EL ESPEJISMO DE LA PASIÓN: AMANTES Y ENEMIGOS DE ROSA MONTERO
Por Carmen García Armero*
La pasión amorosa es un tema recurrente y central en la obra literaria de la escritora y periodista Rosa Montero. La identificación del amor con la pasión aparece abiertamente expuesta en Pasiones (1999), donde se narran los amores y desamores de diversos e ilustres personajes a lo largo de la historia. En la introducción al libro, significativamente titulada «Amar el amor», Montero describe las características sustanciales que nos hacen reconocer la pasión. La autora rechaza la necesidad de un ingrediente sexual desenfrenado, ya que existen pasiones platónicas. Sin embargo, le atribuye tres rasgos fundamentales: el primero y esencial consistiría en la enajenación que produce, puesto que el enamorado sale de sí mismo para perderse en el otro o en lo que imagina del otro; en segundo lugar, se trata de una especie de ensueño que se deteriora en contacto con la realidad. Finalmente, parece exigir siempre su frustración y, por lo tanto, la imposibilidad de su cumplimiento.
En la breve introducción que encabeza Amantes y enemigos (1998), Montero asegura cómo la frase «El amor es una mentira, pero funciona» (219), con la que concluye el último relato de esta colección de cuentos de parejas, es la que mejor «puede servir como resumen de todo el libro» (9). Esta aseveración vendría a apoyar la idea de que el amor aparece identificado también en esta obra con la pasión, que no se fundamenta ni en un auténtico conocimiento ni en una verdadera apreciación del «Otro». Por el contrario, la imagen que se posee de la persona amada es simplemente una creación mental e imaginaria, es decir, el resultado de una mera proyección de los deseos personales del individuo y, por lo tanto, una falacia. En estos cuentos, el espejismo de la pasión amorosa arrastra a sus personajes hacia el sufrimiento e incluso conlleva el peligro de la (auto) destrucción y la muerte (el asesinato y/o el suicidio), pues poseen expectativas inapropiadas sobre el amor.
Aunque en algunos de los diecinueve relatos que componen Amantes y enemigos se afirma que se puede vivir sin amor («El»), e incluso que prescindir del amor es justamente lo que permite vivir («Los besos de un amigo»), los personajes lo siguen buscando desesperadamente para alejar la soledad e intentar obtener cierto equilibrio vital. Pero en estas narraciones, el amor pasional se fundamenta en la idealización del «Otro», que es siempre un extraño, rodeado en algunas ocasiones por una aureola de misterio, de enigma, de peligro («Alma caníbal», «Tarde en la noche») e incluso de perversidad («Amor ciego»). La imagen de la persona amada es creada conforme a ciertos deseos personales con el fin de materializar «el sueño de la gemelidad, el otro idéntico» («Noche de reyes» 76) y de alterar aunque sea brevemente la vida solitaria, mediocre, triste y rutinaria de muchos de estos personajes, la mayoría fracasados («Un viaje a Vetusta»).
Las parejas que con el transcurso del tiempo no se separan ni se divorcian sino que siguen juntas, lo hacen por miedo a vivir en soledad en medio de un mundo hostil e inmenso («Mi hombre»). Algunas llegan a mirarse como enemigos y deben soportar humillaciones constantes («Parece tan dulce») e incesantes broncas («Las bodas de plata»), quizás por la siniestra necesidad de maltratarse mutuamente. Así pues, estas relaciones amorosas se ven siempre abocadas al fracaso, bien para mantener la hermosura del fugaz encuentro intacta en el recuerdo («Amor ciego»), o bien porque el conocimiento de la otra persona hace que se revele como un ser distinto al imaginado. Esta situación provoca a su vez la decepción, la amargura, el deterioro de la relación, el odio, el alejamiento y finalmente la ruptura. La conexión que se establece entre amor y desamor, amor y odio, amor y muerte (eros y tánatos) aparece bellamente expresada en el relato que lleva por título «Los besos de un amigo» a través del siguiente fragmento:
Qué extraña enfermedad es la pasión. Desde niños llevamos en el ánimo un dolor, una herida sin nombre, una necesidad frenética de entregarnos al Otro… Ahora bien, cuando ese perfecto extraño no responde a nuestra necesidad y nuestra fabulación, entonces nos embarga la tristeza más honda y más elemental… Desciende la melancolía del desamor sobre nosotros como una lluvia de muerte sólo comparable a la del Diluvio Universal. (203)
En otros casos el abandono resulta imposible no ya por no poder vivir sin el «Otro», sino por no poder vivir sin la propia pasión aunque arrastre a los amantes inexorablemente hacia la (auto)destrucción y la muerte, como sucede en «El puñal en la garganta» y en «Paulo Pumilio». En este último cuento, la pasión desenfrenada que el Gran Alí despierta en Paulo desemboca no solo en el asesinato de su amado, al no conformarse la figura grandiosa de Alí que Paulo se había creado en su imaginación con la imagen de derrota y degradación con la que regresa al cabo de los años, sino con el suicidio del propio Paulo.
A pesar de esta imagen pesimista de las relaciones de pareja, que claramente observamos en Amantes y enemigos y que predomina a lo largo de la obra de Montero, surge en obras posteriores la posibilidad de mantener una relación estable y feliz, lo que indica un cambio de actitud en la narrativa de la autora con respecto a este tema. En La hija del caníbal (1997), el cariño apaciguado y cómplice que durante treinta años Félix Roble comparte con su esposa Margarita anticipa esta visión más positiva. Sin embargo, es en El corazón del tártaro (2001) donde queda abiertamente expuesta ya que la protagonista, Sofía Zarzamala, logra superar su soledad al creer en el amor y en la posibilidad de vivir una relación de pareja estable con Urbano. La confianza en la posibilidad de alcanzar una relación sentimental profunda y verdadera se convierte ya en algo certero (de forma progresiva pero cada vez con más insistencia) en obras posteriores como Historia del Rey Transparente (2005) e Instrucciones para salvar el mundo (2008). Sin embargo, tanto el fracaso al que se ven abocadas la mayoría de las parejas tras años de convivencia, de necesidad y de rutina como el peligro de (auto) destrucción, que puede conllevar la pasión amorosa, siguen estando todavía muy presentes en todas estas obras.
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* Carmen García Armero es licenciada en filología inglesa por la Universidad de Valencia, España. Tiene una maestría en lenguas y literaturas romances por la Universidad de Greensboro,Carolina del Norte y un doctorado en literatura española por la Universidad de Virginia, Charlottesville. Autora de «Imágenes violentas en la poesía de Alfonsina Storni» y «Narciso y el doble en ‘El hechizo de Iris’ de José María Merino», entre otros artículos. Profesora de español en Lebanon Valley College, Annville, Pensilvania.