LA EXPERIENCIA CASUAL DE CLAUDE
Por Juan Sebastián Fernández*
El amanecer ha sorprendido a Claude lejos de sí. Están besándose sentados en la cama; la ilusión húmeda del buen licor los hace sentir seguros pero Claude, tan consciente fue del engaño, que al verla desnuda, ha renunciado a su fin original, y enciende la lámpara que está a su lado.
Claude— No.
Ella— Pero…
Claude— No.
Ella— (Se pone de pie, y se cubre con la cobija) ¿Quieres hablar?
Claude— ¿Acaso hablar es un acto práctico?
Ella— Muchas veces define a las personas.
Claude— Personas que son sólo sus propios personajes
Ella— ¿Pero qué pasa? ¿Por qué estás nervioso? Mira que estás temblando.
Claude— Sí, son nervios. Sí. Evidentemente, y no sólo porque estás desnuda (la mira y luego esconde su cara entre las manos)… estabas desnuda. (Por unos momentos se quedan en silencio) Es por mi incapacidad de contener esta especie de… de momento…ridículo y dramático…
Ella— (con asco en sus gestos) ¿qué?
Claude— (se quita las manos de la cara) No sólo son nervios, es miedo también, como si un motor hubiera sido encendido dentro de mí; dentro de mi cabeza
Ella— No entiendo, ¿quieres que me vaya?
Claude— …Eres libre y miserable… estás en un buen momento porque todo te da igual.
(Ella empieza a gritar y Claude se presiona los ojos con los dedos)
Ella— Mira, yo no sé qué te pasa pero a mí no me…
Claude— Perdón…
Ella— No, no, es que no…
Claude— Perdón…
Ella— …no te voy a permitir que me te trates mal…
Claude—… ya, ya; perdón. Si quieres, grita; puedes seguir gritando, pero… ya estoy lejos.
Ella— En serio, no sé qué te pasa.
Claude— Quédate, quédate; sí, quédate… si no estoy solo y hay alguien que me escuche, mi monólogo será diálogo y quizá… quizá… ese diálogo ilumine algo…
Ella— ¿Al amor?
Claude— No, la inocencia.
Ella— ¿Qué?
Claude— …yo pensaba que tus labios y mi boca estaban separados por la amistad, y después de besarte creía que ya todo dependía de nuestra voluntad… pero me sentí desnudo, como si alguien poderoso, discreto, nos mirara.
Ella— ¡Pero no hay nadie en el apartamento!…
Claude— Un tercero inhumano, indefinible, una advertencia, no sé si creada o sentida, pero ¿sabes? No es justo, nada es justo… (Se levanta de la cama)… Tengo una vida y una muerte segura y por eso la libertad se me hace tan relativa… sigo pensando en algo llamado destino… lo modifico, pero la respuesta permanece, fría, como única certeza de esta incertidumbre acumulada…
Ella— (en tono burlón) ah, ¡qué afectado!, se suponía que yo era la sensible, ¿no?
Claude— Sé que sueno mal, y ridículo y todo, pero fui tan libre, es decir (tose) me sentí tan libre; toda, entera, mucho de tu piel, sin excusas para no mirarte, el sexo servido y mi instinto degustándote… de modo predecible… tu humanidad fue evidente… tanto… ¡tantísimo! Diré que este rechazo es un modo de magia… de esto… que no sé qué es… (Ríe con vergüenza) esto que está y ya luego no está… perdón…
(Permanecen en silencio y ella observándolo)
Ella— Ven, relájate, así estarás mejor, y en serio: acá no pasó nada…
Claude— (empieza a gritar con la cara oculta en sus manos) ¡Y así es! ¡Nunca pasa nada porque todo es injusto y con el hombre muere su pensamiento! y luego, si fue afortunado, esa divagación, esa simulación de intelecto, se desgastará entre lenguas y libros, según el interés; y tú lo dijiste: nada pasará, porque todos se aprovechan, y así… (Se destapa la cara y empieza a murmurar) una existencia a duras penas, inentendible… una prenda que me queda grande: esa es mi vida. Tú no deberías importarme, (hace círculos con su mano derecha y la izquierda la apoya en el pecho) es tan simple: es solo inyectarte mi deseo… inyectarme en ti: llenar mi vida de la seguridad que regalan las experiencias sexuales.
Ella— No mira, esto no es normal.
Claude— Sí, sí es normal, (la mira y le apunta con el dedo índice de la mano derecha, temblando, muy alterado) ¿sabes por qué? Porque la gente encuentra placer en lo normal, y el sexo es placer; oscuro y traicionero cuando más placer. Una moral “revolvida”…
Ella— (le corrige) revuelta (se sonríe)…
Claude— (alterado) bueno, sí… revuelta… como sea… perdón. Lo que quiero decir es que yo me siento normal y este problema es normal, y contradecirnos es normal ¿y sabes por qué? ¡Porque todo está bien mientras todo esté mal!
