«PARA LOS LECTORES JAPONESES YO SOY UN AUTOR JAPONÉS», GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
En un artículo aparecido en Gabriel García Márquez: La soledad de América Latina [1], colección de textos periodísticos del autor, se narra su encuentro en Francia con un grupo de escritores japoneses y su afición por la literatura y las costumbres de este país. Dicho artículo evidencia la conexión entre el cuento del nobel colombiano «El avión de la bella durmiente», publicado por él en la colección Doce cuentos peregrinos [2], y La casa de las bellas durmientes, del escritor japonés, Yasunari Kawabata [3].
Esta ligación literaria oriente-occidente está por estudiarse en la obra garciamarquiana, en la cual, mucho se ha dicho sobre el occidente [4], olvidando por completo conexiones muy sugestivas con el mundo literario oriental. Tal es el caso, por ejemplo, de El amor en los tiempos del cólera, obra que aquí nos ocupa [5]. El presente estudio se propone establecer la conexión entre El amor en los tiempos del cólera, y la novelística oriental, tema nunca tratado antes por la crítica literaria. En su obra sobre la parodia, Linda Hutcheon (2000) refina y aclara extraordinariamente los conceptos que separan la parodia de la sátira y, formula, a su vez, tipos diversos de parodia. Hutcheon define la parodia como una forma de repetición que conlleva distancia crítica irónica, la cual más que similaridad, marca diferencia. La parodia es, hoy en día, una de las modalidades de mayor importancia para la construcción formal y temática de un texto. La parodia cambia con la cultura y las teorías sobre la parodia cambian también según manifestaciones estéticas diversas (xi,xii) [6].
Siguiendo a Linda Hutcheon, se establecerá en El amor en los tiempos del cólera, la presencia de una parodia de la obra del Nobel japonés Yasunari Kawabata, La casa de las bellas durmientes. Se argüirá, además, que sin el análisis y comprensión de dicha parodia que une occidente-oriente en la obra estudiada de García Márquez, queda ésta, temática y estructuralmente incompleta.
Empecemos por delinear brevemente la trama de cada obra: La casa de las bellas durmientes narra los acontecimientos y los recuerdos que se evocan en una casa donde acuden ancianos selectos para dormir al lado de una joven virgen narcotizada, a quien no «deben hacer nada de mal gusto.» Las palabras de Kiga, el personaje que ha recomendado el lugar a su amigo Eguchi, captan el elemento básico de la obra:
«…dormir con una belleza que no se despertaría era una tentación, una aventura, un goce… [Uno] sólo podía sentirse vivo cuando se hallaba junto a una muchacha narcotizada» (18).
El amor en los tiempos del cólera, cuenta los percances de un triángulo amoroso. Florentino Ariza se enamora a primera vista de una mujer «inalcanzable» y la espera cincuenta y un años, nueve meses y cuatro días, según la cuenta que él mismo guarda en la memoria.
Empecemos por destacar la mutua dependencia de la parodia del texto de García Márquez en relación con el texto del autor japonés. En ambas obras se crea un cronotopo (lugar-tiempo) cuyo lugar es un mundo secreto y aislado de la vida cotidiana. El tiempo, corresponde en ambas obras al siglo XX. En Kawabata, al final de la Segunda Guerra Mundial; en García Márquez, en un país estancado en la colonia [7].
La casa de las bellas durmientes:
Tal vez porque su secreto no lo permitía, el portal no obstentaba ningún letrero (9). Probablemente la villa había sido una casa campestre… la pared, si se examinaba…
parecía un tabique ahora tapado para formar la cámara secreta de las bellas durmientes.
(12-13)…
El amor en los tiempos del cólera:
Florentino Ariza y Fermina empezabanan a desayunar en silencio, cuando un bote de gasolina de la Sanidad del Puerto ordenó detener el barco… Querían saber qué clase de peste traían a bordo… El capitán contestó que sólo traían tres pasajeros, y todos tenían el cólera, pero se mantenían en reclusión estricta. (458-59).
En ambas novelas, la creación de un lugar libre de asedios exteriores, sitúa a los personajes en la «dimensión del recuerdo.» Allí se deshacen de preocupaciones y entran en períodos de silencio y meditación. El pasado regresa a la mente de los personajes en escenas vívidas. Se trata, a veces, de recuerdos separados por el tiempo, que no parecen tener conexión alguna con el presente.
