CRÓNICA DEL VIAJE DE H. G. WELLS DESDE BOGOTÁ AL PAÍS DE LOS CIEGOS
Herbert Georges Wells llegó a Bogotá en 1899 en plena víspera del siglo XX, aunque aquella era todavía una ciudad en blanco y negro con matices grises, poblada de personas silenciosas, admiró sin embargo, las altas montañas que rodeaban esa planicie, ideal lugar para un asentamiento humano. Es posible que se haya cruzado con la sombra del poeta José Asunción Silva, símbolo de la gran ciudad taciturna, que apenas tres años antes la abandonó en medio de la bruma y el misterio.
H. G. Wells, conocedor de la historia e interrogador del futuro, no se sabe si a bordo de su ingeniosa máquina del tiempo, desde aquella fría comarca, emprendió un viaje a un territorio perdido, vecino posiblemente del mítico El Dorado, extraviado igual que aquel, entre cumbres andinas y selvas amazónicas, llamado el país de los ciegos. Allí llegó y para no despertar sospechas, se hizo llamar Núñez.
«—¿De dónde viene, hermano Pedro? —preguntó uno de los ciegos a otro.
—Del lado de allá de las montañas —respondió Núñez—; de las comarcas distantes donde todos los hombres ven… Vengo de Bogotá, ciudad que tiene miles y miles de habitantes; y he cruzado los altos montes que no os dejan ver el mundo… —Sí, Bogotá. Una ciudad inmensa en comparación a vuestra aldea… Vengo del vasto mundo de los hombres que tienen ojos y ven…
…En la distancia creyó entrever a Bogotá con sus calles anchas serpeadas de luces, animadas bajo la claridad gloriosa del día y vivas aún, sin tinieblas absolutas, bajo el luminoso misterio de las noches. Y pensó en los palacios, en las fuentes, en las estatuas, en las casas blancas…»
El señor Wells ó Núñez como quiera llamarle quien esto lea, pensaba que el tuerto era rey en tierra de ciegos, pero la verdad es que los no videntes no creían en todas las cosas que este hombre hablaba sobre el mundo, así que lo consideraron un enfermo, un loco, un ser inferior que debía ser educado, para vivir en esa sociedad, lo cual se conseguiría con una simple operación quirúrgica.
Esta historia habla sobre el fenómeno que ha caracterizado la historia, vigente durante este este inicio convulso del tercer milenio, el frecuente choque de civilizaciones, de hombres que piensan tener la última palabra, la razón, la verdad absoluta, frente a otras ideas, creencias y religiones. La crónica de viaje del Sr. Wells parecería ser un cuento fantástico, algo simple, pero revela la continua intolerancia que caracteriza al ser humano, en un viaje iniciado en esa fría y distante capital de sueños, habitada por ciegos, tuertos, videntes y visionarios.
Si el lector ocasional, duda sobre el viaje emprendido por el señor Wells, puede consultar su testimonio escrito en un libro, guardado celosamente como otros miles, en la Biblioteca Luis Ángel Arango, entrañable sitio en donde realicé este descubrimiento hace algunos años, en los días que Bogotá adquiría diversos colores y salía del espectro monocromático, a finales del siglo XX. La persona curiosa o incrédula, posiblemente pueda realizar el mismo hallazgo, en esa dimensión infinita llamada Internet, luego de teclear unos pocos nombres y conjurar el moderno oráculo.
Sin embargo, recomiendo a quien pueda hacer el viaje personal, salir del país de los ciegos e ingresar al barrio de la Candelaria de la añeja Santa Fe, transitar por la calle de la fatiga, sentir el cansancio en las piernas y luego poder disfrutar de la cómoda lectura en una de las salas de la Luis Ángel, mientras goza de la vista que ofrece, el horizonte recortado por cerros aledaños, subir hasta la cafetería en el último piso, pedir un buen café colombiano, añorar la nave del señor H.G. Wells e imaginar que más allá de Monserrate, en alguna parte, está el país de los ciegos.
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* Dixon Acosta Medellín. Bogotano (1967). Sociólogo de la Universidad Nacional de Colombia y Diplomático de Carrera (Academia Diplomática de San Carlos). Integrante del Taller de Escritores de la Universidad Central (TEUC). Ha ocupado diversos cargos en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia en Bogotá y en el servicio exterior. Finalista en varios concursos internacionales de poesía, cuento y ensayo. Textos publicados en libros colectivos, periódicos y revistas. Colaborador de publicaciones especializadas en ciencia ficción como El Sitio (España) y literatura en general como Letralia (Venezuela). Coautor del libro «El Niño Radio y otros cuentos» (2008). Aparece en las antologías «Como ángeles en llamas, algunas voces latinoamericanas del siglo XX» (poesía, Perú, 2004), «Antología del cuento fantástico colombiano» (2007), «Qubit, antología de la nueva ciencia-ficción latinoamericana» (2012). En algunas de estas obras y colaboraciones aparece como Dixon Moya, su primer apellido de pila. Los apellidos Acosta Medellín, son los de sus abuelos y padres de crianza. Autor del libro «Colombia en el cine universal. La caza de citas» (2011). Editor de «Cosmocápsula» revista digital colombiana de ciencia ficción. Bloguero de El Espectador (https://blogs.elespectador.com/lineas-de-arena/). Caricaturista aficionado. En Twitter aparece como @dixonmedellin.
Excelente, corto y con un gran mensaje, propio para estos lares. Me recuerda una deliciosas receta, con ingredientes muy bien seleccionados que abren el apetito del lector, con referencias históricas, descripciones, diálogos, su toque de sentimiento y… Por otra parte, se me ha despertado el deseo de visitar el barrio de la Candelaria.
Magnifico relato. Muy bien escrito, y con mucha dosis de nostalgia.