ¿Tan difícil es? Lo único que tenías que hacer. Un solo y re mil putísimo favor te pedí. Y nada. Todo sobre la hora, todo de apuro. Mirá como me tengo que poner. Tan difícil era. Es como tener un hijo cinco años mayor que yo. Desde la ventana entran ruidos de bocinas, el tráfico empieza a normalizarse.
¿Yo? Si vos no podés vivir con otra persona que no seas vos. No es que no podés vivir en pareja, no podés vivir en sociedad. No podés compartir nada con otro humano ni con otro mamífero. El bebé del vecino ya no llora.
Ah bueno, si me lo decís vos me quedo más tranquilo ¿Qué podés decir? Sos el centro inobjetable del universo, el ombligo incuestionable del mundo. No existen las galaxias fuera de vos.
Dejá de hacerte la viva, que después llorás. ¿Qué me vas a hacer, me vas a pegar? Lo único que te falta. Hacete la víctima, nomás. Vos nunca hacés nada. Me vas a hacer llorar.
Y no decís nada. No hablo más. Claro, cuando te conviene. Para qué querés que hable, decime para qué. Si todo lo que digo te entra por un oído, te retumba dentro de ese misterioso laberinto psíquico y a los diez minutos te sale por el otro oído. Y todo como si nada. Entonces no me gasto más.
—…
Y ahora qué, se puede saber. Qué carajo te pasa ahora. Nada, nada. Menos mal, te llega pasar algo… Vos me pasás. Me tenés harta. Harta. Bueno, perdóname por existir. Disculpame, la próxima vez no vuelvo a nacer. Dejá de hacerte el canchero, sos un pelotudo atómico.
Disculpame no todos podemos ser tan inteligentes como vos. Sí, no todos tardamos quince años en terminar un profesorado de tres años, los que empezaron con vos se están por jubilar y vos todavía no titularizaste. Desde la ventana vuelve a filtrarse el ruido de bocinas de la calle.
No me digas cómo tengo que vivir, yo entiendo que vos querés un hijo pero por el momento te tenés que conformar con un marido, o un novio, o lo que carajo seamos. ¿Un hijo? ¿Con vos? ¿Y con qué mierda los vas a mantener? Mirá yo te explico: la gente grande usa unos papelitos que se llaman billetes y unos pedacitos redondos de metal achatado que se llaman monedas, eso se cambia por bienes y servicios, algunos tienen, otros no. Es triste pero es así, desde que éramos chiquitos ya sabemos que es así. Desde que cayó el muro es así. Y punto. No me gusta pero es así.
A lo mejor lo podemos mantener con tu sueldazo. Me tenés los huevos recontra mil llenos. Si no te gusta andate.
La escena se clausura con un ruido apagado, como el de una puerta cerrándose.
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* Nahuel Conforti nació en la ciudad de Rosario (Argentina). Tiene 30 años, cursa el Profesorado de Lengua y Literatura en el Instituto Superior Olga Cossettini de su ciudad. En el año 2008 recibió el primer premio en el género Poesía en el concurso «Gabriela Mistral» organizado por dicha institución. En el año 2009, participó en la antología «Voces transitorias», Ed. Reloj de Arena. Recibió el segundo premio en los géneros Poesía y Cuento del concurso «José Hernndez» en 2010.
Participó en la antología de nuevos escritores «Carpe Diem» en 2011 y 2012. En 2014 su micro relato «Golpes» obtuvo una mención honorífica del concurso Bialet Massé (Provincia de Córdoba–Argentina).