Ella— (Con los ojos cerrados y vociferando) Ya no sé ni qué decirte, o qué pensar, ni qué nada de nada… ni nada… (Abre los ojos y empieza a gritar) ni mierda y seguir con mi vida y usted con la suya…
Claude— (En voz baja) No dañes el idioma para fingir carácter… ¿sabes otra cosa?
Ella—Crees que te las sabes todas.
Claude— Sobre lo que decías que no sabías qué pensar… piensa que la vida vivida es tu única verdad y hasta hace un momento yo no lo entendía así, y por eso es que buscando una vida en la novedad, he encontrado una mentira…
Ella— ¡Ajá! Ahora soy yo una mentira; ¡Yo!…
Claude— (Él sigue como si no la escuchara)… y como en el jardín de mi abuelito, hay muchas vidas, muchas flores, una flor… en particular… una… (Se rasca la nariz) una clase de flor una… (Hace con sus dedos el gesto acostumbrado para indicar comillas) “raza” de flores llamada Pensamiento. Literal, no estoy siendo metafórico… La conocí cuando era un niño… y desde esa época el pensamiento lo imagino como esa flor… es mi manera de figurarlo… mi vida es algo así como el jardín… pero igual… no sé… esa flor ha de morir… marchitarse con mi tiempo, como mi salud… y esto me hace incapaz de vivir el presente, todo presente frágil, triste por sí mismo… porque estoy derrotado, y me siento engañado, usado para fines inexactos, sin vida pero con obligaciones… todo lo sucedido en la historia de la humanidad para estar hoy acá… las vacunas, el condón, esa lámpara. (Señala la mesa, y se quedan en silencio) Siento miedo y el miedo me hace indigno.
(Claude le toma la mano y se vuelve a sentar, mientras ella se queda de pie a su lado, sosteniendo la cobija con la que se cubre. Él con la otra mano se tapa los ojos, y agacha la cabeza)
Claude— No quiero esta vivencia, me parece injusto dejarla ir actuándola… no quiero vivir así.
Ella— (Mirándolo seriamente, con ánimos concluyentes) ¿Y así pasarás? ¿Huyendo de la acción?
Claude— ¿Y qué será si esto está mal? Tú eras la novia de mi amigo, él murió hace escasos dos meses… está secándose bajo tierra. ¡Él todavía es un… es un muerto novato y tú y yo… queremos consumirnos!… dormir con la misma piel. Siento que seré juzgado: en mi juventud por la frescura del arrepentimiento, y en mi vejez por el miedo a la muerte, por verme obligado a una explicación metafísica o algo así…
Ella— No, no creas lo que te han dicho de tu fe.
Claude— … no exacto, no necesito creer.
Ella— Si crees en la magia, la vida será mágica y tu destino será la magia. No reemplaces la magia por temores… Creer es fácil, sentir es lo verdaderamente importante.
Claude— Todo es imaginación… imagino tanto, tanto que aquello que llaman experiencias divinas, para mí no bastan y esas conclusiones de yo no sé qué cosas, y de ordenamiento en iglesias y esas vainas, en algunas ocasiones, no siempre, las concibo como falta de imaginación, falta de aceptación; no sé si me entiendas; más o menos como pereza, inseguridad…
Ella— ¿Eso fue lo que pasó?
Claude— …y digo que no importa creer en ÉL… creer es una opción, ¿no? Pues, no sé. Un credo lo tiene todo el mundo. Un credo creado por aquel que ha esperado… no sé si creeré, pero prefiero sentir… como ahora… por primera vez, tu cuerpo fue su medio, su manera de sonreírme (la mira y ríe por pocos segundos). Y digo que lo sentí porque tuve miedo… mucho miedo… y no miedo por un juicio, porque el juicio ya está dado…
Ella— Sí, sí, el juicio ya está dado; debes cumplir la sentencia de ser algo así como libre.
Claude— … dibujaré sobre la arena; sólo aplicaré el silencio. ¿Se vale difuminar los idiomas? (ríe).
Ella— Totalmente.
Claude— Necesito vida para morir…
Ella— …para equilibrar tu fatalidad.
(Ella se para frente a él, deja caer la cobija sobre la piel suave de su espalda, se inclina sobre la mesita y apaga la lámpara).
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* Juan Sebastián Fernández es estudiante de noveno semestre de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad Pontificia Bolivariana.