Literatura Cronopio

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RECUERDA, TODO ESTÁ EN LA MENTE

Por Arturo Accio*

La pequeña escuchaba con atención al nuevo médico al que la llevó su madre.

—Quiero que dibujes el abismo negro en el que estás atrapada, al hombre que dices que te mira.

La niña tomó el lápiz, un pedazo de papel y dibujó una hermosa flor.

TERMODINÁMICA DE LA SANTIDAD

Una Santa, es lo que es ella, en la pequeña ducha que hay en su apartamento pide imaginar que es una hermosa cascada al aire libre. De inmediato me gobierna el miedo, aparecen bichos venenosos, lo descarto como un lugar seguro, se lo trasmito, se sienta cerca, acaricia mis brazos llenos de agua, le había pagado el triple por tener sexo con ella sin preservativo, cuando vio en mi pecho un tatuaje que ella sabía lo que significaba, aceptó quedarse conmigo el fin de semana, por la mañana preparé el desayuno se había marchado dejando mi dinero intacto.

TÚ Y YO SOMOS COMO LAS CARAS OPUESTAS DE UN SABLE, AL UNIRNOS HACEMOS SANGRAR

No importa que no terminamos juntos,
lo mucho que has crecido
mientras yo envejezco débil, lleno de dolor.
Tú, y sólo tú eres mi número uno,
mi persona preferida,
la estrella egoísta que mata.
Inevitablemente pensaré en ti
cuando todo se haya ido a la mierda,
y el corazón explote,
en el tiempo que compartimos,
en tus hermosas piernas
que por las noches se reinventan en mi agonía.

EL PESO DE SER INMORTAL

El pacto con el demonio fue sencillo, él pidió conocer la felicidad en plenitud, después de eso entregaría el alma, así que viajó a oriente, se cansó de ver la nada sin encontrar algo, después optó por poseer a las mujeres más hermosas, tener éxito en los negocios, ser un artista reconocido. Fue otro rotundo fracaso. La maldición por burlar al demonio era que entre las cláusulas no estaba la juventud eterna, hoy su cuerpo es una distopia andante, feo, invocó a la contraparte de su contrato sin respuesta, nunca volvió a aparecer, al final decidió fingir su muerte y ser sepultado en un mausoleo donde nunca concilia el sueño, ya que siempre escucha una carcajada entre las tumbas.

VAYAMOS DESTRUYENDO EL PARAÍSO

Al poeta/amigo Carlos Valin

¡Vamos destruyendo el paraíso!
Traigamos el infierno que llevamos dentro,
deshumanicemos a los árboles,
aniquilemos a las especies no productivas,
hagamos que todo cambie,
hagamos que todo caiga,
¡Vamos destruyendo el paraíso!
hasta que sea el perfecto lugar para los cerdos.

LOS PECHOS DE UNA SANTA

Nunca se consideró un blasfemo pero hoy es su fecha límite, tiene educación y una cultura de un pequeño almanaque, sin embargo la imagen de la Virgen que esculpía en mármol para Monseñor la percibía con demasiada sensualidad, casi por completo desnuda, la ropa hecha jirones, sufriendo por el redentor, no decide si darla o no por concluida, duró una hora observando los pechos, pensó que nadie en el claustro sospecharía, el clérigo es un octogenario que se la pasa dormido y parece no importarle ni saber de proporciones. A veces el maestro artesano besa los pies de la escultura, otras acaricia las manos perfectas que él mismo concibió, ha visto en la Internet las depravaciones que puede alcanzar el alma humana ante objetos de culto, el frío de la piedra no es un impedimento para que su mente eche a volar, al fin se decide ir al baño, luego se arrepiente de pensar en lo que iba a hacer y llora, sus lamentos fueron escuchados por una monja algo joven que lo observaba desde que inició la obra y entendió lo que sucedía, fue a encontrarlo, al mirarlo, ella lo sujetó de entre la pierna le dijo que el pecado que iban a cometer era menor que el que él solo iba a hacer, así que bajo esa lógica aplastante se dio por satisfecho.

AMERICANA

Escribo desde una ciudad que no está en California,
aquí en el Tercer mundo,
una realidad sin historia llena de almas perdidas,
donde mueres sin darte cuenta,
donde las ilusiones te persiguen para que las aceptes,
aquí no pasa nada
hace mucho que se fugó el tiempo;
la mayor inventiva es saber iniciar una computadora,
un poco de suerte es un boleto en la sala de cine;
Escribo desde una ciudad que no está en California,
lejos de cualquier reflector que no sea la tragedia.
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EL FINAL DE LA MIERDA VIDA DE LOS IDEALISTAS

Mi mano izquierda llena de cicatrices,
unas autoinflingidas
otras no,
en estos momentos lucen con necropsia y ampollas,
el rostro igual,
estoy parado frente al público,
pienso en mis zapatos,
en mi ropa,
me odio,
me deprimo,
esperan mucho de mi,
nunca he sido el tipo Alfa al que seguir,
los veo,
quieren que sea capaz
de sacar de la chistera un conejo que no existe
y nunca ha existido,
empiezo hablar,
desaparecen mis ideales y quedan soluciones técnicas.
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* Arturo Accio (1975) activista literario. Estudió Licenciatura en Derecho y Contaduría en la Universidad de Guadalajara, México.

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