El amor en los tiempos del cólera:
… evocaba con nostalgia el viejo tranvía… dentro del cual bastaba una mirada de
sesgo para saber dónde estaba el amor. Sin embargo, en medio de tantos recuerdos, no
lograba sortear el de una pajarita desamparada cuyo nombre no conoció y con la que
apenas alcanzó a vivir una noche frenética… (247)
La casa de las bellas durmientes:
El viejo Eguchi tenía ahora un nieto que olía a leche. Podía verlo aquí, frente a él.
Sus hijas estaban casadas y tenían hijos; y no había olvidado cuando ellas olían a leche…
Y la leche le trajo un recuerdo desagradable e insensato… Leche… Huele a leche… (20)
¿Cómo elige el subconsciente el recuerdo? ¿Por qué se esfuman algunos entre las grietas del espejo roto de la memoria [8]? Eguchi, el protagonista de la obra de Kawabata, se da cuenta de que en lo recordado hay un incidente, unas palabras, quizás acciones pasajeras que han quedado indeleblemente grabadas en la memoria. Otras se pierden para siempre:
La casa de las bellas durmientes:
A sus sesenta y siete años había perdido a muchos amigos y parientes, pero el
recuerdo de la muchacha seguía siendo joven. Reducido ahora a tres detalles, la gorra
blanca de la niña, la pulcritud del lugar secreto y la sangre en el pecho, era todavía
claro y fresco… (26-27)
El amor en los tiempos del cólera:
Las pocas personas que sabían [del amor secreto de Florentino por Fermina]
empezaban a olvidarlo por razones de fuerza mayor. Su madre se lo había llevado
a la tumba; desde mucho antes de morir ya lo tenía borrado en su memoria… (258)
Entre los rasgos que unen La casa de las bellas durmientes, y El amor en los tiempos del cólera, hay que destacar los temas de la vejez, el amor, el sexo y la muerte, los cuales se entretejen con maestría en ambas obras:
La casa de las bellas durmientes:
Esta muchacha de hoy pareciera saber evocar el sexo del pasado. Posó
suavemente los labios sobre los labios cerrados de ella (67)… Para un viejo
en los umbrales de la muerte no podía haber un momento de mayor olvido que
cuando estaba envuelto en la piel de una muchacha joven (44)
El amor en los tiempos del cólera:
Sin embargo, no fue sólo el recuerdo de ella [Fermina Daza] el que lo acompañó
aquella noche… Lo acompañó el recuerdo de todas… A falta de una deseó estar
con todas al mismo tiempo…(358-362)
La proximidad a la muerte; el diario acercarse a ella, provoca reacciones sicológicas que afectan profundamente la vida presente y futura de los protagonistas de las dos novelas.
La casa de las bellas durmientes:
—¿Cómo le ha ido? —preguntó la mujer mientras le servía el desayuno—.
—¿No puedo quedarme hasta que se despierte? [dijo Eguchi]
—Limítese a considerar a las muchacahas dormidas como muchachas dormidas… Él quería replicar que todavía no había alcanzado ese triste grado de senilidad (53)… Pensamientos atroces le asaltaron: destruir esta casa, destruir también su propia vida (77).
El amor en los tiempos del cólera:
La inmobilidad forzosa, la certidumbre cada día más lúcida de la fugacidad del tiempo, los deseos locos de verla, todo le demostraba que sus temores… habían sido más certeros y trágicos de lo que había previsto. Por primera vez empezó a pensar de un modo racional en la realidad de la muerte (418-19).
Tanto en La casa de las bellas durmientes, como en El amor en los tiempos del cólera, al alejarse del mundo «real», los personajes buscan no sólo la posiblilidad de vivir en un mundo «fantástico» (en su doble sentido de fantasía y satisfacción), sino en un mundo libre de convenciones sociales. Buscan evadir la despersonificación; quieren huir de las barreras de edad, moralidad y comportamiento que se les impone. Añoran un sitio donde se acepte a cada individuo tal como es [9].
La casa de las bellas durmientes:
…para los ancianos que pagaban ese dinero, dormir junto a semejante era una felicidad fuera de este mundo. Como la joven no se despertaría, los viejos huéspedes no tenían que sentir la vergüenza de sus años. Eran completamente libres de entregarse a sus sueños de recuerdos y mujeres… (41)
El amor en los tiempos del cólera:
A pesar de la limpieza de su vida, Fermina Daza se cuidaba más que nunca de cuanto hablaba o hacía, aun con sus amistades íntimas. De modo que siguió ligada a Florentino Ariza por el hilo anacrónico de las cartas… (429)… Lo que para el doctor Urbino Daza [hijo de Fermina] era una saludable afinidad de dos ancianos solitarios, para Ofelia [su hija] era una forma viciosa de concubinato secreto… (439)
Finalmente, en ambas obras el cronotopo lugar no puede perdurar para siempre; es decir, la ficción tiene que romperse:
La casa de las bellas durmientes:
—Está muerta… La mujer se tambaleó al levantar el cuerpo oscuro y desnudo. (98) … La oyó bajar las escaleras con la muchacha morena a cuestas. En pie, y con el kimono de noche, Eguchi sintió por primera vez que el frío le penetraba (99).
El amor en los tiempos del cólera:
… ¿Sería posible hacer un viaje directo sin carga ni pasajeros, sin tocar en ningún puerto sin nada?… Lo único que permitía saltar por encima de todo era un caso de peste a bordo… muchas veces en la historia del río se izaba la bandera amarilla de la peste… Al fin y al cabo cualquiera sabía que los tiempos del cólera no habían terminado… se preparaban los trámites para que el buque quedara en cuarentena (453-451).
Volviendo a Hutcheon es preciso añadir: La parodia es claramente un fenómeno formal, una síntesis bitextual o relación dialógica entre textos, pero si está ausente la concientización y luego la interpretación del doble proceso discursivo del perceptor (lector cuando se trata de literatura), la parodia no puede ni existir ni mucho menos alcanzar su cometido (xiii). Al transmitir o remodelar textos previos, la parodia no es parasítica; por el contrario, destaca la diferencia a la vez que la mutua dependencia de la parodia y del texto parodiado (xiv). Propongo por tanto, mostrar ahora brevemente el trabajo que queda al crítico y al lector. Una de las formas más convincentes de hacerlo será probar que El amor en los tiempos del cólera, está muy lejos de introducir una parodia parasítica de la obra de Kawabata. Cada texto conserva su propia cultura, su propio país, su propio tiempo histórico.
Un punto que separa la parodia de García Márquez, de la obra de Kawabata es la impresión que deja la lectura cuidadosa en el lector. La casa de las bellas durmientes, texto parodiado, es una metáfora dolorosa de la destrucción física y cultural de un país. Sabemos que lo es, no porque se mencione explícitamente en la obra, sino porque con hermosa prosa poética, Kawabata va edificando un texto totalmente devastador. La casa representa la tradición japonesa que queda, al final, condenada a la desaparición. En la casa, ha triunfado la muerte sobre la vida. Ese lugar secreto que encierra un aspecto muy suyo y especial de la cultura japonesa tiene que morir, como el autor mismo, quien se suicida al ver completa su misión y vivir la humillación de su patria.
La parodia en El amor en los tiempos del cólera, es fruto de otra cultura y de otra nación. Aunque Colombia ha vivido una cadena interminable de guerras civiles, la guerra que el texto parodia es la lucha contra el cólera, aquella peste cuyos síntomas son exactos a los del amor. Es decir, es la lucha, la guerra obstinada de Florentino por alcanzar el amor de Fermina Daza.
…todo lo que había hecho y pensado en la vida, llegaba a la cumbre sin ningúna otra causa que la determinación encarnizada de estar vivo y en buen estado de salud en el momento de asumir su destino a la sombra de Fermina Daza (358)
García Márquez y el lector saben, no obstante, que la muerte se lleva «bajo el brazo» como llevaba siempre Margarito Duarte el ataúd de su hija muerta en el cuento «La santa», del Nobel colombiano [10]. Con todo, en el ejemplo anterior, la ironía del destino que llevó a Florentino a sobrevivir hasta encontrar de nuevo a Fermina en la madurez de la vida, aparece también en La casa de las bellas durmientes. Irónicamente, el viejo Eguchi sobrevive a la jovencita que dormía narcotizada a su lado. Con ello, la casa parece llegar a su final como lugar de retorno a la juventud perdida. No obstante, la tradición metafóricamente representada en Eguchi mismo y la casa oculta de las bellas durmientes ha de sobrevivir, al menos, en la obra del Nobel Kawabata [11].
(Continua página 2 – link más abajo)